Achille Varzi . Olvidado a la fuerza

Achille Varzi . Olvidado a la fuerza

Marcelo Zucca

29/05/2024

 

Achille Varzi

Olvidado a la fuerza

El majestuoso hotel Uaddanm ubicado en Trípoli, capital de Libia, se caracteriza por una esplendida particularidad, previo al impactante arco por donde ingresan los turistas, reposan dos amplias columnas de mármol con querubines bañados en oro, tal arrojo de opulencia dan la sensación que si una sola de esas columnas se vendiera podría saciar el hambre de medio país, sus platos exóticos como el Usban, tripa de animal rellena de arroz o su más cotizada Sharba Libiya , sopa compuesta por los más variados condimentos autóctonos y trozos de cordero, cebolla y tomates, le dan al privilegiado turista la sensación de que si el paraíso realmente existiese será ese, las listas de espera para simples mortales sin ningún vinculo político, religioso o deportivo es de más de un año , bañarse en su piscina con forma de media luna en su agua color turquesa es elixir de la juventud.

A los pies de dicho Hotel se encuentra la playa del mar Livykó Pélagos, vértice del Mediterráneo,

La arena de dicha playa es tan blanca y tan fina que uno tiene la percepción que camina sobre seda, allí los enamorados toman sol, juegan vóley, cartas o simplemente degustan los tragos llevados hasta la playa por los Barman del mismo hotel.

De todas las parejas que disfrutan de ese paraíso terrenal una se distingue por sobre las demás, él es quizás uno de los mejores pilotos del mundo, Achille Varzi, cuya familia es dueña de medio Galliate , localidad Italiana situada en la provincia de Novara.

Achille vive como un Rey y no a costillas de su familia, su sueldo anual ronda los 80.000 marcos, unos tres millones y medio de dólares de aquella época, además de cobrar primas por partidas, premios por carreras ganadas, publicidades tanto de la empresa de bujías de competición (Champion) como de neumáticos (Englebert) así también cuenta con un contrato exclusivo con la prestigiosa fabrica de guantes Fowler Special, quien diseña un particular juego de guantes únicos sólo para el As Italiano.

El de Galliate se da el lujo de tener en Milán dos sastres propios que día y noche confeccionan sus prendas, ellos le hacen trajes a medida como así también sus pantalones y sobretodos.

En dicha ciudad posee además un piso equipado a todo lujo, uno en Mónaco no menos pomposo y una Villa en Roma que ocupa toda una manzana.

Quien se encarga que todo funcione con el rigor que Varzi impone es su secretario personal, Pietro Vignano. Pietro se ocupa que las rayas de los pantalones estén siempre parejas y perfectamente planchadas, que siempre tenga a su disposición dos camisas de seda azules sin un gramo de polvo, como también un par de antiparras de repuesto por si se ensucia la de la competencia, cuando Achille debe repostar en su box, a la única persona que busca es a su fiel servidor, éste está siempre listo con un cigarrillo encendido en una mano y una botella de agua mineral Evian en la otra, eso sí, el agua debe estar siempre en estado natural.

Ella, su mujer, es la perfección personificada en hembra, alta, 1,82 mts, rubia, delgada, ojos seductores y unas piernas que si uno queda atrapado en ellas moriría con una sonrisa dibujada en su rostro, se llama Ilse Hubach, Alemana, oriunda de Wiesbaden hija de una de las familias más adineradas de la región, casada a los 17 años con el comerciante más adinerado de Francfort, para luego separarse a los 18 meses.

Ya divorciada , en el aeropuerto de Munich previo a un viaje por Sudamérica, Ilse conoce al piloto de carreras Austriaco Charly Jellen, ahí comienza el vinculo de Hubach con el mundo de las competencias automovilísticas , Jellen es todo lo que ella desea, Gentilhombre, audaz, apuesto, culto, de envidiable posición social, alguien que está demasiado enamorado de la vida y de las carreras de autos como para dejarse seducir por alguien más, por eso, ella siempre sentirá que es dejada de lado, siempre en un segundo plano, siempre descartada, cuando Charly pierde el control de su Alfa Romeo 8C 2600 en Forstenrieder Park, en las cercanías de Munich, falleciendo en el acto, deja a Ilse nuevamente sola, a la deriva, abandonada, fomentando un miedo que se hará mas y mas grande, también estará disponible para el mejor postor y esa posta la tomará el intimo amigo de Jellen, Paul Pitsch, la relación entre ambos pilotos nace en el año 1934, cuando rebosantes de dinero pero huérfanos de contratos decidieron construir una escudería privada cansados que ningún equipo oficial los llame.

Pitsch, de increíble fortuna pero poco talento como corredor hizo sus primeras armas en 1932 compitiendo en los campeonatos Europeos, primero con Alfa Romeo y luego con Bugatti, obteniendo como mejor resultado dos terceros puestos, GP de Italia de 1935 y GP de Alemania de 1939, fue su amigo Hans Stuck quien lo convenció de formar parte del equipo Auto Union. “Déjate de perder tiempo con Bugatti, debes conducir para nosotros” le decía mientras lo llevaba del brazo hasta las oficinas de Karl Feuereissen, para firmar su contrato con la poderosa marca teutona y será así el comienzo de esta maravillosa y trágica historia, en Auto Union Achille e Ilse se conocerán, será amor a primera vista, pero también será un enamoramiento funesto y macabro, será una relación dolorosa y desdichada.

Ahora ella toma sol y contempla a su enamorado, él en cambio, se recuesta hacia atrás en su reposera cerrando sus ojos, Achille piensa en lo afortunado que es al ser el primer piloto extranjero en formar parte de la escudería Alemana Auto Union.

Varzi sonríe, no fue fortuna, tampoco suerte, prende un cigarrillo, despide el humo hacia el costado , todos querían a Nuvolari, se dice a sí mismo con cierto rencor y enseguida responde con otro pensamiento para así espantar la maldita idea que el Mantuano Volador es mejor que él, Tazio no sabe manejar, sabe andar fuerte pero no manejar, no tiene clase, ni estilo, anda fuerte y punto y además, continua Achille como para querer convencerse a sí mismo, yo fui quien mejor se adaptó al auto con motor trasero y … Piensa ¿Quién fue el primer piloto en la historia en ganar la Targa Fiorio y las Mille Miglia en el mismo año? Yo, “Dio Porco”, mica Nuvolari .

Ahora desea relajarse, debe concentrarse en la carrera de Tripoli, atrás quedó el primer GP de la temporada 1936, la competencia de Mónaco, el triunfo fue para Rudolf Caracciola con su Mercedes Benz, nada se podía hacer contra el mofletudo piloto Alemán, Varzi sonríe, en esa carrera, el de Remagen literalmente volaba, pero el podio fue completado por él y detrás suyo su compañero de equipo Stuck, Ja!! Sonríe satisfecho al recordar la cara de fastidio de Hans en el podio al quedar detrás de él, el mejor resultado del equipo en el comienzo de año se debe gracias al de Galliate.

Le agrada el Gran Premio de Trípoli, debutando en la escuadra Auto Union salió segundo el año pasado, Achille tiene todo para ser feliz, lo único que no lo deja relajarse es una dolencia, un maldito dolor abdominal, un dolor que en más de una oportunidad, lo impulsa a pedir licencia, a tomarse unos días de descanso, otras veces, siente ganas de pedirle al Director Deportivo de la escuadra un permiso para hacerse ver por un médico, inclusive si el costo es perderse alguna competencia, pero pronto desiste rotundamente, en ese equipo netamente Alemán él es un bicho raro, un extranjero, no va a permitir que otro ocupe su lugar, no puede tomarse un mes para recuperarse del maldito dolor de apéndices, encima, en cada competencia, en cada prueba lo miran con resentimiento, se metió en la casa Tedesca siendo Italiano, es quien mejor sueldo cobra, es el líder del equipo y el piloto número uno, aparte se atrevió a robarle la esposa al piloto Teutón Paul Pitsch , no, no puede tomarse licencia, no debe darles ningún motivo para que lo despidan, pero el dolor, ¡Por Dios !!! Es insoportable.

Ella también tiene una debilidad, una dolencia, un secreto que la lastima impiadosamente, sufre ataques de miedo, un miedo que la paralisa, miedo a quedarse sola, miedo a sufrir lo que sufrió al lado de Jellen, al lado de Pitsch, ese miedo a la soledad, a perderlo todo, perder a su Rey y a todo su principado, ¿Y si Achille llegaría a abandonarla? ¿Y si la deja de amar como a dejado de amar a su primer mujer? Porque Achille y Norma Colombo estuvieron juntos más de seis años hasta que apareció ella, ¿Y si aparece otra? Más joven, más bella… Las lágrimas de Ilse brotan por sus ojos, sabe que debe retener a Varzi cueste lo que cueste, tenerlo para sí con todas sus fuerzas, no puede quedarse sola por cuarta vez, ya perdió a tres maridos, no, con Achille debe restar para siempre y para lograr eso hará cualquier cosa.

En ese instante un pensamiento invade su mente, esa idea habla de un medio que sólo ella conoce, que es único, que será lo que los mantendrá juntos para siempre , ese medio pertenece a su secreto más intimo, algo que nadie descubrió jamás.

GP de Tripoli 1936.

Esa competencia está hecha a medida de Auto Union, el Larguirucho y soberbio Hans Stuck lidera desde el lanzamiento , el audaz y receloso Achille Varzi va soldado a la parte trasera del auto del Tedesco, el de Galliate se lo come con la mirada, el nacido en Varsovia se defiende con oficio, así ruedan vuelta tras vuelta, hora tras hora, hasta que faltando tres vueltas se ve en el muro de boxes como el Director deportivo de Auto Union le enseña a Stuck una y otra vez un banderín verde, lo que significa en el código interno del equipo aminorar la marcha, Stuck piensa o supone que el equipo desea que sus dos pilotos arriben casi juntos, para demostrar el poderío de la escuadra Alemana.

Últimos mil metros antes de la bandera a cuadros, el ingenuo Hans aminora la marcha notablemente, pero se sobresalta de repente, por su espejo retrovisor ve como una verdadera flecha de plata se dispone a atravesarlo, es Varzi que viene lanzado con el motor de 16 cilindros en V bramando afónico y Hans, desesperado le pide a su Auto unión que por favor entregue todo lo que tiene, pero es inútil, Achille cruza la meta dos décimas de segundos delante del Alemán.

El ceño enfurecido de Stuck lo dice todo, apenas detiene su auto en los boxes explota coléricamente. “Maldito Italiano Bastardo” grita a los cuatro vientos, inclusive el alargado Hans se toma el tiempo de vociferar afónico el único insulto que sabe en idioma Italiano “ Figlio di Puttana” dice clavando su mirada en Achille que lo observa sin comprender del todo la situación mientras bebe un trago de su agua mineral y se apresta a tomar el cigarrillo que le ofrece el cansino Vignano.

“Discúlpeme señor Stuck”, dice Fritzel Matthey, mecánico de este, “El señor Varzi no hizo nada incorrecto”,

“¿Cómo que no? Remata Stuck enfurecido Desobedeció las órdenes del equipo y me robó la victoria”.

“Esta usted equivocado señor, le aclara Fritzel, yo vi todo perfectamente, el Director deportivo Feuereissen le mostró a usted el banderín verde y…” En ese momento Matthey se toma un segundo antes de seguir por miedo a la explosión iracunda de Stuck “Y a el señor Varzi el banderín de color rojo, el que significa acelerar”.

Hans Stuck es la maldad en persona, busca con su mirada al Doctor Feuereissen por todos lados, cuando lo ve, en solo un movimiento lo toma del brazo y lo lleva lejos de la multitud de los boxes, se planta delante de él sin decir una sola palabra, solo con la mirada le exige una aclaración.

Karl Feuereissen es un hombre alto, de rostro enjuto y mirada penetrante, en su espalda tiene las marcas de mil batallas deportivas y si hay algo que aprendió en su paso por este mundo es en tratar a los pilotos.

Exijo una explicación, espetó sin remilgos el prominente Stuck, usted no tiene que exigir nada, contestó sin turbarse Karl, usted debe conducir y acatar las órdenes de su equipo que es por ello que se le paga, (Pausa, ambos se miran durante un eterno segundo) pero vea estimado Hans, como soy una persona coherente y abierta al dialogo, le voy a comentar que desde arriba, desde muy arriba, hemos recibido una orden, dicha orden es explicita, nos aclararon que en territorio Alemán triunfe un piloto alemán y en territorio Italiano triunfe un piloto Italiano, ¿Fui lo suficientemente claro?.

No entiendo, tartamudea Stuck, estamos en Tripoli, mientras Feuereissen lo toma del brazo como si fueran dos enamorados caminando por la playa mientras el atardecer se hace presente le dice.

Mi amigo, en este momento, Tripoli pertenece a la colonia Italiana de Libia y aquí, Gobierna el Mariscal Italo Balbo, el mismo que lo está esperando para comenzar la ceremonia del podio y el mismo sujeto que nos espera a todos los integrantes del equipo en una ceremonia de Gala esta noche.

El comedor del majestuoso hotel Uaddanm alberga 150 comensales, es una fiesta elegante y ostentosa para celebrar el éxito del Gran Premio de Trípoli, sentados en la mesa con forma de herradura se encuentran periodistas, políticos, artistas, directores deportivos y pilotos, en el centro de la sala, parado en manera imponente está Italo Balbo.

Con uniforme de gala y una copa en la mano aguarda el momento oportuno para comenzar a hablar, poco a poco las risas y voces se convierten en murmuros hasta que lentamente se hace en la sala un silencio total.

Balbo comienza a hablar alto y fuerte para que todos lo oigan. “Levanto mi copa para brindar por el vencedor de hoy”, Pero no se dirige a Varzi que está sentado frente suyo, sino gira levemente a la derecha e inclina la cabeza hacia Hans Stuck.

El silencio es espasmoso, la cara de Achille se contrae en un rictus casi siniestro y le clava la mirada a Italo Balbo que lo mira con cierto desprecio, la mirada de Varzi dura una eternidad, Stuck tartamudea sin entender todavía la situación.

“Mi general”, dice en un Ingles carrasposo, “El triunfador no soy yo, sino el señor Varzi que está sentado delante suyo”.

“No me venga con estupideces”, dice en tono sobrador Balbo, “Yo sé muy bien quien ha ganado la competencia y se también porque el señor Varzi ha cruzado primero la meta, por eso, por el ganador verdadero que es usted, yo alzo mi copa, salud”.

En ese preciso instante, dos lugares de la imponente mesa son abandonados repentinamente, son los lugares que hasta hace un segundo ocupaban Achille Varzi e Ilse Ubach, y ahí, en ese momento, comienza la verdadera tragedia en la vida de Varzi.

El cuarto de hotel donde se aloja Achille e Ilse tiene una cama matrimonial con un pulcro tul a dos aguas que cae sobre ella, dos mesitas de luz con veladores de cristal y base de oro, una barra con tragos y un jacuzzi interno con hidromasaje.

Achille esta tumbado boca arriba en la cama con una bata de seda atada a la cintura, enfurecido de rabia, suda y la transpiración cae sobre su pelo, sobre su cuerpo bronceado, se agita de un lado a otro, está enojado y el maldito dolor abdominal producto de esa apendicitis vuelve a aquejarlo.

El ganó esa competencia de forma legítima, de manera honesta, no es justo que le digan en su cara que robó una victoria, el jamás supo del acuerdo tras bastidores entre los equipos y los funcionarios políticos, si, es verdad, se sorprendió al ver como Stuck levantaba el pie del acelerador, pero a él le pagan por ganar y un piloto debe ganar, no iba a dejar pasar esa oportunidad, aparte ganarle a Stuck, luego de salir delante de él en la primer competencia del año significa quedar primero en el campeonato Europeo, ¿Como no lo iba a superar?.

“Vamos amor, no pienses tanto ahora, trata de dormir un rato” Dice Ilse en tono conciliador.

“No me vengas con eso ahora, te pido por favor” grita Achille mientras toma una pastilla de analgésico para calmar su dolor, “Quien puede dormir ahora ? Cazzo”

Mientras Achille gime de dolor y llora de bronca por el desplante sufrido en la ceremonia de Gala a Ilse la invade nuevamente esa idea que tuvo una vez en la playa, es el pensamiento de un medio que le ha proporcionado paz, tranquilidad, le ha quitado todos sus miedos, todos sus dolores y hasta la ha envuelto en una embriaguez llena de colores y sonidos sentimentales.

Ella se dirige detrás de la barra de su habitación, saca escondida una caja del tamaño de una caja de zapatos de metal.

“Ven amor”, le dice mientras se sienta en la cama al lado de él, “Aquí tengo un remedio que te quitará ese dolor, ese enojo y te hará dormir tranquilo esta noche”.

Achille se incorpora sentándose en la cama intrigado por ver que es lo que tiene Ilse en la caja, cuando lee la etiqueta de la ampolla que su amada tiene en su mano sus ojos se desorbitan horrorosamente.

“Por el amor de Dios Ilse!! ¿Morfina? Como llegaste a eso?? Acaso estás loca? Como se te ocurre una atrocidad como esta?”

Ilse sonríe y se encoje de hombros.

“Me la suministraron en una oportunidad durante un padecimiento en los riñones y me ayudó a aliviar el dolor, después me ayudo también”.

Achille no entra en si mismo… “Después? Como después? Después cuando??”

Ella con los ojos bañados en lagrimas y tomándole la mano le cuenta.

“Yo siempre estaba sola, con miedos, hastiada y con inseguridades que eran difíciles de soportar, esto me ayudó a sobrellevar esos momentos y créeme amor, te ayudará a ti también, veras como te alivia de ese dolor que tienes que muchas veces ni siquiera te deja conducir”.

Él la mira por una fracción de segundos sin saber que responder, finalmente le dice.

“No, eso es malo, eso perjudica, eso hace mal”, le dice con voz trémula.

Ella le peina sus despeinados cabellos…”Amor mío, todo es perjudicial, son perjudiciales tus eternos cigarrillos, es perjudicial ese café que tomas cada mañana y decime si realmente las carreras de autos no son perjudiciales para tu sistema nervioso?”

Él se tira hacia atrás abatido, ella lo besa.

“Deja que te de esto, le dice al oído y así calmarnos y hacernos bien mutuamente”

Él no responde, cierra los ojos y trata de dormir, pero en el pequeño lapso que pudo conciliar su sueño la imagen de Balbo felicitando a Stuck por su victoria se elevaba en una caricatura grotesca, horrorosa. En ese sueño todos los comensales reían desencajados en la cara de Varzi.

Achille despertó gritando, mira a su lado y ve a Ilse sentada a su derecha, la ve alegre, tranquila, aliviada y con sus pupilas extrañamente dilatadas, Varzi ve en su mano derecha una ampolla de morfina vacía, Ilse lo observa y le sonríe.

Él le extiende su brazo derecho… “Hazlo” le dice, “solo quiero algo para poder dormir”, En ese momento Achille siente un leve pinchazo en su brazo y luego una tenue sensación de paz, tuvo la impresión que su sangre se convertía en miel, en dulce y cálida miel.

8 días después del GP de Trípoli se disputa el GP de África del Norte, Varzi marcha en primer lugar, pero, o es la bronca por la vergüenza sentida en la ceremonia ante Balbo, o es el odio que siente por ser acusado de robar una victoria genuina, o el odio que siente hacia Stuck, lo que fuere hace que Achille conduzca de manera impetuosa, de manera violenta, desprolija, fuerte, bloqueando las cubiertas, desintegrando los frenos, castigando la caja de cambios, es como si algo en su estilo de conducción fino y preciso se hubiese perdido, en la vuelta 14 el de Galliate se dirige hacia el curvón principal que se abre ampliamente hacia la derecha, no se sabe si se desconcentró, no se sabe si quiso hacerlo a fondo o si el viento que azotaba esa parte del circuito en el momento que se aprestó a tomar el curvón le desacomodo el auto, lo cierto es que Achille pierde el control de su Auto Union por primera vez desde que fue contratado por la escudería, el coche se cruza completamente, Varzi gira el volante en sentido contrario a la cola, pero es inútil, su auto se traba en la banquina y comienza a volcar, Achille es despedido en el acto.

Durante unos instantes Varzi se queda como atontado al lado del auto, sin saber realmente hacia dónde ir, los médicos que llegaron al lugar instantes después del accidente lo trasladan en una ambulancia y lo acuestan en una camilla en el Box del equipo.

En la camilla Achille tiembla, tiene los ojos desorbitados y se le cae una y otra vez el cigarrillo de sus manos, el Doctor Glaser, médico del equipo lo tranquiliza.

“Es solo el shock por el accidente, vaya a su hotel, duerma una buena siesta y mañana ya estará en perfectas condiciones”.

Pero Varzi no puede dormir, bajo el ondeante tul que cubre su cama, tiembla, suda, sueña imágenes confusas, horrorosas, su auto cruzado, llamas, gente muriendo, Stuck y Balbo, sueña con Nuvolari, sueña con su primer competencia en Motos, sueña pesadillas, sueña…

Ella está sentada a su lado, le pone paños con agua fría en su frente para calmar su malestar.

“Amor”, le dice, “¿Quieres que te haga un te?”

ÉL la observa una fracción de segundos, luego toma sus manos y le dice, “Vamos, se buena, busca y ponme otra vez aquella inyección de Trípoli, me ayudó bastante esa noche, aparte es solo para calmar el dolor de apéndices ¿no? Así puedo seguir compitiendo y no tener que ir al médico, ¿verdad amor?”, Le dice Achille mintiéndole a ella y a si mismo.

Una leve sonrisa surca los labios de Ilse, ellos tienen un vinculo, una unión que jamás será destruida, nadie jamás los separará, busca su caja de metal, quiebra el cuello de la ampolla de vidrio y vierte el contenido acuoso y espeso en la jeringa, entonces, él siente un leve pinchazo en su muslo, segundos después se incorpora eufórico, jubiloso, sonriente, feliz.

A partir de ahí comienza una extraña mutación en la personalidad de Achille, esa persona de hablar pausado, de estar arreglado, pulcro y casi tímido, se convierte en un hombre desarreglado, que aparece muchas veces despeinado con el pelo que le cae sobre la frente y con el pantalón arrugado y la camisa manchada con sobras de comida, comienza a vociferar a los gritos cosas incoherentes de la nada para luego quedarse en blanco como perdido, aislado.

El equipo se pregunta qué es lo que está pasando con el talento Italiano, muchos dicen que la fama lo mareó, otros dicen que su talento nunca fue tan bueno y los más íntimos aseguran que la bruja rubia lo hechizó.

Lo cierto es que Varzi no gana, no corre, no se presenta y muchas veces es remplazado por pilotos de menor calibre que el de Galliate.

Faltan ocho días para la carrera de Pescara, al centro de Italia, una competencia hecha a la medida de Varzi, ya que el circuito requiere un manejo fino y preciso. Todo el mundo está expectante, saben que esa competencia es ideal para que Achille triunfe y así extienda aun más su diferencia en e torneo.

Pero Achille no se presenta, no aparece por ningún lado, no responde los telegramas ni las llamadas telefónicas, Karl Feuereissen está desesperado, su piloto tiene un contrato y debe respetarlo, Karl le ruega, le implora al médico de la escuadra el melancólico Doctor Glaser que vaya a ver a Varzi, que lo examine, que lo estudie, tiene que entender donde radica semejante cambio de personalidad, semejante cambio de vida , de hábitos, “Quiero que le examine el corazón, sus riñones, todo, para ver qué es lo que le pasa”. Le implora Feuereissen.

El doctor Glaser que más que un medico es un inquisidor del alma humana, de las almas en dolencia, sabe que está delante de lo que puede ser una tragedia y acepta el encargo.

Pregunta a Karl dónde encontrarlo, Feuereissen se encoje de hombros, “Sinceramente no lo sé” Le dice.

Glaser se dirige a Galliate, le pregunta a su padre, este está desesperado, le dice al borde del llanto “Hace más de seis meses que no lo veo, por favor si lo encuentra dígale que venga, que lo extrañamos que lo queremos”.

Los pasos de Glaser lo llevan hasta Milán, pero es inútil, el piso de Achille está cerrado, con suciedad en la puerta de entrada de hace varios meses, hace tiempo que nadie abre esa puerta.

En dicha ciudad, se encuentra el representante de Auto Union, un calvo gordo y bueno de apellido Ricordi, por él, el enviado se entera que la pareja de tortolitos están en la mansión que el piloto posee en Roma, se entera también que viven como increíbles estrellas de Hollywood, gastan dinero a raudales, un Packard nuevo para ella, cenas en restaurantes lujosos, viajes en cruceros y por lo que se entera, excesos de todo tipo.

La Villa Francesco se alza sobre una colina que termina en el mar, una amplia terraza permite vislumbrar una piscina cuyo horizonte confunde el agua con la del océano, luego de esperar más de 45 minutos en la entrada, el criado desconfiadamente dice.

“El señor Varzi le ruega que entre”.

Al ingresar a la majestuosa sala, Glaser observa a un hombre en una bata de seda con un cigarrillo con boquilla en la boca, y un vaso de coñac en la mano derecha, esta persona tiene la piel amarillenta, la cara fofa, los ojos hundidos y sin brillo, Glaser se espanta, es Varzi, esta terriblemente avejentado y tan pero tan delgado que apenas puede tenerse en pie.

“¡Mi querido doctor Glaser ! qué alegría verlo, que lo trae por acá ? cuénteme como esta todo por Auto Union , imagino que usted se quedará con nosotros unos días verdad?? Obviamente como invitado mío.”

El Doctor agradece pero rechaza la invitación, excusándose que debe regresar por cuestiones laborales a Suiza, no obstante Glaser piensa, “¡Que comportamiento extraño el de Achille, en dos años apenas me dirigió la palabra y hoy se excede en amabilidad”, Aparte, algo le producía una sensación extraña, un olor dulzón en el aire. Un olor casi embriagador.

La situación es tensa, Glaser le explica que llegó hasta Roma enviado por Karl Feuereissen, el Director Deportivo de Auto Union desea hacerle un examen médico completo, extenso, exhaustivo.

“Pero qué demonios pasa?” Explota Varzi, “Acaso los directivos piensan que no me encuentro en forma, que no soy talentoso, que acaso estoy vejo?” Le grita en la cara mientras arroja el vaso de coñac contra la pared.

“No es eso mi estimado Achille,” trata de calmarlo el facultativo, “Es que usted ha faltado a muchas pruebas, a varias competencias, no atiende el teléfono y usted vea, el contrato que tiene debe cumplirlo.”

Varzi se contiene, respira profundo y con una sonrisa socarrona abre sus raquíticos brazos en forma de cruz haciendo el gesto de todo suyo.

El doctor Glaser somete a Varzi a un chequeo minucioso, largo, de más de dos horas, escucha su corazón, palpa su abdomen, mide la presión sanguínea y no encuentra nada fuera de lo normal en el oriundo de Galliate, esa misma noche redacta un informe a los directivos de Auto Union diciendo que su piloto se encuentra en plena forma, tanto en sus facultades motrices como psíquicas y que se presentará en el GP de Pescara, no obstante, dos párrafos debajo de dicho informe médico, Glaser hace hincapié en una extraña mutación en Varzi, un cambio esencial en su carácter y personalidad, cambio por el cual, el Medico carecía por el momento de explicación.

El 15 de agosto de 1936 se disputa el GP de Pescara, una competencia ideal para que el de Galliate triunfe, un circuito acorde para los poderosos V16 de Auto Union, mientras Varzi camina por la calle de boxes pronto a dirigirse hacia donde se encuentra su equipo se cruza con el Director Deportivo de Mercedes Benz, Alfred Neubauer, quien al ver a Achille le grita en tono jocoso.

¿Qué pasó Maestro, acaso resucitaron los inmortales?

Varzi da dos pasos más por inercia para luego detenerse en seco, girar la cabeza hacia donde se encuentra Alfred y mirarlo por tres segundos petrificándolo con una mirada Glacial, no dice una sola palabra pero sus ojos lanzan fuego.

En la competencia Achille no puede, no llega, no triunfa, un amargo tercer puesto es lo mejor que puede conseguir y los rumores que él ya está terminado son cada vez más fuertes, retumban cada vez más seguido en cada rincón de los circuitos, en cada sala de redacción de la prensa del mundo, en cada boca de los aficionados, así cómo cada vez más cansados están los directivos del equipo con su caída de rendimiento.

El GP de Berna a disputarse en Suiza tiene fecha para el 24 de agosto, desde el día viernes los cuartos del hotel Bellevue han sido todos agotados por la comitiva de los distintos equipos, allí se hospedan pilotos, directores deportivos, y hasta los mecánicos.

El día sábado 23, día de la clasificación, están citados todos los pilotos del equipo Auto Union a las 9AM en punto en los boxes del circuito Suizo, Karl Feuereissen hizo llamar a su nueva estrella por si acaso tiene alguna sorpresa con Varzi, esa estrella se llama Bernd Rosemeyer.

Son las nueve, Varzi no aparece, nueve y cuarenta y cinco, nada, las diez de la mañana Achille no da señales de vida, recién a las 1145 am se ve a lo lejos, donde comienza la calle de boxes a un hombre con el pantalón arrugado, el cierre abierto y la camisa desabrochada, totalmente despeinado y dando extraños pasos de baile a medida que se acerca su box, llega dando saltitos y saludando a todo el mundo, si, es Varzi y da pena, mucha pena, todo el mundo lo observa , algunos con tristeza, otros con dolor, Neubauer al ver al piloto que más dolores de cabeza le dio a su escuadra, al ver así a ese hombre que los pilotos de Mercedes no podían vencer, al verlo roto, decadente, perdido, se refugió en un rincón de su box y se largó a llorar.

Después de tirarle una tormenta de reproches, reproches que a Varzi ni siquiera lo inmutaron y hasta el de Galliate se daba el permiso de responderle con una sonrisa cargada de indiferencia, el doctor Feuereissen dejó la supervisión de la clasificación y tomó su auto particular dirigiéndose a toda velocidad al Hotel Bellevue, Karl es persona más que conocida en dicho Hotel, por tantas veces hospedarse él y su equipo ahí, por ello el conserje no opuso resistencia cuando el Director deportivo exigió la llave de la habitación de Varzi.

Al no tener la llave, el conserje dijo, “La señora de Varzi está en la habitación, quiere que lo anuncie doctor?”

“No, no, déjelo así”, anuncia Karl, “Ella espera mi visita”.

Al llegar a la puerta de la habitación, el Doctor golpea suavemente la puerta con los nudillos y acto seguido y sin esperar invitación ingresa en ella.

Ilse está frente al espejo pintándose los labios, viste un Kimono color rojo púrpura, al ver a Karl se sobresalta y cubre inmediatamente con su camisón una extraña caja de metal que el doctor no llegó a distinguir.

¡Oh es usted doctor, dice intentado sonreír, “Entró de manera tan violenta que me asusté”.

“Disculpe señora”, se excusa Karl, “Me comporté de forma poco caballeresca, pero necesito hablar urgentemente con usted sobre Varzi”, le dice mirándola fijamente, “El no se presenta a las pruebas, falta a las carreras y no escucha nada que le digamos ni aconsejemos, necesito saber donde radica semejante cambio de comportamiento”.

“Yo no lo sé”, se excusa ella.

El Doctor Karl ataca de nuevo, “Pues debería, siendo que la única persona que convive con él y que esta día y noche a su lado es usted”.

Mientras espera una repuesta Feuereissen ve como Ilse mira con temblor en sus pupilas una y otra vez la caja de metal tapada con su camisón , con repentina decisión y de una sola zancada, Karl se acerca a la caja y saca de un tirón el camisón que la cubre, mientras Ilse oculta un grito de terror con sus manos, Feuereissen observa con espanto el contenido dentro de la caja, jeringas, agua caliente para desinfectar y dos ampollas de morfina.

“Ahora entiendo todo”, grita con una mirada llena de odio hacia Ilse, “Ahora entiendo el comportamiento de Achille y lo que le está sucediendo”,

“¿Cómo se atreve?” brama Hubach, “No tiene derecho a meterse en mis cosas ni en mi vida privada maldito bastardo”.

“Hay un pequeño error”, le dice Feuereissen con helado desprecio, “Desgraciadamente, su vida privada está ligada a un corredor de mi empresa, de no ser así, obviamente me importaría muy poco de usted o lo que usted haga, maldita drogadicta, y recuerde, esto traerá sus consecuencias”.

“Que quiere usted decir?” Dice ella al borde del llanto.

“Que Varzi conducirá para nosotros por última vez muy pero muy en breve”.

“Usted no puede matar así su carrera deportiva” Le suplica ella llorando mientras le toma la muñeca impidiendo que el doctor abandoné la habitación.

Karl , soltándose violentamente la mano de Ilse , le dice sin titubear, “A Varzi lo mató precisamente quien le suministra la morfina, convirtiéndolo en un desgraciado drogadicto.

Cuando Varzi llega de la clasificación del GP de Suiza, encuentra a Ilse tirada en la cama en un manto de lágrimas, con la cara y los ojos hinchados por llorar desconsoladamente.

“¿Que sucede cariño?” Le dice él sentándose a su lado y acariciándole el cabello.

Ilse se da vuelta y le cuenta lo ocurrido, la visita de Feuereissen, le dice que ésta enterado de todo y que le dijo que habrá terribles consecuencias.

Malditos bastardos grita Varzi mientras arroja las antiparras contra la pared, me tienen hasta las pelotas, siempre metiéndose en mis cosas, ¡que quienes son mis amigos!! ¡Quienes no! ¡Que como!, ¡que dejo de comer!,! con quien me acuesto!, ¡que si estoy sano o no lo estoy!! Harto estoy, mañana les voy a demostrar que Varzi es un Pura Sangre de carreras con morfina o sin ella.

Y ese día, en esa carrera lo demostró, vaya que lo demostró.

No era una competencia fácil, el circuito de más de 3800 mts exigía una entereza física brutal, demandaba un piloto integro y Achille para esa competencia fue con sus reservas de piloto pero sobre todo con sus limitaciones como hombre.

El equipo necesitaba un utópico 1-2 para mantener a raya en el torneo a Caracciola, toda la escuadra Auto Union sabía que Bernd Rosemeyer podría vencer y así poder luchar por el título, pero nadie apostaba nada, ni un céntimo en que Achille finalice la competencia, menos conseguir un podio.

Bernd Rosemeyer cruza la línea de meta como vencedor, pero tras él, 5 segundos después, llega un hombre lanzado como un diablo, un hombre con el que nadie contaba, conduce con la cara contraída por el esfuerzo sobrehumano y por el dolor, aferra el volante con tanta fuerza y manipula la palanca de cambios con tanto odio que le sangran las manos, llegó chorreando sudor a baldes, condujo de modo temerario y aseguro para sí mismo , para su escuadra y para Rosemeyer un valioso segundo puesto, ese hombre es Achille Varzi.

Esa será su última competencia de la temporada 1936, para el año siguiente Auto Union se niega a renovar el contrato del piloto de Galliate.

Durante toda la temporada 1937 Varzi vivirá en un mundo de drogas, alcohol y excesos de todo tipo, vive solo por y para la morfina, no le interesa su familia, no le importan sus amigos, no le preocupan las carreras de autos , no le importa su reputación y ni siquiera le importa saciar un deseo básico y humano como hacer el amor, ya no lo hace, según su amigo, el periodista Italiano Giovanni Canestrini , dice que Varzi, diez años después y ya completamente curado le ha confesado que ellos ya no hacían el amor, no afloraban deseos naturales, no se tocaban, no se besaban, no hacían nada, consumían morfina desde la mañana hasta la noche, en un espiral decadente de drogas, dilapidar dinero y excesos de alcohol.

Pero queda un ápice de esperanza en Achille, trata de desintoxicarse y es imposible, las convulsiones, la diarrea y los vómitos lo hacen regresar una y otra vez a la morfina, cree o quiere creer que si vuelve a competir tendrá un motivo para enderezar su vida, y se dirige a uno de los pocos amigos que le quedan en el mundo del deporte motor , el ya mencionado Giovanni Canestrini y a él le escribe una carta implorándole que use sus contactos ofreciendo sus servicios en algún equipo, cualquiera, en el último párrafo le suplica, “Ho paura di non farcela piu” Tengo miedo de no lograrlo más.

15 días después de enviar la carta y mientras desayunan en la terraza de la Villa Francesco en Roma, el conserje le acerca la correspondencia del día, entre todas las cartas la única que Achille espera y la única que abre es la de su amigo periodista, dicha carta dice.

Mi querido Achille … No se haga ilusiones, el camino que usted ha elegido no tiene final feliz, salvo que tome usted la decisión de girar y cambiar de rumbo inmediatamente, ¿Cree usted sinceramente que una firma comercial o una escuadra de carreras firmará un contrato con usted sabiendo en las condiciones que vive actualmente? Yo se lo suplico como amigo suyo principalmente, olvídese de todo, absolutamente de todo, de las drogas, del alcohol, también de ella y procure encontrar el autodominio y control de su vida que ha perdido ahora”. ‘El toma su cabeza entre sus dos manos, cubre sus ojos con la carta arrugada y rompe en un llanto desconsolado.

“Cariño mío”, dice ella “Giovanni tiene razón, te acostumbraste demasiado a la morfina, ven vamos a buscar un medico que te ayude a curarte”.

Varzi la interrumpe con una carcajada sarcástica, “Ahora me venís con buenos consejos?? Vos que sos la culpable de todo, que me hundiste en esta mierda y arruinaste mi vida y mi carrera deportiva?” Y dicho eso se levanta de la silla y alza la mano derecha con la intención de pegarle una bofetada.

Pero Achille… Aquel día yo solo quería ayudarte, como ahora, yo realmente te quiero.

Bueno, pues tú y tu amor pueden irse bien a la mismísima mierda le dice dándole la espalda y golpeando la puerta de la habitación tras de sí.

Transcurrido la mitad de la temporada 1937, y mientras de Varzi no se sabía absolutamente nada, sucedió algo que llenó a sus allegados y amigos, como también a sus enemigos, de respeto y admiración hacia el hombre que fue capaz de erguirse contra un destino sombrío, un destino turbio del que solo a medias tuvo la culpa de cargar.

Todo el mundo Automovilístico está citado en Livorno, ya que en siete días será llevará a cabo el GP de Italia, Karl Feuereissen y su joven estrella Bernd Rosemeyer están sentados en el bar del Hotel ese sábado por la noche degustando un aperitivo y poniéndose al día sobre cuestiones técnicas del Flamante Auto Union tipo 16C.

El botones se acerca y le entrega una carta a Feuereissen, este la lee y mira extrañado y con asombro hacia la puerta, ahí lo ve, es Achille parado erguido frente a las circunstancias, con la vergüenza a cuestas, con todos sus trapos sucios a la vista de todos.

Feuereissen se levanta, la simple presencia de una persona como Varzi drogado o no, destruido o no merece respeto, le tiende la mano, Achille la aprieta calidad y afectuosamente.

“Señor Karl”, comienza Varzi con vos trémula y la barbilla soportando un puchero a punto de estallar en llantos, “Se que le cause miles de dolores de cabeza en el pasado y deseo aunque sé que es tarde pedirle perdón, pero quisiera en lo posible, que usted me dé la posibilidad de competir en su equipo una sola competencia más, solo una, por Favor”.

Feuereissen duda, “No lo sé estimado Achille, creo que no, no, la verdad no me interesa tenerlo en mi equipo”.

“Por Favor, se lo suplico”, dice Varzi mientras dos lagrimones caen por sus surcadas y avejentadas mejillas, “Estoy sufriendo un infierno de tempestades”, le dice, mientras pasa su mano derecha por su frente y la baja secando sus lágrimas.

El Doctor no se amedranta, “Seria exponerlo a una locura a usted, sería como que lo expusiera a jugar a la ruleta rusa”.

“No doctor”, se resigna Achille agachando la cabeza, “Si hay alguien que conoce de saltos mortales soy yo, yo me puse solo la pistola en la sien, usted no hizo nada”.

En ese momento, Rosemeyer que no quiere a Varzi pero sabe que el de Galliate es un piloto extraordinario, que en el fondo hasta admira su entereza para presentarse así destruido delante de todos dice.

“Vamos Doctor, Achille por su simple oficio es el único de todos nosotros que merece una oportunidad”.

Varzi mira a su joven rival, al que odió por ocupar su puesto, a ese joven al que le lanzó miles de maldiciones, lo mira fijo, no le dice una sola palabra, no puede, el nudo en la garganta le impide agradecerle, pero un leve movimiento con la cabeza es suficiente para que el joven piloto alemán le devuelva el gesto con una leve sonrisa.

Achille tomará parte de tres grandes premios, Livorno, Brunn y Donington Park. Está feliz, radiante, contento, se presenta puntual a los entrenamientos, se compromete con los ingenieros y dialoga con sus compañeros de equipo.

En los entrenamientos, este Varzi que nadie quería ofrecerle un coche es más rápido que Stuck, Nuvolari, Rosemeyer y Seaman, cuando lo ven bajar luego de la tanda de clasificación y sus rivales observan que fue el más rápido, lo ven feliz y ellos de una manera sincera y franca están contento de tenerlo ahí, todos quieren tener al mejor a su lado.

La primera fila está compuesta por Rudolf Caracciola y Bernd Rosemeyer, y entre ellos dos reluce como años atrás la camisa azul de seda de Achille Varzi, la competencia se lleva a cabo con un calor agobiante, Varzi corre con el rostro enjuto, mordiéndose el labio, las manos apretadas con furia en el volante, la camisa de seda azul de Achille está empapada de sudor, navega entre el 10 y el 12 puesto, se ve a Karl Feuereissen que a cada paso del de Galliate sacude la cabeza, negando, no hay caso, no podrá volver a ser el de antes.

La competencia finaliza, Varzi termina en un decepcionante sexto lugar, llega abatido, con la cabeza apoyada entre el volante, entumecido por el dolor, los mecánicos lo ayudan a bajar del auto, todo termino para él.

En el cuarto del Hotel, Feuereissen y Varzi se abren a un dialogo fraternal, el director deportivo le explica lo que es obvio y el de Galliate, que no parece un hombre de 33 años sino alguien mayor acepta con resignación que su mejor época ya pasó, no correrá los dos GP siguientes, sale del hotel con la cabeza gacha, nadie grita su nombre, nadie lo saluda, está solo, muy solo.

1948.

Luego del paréntesis generado por la segunda Guerra Mundial, el mundo del deporte motor se reúne en Suiza, previo a disputar el Gran Premio de Bremgarten, allí los viejos Gladiadores de batallas pasadas se encuentran en el circuito.

Un recuperado y curado Varzi hace su aparición en escena, feliz, radiante, casado nuevamente con quien fuera su primer mujer, Norma Colombo, luego de miles de saludos, de miles de autógrafos se apresta a subir a su auto para la tanda de entrenamientos.

1840 hs, comienza a caer una leve llovizna, la mayoría de los conductores renuncian a continuar ya que el asfalto de la pista está más resbaladizo que nunca.

Solamente cuatro autos siguen girando, el Conde Trossi, el Francés Jean Pierre Wimille, detrás suyo Varzi y detrás del de Galliate su amigo Louis Chiron.

Varzi transita por la amplia curva Jordan, Chiron lo alcanza a ver todo perfectamente, Varzi se desliza sobre las cuatro ruedas con el famoso Power-Slide, tiene su estilo, lo hace de manera elegante y controladora durante toda la curva, ya se acerca en el centro de ella y se aproxima al borde exterior, en este momento pisará el acelerador, acomodará el auto, lo enderezará para luego salir derecho en la recta, pero en ese momento se consume la catástrofe, el coche sigue resbalando hasta los límites que marcan la pista, Por el amor de Dios se estremece Chiron espantado…Acelerá Achille, por Dios, Acelerá, grita el francés dentro de su auto.

Demasiado tarde, el auto choca contra el borde, vuelca, cae sobre su costado y vuelve a volcar sobre si mismo nuevamente para luego quedar ruedas arriba con el piloto aplastado bajo.

Louis Chiron frena desesperadamente, cruza corriendo la curva y llega hasta donde se desencadenó la tragedia.

Se arrodilla y toma entre sus manos la cabeza, la ensangrentada y rota cabeza de Varzi, no siente la caliente sangre que corre por entre sus dedos , solo ve los abiertos ojos de Achille, unos ojos abiertos que reflejan en sus pupilas ya sin vida el lluvioso atardecer que cae sobre el circuito.

Chiron llora como un niño y lloran todos, absolutamente todos por aquel hombre que jamás fue tan feliz como soñó ser cuando era apenas un niño, un hombre que durante toda su vida persiguió un fantasma, el fantasma de la plenitud y nunca pudo alcanzarlo, ni siquiera con toda la velocidad que encontró en esta tierra.

El jamás contó con demasiados amigos verdaderos, fue siempre muy independiente y solitario, le faltó esa aureola mística de un Nuvolari ,jamás fue un héroe popular como este, fue más bien un artista, un individualista ,en el fondo estuvo siempre solo, pero en su muerte toda Italia acompañó su ataúd.

Doce mil personas habitan en Galliate, pero serán quince mil quienes acompañen su féretro.

Su amigo, quizás el único que tuvo, Giovanni Canestrini, leyó una despedida, triste, melancólica, heroica, trágica, como la vida de Varzi.

Quizás tuviste que hallar una muerte trágica Achille, porque tu arte de conducir llegaba a tocar los últimos y más recónditos trazos de la naturaleza, y porque está, magnánima como es, siempre trata de aniquilar a todos aquellos que osan llegar hasta su trasfondo.

Esta naturaleza, hirió con la sordera a un Beethoven cuando este llegó hasta los límites de la fuerza creativa musical del hombre.

Esta naturaleza cegó a un Galileo cuando osó investigar y penetrar la inmensidad del cosmos y sus leyes.

Esta naturaleza entumeció las manos de un Leonardo Da Vinci cuando se disponía a crear las obras más perfectas de la humanidad.

Y esta naturaleza despiadada, te aniquiló a ti también Achille, cuando quisiste traspasar los límites de la velocidad humana en la tierra.

Ahora te aprestas a emprender otra grande y fantástica carrera, una carrera fácil libre y gozosa, que hará de terminar en los brazos de tu madre,

Ella te espera allá arriba desde hace mucho tiempo, para estrecharte en sus brazos y tenerte cerca de su corazón.

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