A veces ocurre que la mente va a su libre albedrio, y raras veces puedes pararla.
Es una de esas ocasiones, donde no me inspiro en nada físico, sino que me dejo arrastrar por lo que me dictan las «musas».
Cierro los ojos, y poco a poco van apareciendo los elementos cargados de palabras, visualizo la escena y observo como fluctúan esparcidos en un espacio subyacente a la superficie de las cosas desde otra perspectiva .Pongo orden.. y sale una pequeña historia que se centra en el abominable número 13. El personaje vendría después. Eran las 7´45 horas de la tarde, y la cena estaba prevista a las 8h.La anfitriona estaba muy nerviosa porque acababa de recibir una llamada de uno de los invitados disculpándose presurosamente porque un asunto familiar grave le impedía acudir al evento.
Doña X, hizo en su memoria el recuento rápidamente de los comensales y un diminuto grito de pavor le rasgó la garganta.
13!.
13 invitados! y por supuesto que bajo ningún concepto iba a consentir que ocurriera esa desgracia.
El arduo problema era como solucionar en un espacio de tiempo tan corto la carencia de un nuevo convidado.. pasaban los minutos implacables como si fueran segundos, y sin mas cavilación, se dirigió a toda prisa a la cocina para reunir ipso-facto a todo el servicio.
No lo pensó dos veces, y dio una orden.
No había tiempo para pensar y sin mas dilación optó por pedir un pequeño favor a una de las doncellas.
Su doncella personal era la mas indicada. La mandó llamar y le explicó el problema no sin cierto nerviosismo por no tener la seguridad de ser lo mas acertado dada la premura.
La doncella no sabía como actuar, pero para calmar a la Señora de la casa le dijo que no tendría ningún impedimento en hacer lo que le pidiera..
_Vamos, vamos ! no tenemos tiempo que perder!
Adela siguió a su Señora hasta el cuarto principal, inmediatamente echando una rápida mirada a su vestuario tomó el traje de noche mas apropiado acompañado de unos adornos exquisitos, sabía que le sentarían perfectamente ya que su doncella era de una complexión muy similar a la de ella.
Una vez vestida , se echó hacia atrás y contempló el extraordinario cambio, si no supiera quien era, podía pasar por una dama de alta sociedad de la que emanaba una elegancia sobria con su presencia.
Eran, por fin «14» en la deliciosa y delicada mesa. Miró una vez mas a Adela, y estaba segura de que su actuación sería perfeta. No tenía ninguna duda de que sería una velada maravillosa.

OPINIONES Y COMENTARIOS