Cuánto me echaba de menos cuando quisiste amarme, 

cuando inquieto, me susurraste al oído la palabra caricia, 

cuando como por casualidad me encontraste, aunque ya me buscabas, 

cuando me deseabas. 

Echo de menos a esa Marta, aquella mujer, aquella a quien querías entre tus sábanas, 

tu acariciada Marta. 

Hoy, ya no soy la misma, derrotada ahora, quisiera ser aquélla, tu amada, aquella que quería besar tus poemas y alzarse como la musa de tus caricias. 

¿Cuánto me echas de menos tú ahora, caricia mía?


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