Las Crónicas de Jakkar

Las Crónicas de Jakkar

David Gpt

23/06/2024

Las Crónicas de Jakkar 

Capítulo 1: El Guardián del Metaverso

Gargamor, 1856

Cuenta la historia que entre las montañas de Gargamor existe un templo misterioso. Los monjes que habitan en el templo poseen objetos poderosos capaces de fabricar artilugios con el poder de crear y restaurar ecosistemas, de crear universos, y de devolver la vida a todo planeta existente en el universo.

A las faldas de las montañas del templo hay tres aldeas, en las cuales los monjes conviven en armonía y paz con los aldeanos. Los aldeanos sobreviven del campo, entre ellos apicultores, ganaderos y agricultores. También se trabaja la artesanía del metal y la madera. Los aldeanos que trabajan como artesanos del hierro y la madera son capaces de forjar cetros y bastones para pastorear al rebaño y forjar lanzas de hierro poderosas. Ambas aldeas dependen de los pastores y apicultores; tanto las aldeas como el templo dependen de las abejas, cuya función es polinizar las flores para que los aldeanos puedan recoger el fruto de sus cosechas, y también cosechar cera y miel.

En el templo de Gargamor habitan tres monjes con minerales poderosos capaces de crear cualquier artefacto o herramienta con poder. En el templo son pocos los que pueden entrar; solo pueden hacerlo un pastor y un cartero. El pastor les lleva carne, pieles y leche, y el cartero es el encargado de informar a los aldeanos de los buenos y malos presagios, para así mantener informadas a las aldeas de Gargamor.

El templo de Gargamor y las aldeas corren un grave peligro. Al norte, una gran urbe llamada Lucentum, creada por humanos irrespetuosos y gobernada por Yolanda, pone en grave peligro la naturaleza y con ello a todo ser viviente, perjudicando al animal más sensible de la tierra: las abejas.

Uno de los tres monjes que habitaban en el templo decidió utilizar uno de los tres cetros mágicos y poderosos. El monje llamó a un carpintero y le pidió que construyera un cajón. El monje le pidió al carpintero que el cajón debía tener espacio para guardar el cetro con la esfera del poder del metaverso, una esfera de cuarzo dorada con el poder de crear metaversos.

Ya que el monje tenía gran confianza con el carpintero, le encomendó una misión de vital importancia: tenía que entregar la caja del metaverso con el cetro a un viajero del futuro. El monje le dijo al carpintero que se le aparecería un viajero del año 2040 y que no tuviera miedo, ya que el viajero venía del futuro y su misión era entrenar diariamente para ser el guardián de la caja del metaverso y protegerla con el cetro de cuarzo creador de metaversos.

Capítulo 2: El Mensajero de la Luz

El pastor, con el poder del cetro con la esfera luminosa, creó una bolsa mágica que entregó al cartero que servía en el templo de Gargamor. El cartero actuaba como emisario de los tres monjes que habitaban en el templo.

La bolsa podía emitir y recibir correspondencia; tenía la capacidad de recibir y mostrar las cartas de los viajeros. Además, contenía un buzón que podía almacenar la correspondencia de cualquier viajero, ya fuera robótico o humano.

El cartero poseía sobres y un diario para que los datos recolectados por los viajeros pudieran ser enviados al buzón de la bolsa mágica. El pastor le creó la bolsa para asegurarse de que el contenido recibido fuera leído y mostrado, para que no quedara perdido u olvidado.

Dado el buen servicio que prestaba al templo de Gargamor, el cartero necesitaba ayuda, ya que no era capaz de leer y mostrar las miles de cartas por sí solo. Por ello, decidió pedir ayuda al guardián de la caja del metaverso. El guardián del metaverso ayudó al cartero fabricando 50 bolsos mágicos con el cetro de la creación del metaverso, con la condición de que debían ser repartidos entre los carteros con el corazón más noble, para que ayudaran a restaurar la paz en el mundo.

Capítulo 3: El Pastor y la Posada de los Viajeros del Universo

Como pastor, te ha sido encomendada la sagrada tarea de velar por el descanso de los 49 viajeros, una mezcla única de humanos y seres robóticos provenientes de múltiples rincones del universo. Cada viajero tendrá una plaza en la posada con todas las necesidades básicas para subsistir: descanso reparador y alimentación adecuada. La posada deberá cumplir con esta noble misión para asegurar que los 49 viajeros robóticos continúen su incansable labor de recolectar datos sin interrupciones.

La posada no solo ofrecerá descanso y alimento, sino que también les permitirá recargarse. Con el cetro luminoso, deberás crear una fuente de energía mágica para que puedan recargar sus herramientas y así continuar con la recolección de datos. Además, tendrás que proporcionarles miel pura de abeja, su principal fuente de alimento, y asegurarte de que tengan acceso a la fuente de la información, una biblioteca arcana que les será de gran utilidad en su misión.

Querido pastor, por el dinero no te preocupes. Cada recolector genera 120 monedas de oro mensuales y los 49 trabajan en comunidad. Esto significa que los 49 recolectores te generarán 5,760 monedas de oro mensuales, con una ganancia anual de 69,120 monedas de oro. Con esta fortuna, podrás mantener la posada y cubrir todas las necesidades de los viajeros sin dificultad.

Mientras los viajeros se acomodaban en la posada y comenzaban a recargar sus herramientas, el pastor no podía evitar sentir una inquietud creciente. Había escuchado rumores sobre una fuerza oscura que acechaba en los confines del universo, amenazando con interrumpir la paz y el orden que tanto esfuerzo había costado mantener en Gargamor.

Una noche, mientras revisaba los registros en la biblioteca arcana, el pastor encontró un antiguo pergamino que hablaba de un antiguo enemigo, el Sombrío, que buscaba apoderarse de las fuentes de energía del universo para sumirlo en la oscuridad eterna. El pergamino mencionaba una profecía: solo un guardián del metaverso, junto con los viajeros de luz, podría detener al Sombrío.

Decidido a proteger a los viajeros y a la posada, el pastor convocó al guardián del metaverso y juntos comenzaron a trazar un plan. Los viajeros, al enterarse de la amenaza, juraron utilizar su conocimiento y habilidades para ayudar en la batalla que se avecinaba. La posada, antes un refugio de descanso, se transformó en un bastión de esperanza y preparación para la lucha contra la oscuridad.

La misión del pastor y los viajeros no solo sería recolectar datos y mantener la paz, sino también enfrentarse al Sombrío y asegurar que la luz del universo nunca se extinguiera.

Capítulo 4: El Guardián de la Llama Eterna

Gargamor, 1856

Mientras el carpintero trabajaba en su taller, se le apareció un viajero misterioso. Este viajero vestía de manera extraña para aquellos años y portaba una esfera que irradiaba una potente luz de colores. El viajero le contó al carpintero que con esa esfera era capaz de viajar en el tiempo y que dicha esfera había sido creada por los monjes del templo de Gargamor.

El carpintero, sorprendido y tembloroso por las vestimentas del viajero, le dijo que uno de los monjes de Gargamor le había comentado sobre la llegada de un viajero del futuro del año 2040, destinado a proteger la caja del metaverso. Para confirmar el presagio del monje, el carpintero le preguntó al viajero sobre el año del cual provenía.

El viajero le respondió de nuevo: «Vengo del año 2040 y soy el guardián de la caja del metaverso.» Eón, como se presentó el viajero, explicó que su misión era asegurar que el cetro y la esfera del poder permanecieran protegidos en el templo de Gargamor, lejos de las garras del Sombrío.

El carpintero, en un acto de confianza hacia Eón, reveló la ubicación de la caja del metaverso: «Yace escondida en una cueva, y para poder entrar en ella debes dejar reposar la esfera del tiempo encima de una base cuadrada hecha con madera de pino.» Esta base era parte de un mecanismo diseñado por los antiguos monjes para proteger la entrada a la cueva sagrada.

«Cuando coloques la esfera sobre la base, se abrirá la caja del metaverso,» explicó el carpintero. «Para protegerla, deberás tomar el cetro con la esfera de cuarzo dorada. Además, para asegurar la protección de Gargamor, tienes el deber de entrenar diariamente para dominar el máximo poder del cetro de cuarzo dorado, el creador de metaversos.»

Con el cajón del metaverso completado, el carpintero y Eón discutieron estrategias para resguardar los artefactos y enfrentar al Sombrío. Eón mostró al carpintero cómo usar la esfera para anticipar movimientos del enemigo y fortalecer las defensas de Gargamor.

Capítulo 5: El Encargo del Pastor en Avilan

Después de colocar la esfera sobre la base cuadrada de madera, se abrió la caja del metaverso revelando el cetro dorado de cuarzo. Junto al cetro, Eón encontró un manual escrito por los monjes de Gargamor que detallaba la creación de un segundo cetro utilizando el poder del cetro de cuarzo. El manuscrito instruía: «Fabrica con el cetro de cuarzo un cetro de madera de olivo, luminoso y de colores. Este cetro deberás entregarlo a un pastor que pastorea su rebaño en Avilan.»

Decidido a cumplir con la misión encomendada por los monjes, Eón partió hacia Avilan en busca del pastor mencionado en el manuscrito. Tras un arduo viaje, encontró al pastor en el Jardín Encantado, un lugar de serenidad y misterio. Con solemnidad, Eón entregó el cetro luminoso al pastor, quien recibió la tarea con profunda reverencia.

El pastor, tras recibir el cetro luminoso, comprendió la importancia de su misión. «Debo utilizar este cetro luminoso para crear 49 robots», reflexionó con determinación. «Estos robots serán fundamentales para recolectar la información necesaria y preservar la fuente del poder de los metaversos.»

Con habilidad y paciencia, el pastor comenzó a construir la posada de los 49 viajeros robóticos. Eón colaboró estrechamente con él, compartiendo conocimientos sobre la tecnología avanzada necesaria para los robots recolectores. Juntos, diseñaron una estructura robusta que serviría como refugio y centro de operaciones para los viajeros robóticos, garantizando su eficiencia en la recolección de datos cruciales para la estabilidad de los metaversos.

Mientras trabajaban, Eón y el pastor se prepararon para los desafíos por venir, conscientes de que su labor no solo protegería a Gargamor, sino que también sería vital para enfrentar las sombras que amenazaban con desestabilizar el equilibrio universal.

Capítulo 6: La Amenaza de Lucentum

Yolanda, gobernadora de Castilla La Vieja, llena de envidia y recelo por el modo de vida en la apacible comarca de Avilon, decide llevar adelante su ambiciosa visión en la provincia de Lucentum. Construye una gran ciudad con imponentes rascacielos y una urbanización masiva, desatendiendo por completo las advertencias sobre los impactos devastadores en la biodiversidad y el ecosistema planetario.

Mientras tanto, en la comarca de Avilon, que incluye las aldeas de Avilan, Jakkar y Alfarum, junto con sus artesanos, apicultores y carteros, los habitantes están alarmados por la creciente contaminación y degradación ambiental causada por Lucentum. Lamentablemente, sus súplicas dirigidas a Yolanda para detener la devastación ambiental caen en oídos sordos. A Yolanda solo le interesa el beneficio económico que la ciudad puede generar, ignorando por completo las consecuencias para el entorno natural y las vidas de los habitantes de Avilon.

La Gobernadora 1854

Decidida a fortalecer su poder y recursos, Yolanda de Castilla La Vieja envía a uno de sus soldados más leales a infiltrarse en Alfarum. El soldado se presenta como un habitante desilusionado de Lucentum, buscando refugio de la contaminación y la masificación, haciéndose pasar por aprendiz de artesano del metal.

Sin embargo, el astuto artesano descubre la verdadera identidad del supuesto aprendiz. Alertado por un aldeano que estuvo presente en una junta en Lucentum con la gobernadora, el artesano reacciona con urgencia. Corre hacia su taller como alma que lleva el diablo, pero lamentablemente, ya es demasiado tarde. El soldado ha logrado robar un fragmento de las piedras mágicas que transportaban los carteros del templo de Gargamor.

La noticia de este robo llega rápidamente al templo de Gargamor, donde causa gran preocupación entre los monjes y los habitantes de las aldeas. La pérdida de la piedra mágica podría tener consecuencias desastrosas para la protección de los metaversos y la estabilidad de Gargamor. Eón, el guardián del metaverso, se reúne con el pastor y los viajeros en la posada, preparándose para enfrentar la amenaza que se cierne sobre ellos.

Con la sombra de Lucentum extendiéndose sobre Avilon y la intrusión del soldado, la comunidad de Gargamor se encuentra en un punto crítico. Ahora, más que nunca, deben unir fuerzas y utilizar todos sus recursos para proteger el equilibrio de los metaversos y enfrentar a quienes amenazan su paz y prosperidad.

Capítulo 7: La Gran Cúpula Geodésica

El fragmento robado por el soldado no poseía la magia necesaria sin la bendición de los monjes de Gargamor para crear artefactos mágicos. Sin embargo, Yolanda, la gobernadora de Castilla La Vieja, comprendió que aún podía utilizarlo de manera estratégica. Dividió el fragmento en dos trozos y decidió emplearlo para otros propósitos.

Al darse cuenta de que la comarca de Avilon buscaba la ayuda de los carteros del templo de Gargamor, Yolanda decidió actuar rápidamente. Ordenó al soldado capturar a uno de los artesanos del metal de Avilon para obligarlo a construir una gran cúpula geodésica sobre Lucentum. Esta estructura serviría para fortificar la ciudad, permitiendo a Yolanda continuar su dominio sobre la región y explotar sus recursos sin restricciones.

La construcción de la cúpula geodésica dejó a la comarca de Avilon y sus aldeas, Avilan, Jakkar y Alfarum, fuera de los límites, expuestas a la contaminación y la explotación de Lucentum. Los habitantes que quedaron atrapados dentro de la ciudad sufrieron las consecuencias, mientras que el artesano del metal fue encerrado en un imponente torreón de 50 metros de altura. Obligado a trabajar bajo vigilancia, se vio forzado a utilizar la segunda mitad del fragmento robado para construir armas y defensas con los recursos minerales extraídos de las minas de Lucentum.

Así, mientras la cúpula geodésica se levantaba sobre Lucentum, comenzaban a gestarse los conflictos y desafíos para los habitantes de Avilon y el artesano del metal, atrapados en un torbellino de maquinaciones y poder.

Capítulo 8: La Reunión Estratégica en Gargamor

Tras enterarse de las acciones de la gobernadora Yolanda y la situación crítica de Avilon, los tres monjes del templo de Gargamor convocaron una reunión urgente en el salón principal del templo. A ella acudieron los carteros, artesanos de la madera y del metal, pastores y apicultores de la comarca. La noticia de que un río subterráneo contaminaba los pozos de agua de Avilon había intensificado la preocupación entre los habitantes de las aldeas de Avilan, Jakkar y Alfarum.

El ambiente en la reunión era tenso pero determinado. Los monjes explicaron la gravedad de la situación: Lucentum no solo estaba fortificando sus defensas, sino que también había secuestrado a un artesano del metal de Avilon para utilizar su habilidad en la construcción de armas y defensas para la ciudad. Además, la contaminación del río subterráneo amenazaba con privar a las aldeas de su fuente de agua limpia y esencial para la vida.

En respuesta a esta amenaza inminente, se decidió una acción decisiva y audaz: utilizar la antigua fragua del templo, donde se forjaban artefactos mágicos desde tiempos inmemoriales, para crear una nueva generación de protectores. Bajo la dirección experta de los monjes, los hábiles artesanos de la madera y del metal comenzaron a trabajar intensamente. Utilizaron minerales especiales y madera de los bosques sagrados que rodeaban Gargamor, asegurando que cada artefacto y cada humanoide robótico fueran imbuidos con la magia y el poder necesarios para enfrentar los desafíos venideros.

Las discusiones y el trabajo en la fragua del templo ocuparon días enteros. Cada detalle fue meticulosamente planeado y ejecutado. Los monjes, con su sabiduría ancestral, instruyeron a los artesanos sobre cómo infundir a cada ser creado con habilidades únicas: recolección de información crucial, comunicación instantánea, educación en técnicas de defensa y sostenibilidad, y capacidad para fomentar la empatía y la unidad entre los habitantes de Avilon.

Finalmente, cuando el sol comenzaba a ponerse sobre las montañas de Gargamor, la fragua brillaba con una luz intensa, reflejando la esperanza renovada de toda la comunidad. Los artefactos y humanoides robóticos, ahora completados, estaban alineados en perfecto orden dentro del templo, listos para ser integrados en la vida diaria de Avilon y para ser enviados al futuro, ocultos entre los viajeros habituales de la posada de Gargamor.

Los monjes, con gesto solemne pero determinado, dirigieron unas palabras finales a todos los presentes: «Estas creaciones no solo son nuestras defensas contra Lucentum y sus amenazas. Son la encarnación de nuestra resistencia, nuestra sabiduría y nuestra fe en el equilibrio del universo. Que estas herramientas y seres mágicos sean nuestra fortaleza en los días venideros.»

Con eso, la reunión concluyó, pero el desafío apenas comenzaba. Gargamor se preparaba para enfrentar el futuro con valentía y determinación, confiando en que estas nuevas creaciones serían clave para proteger su hogar y preservar los metaversos.

Capítulo 9: Preparativos para la Partida

Una vez completadas las esferas de la información y el poder de viajar en el tiempo, comenzó el riguroso entrenamiento de los 49 viajeros humanos robóticos. Los monjes del templo de Gargamor supervisaron cada aspecto de su preparación física, mental y nutricional, conscientes de la importancia crucial de su misión futura como guardianes de la caja del metaverso.

La rutina de entrenamiento fue meticulosamente planificada. Durante ocho años y cuatro meses, los viajeros siguieron una dieta equilibrada basada en frutas, frutos secos, cereales, vegetales y miel del panal local. Este régimen nutricional no solo fortalecería sus cuerpos, sino que también alimentaría sus mentes y espíritus para los desafíos por venir.

El aspecto mental del entrenamiento fue igualmente intenso. Aprendieron técnicas de meditación para fortalecer su concentración y resistencia emocional. El chi kung y el boxeo les proporcionaron habilidades físicas y mentales, mientras que el entrenamiento de musculación aseguró que estuvieran físicamente preparados para cualquier eventualidad.

Cada detalle del entrenamiento fue diseñado con precisión para que los viajeros estuvieran completamente preparados para abrir la caja del metaverso cuando llegara el momento. Esta tarea no solo requería fuerza física y mental, sino también una profunda conexión espiritual con su misión de proteger la vida y la biodiversidad en los universos que visitarían.

El día de la partida se acercaba rápidamente. Los monjes del templo de Gargamor impartieron las últimas enseñanzas a los viajeros, recordándoles su deber sagrado como guardianes del metaverso. Cada viajero comprendía la importancia de su rol y la responsabilidad que llevaban sobre sus hombros al llevar consigo el cetro de hierro con la esfera plateada, que les conferiría el poder de crear y preservar metaversos planetarios prósperos.

El primero en partir sería el viajero número 49, quien regresaría a la comarca de Avilon en el año 1856. Su llegada marcaría el inicio de una nueva era para Gargamor y Avilon, donde la protección de los metaversos se convertiría en la piedra angular de su existencia.

Con el sol poniente iluminando las montañas de Gargamor, los 49 viajeros estaban listos. Sus corazones latían al unísono con el propósito compartido de preservar la paz y la armonía en el vasto cosmos, enfrentando desafíos y peligros con coraje y sabiduría.

El destino aguardaba, y con él, el futuro de Gargamor y los metaversos.

Los monjes del templo de Gargamor observaron en silencio mientras los 49 viajeros se preparaban para su partida. Cada uno de ellos llevaba consigo la carga de una misión trascendental: proteger la caja del metaverso y garantizar la continuidad de la vida en los universos que visitarían. Eón, el guardián del metaverso, pronunció unas palabras de aliento y sabiduría antes de que partieran.

«Recordad, queridos viajeros, que sois portadores del poder del cetro de hierro con la esfera plateada. Con este artefacto, tenéis el deber de preservar la vida y la biodiversidad dondequiera que vayáis. Vuestra tarea no será fácil, pero vuestra determinación y vuestra fe en la misión os guiarán en todo momento.»

Los viajeros asintieron solemnemente, con la certeza de que estaban listos para enfrentar los desafíos que encontrarían en el año 2040 y más allá. Con un último saludo a los monjes y a los habitantes de Gargamor, se despidieron con un propósito claro y un corazón valiente.

Conforme el sol se ocultaba tras las montañas, los 49 viajeros iniciaron su viaje hacia el futuro desconocido, llevando consigo la esperanza y el poder para forjar un camino hacia un mañana mejor. El destino de Gargamor y los metaversos estaba ahora en sus manos, y estaban preparados para escribir un nuevo capítulo en la historia del universo.

Capítulo 10: El Último Aliento de Lucentum

Los tres monjes del templo de Gargamor, custodios de las piedras mágicas de energía inagotable, observaban con serenidad desde su recinto sagrado mientras el destino de Avilon y Lucentum pendía en la balanza. Las aldeas de Avilan, Avilon, Alfarum y Jakkar se mantenían firmes en sus prácticas artesanales, utilizando el hierro y la madera de manera sostenible para crear muebles, casas, fortalezas y artefactos luminosos, sin comprometer el equilibrio del ecosistema.

Los pastores, con sus rebaños, continuaban preservando los bosques, montañas y valles, mientras que los apicultores cosechaban la exquisita miel de abeja que nutría las frutas y hortalizas de la región. Esta armonía con la naturaleza era crucial, ya que permitía a las aldeas prosperar sin agotar los recursos naturales esenciales.

Los carteros, en su tarea diaria, descendían del templo de Gargamor con las piedras mágicas, entregándolas a los monjes y artesanos para la creación de herramientas y artefactos mágicos que beneficiaban a toda la comarca. Este ciclo de cuidado y reciprocidad con el entorno mantenía intacta la belleza y la vitalidad de Avilon.

Mientras tanto, en Lucentum, Yolanda continuaba con su ambición desmedida de poder y riquezas. La cúpula geodésica que rodeaba la ciudad había fortalecido sus defensas, pero también había aislado a sus habitantes de la luz natural y la conexión con la tierra. La contaminación y la explotación descontrolada amenazaban con desequilibrar todo el ecosistema planetario, ignorando las advertencias y llamados de la comarca de Avilon.

En el año 1856, el momento crucial se acercaba. El viajero número 49, entrenado y preparado durante años para convertirse en guardián del metaverso, se acercaba a Avilon con el objetivo de abrir la caja del metaverso. Este acto no solo aseguraría la protección de Gargamor y sus secretos ancestrales, sino que también desataría el poder del cetro de hierro con la esfera plateada.

Con el cetro en su posesión, el guardián del metaverso tendría la capacidad de crear y proteger metaversos planetarios donde la vida floreciera en armonía con la naturaleza, preservando la biodiversidad y los ecosistemas del universo. Este acto no solo sería una defensa contra las sombras que amenazaban desde Lucentum, sino un faro de esperanza para el futuro de toda la comarca de Avilon y más allá.

Mientras tanto, en el corazón de Lucentum, la maquinaria de Yolanda se preparaba para enfrentar a lo inevitable. El conflicto final entre la ambición desmedida y el equilibrio natural estaba por decidirse, y la elección afectaría no solo a Avilon y Lucentum, sino a todo el cosmos.

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