Jorge miraba su reflejo en el espejo, sus ojos llenos de miedo. Tenía que acompañar a Alexa a su casa en un barrio peligroso y luego regresar solo. La inseguridad de su país lo aterraba; las historias de asaltos eran comunes y él no quería ser una víctima más. Además, estaba más preocupado porque, después de dejar a Alexa, tendría que tomar el combi, otro lugar donde los robos eran frecuentes.

Cuando llegó a recogerla, Alexa lo esperaba con una sonrisa. Caminaron juntos, y Jorge sentía el temor crecer a medida que avanzaban por calles oscuras y solas. Cada ruido lo hacía saltar, y su mente imaginaba lo peor. Su corazón latía más rápido con cada paso, sabiendo que después de dejar a Alexa tendría que enfrentarse al viaje en combi.

Finalmente, llegaron a la casa de Alexa. Ella lo besó y entró, dejándolo solo para el camino de regreso. Jorge respiró hondo y comenzó a caminar. Las sombras y los sonidos lo ponían en alerta máxima, y el miedo a ser asaltado lo paralizaba.

En una esquina, un grupo de jóvenes se le acercó. Uno de ellos, con una sonrisa burlona, le preguntó: “¿A dónde tan rápido, amigo?”. Jorge, con la voz temblando, respondió que solo iba de regreso a casa. Para su sorpresa, los chicos se apartaron y lo dejaron pasar.

Jorge caminó rápidamente hasta llegar a una calle más segura, pero el alivio fue breve. Sabía que el verdadero desafío estaba por venir: el viaje en combi. Llegó a la parada, tratando de mantenerse calmado. Miró a su alrededor, observando las caras de los otros pasajeros, buscando signos de peligro.

La combi llegó y Jorge subió, encontrando un asiento cerca de la puerta. Mantuvo su mochila cerca de su pecho, como un escudo. A medida que el combi avanzaba, los nervios de Jorge se intensificaban. Miraba a cada persona que subía, cada mirada parecía una amenaza potencial.

En una de las paradas, un grupo de adolescentes subió a la combi, riendo y hablando en voz alta. Jorge los observó con cautela, temiendo que pudieran ser problemáticos. Pero, para su alivio, se sentaron al fondo sin prestarle atención.

El viaje se sintió interminable. Cada vez que la combi se detenía, Jorge temía que algo pudiera suceder. Finalmente, llegó a su parada. Bajó rápidamente y se dirigió a su casa, sintiendo un peso enorme levantarse de sus hombros. Al cruzar la puerta de su casa, soltó un suspiro de alivio. Estaba a salvo. Pero sabía que mañana tendría que enfrentarse al mismo miedo una vez más.

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