Si tan solo pudiera silenciar las voces en mi cabeza. Esas que me dicen que me de por vencida y simplemente cese de existir. Sería todo tan fácil si tan sólo no me sintiera tan miserable todo el tiempo, si pudiera ser feliz sin tener un bajón al día siguiente, si tan sólo…
Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando mi mamá me llama para que baje y me apresure, la ventana se ve muy provocativa ahora mismo honestamente, si tan solo no viviera en una casa de dos pisos…
– ¡Ya voy ma!– trato de fingir mis ganas de esconderme en mi cuarto y jamás salir.
–¡Muévete nena que se hace tarde!– grita por segunda vez.
Bajo, desayuno y me preparo para otro día de sufrimiento emocional en el colegio, lo normal.
No soy lo que llaman una persona solitaria pero tampoco soy muy extrovertida que digamos. Tengo algunos amigos, no puedo asegurar que sean verdaderos pero todo sea por no sentirme sola, lo que he evitado casi toda mi existencia y lo seguiré haciendo mientras esté en mi poder hacerlo.
Al regresar, noto que mi mamá no está de muy buen humor, claro que sé que significa esto, otra tarde de aguantar mal humor ajeno y que no se disculpen conmigo: ¡qué divertido!
Todo empieza cuando tomo la mala decisión de no hacer algo totalmente irrelevante que me pidió, que claramente podía esperar, pero para ella tenía que ser enseguida.
Entiendo que esté de mal humor, es algo natural pero ¿que se desquite solo conmigo? Digo porque mi hermano nunca se ve afectado por esta situación, siempre ha sido así no sé que me sorprende. Él tiene todo el derecho de estar solo cuando está enojado o tuvo un mal día pero no quiera el universo que yo me encierre en mi cuarto cuando estoy de mal humor porque ahí si tengo que dejar las niñadas y controlarme. Que lindo es ser la hermana mayor, no se imaginan. A veces me siento tan agotada que quisiera dormir y no despertar más.
Mi actividad favorita luego de un día agotador como hoy es dormir. Y eso hago, me acuesto en mi cama y me dispongo a escapar de mis problemas durmiendo. Al poco rato siento como me empiezan a pesar los párpados y caigo en el suave abrazo del sueño.
Me despierto en lo que deduzco es el colegio, sé que no es el edificio como tal pero está implícito que lo es. Veo como empiezo a caminar y observar el extraño entorno en el que me veo, trato de ubicarme pero se me hace imposible.
Es una especie de serie de casas rodeadas de jardines llenos de césped, con un sol intenso que me besa la piel, me dispongo a bajar y veo como se va oscureciendo el ambiente hasta encontrarme en una calle muy parecida a dónde solía vivir de niña. Pude recordar que mi mamá me había encomendado buscar a una señora, mientras continuaba caminando la identifique cerca de un edificio en la esquina de la calle.
–Señora, ¡espere un momento por favor!– digo casi sin aliento luego de correr por la calle intentando alcanzarla. Pero parece ser que mis esfuerzos son en vano al notar que la señora ni se molestó en notarme.
Hasta que observo cómo voltea y me mira con una expresión calmada pero curiosa al mismo tiempo. Cuando al fin la alcanzo me percato que tiene ciertas similaridades físicas conmigo, me sorprende, no sabía quién era ni tampoco parecía recordar que iba a decirle.
–¿Te puedo ayudar en algo?– pregunta en un tono comprensivo al ver en mi rostro señales de confusión.
–Emm, en realidad sí, ¿Quien eres?– suelto, confundida por esta captivante extraña tan parecida a mí.
Se queda callada lo que parecen minutos para al final solo seguir caminando, ignorando completamente mi pregunta.
–¡Lo que me faltaba! ser ignorada por mí misma también.
Resignada decido volver donde mi madre a decirle que no tuve éxito con la misteriosa mujer. Ya me imagino su agradable reacción.
Antes que pudiera llegar me la encuentro a medio camino.
–¿Y? ¿La encontraste?– pregunta intrigada.
–Sí, está en la calle de atrás, ¿Me puedes explicar quién es?– digo ya harta de toda esta incertidumbre.
–Primero vamos, luego te explico.
Regresamos al lugar de mi encuentro con esta mujer, lo extraño es que ya no estaba donde la encontré. Mi mamá me miró y preguntó por la mujer. Le juré que aquí estaba, que no sabía que había ocurrido pero ella estaba aquí. Ella solo me dio una mirada llena de compasión y una pizca de melancolía, no entendía por qué me miraba así, incluso me abrazó como no lo había hecho en mucho tiempo, extrañamente se sentía como una despedida.
Pronto caería en cuenta que tal como lo sospeche, lo era, una despedida. Y aquella mujer en la que me veía reflejada, tan similar a mí, representaba mi futuro, tan lejana e inexistente. No sabía que al caer en este eterno sueño, también me estaba despidiendo de mí misma y de lo que pudo haber sido mi vida si tan sólo…
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