En el corazón del bosque, vivía un oso llamado Mateo. Mateo era un oso amigable y juguetón que pasaba sus días explorando el bosque y jugando con los otros animales. Todos en el bosque lo adoraban y lo consideraban un amigo leal.
Un día, mientras Mateo jugaba cerca del arroyo, conoció a un grupo de niños que estaban de excursión por el bosque. Los niños se sorprendieron al ver a un oso tan amigable y se hicieron amigos rápidamente. Juntos, pasaron horas divirtiéndose, jugando a las escondidas y compartiendo historias.
Pero a medida que caía la noche, la atmósfera en el bosque comenzó a cambiar. La luna brillaba en el cielo oscuro, arrojando sombras inquietantes entre los árboles. Los sonidos del bosque se volvieron más ominosos, llenando el aire con un aura de misterio y peligro.
Los niños comenzaron a sentirse incómodos y asustados, pero Mateo los tranquilizó, prometiéndoles que los protegería. Juntos, decidieron refugiarse en una cueva cercana hasta que amaneciera.
Pero lo que comenzó como una noche de diversión y aventura pronto se convirtió en una pesadilla. En medio de la oscuridad, una presencia siniestra acechaba en las sombras. Los niños y Mateo sintieron el peligro inminente y se prepararon para defenderse.
De repente, la criatura emergió de la oscuridad: un monstruo grotesco con garras afiladas y ojos brillantes de color rojo sangre. Mateo rugió ferozmente y se lanzó hacia la criatura, dispuesto a proteger a sus amigos a toda costa.
La batalla fue feroz y sangrienta. Mateo luchó valientemente contra la criatura, pero estaba en clara desventaja. Con un movimiento rápido, la criatura atrapó a Mateo con sus garras y lo arrojó al suelo con brutalidad.
Los niños miraron con horror mientras la criatura continuaba su ataque despiadado. Finalmente, con un último rugido, Mateo cayó derrotado, su cuerpo yaciendo inerte en el suelo, bañado en sangre.
Los niños lloraron por la pérdida de su amigo y juraron vengar su muerte. Prometieron nunca olvidar el sacrificio valiente de Mateo y continuarían su lucha contra las fuerzas oscuras que acechaban en el bosque.
Y así, en la oscuridad de la noche, una luz se apagó para siempre en el bosque, dejando atrás un legado de valentía y sacrificio que nunca sería olvidado. Mateo, el amado oso del bosque, había caído, pero su espíritu viviría para siempre en los corazones de aquellos que lo conocieron y lo amaron.
Creado por: Daniel
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