La escritura, nuevas formas, nuevas perspectivas.

El arte, más que una mera manifestación de formas y estructuras, se erige como un universo en el que la perspectiva juega un papel fundamental, enriqueciendo su significado y trascendiendo la mera apariencia visual. Si bien la forma constituye su estructura tangible, es la perspectiva la que otorga profundidad y significado a cada obra, transformando así la experiencia del espectador en un viaje de descubrimiento y reflexión. Desde esta perspectiva enriquecedora, el arte se convierte en un espejo de la subjetividad humana, reflejando las diversas interpretaciones y emociones que surgen al interactuar con una obra. En este sentido, al otorgar importancia a la perspectiva, no solo nos adentramos en la esencia del arte, sino que también nos embarcamos en un viaje de autodescubrimiento y comprensión del mundo que nos rodea. 

Esta evolución subraya la importancia de la perspectiva y las formas en la narración, ya que cada medio ofrece una nueva ventana para apreciar y comprender las historias desde ángulos distintos. Además, resalta que una misma imagen puede contar historias diferentes según quien la perciba, revelando así la riqueza y la subjetividad inherentes a la experiencia humana del arte. Diferentes percepciones.

Todo esto nos ha obligado a generaciones como la mía, la generación X, a adaptar las formas y perspectivas de escribir, pasando de pizarrones y tizas a dispositivos como smartphones u ordenadores de última generación. 

En la era contemporánea, los niños ya no conciben la escritura de la misma manera que nosotros, aquellos que hemos superado los 40 años. Para ellos, la primera expresión escrita siempre es una imagen, a veces incluso ilegible, que encierra un significado profundo en su universo personal. Desde su perspectiva, la escritura se presenta como una fusión orgánica de palabras e imágenes, donde la narrativa visual desempeña un papel central en su forma de comunicarse y expresarse. 

Desde tiempos inmemoriales, la escritura humana ha encontrado su primer susurro en las pinturas rupestres, donde el hombre primitivo, en las profundidades de las cuevas, plasmaba sus experiencias y narrativas. En este contexto ancestral, la perspectiva ha mantenido su esencia inalterada, ya que la narrativa visual ha demostrado ser una herramienta poderosa y perdurable para transmitir historias a través de generaciones. 

Es interesante observar cómo, a lo largo de los milenios, las formas de escritura han evolucionado desde las toscas inscripciones en piedra hasta las brillantes pantallas Super AMOLED de hoy en día. A pesar de estos avances tecnológicos, la esencia de la narrativa visual sigue siendo tan efectiva como siempre, cautivando a las mentes y los corazones de quienes la contemplan. 

Este vínculo íntimo entre la narrativa visual y la evolución de la escritura resalta la importancia de adaptarse a las nuevas tecnologías sin perder de vista las raíces profundas de la comunicación humana. En un mundo cada vez más digitalizado, la capacidad de contar historias visualmente sigue siendo una habilidad invaluable que trasciende fronteras y culturas, conectando a las personas a través del tiempo y el espacio.