Confieso.

Confieso que he pecado.

Siempre me he sentido una víctima.

Una víctima de los compañeros de clase.

Una víctima del sistema educativo.

Uma víctima de la educación de mis padres.

Una víctima de mi cuadrilla del pueblo.

Una víctima de mis amigos más cercanos.

Una víctima de mí mismo.

Una víctima de mi victimismo.

¿Quien no ha sido en algún momento de su vida una víctima?

¿Quien no ha tratado mal a otras personas?

¿Quien no ha sido egoísta y ha actuado pensando solo en su interés aun cuando esos actos perjudicasen a otros?

Yo lo he sido, he sido egoísta, he sido mal compañero, he sido mal novio, he sido mal amigo, he sido mal hijo, he sido mal hermano.

Lo confieso, he pecado!

Cuan fácil es mirar cuanto sufres como consecuencia de los actos de otros (esto sería muy debatible, pues el sufrimiento es opcional y depende de como aceptes tú lo que ocurra en cada momento, pero no es el tema que intento reflexionar..).

Y cuan difícil es hacer autocrítica, autocrítica de la de verdad.

Autocrítica no es solo decir: he mentido..

No, autocrítica es decir: he permitido, que quienes se supone son mis amigos, me traten como a una basura. Nadie nos obliga a estar ahí, eso es responsabilidad nuestra.

Todo es responsabilidad nuestra!

Como actuamos hacia los demás, y, como permitimos, que nos afecten los actos de los demás, es responsabilidad nuestra!

Me pido perdón a mí mismo por no hacerme responsable de mi vida antes.

Y en consecuencia me perdono, pues la madurez de uno llega cuando llega.

Y a mí me llegó cuando tocaba, que fue hace poquito.

Doy gracias por todo lo que tengo.

Doy gracias por todo lo que he sufrido.

Doy gracias por todo lo que he hecho sufrir.

Doy gracias por ser consciente de todo cuanto expongo aquí.

Doy gracias por tener un día más, para seguir sufriendo, pecando, y aprendiendo.

Te doy las gracias a ti, que has llegado hasta aquí.

De corazón, gracias!

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS