Marina desde el Iris
Mi universo tan vacío, tan callado,
Inaudible su proporcionalidad.
Con el alma que, sedienta de besar;
anhelante, ya se ha deshidratado.
Tantas luces que en el árbol han colgado,
Tantas páginas se han escrito con sueños.
Si las espinas no inyectaran su veneno…
¿Cuántas rosas yo habría ya cortado?
Si el temor de asir la rosa que aún no se abre
Me hace titubear ante ti, Marinela,
Porque no es lo mismo rosa que doncella…
Sólo un jardinero sabe lo que vales.
Con suave pasividad se pavonea,
Con sensualidad propia, tu misticismo.
Desde mis ojos, chiquilla, no es lo mismo
Amarte Minerva viéndote Atenea.
(Iris Marina López, marzo del 2004)
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