Soriano
Carezco de un suelo tangible en mi vida. Voy y vuelvo, siempre en caída libre. El vértigo deshizo la esperanza en mis ojos, y yo con los sentidos dopados. ¿Cuándo empecé a caer?
Emociones voraces que son como larvas morfándose un cuerpo sin espíritu, sin ánima, sin deseos. «Nunca fui odio, nunca fui odio», repito hasta calmarme. El mártir que da la incertidumbre de no saber si estoy avanzando o corriendo en círculos; no tengo vista y me guía el instinto.
Abrazo mi tristeza, solo así me entiendo. No es negarme a la alegría, es la insistencia de vivir preparado; que más tarde comprendí es igual a permanecer muerto.
Pensar en mi juventud me agobia. Demonios reclaman dosis de placeres. Extasiados, producen un agujero en mi pecho, y el corazón sangriento cuelga moribundo. No escucharé gemidos que no nazcan de la pasión; creo que toqué algo que no debía. Me embriagué otra vez en sentimiento.
Mi ser intranquilo profiere lo suficientemente fuerte para descargarse y no ser escuchado. No hay rumbo en este cagadero que es la vida, me lo crearé yo.
Luz
Desde chico, mi sensibilidad corrompida por el odio emerge de un pantano de angustias. No me permití ser frágil sin antes envenenarme. ¿Cómo saber amar?, si solo aprendí a defenderme con odio. Las tardes de reproche y su desinterés en callar me pudrieron. ¿Veía una máquina o un hombre? Era mucho rencor para una criatura.
Yo nunca quise ser esto.
Ella me extraña en la lejanía, y cuando estoy cerca. Ahora me predica amor. Y cuando la abrazo, con el arrepentimiento de demorarme ocho años, puedo sentir a una mujer fortalecida por un pasado cruel. Ambos perdones, el suyo y el mío, tarde, pero dichos al fin. La mujer que me dio a conocer el odio, me enseña a cómo amar.
Idilio
Su corazón no de rosa. Ella sangra oscuro púrpura, y carmesí cuando se enamora. Goteaba en mi pecho, en mis labios, en mis ojos, en mis entrañas, en mi ser; y cómo la añoro, imperfecta.
La noche se encargó de nosotros, pero no durando lo suficiente. Sedado y con una lengua falsa sorteé mi confesión con acotes vanos. El ego sobrevive y me salva de sentirme vulnerable; me sigo preguntando si era necesario. Ella mostró verdad; y solo entonces comprendí, con la nostalgia palpitando más fuerte que nunca, cómo debía quererla; aunque ya era tarde. Y mientras me permitía jugar con sus cabellos por última vez, le agradecía, en silencio, ese último contacto; fue la manera más linda de recordar. Era un ateo hipócrita convenciéndome de que meramente no era la edad, el momento y la etapa.
¿Cómo termina? Te quiero.
Drako
(Se me fue la inspiración)
Escribir estas mierdas sí lleva su tiempo, ojalá algún día me paguen. Se siente un raro alivio después de escribir. Las horas pasan y no me doy cuenta, supongo que lo estoy haciendo bien. Necesito viajar a mi ciudad y reencontrarme con mis reales, con mi familia, con mis mascotas, conmigo mismo. Nadie puede sentirse bien, y la soledad abrume a veces. Ya aprenderé a no perderme en este cuarto chico.
Espero que te guste lo que escribo, puedes yapearme :p.
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