No importa cuánto más camine a todo sol,
Si gélida es la bruma que envuelve tu ausencia.
No sirve quemar cien hojas de recuerdos,
Si en mil más confieso mi apetencia.
No importa cuánto más muerda mis labios,
Para así quitar tus besos,
Si al intentarlo me quedo buscando los trazos de tu boca
Y las huellas de tu cuerpo.
Me faltas en el alma, en la carne y los huesos.
No hace falta explicar cuántas eternidades has alojado
En la vitrina de mis cesos.
Tan brillante, tan perfecto,
Tan catastróficamente inolvidable.
Y contemplando los recuerdos más amables,
He elevado a Dios mis rezos
Para tener un día más contigo,
Para recitarte una vez más
Aquel poema que cada noche te dedico y confieso:
Te amo amor,
Con espíritu ligero
Con el corazón espeso,
Pudiendo ser libre
Prefiere mantenerse preso,
La presa predilecta de tal preciosidad bestial.
Cuánto sentir celestial!
Oh, pues infinita paz me das.
En cada enlace rítmico,
Estallas mis sentidos,
Estrellas mis estelas,
Cuando detenemos el mundo
Y desvergonzados vamos
Hondo, profundo,
En completitud, ambos desnudos,
Sin atar, entrelazados.
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