Las estrellas bajo el cielo del Sahara

Las estrellas bajo el cielo del Sahara

Liliane

12/05/2024

LAS ESTRELLAS BAJO
EL CIELO

DEL
SAHARA

Sola
en la obscuridad, dentro de mi haima, escucho de vez en cuando, el
aire que proviene desde las dunas, y se cuela por debajo de mi
tienda. No me puedo dormir. Las sombras que proyecta mi lámpara de
aceite danzan a mi alrededor. Entonces, cojo mi diario de viaje, y
bajo la tenue luz, empiezo a escribir:

Que
día tan maravilloso he pasado hoy. Por fin acabo de cumplir mi sueño
de toda la vida, la experiencia de pasar una noche en el desierto.
Esta mañana, he dejado mi maleta y el billete de vuelta en la
habitación del hotel en Marrakech.

Luego
sin perder tiempo, el todoterreno que hemos alquilado, nos a llevado
serpenteando
a través de las montañas del Alto Atlas de Marruecos, desde el
sureste de Marrakech hasta Ouarzazate, el paso de Tizi-n’Tichka que
ofrece uno de los recorridos más dramáticos y espeluznantes del
país, para poder llegar hasta la parte sur del Atlas.
Pese a la dificultad del camino, algún que otro sobresalto, podemos
desde allí admirar las vistas que son espectaculares. Ahora bien, el
calor sofocante. El camino se me hace un poco largo. 

El
guía y el conductor, son muy atentos, y su compañía, nos da la
seguridad que necesitamos en este lugar tan alejado de la
civilización. Todo lo que nos rodea es impresionante.

Por
fin, llegamos al campamento de Haimas, unas horas antes del
atardecer. Después del agradable recibimiento, nos agasajaron con la
bebida más emblemática y tradicional, té verde a la menta. No lo sabía, pero esta infusión es una tradición ofrecerla a los
invitados, y para nosotros una excelente manera de iniciar una amistad con los
locales. Se prepara con un clásico té verde, hojas de menta
fresca y una cantidad generosa de azúcar, resultando ser una bebida
dulce y refrescante. Lo que necesitaba. No hubiera pensado que una bebida tan dulce podía refrescar tanto.

Después
de
asearme un poco, nos esperaba la cena. Los campamentos ofrecen una atmósfera auténtica, con mantas, alfombras y cojines que crean un espacio acogedor y hospitalario. Tajín de pollo con limón y
aceitunas. Pástela, deliciosa combinación de dulce y salado en una
pasta creo de hojaldre y para terminar, como no, el dulce no podía
faltar. ghriba galletas redondas hechas de almendras. Tenia bastante
hambre, y además soy muy golosa, así que le hice honor. El ambiente estupendo, nos envolvían música y cantos bereberes, lo que le
añadió una dimensión cultural a mi experiencia. Estábamos
todos mis compañeros de viaje y yo, tan relajados, que nos distrajo
un poco, de lo que se estaba preparando arriba de nuestras cabezas,
para darnos la sorpresa de nuestra vida. No fuimos conscientes hasta
que no salimos al cielo abierto, y nuestras pupilas se acostumbraron
a la oscuridad.

Entonces,
lo vi, era la primera vez que podía vislumbrar el firmamento de esta
manera. Parecía que el cielo se abalanzaba sobre mi cabeza. Millones
y millones de estrellas, formaban una bóveda celestial. Me aleje un
poco del campamento. Por donde miraba, allí estaban apelotonadas,
brillantes, algo increíble de describir. Mi cuerpo ya no formaba
parte de la tierra, sino del cielo. Cuanto tiempo estuve allí,
parada difícil de decir, no podía creer lo que estaba viviendo. No se muy bien, como expresarlo con palabras.

Por
fin cierro mi cuaderno, el sueño me está venciendo. Miro mi reloj
de pulsera, me indica que ya son las dos de la madrugada, mañana
pronto me tendré que poner en pie, pues la ruta sigue.

Guardo
mi cuaderno, y… buenas noches.

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