La obsesión del intruso

Desde hace mucho tiempo he notado algo en particular, y eso realmente me enoja, alguien nos ha estado siguiendo a mi esposa y a mí, y aunque ella no se de cuenta, yo sí, y me aterra pensar que algo malo le puede ocurrir, así que necesitaba hacer algo ya antes de que el acosador de mi esposa lo haga.

Era un sábado y como de costumbre íbamos al supermercado a comprar la despensa de la semana, pero ese día era diferente, era el día en el que sabría que era lo que pasaba con ese maldito acosador.

-Roger, ¿No quieres ir conmigo al supermercado?

-No cielo, estoy muy cansado, será para la otra semana- dije.

Cuando ella se fue, vi como su acosador la seguía, así que era mi oportunidad, lo seguí y rápidamente lo agarre por detrás, él llevaba como siempre la cara tapada. 

Lo llevé a casa y tenía que apurarme antes de que Ruth llegara del supermercado, lo golpeé hasta cansarme, no fue hasta que me reveló quién era que me detuve.

-Detente, por favor

-¿Quién eres y por qué sigues a mi esposa?- dije aún golpeándolo

– David, soy David, el amigo de la infancia de Ruth.

-si eres el amigo de mi esposa, ¿por qué es que la sigues?, ¿crees que soy idiota?, ¿crees que no te he visto cuando nos sigues?.

– Porque no podía permitir que siguiera con alguien como tú, ¿Crees que no sé que tú fuiste quien mató a su padre para quedarte con toda su fortuna? ¡No podía permitir que Ruth siguiera casada contigo!

Solo mire a David a los ojos, él sabía la verdad, no podía permitir que alguien me arruinara la vida, así que hice lo que siempre tuve en mente. Quitarle la vida.

Lo tomé del cuello y le enterré un cuchillo, fue una muerte rápida diría yo, pero sin duda no podía tardar mucho ya que Ruth casi llegaba. Así que me di prisa, tenía que limpiarlo todo.

Metí su cadáver en el auto y rápidamente me di prisa. Finalmente llegué al acantilado y aventé el cuerpo, no quedaría ningún rastro, ya que las pirañas siempre tienen hambre y no dejan mucha comida.

Llegué a casa y por fortuna mi esposa todavía no llegaba, así que me apure y traje todas las cosas de limpieza, justo cuando ya iba a empezar a limpiar mi esposa daltónica entró a la casa, me regaño para que limpiara el jugo de naranja en el suelo.

Sonreí, y empecé a limpiar la sangre de su acosador del suelo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS