Tus
aguas cristalinas,
como
un espejo sereno,
reflejan
la paz profunda
que
en tu amor he encontrado.
En
tu calma navego,
dejando
atrás las tormentas,
encontrando
en tu regazo
la
dicha que anhelaba.
Tu
fuerza desatada,
como
olas embravecidas,
despiertan
en mi alma
un
fuego incontrolable.
En
tus brazos me pierdo,
entre
espumas y rugidos,
descubriendo
en tus abismos
un
placer sin igual.
Dos
fuerzas opuestas me atraen,
dos
mares que me llaman,
dos
amores que me tientan,
dos
destinos que me atan.
En
ti, mi río manso,
encuentro
la quietud deseada,
el
bálsamo que calma
las
heridas del pasado.
En
ti, mi mar en bravura,
siento
la pasión encendida,
la
llama que me consume,
la
fuerza que me impulsa.
Sé
que debo elegir,
mas
mi corazón se resiste,
no
quiere renunciar a ninguna,
a
ninguna de estas dos luces.
Oh,
cruel destino que me atormenta,
me
condenas a vivir en la duda,
a
navegar entre dos aguas,
sin
encontrar la paz absoluta.
Anhelo
un amor sin dualidad,
un
puerto donde anclar mi alma,
un
faro que guíe mi camino,
y
libere mi ser de esta batalla.
Ayúdenme,
oh diosas del mar,
a
encontrar la senda correcta,
a
descifrar este enigma del amor,
y a
elegir el destino que me espera.
Permítanme
amar sin culpa,
sin
remordimientos ni temores,
y
encontrar la felicidad completa,
en
el abrazo de quien me valore.
JTA.
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