En ocasiones cuando me preguntan, quién soy, les digo que soy un salvaje refinado corriendo por la vida, saludando por las esquinas y amando a escondidas.

Un salvaje domado por esta cárcel a la que algunos llaman sociedad. Este sistema de educarse en la ignorancia de la obediencia disfrazada de normas y nombrada de ética y moral.

Un salvaje que encuentra libertad cuando se entrega a los brazos de las pasiones, esas que por motivos de ciencia o religión deben ser satanizadas y condenadas al freno, al celibato.

Un salvaje, solo soy un salvaje que ama a escondidas aquello que por los otros se escandalizan.

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