Creer que otra persona puede llenar por completo nuestros vacíos internos es un error común en las relaciones. Desde un punto de vista lacaniano, esta expectativa es irreal y crea una carga injusta ya que la carencia es inherente al ser humano. Todos somos incompletos, y nadie más puedes colmar nuestras faltas. Así el verdadero amor surge al reconocer y aceptar nuestra propia falta y la del otro. Mas que buscar quien nos ‘complete´, quizás deberíamos abrazar nuestra incompletud y relacionarnos con otros desde un lugar genuino, no desde la necesidad. Me parece mas realista pensar las relaciones no como dos mitades que se unen para formar un todo, sino como dos individuos completos en su propia incompletud, eligiéndose mutuamente, no para llenar un vacío, sino para compartir y crecer juntos.
El amor, entonces, se basa en aceptar al otro como es, más allá de idealizaciones y expectativas imposibles. No es una solución a la falta, sino una forma de vivir y crecer con ella tanto en nosotros mismos.
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