Fronteras del Infinito: La Odisea de Terry

Fronteras del Infinito: La Odisea de Terry

Selene Lunare

12/02/2024

INTRODUCCIÓN

En un tejido intergaláctico donde la realidad supera la imaginación, emerge «Fronteras del Infinito: La Odisea de Terry», una novela que nos sumerge en el corazón del cosmos para revelarnos una saga épica de ciencia ficción. Aquí, Terry Whittaker, un hombre de 35 años, se erige como el epicentro de una historia que trasciende las barreras del espacio y el tiempo, desempeñando múltiples roles en su vida: hijo, hermano, sobrino, esposo, padre y, sobre todo, líder.

Liderando a los Imperiales, un grupo de guerreros sin par, Terry Whittaker ha creado algo más que un equipo: una familia extendida dedicada a administrar seguridad, paz y asistencia en un universo donde la armonía es tan preciada como el aire que respiramos. En el corazón de su creación se encuentra Zenith, un planeta fortaleza impenetrable que no solo sirve como hogar para los Imperiales, sino también como bastión de esperanza en la lucha interminable por el equilibrio universal.

La trama se despliega a través de cuatro planetas clave: el ancestral castillo Whittaker en Omegara, el innovador planeta Imperial Zenith, el culturalmente rico Orion, y Terralune, un espejo de la Tierra donde la utopía parece posible. Cada uno de estos mundos ofrece un escenario único para las aventuras de Terry y su entorno, entretejiendo la complejidad de la cultura, política, tecnología y magia en una narrativa que desafía nuestra percepción de lo posible y lo imposible.

Terry, junto a su familia compuesta por figuras tan destacadas como Ashtar, Christopher, Claudius, y muchos otros, se enfrenta a desafíos que van más allá de lo cotidiano. La odisea de Terry no es solo una lucha contra amenazas externas; es una batalla constante por la autosuperación, la diplomacia interplanetaria, y el mantenimiento de la paz en un universo donde el bien y el mal libran una guerra eterna.

La magia y la tecnología se entrelazan en esta historia, revelando un universo donde las familias de alta sociedad dominan poderes ancestrales, y donde los avances tecnológicos se mezclan con lo sobrenatural para crear una realidad que desafía toda lógica. Desde los granjeros hasta los más altos sacerdotes, cada personaje en «Fronteras del Infinito» aporta su esencia a la rica tapestría que forma este universo.

En el corazón de esta saga, los conflictos personales y universales se entrelazan, desafiando a nuestros héroes a enfrentar no solo a enemigos externos, sino también a los demonios internos que amenazan con consumirlos. La lucha contra el lado oscuro, la tentación del poder y la corrupción moral son temas centrales que elevan esta historia de ciencia ficción a una reflexión profunda sobre la condición humana.

«Fronteras del Infinito: La Odisea de Terry» no es solo una novela; es una experiencia que desafía los límites de nuestra imaginación y nos invita a explorar lo desconocido. Con cada página, nos adentramos más en este universo fascinante, dejándonos cautivados por la promesa de aventuras sin fin, conflictos apasionantes y la eterna búsqueda de equilibrio en un cosmos donde todo está conectado.

Prepárate para ser transportado a un mundo donde la aventura espera en cada esquina del universo, donde la familia y la amistad se forjan en el crisol de la adversidad, y donde cada decisión puede alterar el destino de incontables mundos. «Fronteras del Infinito: La Odisea de Terry» te invita a ser parte de una saga que no solo te mantendrá al borde de tu asiento, sino que también te dejará reflexionando sobre tu propio lugar en el infinito.

CAPITULO 1 – PROLOGO/ EL BANQUETE NOCTURNO

Era de madrugada cuando llegue a la cocina del castillo Whittaker en el planeta Omegara con mi tío y guardaespaldas Darius, allí se encontraban mis hermanos, tío y mi padre comiendo después de un día agotador de trabajo, todos los días nos reuníamos en la cocina del castillo para un banquete de madrugada como a eso de las dos de la madrugada ya que a esa hora podíamos llegar sin problemas del trabajo, cada uno de nosotros es una pieza clave para la vigilancia en el universo que no haya motines, asesinatos, raptos, o cualquier cosa que desequilibre el hilo inestable de la estabilidad en el universo. Ante cualquier cosa puede desatarse la guerra entre planetas y por eso debemos estar alerta ante ataques o cualquier manifestación de energía caótica. Mi hermano Rodrick es como lo describirían las mujeres el típico guapetón de ojos verdes y cabellos rubios, musculoso, eso se debió a que mi hermano Ethan tuvo la mala idea de regalarle un par de pesas para su cumpleaños cuando Rodrick cumplió doce años de allí le vino todas esta idea de parecerse a nuestro padre en lo físico tener músculos hacer pesas, gimnasia y todo eso que hacen los fisicoculturistas sólo que a mi hermano se la paso la mano se obsesiono con eso y después cuando ya no pudo escalar más en ese ambiente se aburrió y se metió al ejército y no a cualquier ejercito sino a las fuerzas especiales donde están los mejores de los mejores y todos musculitos igual que él, si tienes un problema en tu planeta con rebeliones y no puedes contra ellos entonces lo que hace cualquier rey o gobernante es llamar a las fuerzas especiales «Titán Alfa», mi hermanito Rodrick es el menor pero es el mas alto de nosotros cuatro, cuando eramos más chico mi hermano era el matón de la familia, en toda familia existe uno, este era mi hermano, nos obligaba a hacer sus labores en la casa cuando nuestro padre nos daba tareas para que fuéramos responsables y disciplinados nos hacia barrer, lavar la loza, ropa, trabajar en el jardín, etc…. como a mi hermano no le gustaban esa cosas nos obligaba hacerlo por el tanto a Ethan como a mí, en ese entonces Ashtar no era aun nuestro hermano así que no existía, para que lo sepan Ashtar es adoptado,(pero esa es otra historia que después se las contaré), asi que si no queríamos nos amenazaba con golpearnos y teníamos que hacerlo, Ethan y yo eramos delgados y no teníamos tanta fuerza como él. Al lado de mi hermano Rodrick se encuentra mi hermano Ethan, desde chico le gusto el ajedrez, quería aprender y necesitaba un maestro, yo tenia un amigo que jugaba ajedrez y nunca me quise meter en ello, no me interesaba, pero Ethan se entero y adivinen que, me empezó a molestar día y noche con eso de que le enseñara, así que no tuve más remedio que hablar con mi amigo para que me enseñara y yo enseñarle a Ethan, lo mismo paso con Rodrick cuando mi padre vio que mi hermano tenia capacidad para la electrónica, computación y tecnología lo metio en la universidad para que estudiara eso, mi hermano no es tonto pero si es lento de aprender le gusta analizar las cosas pero aprende y cuando lo hace nadie le gana en ello, así que tuvo problemas en la universidad y mi padre me dijo un día

– Ayuda a tu hermano Rodrick para que pase los niveles, tu conoces más el tema así que ayúdalo.

No me quedo de otra, cuando mi padre me dice algo debo obedecerle, no es que no quiero hacerlo, pero no saben como se pone mi padre cuando no le obedezco, si he tenido discusiones con mi padre por eso, incluso una vez cuando recién mis poderes aún no se hacían innatos en mí y no los controlaba todavía llegue a dañarlo por eso decidí nunca más pelear con él ni desobedecerlo, ya que esa vez sentí todo el dolor que el sintió cuando le propine el ataque psionico, además de ver toda su vida y vidas de reencarnación, no digamos que quede muy bien, estuve una semana en coma y mi padre estuvo dos semana en cama recuperándose de mi ataque.

Pero a veces mi hermano Rodrick me lo hace muy difícil con su tema de tardanza en aprender y me exaspero a veces, en especial cuando le he explicado más de tres veces la misma cosa y allí siempre se encuentra Ethan, y le pregunto

¿Recuérdame de nuevo porque debo enseñarle a nuestro hermano?

Ethan responde – Para que nuestro padre no te este hinchando las pelotas con eso de ayúdalo para que saque este nivel – lo dice con una sonrisa en sus labios que no sabría decir si es de sarcasmo o si realmente se divierte que yo este así de molesto.

Al frente de Ethan se encuentra Asthar el científico al que todos envidian por tener el cerebro que posee. Es una combinación entre Albert Einstein – Leonardo da Vinci – Isaac Newton y Frank Oppenheimer todo junto en su cerebro, incluso le arrebato el título de mejor científico a su padre Sadeth el cual todos creían que el hacia sus inventos, pero la gran mayoría fue Ashtar quien los creo y Sadeth se los apropiaba y le ponía su nombre. Ashtar está casado con Inanna Galbraith la emperatriz del planeta Orión allí la emperatriz puede tener dos esposos el primer esposo se llama Azrael Maclachlan con el cual dirige el planeta Orion, Ashtar siempre la amo y una vez tuvieron que unir fuerzas para eliminar un problema grande en su planeta asi que Ashtar ni tonto ni perezoso le dijo te arreglo el problema si te casas conmigo, ubican el dicho de: «Si una puerta se cierra se abre una ventana» bueno este dicho lo supo utilizar muy bien Ashtar aunque claro a Azrael no le gustó mucho el trato pero tuvo que morderse la lengua al final el también debía sacrificarse por su planeta.

Después se encuentran mis dos tios Darius y Marcus, mi tio Darius es a todo dar, es mi guardaespalda, eso es porque mi padre se lo pidió, ya que mi tio Darius es el mejor espadachin y ataque a mano armada y cuerpo a cuerpo de todo el universo nadie le ha podido ganar aun y me entrena a mi para que pueda protegerme, aunque igual yo antes había entrenado con los mejores en el universo para aprender a defenderme, esto de ser el mejor sumo sacerdote militar en todo el universo tiene uno sus problemas así que debía aprender o aprender y esta mi tío Marcus hermano de mi padre que es otro sumo sacerdote como yo y también fue militar pero no le gusto tanto y se metió a la magia porque le gusta el poder y mas aun tener poder sobre las cosas materiales sabe muchas cosas y gran parte me las ha enseñado.

Y aquí estoy yo, para que me conozcan mejor soy Terry Whittaker, un hombre de 35 años, desde joven mi padre me coloco en institutos y escuelas especiales para aprender magia, el sabia que tarde o temprano mi poder saldría, yo no tenia ni idea que lo haría de hecho cuando chico no me interesaba en esas cosas, solo en hacer travesuras, no me interesaba mucho estudiar, aunque no me iba mal en el colegio ya que no necesitaba estudiar todo lo que decía el profesor se me quedaba en el cerebro, no me preguntes como, pero así era, en los exámenes siempre estaba en los mejores puestos nunca reprobé ningún examen, por eso también tenia enemigos envidiosos en clases que obviamente me hacían la vida difícil, y claro no se encontraba mi hermano Rodrick para salvarme (porque si hubiera estado el no dejaba que me tocaran), porque todos mis hermanos estaban en escuelas distintas todos fuimos a colegios distintos, escuelas especiales para nuestros atributos o poderes que nos enseñarían a controlar mejor nuestros poderes. Además, soy la oveja negra de la familia, te preguntaras ¿por qué? Bueno como era bastante travieso siempre me escapaba del colegio para ir a divertirme me gustaba ir a tomar, comer y obviamente ver mujeres desnudas, no tenía dinero, pero igual siendo uno chico sabe como hacerlo para ver gratis. Siempre me metía en líos con mi padre por lo mismo y por eso siempre pasaba castigado en clases o en casa haciendo los quehaceres, hasta que mi padre se dio cuenta que yo disfrutaba de los castigos porque con eso aprendía más cosas, encontraba cosas interesantes y al final eso me dio todo el conocimiento que poseo ahora en día y por eso hasta hace diez años que ya no me ha vuelto a castigar. Por eso mis hermanos siempre le reclaman porque yo puedo hacer todo y a ellos mi padre les restringe algunas cosas, y el explica que es porque conmigo ya no se puede y además que yo se hasta que limites llegar y el problema de mis hermanos es que ellos aun no saben poner límites.

Toda esta es mi familia, están las mujeres también nuestras esposas, pero ella se encuentra en el nivel más abajo del castillo tienen su lugar secreto donde comen y hablan de cosas de mujeres, allí no vamos porque es un mutuo acuerdo entre nosotros, no las molestamos y ellas no vienen aquí para que nosotros tengamos privacidad en nuestros asuntos. Desde la cocina tenemos un ventanal grande donde podemos ver cuando el sol aparece en las montañas. • Y, bien ¿Cómo estuvo tu trabajo Terry? – me pregunta mi padre con seriedad • Fue un día muy ocupado, padre, hoy día tuve muchas reuniones con reyes que estaban peleando por las fronteras entre sus planetas

Deslizo una mirada hacia el ventanal, observando cómo las primeras luces del amanecer comienzan a teñir el cielo de un suave color púrpura. Las montañas se recortan contra el horizonte como antiguos guardianes de Omegara, un recordatorio de la inmensidad del universo y los infinitos problemas que vienen con él.

«Mantener la paz entre ellos es como un juego de ajedrez interplanetario», continúo, intentando mantener la seriedad a pesar del peso del sueño que tira de mis párpados. «Cada movimiento debe ser calculado con precisión para evitar una escalada en el conflicto. Pero hoy, creo que hemos logrado un avance significativo. Hay esperanza de una resolución pacífica.»

Mi padre asiente, sus ojos revelando la mezcla de preocupación y orgullo que siente por nuestra misión. «Eso es bueno, Terry. Necesitamos más días como estos. La paz es un bien precioso en estos tiempos.»

Rodrick interviene con una sonrisa burlona. «¿Y cuántas veces tuviste que flexionar tus músculos mentales para mantener a esos reyes en línea, eh?»

«No tanto como tú en el gimnasio, seguro», respondo, devolviendo la sonrisa. La risa se extiende por la mesa, aligerando el ambiente. Ethan, con su eterna mirada pensativa, agrega: «Al menos los reyes no levantan pesas.»

Ashtar, siempre el más tranquilo, levanta su taza en un gesto de agradecimiento. «Por la paz y la diplomacia», dice, y todos seguimos su ejemplo, chocando nuestras tazas en un brindis no verbal.

El sol comienza a elevarse, bañando la cocina en tonos dorados y anaranjados. A pesar de la seriedad de nuestra conversación, hay una sensación de unidad que nos envuelve. Aquí, en esta cocina, con mi familia de guerreros y protectores, siento que podemos enfrentar cualquier desafío que el universo nos presente. Con un último sorbo de café, nos preparamos para el nuevo día que nos espera, listos para defender el equilibrio y la armonía de nuestros mundos una vez más.

CAPITULO 2 – VICTORIA EN LA SINFONIA DEL SILENCIO

Sentado en mi despacho, mi mirada recorría el espacio más allá de las mamparas de vidrio cristalino, testigos silenciosos de la privacidad y el orden que imperaban en mi dominio corporativo. Observaba cómo mis cinco secretarias se desplazaban en un ballet de productividad y discreción, todas ellas dirigidas por Vicenzo, mi asistente personal. Vicenzo, un joven de 25 años con una historia tan marcada como su eficiencia, había llegado a mi lado desde un oscuro mercado de esclavos. Su libertad, otorgada por mi mano, le había permitido transformarse en el líder indiscutible de mi equipo, su lealtad comprada no con cadenas, sino con una mensualidad justa por su incansable trabajo.

Dominando mi oficina, mi escritorio de metal negro con adornos dorados se alzaba como un altar de poder y decisión. Este bastión de liderazgo estaba encerrado por mamparas de vidrio, que con la simple presión de un botón se transformaban, oscureciéndose hasta esconder sus secretos de miradas indiscretas. En este santuario sellado, las estrategias y los imperios se forjaban en confidencia, lejos de los ojos del mundo exterior.

Detrás de mí, el vacío del espacio exterior aguardaba, oculto tras un muro de vidrio que se alzaba como un lienzo en espera de ser revelado. Con solo presionar un botón, el muro se retraía, dejando al descubierto la inmensidad oscura e infinita del cosmos. Allí, ante mis ojos, se extendía un panorama de estrellas distantes y galaxias danzantes, un recordatorio constante de lo lejos que había llegado, no solo en mi carrera sino también en la distancia física que me separaba de la Tierra.

Esta ventana hacia el universo era más que una muestra de opulencia tecnológica; era una fuente de inspiración y perspectiva. Mientras mis secretarias y Vicenzo se movían al ritmo de las exigencias diarias, yo podía girar en mi silla y enfrentarme a la eternidad del espacio, un silencioso compañero que observaba sin juzgar las decisiones de un hombre que había trascendido los límites de su mundo natal para forjar un destino entre las estrellas.

Mi escritorio, normalmente un bastión de poder y decisión, hoy se encontraba sumergido en un caos controlado de papeles, carpetas y documentos legales. Cada hoja, cada montón, era un caso pendiente, una decisión que esperaba mi atención y el trazo final de mi firma para cobrar vida. Las carpetas se amontonaban unas sobre otras, creando un paisaje de responsabilidad y urgencia que demandaba ser navegado con precisión.

Vicenzo, con su juventud y eficiencia, se desplazaba entre los documentos como un maestro de ceremonias, asegurándose de que cada papel llegara a mi revisión. Aunque abrumador, el desorden tenía un propósito y un sistema: esperar a que los leyera y autorizara la recepción y firma en ellos, un proceso que convertía las posibilidades en realidades tangibles.

Incluso en medio de esta maraña de papeleo, mi mente a veces se escapaba hacia el muro de vidrio que me separaba del espacio exterior. Era un recordatorio de que, más allá de las formalidades y los trámites, existía un universo de posibilidades ilimitadas, esperando ser exploradas y conquistadas. Y así, con la vista ocasionalmente elevándose hacia las estrellas, retomaba la pluma y me sumergía en la tarea de dar forma al futuro, una firma a la vez.

Mientras me sumergía en la maraña de papeleo que abarrotaba mi escritorio, sabía que mi seguridad estaba en buenas manos. Mi tío Darius, siempre meticuloso y precavido, había salido a la sala de restaurante para disfrutar de un merecido descanso con algo de comida y café. Pero incluso en su ausencia, su protección era omnipresente. Cada vez que salía, me colocaba un chip de protección, un pequeño pero potente talismán de seguridad en el vasto y a veces impredecible planeta Zenith.

La puerta electrónica de mi despacho, aunque aparentemente inerte, estaba custodiada por un sensor de alta tecnología capaz de desencadenar una alarma si detectaba una presencia no identificada. Y mi tío Darius, sin importar la distancia que lo separara de mi oficina, tenía la extraordinaria capacidad de llegar en cuestión de momentos ante cualquier amenaza. Su rapidez era casi legendaria; no sabía cómo lo hacía, pero su eficacia era incuestionable.

No obstante, nunca estaba de más estar preparado personalmente. Siempre a mano, sobre mi escritorio o en un cajón cercano, descansaba una pistola de rayos láser junto con mis hachas confiables, armas mortales para un escenario que aún no se había presentado. «Por si acaso», como solía decir, porque en este mundo uno nunca sabe.

Fue en medio de estas reflexiones que Vicenzo entró, con su habitual mezcla de respeto y eficiencia.

«¿Ha tenido oportunidad de revisar algunas de las carpetas, o de firmar los documentos pendientes?» preguntó, listo para llevar a cabo las tareas siguientes, siempre trabajando en pro del flujo incesante de operaciones que definían nuestro día a día en esta oficina espacial.

«He revisado estas carpetas, así que puedes llevártelas. He firmado tres de los documentos, pero este aún no, necesito más información para estar seguro de proceder,» dije, pasándole los papeles a Vicenzo. Su expresión reflejaba la típica preocupación de fin de mes, una mezcla de seriedad y premura.

«Ya sabe, su Excelencia, que a fin de mes el ritmo siempre se intensifica aquí. Hay mucho que revisar y numerosos documentos esperando su firma,» comentó Vicenzo, la voz teñida de preocupación, pero manteniendo su compostura profesional.

«Así es, Vicenzo, pero no hay motivo para preocuparse. Terminaremos a tiempo, como siempre lo hemos hecho. Recuerda, hemos enfrentado meses aún más complicados y siempre hemos logrado cumplir con nuestras obligaciones,» le aseguré, intentando infundirle algo de confianza y aliviar la tensión que marcaba su semblante.

La conversación fue interrumpida por la llegada de Dennis, trayendo consigo otro montón de documentos que requerían atención. La dinámica de trabajo, aunque frenética, estaba bien engranada, y juntos, enfrentábamos el aluvión de tareas con determinación y un sentido claro de propósito.

Dennis, manteniendo su sonrisa burlona a pesar del peso de los documentos en sus manos, extendió la carpeta marcada hacia mí. «Es crucial, su Excelencia, que esta reciba su atención inmediata. El planeta Eridanus espera nuestra acción.»

Miré la carpeta, luego a Dennis, permitiéndome un momento de contemplación antes de responder. «Entiendo la gravedad, Dennis. Pero, ¿has considerado las implicaciones de nuestras decisiones? No solo para nosotros, sino para el equilibrio del universo.»

Dennis frunció el ceño, su semblante reflejando una mezcla de impaciencia y preocupación. «Por supuesto, padre. Pero recuerda, la justicia tiene muchos matices. La situación con la princesa Theodora no es tan simple como parece.»

Con una pausa reflexiva, respondí, «Esa ‘pobre’ mujer, como la llamas, llevó a cabo actos que desgarraron el tejido de su sociedad. Es una tragedia, sí, pero nuestra respuesta debe ser medida.»

Dennis se inclinó hacia adelante, su voz baja pero firme. «Entiendo tus puntos, y la complejidad moral no se me escapa. Pero debemos actuar. No solo por justicia, sino por la percepción de nuestro liderazgo. El abuelo…»

Interrumpí, con una sonrisa torcida, «Nuestro querido abuelo siempre tendrá su opinión, pero él confía en nuestro juicio. Además, mi querido hijo, ¿desde cuándo te preocupas tanto por la política de apariencias?»

Dennis exhaló, su frustración evidente. «No se trata solo de apariencias, padre. Es sobre mantener la estabilidad, y a veces eso requiere decisiones difíciles. No podemos dar la impresión de vacilación.»

«Sabes, Dennis, tu seriedad siempre me sorprende,» dije, dejando la carpeta a un lado. «Tienes razón, la estabilidad es clave. Pero no olvides, la compasión y la comprensión son igualmente importantes. No somos dictadores, somos líderes, y eso a veces significa mirar más allá de la superficie.»

Dennis asintió, su expresión suavizándose. «Entiendo, padre. Solo espero que nuestras decisiones reflejen lo mejor para todos, no solo para nosotros.»

«Siempre lo hacen, Dennis. O al menos, eso intentamos,» concluí, extendiéndole la mano para que tomara la carpeta. «Ahora, veamos qué podemos hacer por Eridanus. Juntos.»

Con esa resolución compartida, Dennis y yo nos sumergimos en la revisión de los documentos, cada uno consciente de los desafíos que enfrentábamos, pero también de la fuerza que residía en nuestra unidad y propósito compartido.

La calma en la oficina fue abruptamente interrumpida por el estridente sonido de la alarma de ataque. Un retumbe sacudió el espacio, haciéndome saltar de mi silla, mientras una avalancha de carpetas se deslizaba al suelo en un desorden caótico. Vicenzo, con reflejos rápidos, se agarró del escritorio, evitando por poco un encuentro desafortunado con el suelo.

«¿Qué ha pasado?» pregunté, mi voz tensa con la alarma inesperada.

«Al parecer, su Excelencia,» empezó Vicenzo, recuperando su compostura, «estamos bajo ataque de naves invasoras.»

«¿Naves invasoras?» repetí, mi mente corriendo a través de posibilidades, sopesando nuestros adversarios. Los únicos que se atreverían a un asalto tan audaz serían mis dos enemigos acérrimos, Sadeth y Anubis. Ambos habían estado cazando la Gema Ætheris, conscientes de que una parte vital de esa gema residía dentro de mí, fuente de mi poder y esencia. Sin mencionar que esta parte era la más crítica, el linchón que les permitiría, tras su captura, buscar las otras dos partes ocultas dentro de mis hermanos, Rodrick y Ethan. Una perspectiva sombría, dado que la extracción de las gemas significaría nuestra muerte inminente.

«Esos imbéciles,» murmuré bajo mi aliento, la ira hirviendo ante la audacia de nuestros enemigos. «Vamos afuera a ver cómo está todo,» dije, tomando la decisión de enfrentar la situación de cabeza.

Fue en ese momento crítico cuando Dennis irrumpió en la habitación, su semblante reflejando la urgencia de la situación. «Padre, las defensas están activadas, pero necesitamos tu dirección. Los atacantes son formidables.»

Asentí, comprendiendo la gravedad del momento. «Prepara a nuestro equipo, Dennis. Vicenzo, asegúrate de que todos en la estación estén a salvo. Vamos a repeler este ataque.»

Juntos, con determinación y un profundo entendimiento de lo que estaba en juego, nos apresuramos hacia el conflicto, listos para defender nuestro hogar y proteger el destino de las gemas. La unidad familiar y la lealtad de nuestros aliados serían cruciales en la batalla que se avecinaba.

Al acercarme a la salida de las naves, descubrí a mi tío Darius en plena acción, disparando su arma de rayos contra los enemigos que habían logrado infiltrarse hasta el hangar. Su destreza con el arma era tan impresionante como siempre, y en ese momento de tensión, su semblante aún encontraba espacio para una broma.

«Adivina quiénes son, Terry,» me lanzó mi tío con un tono burlón, mientras recargaba su arma con una calma que desafiaba la situación.

Sin sorpresa, respondí, «Ya lo sé, Sadeth y Anubis. Siempre persiguiendo sus propios intereses y, como no, tras la Gema Ætheris.»

«Tienes razón,» continuó Darius, su voz tornándose más seria. «Pero esta vez han subido la apuesta. Vienen con armamento más pesado, y si no actuamos rápido, este planeta estará condenado a la ruina.»

La gravedad de sus palabras me hizo reflexionar rápidamente sobre nuestro próximo movimiento. «De acuerdo, colocaré un campo energético alrededor del planeta mientras nuestras naves avanzan para atacar,» declaré, sabiendo que cada segundo contaba.

La estrategia estaba clara: un doble frente de defensa y ataque. Mientras yo me encargaría de fortalecer nuestras defensas planetarias, Darius y los demás se prepararían para llevar la batalla al enemigo. Era una carrera contra el tiempo, pero con determinación y el ingenio que caracterizaba a nuestra familia, estábamos listos para enfrentar el desafío. Me encontraba en el umbral de desatar mi poder psiónico, concentrando cada fibra de mi ser para invocar la fuerza que residía en lo más profundo de mí. Sin embargo, justo en ese instante crucial, un retumbe ensordecedor irrumpió en mi cerebro. Era un asalto inesperado, no físico, sino uno dirigido a desmantelar mi concentración desde dentro. Mis enemigos, conocedores de mis habilidades, habían recurrido a un arma de ruido sónico diseñada específicamente para impedir que pudiera canalizar mi energía.

La intensidad del sonido era abrumadora, cada onda vibrando a través de mi ser con la intención de desbaratar mi enfoque. Pero, a pesar del dolor y la confusión que este ataque provocaba, sabía que debía encontrar una manera de superar esta barrera. Mi determinación se endureció ante el desafío; no permitiría que esta táctica insidiosa me derrotara.

Respirando profundamente, traté de encontrar un núcleo de calma en medio del caos que el ruido sónico había creado en mi mente. Era una batalla no solo contra Sadeth y Anubis, sino contra mi propia capacidad de resistir y adaptarme. La victoria en este enfrentamiento no solo requeriría de mi fuerza, sino también de mi astucia y mi voluntad inquebrantable de superar los obstáculos, sin importar cuán insidiosos fueran. Mientras luchaba por mantener mi enfoque ante el asalto sónico que asediaba mi mente, mi tío Darius se convirtió en mi baluarte en medio del caos. «¡Resiste y concéntrate! Tú puedes hacerlo,» me gritaba, su voz perforando la cacofonía como un faro de esperanza. Sus palabras eran un recordatorio poderoso de la fortaleza que residía en mí, una llamada a la acción que no podía ignorar.

En el fragor de la batalla, Darius no solo se encargaba de infundirme ánimo, sino que también me protegía con una destreza impresionante. Cada disparo de su arma de rayos láser era preciso, derribando a los enemigos que intentaban aprovechar mi momentánea vulnerabilidad. Era un baile mortal, en el que cada movimiento suyo era tanto una defensa como un ataque, creando un escudo impenetrable a mi alrededor.

Inspirado por su valentía y guiado por sus palabras, empecé a reunir las migajas de concentración que el arma sónica había dispersado. Cerré los ojos, intentando aislar el ruido interno, enfocándome en la voz de mi tío como un ancla. Poco a poco, comencé a sentir cómo el poder psiónico dentro de mí respondía, una chispa que se negaba a ser sofocada por el estruendo.

La batalla exterior seguía rugiendo, pero en ese momento, dentro de mí, se libraba una lucha igual de crucial. Era un testamento a la resiliencia del espíritu humano (o, en este caso, imperial), una prueba de que, incluso frente a las tácticas más crueles, la voluntad y el coraje podían abrir camino a través de la adversidad. Con Darius a mi lado, sabía que juntos podríamos enfrentar cualquier desafío que nos lanzara el enemigo.

A medida que la batalla se intensificaba alrededor nuestro, y el ruido sónico continuaba su implacable asalto, algo dentro de mí comenzó a cambiar. La guía de mi tío Darius y su inquebrantable defensa habían encendido una llama de determinación que se negaba a ser extinguida. A pesar de la cacofonía que intentaba dominarme, empecé a percibir un patrón en el caos, una brecha en el muro de sonido que me rodeaba.

Concentrándome en esa fisura, empujé mi mente a través de ella, utilizando el ruido no como un obstáculo, sino como un medio para afilar mi enfoque. Era como navegar por una tormenta, usando el viento en contra para propulsarme hacia adelante. La energía psiónica dentro de mí, que había sido sofocada por el ataque sónico, comenzó a fluir con renovada fuerza, canalizándose en una corriente constante que me envolvía.

«¡Ahora, Terry!» gritó mi tío, reconociendo el cambio en mí. Con un gesto de su mano, dio cobertura a nuestro alrededor, creando un momento de respiro en el que pude liberar mi poder.

Extendiendo mis manos hacia adelante, liberé una onda de energía psiónica que cortó a través del aire, distorsionando el espacio a su paso. La onda impactó contra el dispositivo de ruido sónico, desgarrándolo desde dentro con una precisión quirúrgica. El ruido ensordecedor se desvaneció abruptamente, reemplazado por un silencio que resonó casi tan fuerte como el sonido que lo había precedido.

Los enemigos, sorprendidos por la repentina interrupción de su arma y la manifestación de mi poder, vacilaron. Este momento de incertidumbre fue todo lo que Darius necesitaba. Con una serie de disparos certeros, comenzó a repeler a los invasores, cada tiro resonando como un eco del triunfo sobre la adversidad.

Miré a mi alrededor, viendo cómo nuestros aliados se reagrupaban, inspirados por nuestro contraataque. El campo de batalla, que momentos antes parecía dominado por el caos, ahora era un hervidero de actividad coordinada. Juntos, comenzamos a empujar hacia adelante, aprovechando el impulso ganado.

La victoria estaba lejos de ser segura, y sabíamos que Sadeth y Anubis no se darían por vencidos fácilmente. Sin embargo, en ese momento de claridad y fuerza, sentí una convicción profunda. Juntos, enfrentaríamos lo que viniera, defendiendo lo que era justo y protegiendo nuestro hogar contra aquellos que buscaban destruirlo.

Mientras avanzábamos, mi tío Darius me lanzó una mirada de aprobación, un silencioso reconocimiento de lo lejos que habíamos llegado y los desafíos que aún nos esperaban. Pero, por ahora, estábamos unidos, listos para enfrentar el futuro, sin importar qué nos deparara.

A medida que el último de los invasores retrocedía, derrotado por nuestra férrea resistencia, el hangar que había sido escenario de una lucha desesperada ahora resonaba con el sonido de la victoria. Los compañeros de armas se abrazaban y reían, aliviados por el giro favorable de los acontecimientos. La tensión que había marcado sus rostros se disipaba, reemplazada por sonrisas y miradas de complicidad que hablaban de una batalla bien luchada y ganada.

Mi tío Darius, con una sonrisa triunfante, se acercó a mí, su mirada brillando con orgullo y alivio. «¡Lo hicimos, Terry!» exclamó, envolviéndome en un abrazo que era tanto una celebración como un agradecimiento. «Tu fuerza y tu valentía han sido la clave. Nunca dudé de ti, ni por un momento.»

A su lado, Dennis se unió a nosotros, su sonrisa burlona ahora transformada en una expresión genuina de alegría. «Eso fue impresionante, padre. Creo que incluso el abuelo estaría sonriendo ahora, si pudiera vernos,» dijo, su tono lleno de admiración y un toque de alivio.

La camaradería entre nosotros era palpable, un lazo forjado no solo por la sangre sino también por las batallas compartidas. «Hoy hemos demostrado que, juntos, no hay desafío que no podamos superar,» dije, mirándolos a ambos. «Sadeth y Anubis pensaron que podrían quebrantarnos, pero hemos defendido nuestro hogar y protegido lo que más valoramos.»

Alrededor nuestro, el equipo comenzó a recoger y reparar lo que había sido dañado en la lucha, pero el espíritu de cooperación y determinación era evidente en cada gesto. «Esta victoria es un testimonio de nuestra fortaleza y unidad. Que sirva de advertencia a aquellos que osen amenazarnos nuevamente,» continué, sintiendo cómo el entusiasmo y la confianza fluían entre nosotros.

«Ahora, celebremos,» anunció Darius con una sonrisa amplia. «Porque hoy, no solo hemos salvado a nuestro planeta, sino que también hemos reafirmado los lazos que nos unen. Y eso, mis queridos, es la verdadera victoria.»

Risas, aplausos y exclamaciones de júbilo llenaron el hangar mientras nos preparábamos para celebrar. A pesar de las dificultades enfrentadas, este momento de alegría compartida era un recordatorio de que, mientras permaneciéramos unidos, no había obstáculo insuperable.

Y así, con corazones ligeros y espíritus elevados, cerramos este capítulo de nuestra historia, no solo como vencedores en la batalla, sino también como una familia y un equipo más fuertes y unidos que nunca. La alegría de este día sería un faro en los desafíos futuros, recordándonos siempre el poder de la esperanza, el valor y el amor inquebrantable que compartimos.

«Ecos Cósmicos: El Desafío de Terry»

En el corazón de Omegara, mi reino de estrellas, el castillo familiar bulle en calma mientras el sol de la mañana baña sus antiguas piedras. Mis hermanos y yo compartimos el desayuno en la cocina, un oasis de paz en un sábado donde el resto de la familia aún abraza los sueños o se sumerge en mundos a través de los LumiCom, esos maravillosos aparatos que traen hologramas vivientes a nuestras estancias, borrando las distancias luz que nos separan.

Mientras degusto mi té andromedano, la conversación toma un giro inesperado. Mis hermanos, con esa chispa de travesura en sus ojos, inician su juego.

– «¿Y bien, líder de expediciones nocturnas, a qué confín de la galaxia nos transportarás esta noche?» Rodrick lanza la pregunta con una sonrisa socarrona, su café en mano como si brindara por aventuras futuras.

Ashtar se suma, la expectativa brillando en sus ojos.

-«¿Volveremos al ‘GalaxSpa Hombres Estelares’? Aquella vez fue como tocar las estrellas, pero sin salir de la atmósfera.»

Ethan, siempre el más directo, ríe a carcajadas.

-«¡Oh, por las siete lunas de Zenthar! Necesitamos algo que supere incluso eso. Estoy seguro de que en tu repertorio de amigos excéntricos hay alguno capaz de ofrecernos una noche legendaria.»

-«¿Así que me han designado como su organizador de eventos intergalácticos, eh?» respondo, fingiendo indignación pero sin poder ocultar mi diversión. «¿Acaso mis talentos son solo para su entretenimiento?»

Rodrick se inclina hacia adelante, la mirada afilada pero el tono juguetón.

-«Vamos, sabes que disfrutas esto tanto como nosotros. Pero, claro, si tus servicios tienen precio, estamos dispuestos a negociar… con cosquillas si es necesario.»

La amenaza cuelga en el aire, una promesa de caos y risas. Conozco sus tácticas, cada uno con su especialidad en la guerra de persuasión fraternal. Ashtar con su mirada de cachorro, Ethan con su insistencia inquebrantable y Rodrick, el estratega, siempre listo para la confrontación física.

-«Sí, sí, capitularé ante la amenaza de cosquillas,» concedo entre risas, anticipando ya el ataque. «Permítanme consultar con mis contactos. Algo extraordinario encontraremos para esta noche.»

Los rostros de mis hermanos se iluminan, la promesa de una nueva aventura titilando en sus ojos como estrellas recién nacidas. «Por el bienestar de esta familia estelar, y mi propia cordura,» murmuro, ya marcando en mi LumiCom, buscando ese nuevo destino que supere incluso las expectativas de mis hermanos aventureros.

Ashtar intenta una vez más su mirada de cachorro desamparado. Con fingido fastidio, le lanzo una servilleta.

-«Ya basta con eso,» le digo, pero ambos sabemos que siempre cederé ante esos ojos.

La mañana avanza, entre planes y risas, en ese rincón de la galaxia donde el amor y la aventura se entretejen en la cotidianidad de la vida de los hermanos de Whittaker.

Mientras mis dedos danzaban sobre el LumiCom, intentando conectar con el círculo de conocidos que podrían garantizarnos una noche memorable, la puerta se abrió y una figura familiar irrumpió en la cocina.

-«¿Y bien, joven aventurero? ¿Qué destino nos aguarda esta noche?» La voz de mi tío Darius llenó la estancia, su presencia imponente y llena de curiosidad.

Giré, sorprendido, arqueando una ceja.

-«Pensé que esta era tu noche libre de vigilancias. ¿Acaso no tienes siempre un plan bajo la manga para los sábados?»

Darius se encogió de hombros, una sonrisa juguetona bailando en sus labios. -«Parece que hoy deseo cambiar la rutina. ¿Tan malo es querer pasar tiempo con mi familia favorita?»

– «Vamos, Darius, suelta la verdad,» – le insté, aún incrédulo. -«Eres el último que se quedaría sin planes. ¿Qué te ha pasado, el gran explorador nocturno se ha quedado sin mapas?»

Con una risa resignada, se rindió. – «Está bien, me has descubierto. Mis amigos están todos ocupados, y bien sabes que no disfruto de la soledad.»

Le sonreí, aún asombrado por su confesión. – «Bueno, parece que estás de suerte. Estoy en plena misión de encontrar algún lugar donde nos acojan esta noche. Algo me dice que mis ‘amigos excéntricos’, como los llama Rodrick, podrán ayudarnos.»

Su respuesta llegó cargada de sarcasmo. – «Oh, qué alegría, me uniré a la expedición de mi sobrino ‘inocente’. Seguro que jamás has pisado esos santuarios de relajación masculina.»

Nos reímos juntos, su comentario elevando el ánimo de la búsqueda.

– «Prepárate, tío. Esta noche promete ser una que ni el más experimentado de tus amigos querrá perderse.»

Entre bromas y retos, la mañana avanzó, tejiendo en su paso la promesa de una noche inolvidable. La familia, unida por la sorpresiva inclusión de Darius, se preparaba para embarcarse en una aventura que, sin duda, dejaría historias para recordar.

Finalmente, tras una búsqueda intensa, la luz al final del túnel apareció gracias a una llamada de Rigel.

-«No te preocupes, estoy más que feliz de recibirte a ti, tus hermanos y tu tío esta noche. Tu amistad significa mucho para mí, y no olvido que te debo la vida. Aunque, he de admitir, necesito un favor a cambio, uno que sé que no me negarás.»

Al escuchar su petición, no pude evitar suspirar, la familiaridad de la situación pesando sobre mis hombros.

-«Rigel, ¿qué has hecho esta vez?»- pregunté, mi tono teñido de exasperación. Desde nuestros días de estudio, Rigel ha sido una constante fuente de caos, su espíritu aventurero y emociones indomables siempre lo llevan a situaciones complicadas. Mi padre, aunque desconfía de esta amistad, nunca ha intervenido, convencido de que las pruebas que Rigel me presenta son beneficiosas para mi crecimiento y astucia.

– «Te contaré los detalles cuando llegues,»- fue su única respuesta.

A pesar de las advertencias y preocupaciones, no pude evitar sentir una chispa de emoción ante la promesa de una nueva aventura. Rigel, con todas sus imperfecciones, siempre ha sabido cómo transformar un día ordinario en una odisea inolvidable. Y así, con un suspiro resignado pero expectante, acepté su invitación, preparándome para lo que fuera que esta noche nos deparara.

Con la promesa de una velada llena de diversión y, sin duda, algún desafío cortesía de Rigel, regresé a mis hermanos y tío, la anticipación burbujeando entre nosotros. La aventura nos llamaba, y sabíamos que, sin importar lo que nos esperase, enfrentaríamos juntos lo que viniera, enredados en la complicada pero inquebrantable red de amistad y familia.

La noche había envuelto a Voluptar en su manto estrellado, y el «Club Galaxia de Caballeros» se erigía como un faro de indulgencia en este planeta de climas mediterráneos y tentaciones sin fin. Mis hermanos y mi tío Darius estaban hechizados por la vista panorámica de las hectáreas de diversión que se desplegaban ante ellos, mientras yo me adentraba en las profundidades del edificio de Rigel para una conversación más íntima.

La sobriedad del salón en el que nos encontramos contrastaba fuertemente con la extravagancia exterior.

– «¿Qué misterios esconde este lugar tan apartado de tu usual exuberancia?» le pregunté, una sonrisa juguetona en mis labios.

Rigel, con una mirada seria y un tono inusualmente sombrío, compartió la razón de su preocupación.

-«Este es mi refugio para la reflexión, un lugar donde puedo encontrar claridad lejos del caos. Pero ahora, más que nunca, necesito esa claridad. Mi prima, aquella que siempre ha estado a mi lado, se encuentra en un peligro inminente. Se ha enredado con el hombre equivocado, uno que ha desatado la furia de criminales peligrosos. Y ahora, ella es quien paga las consecuencias de sus acciones.»

La historia de su prima resonó con urgencia en el aire. – «Ella es como una hermana para mí, y ahora está atrapada en una red de la que solo nosotros podemos liberarla. Necesito tu ayuda, amigo. Tu ingenio y valentía son lo único que se interpone entre ella y un destino que no se atreve ni a nombrar.»

El peso de su petición cayó sobre mí como una losa. La diversión y el jolgorio que había anticipado para esa noche se evaporaron, reemplazados por un sentido del deber que no podía ignorar. Rigel, mi amigo de tantas aventuras, estaba en apuros, y su familia necesitaba de nuestra intervención.

-«Considéralo hecho,» le aseguré, la determinación afilando mis palabras.

-«No permitiremos que le pase nada a tu prima. Juntos, enfrentaremos a estos criminales y traeremos a tu prima de vuelta a salvo.»

Así, lo que había comenzado como una noche de desenfreno en el «Club Galaxia de Caballeros» se transformó en el preludio de una misión de rescate. Con la promesa de acción y peligro acechando en el horizonte, sabíamos que lo que nos esperaba sería una prueba de nuestra astucia, valor y la inquebrantable fuerza de nuestra amistad. Envueltos en un manto de oscuridad que impedía ver más allá de nuestros propios pasos, Rigel y yo avanzábamos con determinación por un pasillo estrecho, envueltos en un hedor casi palpable de moho y descomposición. En nuestros bolsillos reposaba el BioView, una maravilla tecnológica capaz de desentrañar la biología de cualquier ser vivo hasta el más mínimo detalle, desde su ADN hasta su metabolismo, aunque en aquel momento permanecía inútil ante la necesidad de discreción.

Después de un periplo que pareció eterno, casi dos horas después, dimos con una entrada oculta que nos condujo directamente al corazón de la fortaleza enemiga. Era aquí donde Sira, la prima de Rigel, estaba cautiva. Con el BioView en mano, localizamos su celda exacta a 40 grados de nuestra posición actual. Nos equipamos con gafas de visión nocturna y procedimos a navegar por los laberínticos pasillos de la fortaleza. Nos topamos con dos guardias, pero Rigel, con una mezcla de sigilo y eficacia, neutralizó la amenaza sin emitir más sonido que el susurro de las sombras.

Al llegar a la celda de Sira, nos enfrentamos al reto de un candado digital con lector de iris. Rigel, visiblemente preocupado, cuestionó cómo podríamos sortear tal obstáculo sin el iris adecuado o el código de acceso.

Con una sonrisa, saqué de mi bolsillo un pequeño dispositivo capaz de hackear y simular un iris de manera holográfica, tan convincente que parecía real. Rigel, impresionado, quiso saber su procedencia.

«Una ‘muestra gratis’ de mi hermano Ashtar,» confesé con una sonrisa, «todavía no sabe que lo tomé, así que mantengámoslo entre nosotros. Si se entera, me hará un escándalo. A él no le gusta que toquen sus inventos, aunque no tenga problemas en experimentar con los míos.»

Rigel lanzó una carcajada y replicó, «Sé lo que es vivir con un genio; después de todo, he compartido contigo suficientes aventuras.»

«Gracioso,» respondí, enfocándome en el candado. «Ahora, déjame hacer lo mío antes de que nos descubran.»

Con habilidad, coloqué el dispositivo frente al lector de iris. En segundos, la cerradura digital cedió, abriendo el camino a la libertad de Sira y añadiendo otro éxito a nuestra inesperada aventura.

Al franquear la puerta de la celda, nos topamos con una escena inesperada. Sira, con un aire de resolución feroz, estaba agazapada detrás de una pared, empuñando un rudimentario palo de madera como única defensa. La voz de Rigel resonó en el silencio, cargada de alivio y urgencia.

«Sira,» exclamó, «soy yo, tu primo. Debemos irnos de aquí antes de que nos encuentren.» Extendió su mano hacia ella, un gesto de seguridad y familiaridad en medio del caos. Mientras tanto, me adelanté para asegurar el camino, echando un vistazo al pasillo. La costa estaba clara, ningún guardia a la vista. Señal para avanzar.

Nuestro regreso fue una odisea de sigilo y precaución. Pegados a las paredes y camuflados por las sombras, nos desplazamos con la máxima discreción para evadir las omnipresentes cámaras de seguridad y los esporádicos patrullajes de los guardias. Finalmente, alcanzamos la bodega sin incidentes. Nos ocultamos detrás de unas cajas justo a tiempo, mientras dos guardias entraban en busca de algo entre unas mantas ocultas. Esperamos, conteniendo el aliento, hasta que se marcharon.

Fue entonces cuando revelé mi plan de escape. «Ahora voy a abrir el portal para salir de este lugar,» anuncié. Rigel, con una mirada de entendimiento y confianza, asintió. Concentré mi energía, gestualizando con las manos para tejer la magia necesaria. Ante nosotros, el aire vibró y se rasgó, revelando un portal que sería nuestra vía de escape.

Insté a Rigel y a Sira a atravesarlo primero. Antes de seguirlos, lancé una última mirada alrededor, asegurándome de que no hubiera testigos. Satisfecho, me sumergí en el portal, que se selló detrás de nosotros con un silencio definitivo, borrando cualquier indicio energético de nuestra presencia y dejando atrás la fortaleza enemiga sin dejar rastro alguno.

Con el portal cerrándose suavemente detrás de nosotros, nos encontramos en la habitación de Rigel, un espacio que reflejaba su naturaleza metódica y serena. A pesar de la tensión recién disipada, un aire de determinación persistía entre nosotros. La urgencia de nuestra misión no había mermado; en cambio, nos encontramos tejiendo planes para poner fin a la amenaza que había oscurecido la vida de Sira.

La solución se cristalizó en una estrategia audaz: capturar a Bolasco, la ex pareja de Sira que la había abandonado sin remordimientos a pesar de su amor y sacrificio por él. Era evidente que este hombre era la clave para liberar a Sira del acoso de la mafia de una vez por todas.

«Deja esto en mis manos,» les aseguré, «localizaré a este hombre a través de una búsqueda psíquica, escaneando su energía. Solo necesito un espacio tranquilo y silencioso.»

Rigel, comprendiendo la importancia del momento, me guió a un cuarto aparte, más pequeño y envuelto en sombras, ideal para la concentración necesaria. Con la foto de Bolasco y su peine personal, elementos vinculados íntimamente a él, me senté en posición de loto y comencé mi búsqueda a través del tejido del cosmos, planeta por planeta.

Finalmente, mi percepción se afinó sobre un pequeño planeta de aire seco, donde Bolasco se escondía, ajeno a que su breve idilio de libertad estaba por terminar. Regresé al lado de mis compañeros, la ubicación de Bolasco grabada en mi mente.

«Lo he encontrado,» anuncié, emergiendo del cuarto de concentración. Rigel, con una determinación férrea, afirmó que era momento de actuar.

Ante nosotros yacía un desafío colosal: enfrentar a una mafia con tentáculos extendidos a lo largo de múltiples planetas, una organización intocable por sus conexiones con lo más alto del poder. Sin embargo, la captura de Bolasco representaba una oportunidad única, una vía para acorralar a la mafia y, en última instancia, liberar a Sira de su alcance. Con el plan trazado y la ubicación de nuestro objetivo en mano, nos preparamos para el siguiente capítulo de nuestra cruzada, armados con la certeza de que, contra todo pronóstico, la justicia prevalecería.

Armados con determinación y la ubicación precisa de Bolasco, nos dispusimos a planificar el siguiente paso de nuestra misión. La captura de este individuo no solo era crucial para desmantelar la persecución mafiosa contra Sira, sino también representaba una oportunidad para desestabilizar una fracción de su red criminal. Sabíamos que el tiempo era esencial, y cualquier retraso podría significar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Antes de partir, nos equipamos con todo lo necesario para enfrentar los imprevistos de una misión interplanetaria. Rigel, con su conocimiento en tecnología avanzada, preparó un conjunto de dispositivos que nos ayudarían en nuestra tarea, incluyendo un localizador cuántico para asegurar nuestra llegada exacta al escondite de Bolasco y un conjunto de inhibidores de señal para evitar que pudiese alertar a sus asociados de nuestra presencia.

Mientras tanto, Sira, fortalecida por el deseo de poner fin a su tormento y con un nuevo sentido de propósito, se encargó de reunir información crítica sobre las operaciones de la mafia que pudiese ser utilizada como moneda de cambio o para debilitar aún más su estructura desde dentro.

Con todo preparado, activamos el dispositivo de salto cuántico que Rigel había ajustado con las coordenadas exactas del planeta donde Bolasco se escondía. La transición fue inmediata, transportándonos a través del vasto espacio interestelar hasta el árido y solitario planeta que ahora servía de refugio al traidor.

Al llegar, nos encontramos en un paisaje desolado, marcado por la sequedad y la soledad, un espejo del alma vacía de Bolasco. La búsqueda no tardó en dar frutos; gracias al localizador cuántico y al escaneo psíquico previo, ubicamos su escondite, una estructura rudimentaria esculpida en la roca del desértico planeta.

Nos aproximamos con cautela, cada paso calculado para no alertar a nuestro objetivo de nuestra presencia. Rigel y yo tomamos posiciones estratégicas, mientras Sira, usando un dispositivo de camuflaje, se acercó a la entrada para asegurar un elemento sorpresa.

El momento de la verdad llegó sin previo aviso. Bolasco, confiado en su aislamiento, no esperaba visitantes. Aprovechando el factor sorpresa, Sira lo confrontó, su voz firme y llena de una resolución inquebrantable. Rigel y yo irrumpimos en el momento oportuno, asegurándonos de que no tuviese oportunidad de escapar o resistirse. Con Bolasco finalmente en nuestro poder, iniciamos el viaje de regreso, no solo con la satisfacción de haber capturado al traidor, sino también con la esperanza de que este acto marcase el comienzo del fin de la persecución mafiosa contra Sira. La información recopilada por Sira, combinada con la entrega de Bolasco, prometía ser un golpe significativo contra la mafia, un paso hacia la paz y seguridad que tanto anhelaba.

La misión había sido un éxito, pero éramos plenamente conscientes de que la lucha contra una organización tan arraigada y poderosa estaba lejos de terminar. Sin embargo, aquel día, regresamos no solo con un enemigo capturado, sino también con un renovado sentido de esperanza y unidad, decididos a enfrentar juntos cualquier desafío que el futuro nos deparase.

Después de una misión tan intensa y agotadora, la quietud que reinaba en la casa, contrastando con el cansancio y la tensión que aún palpitaban en mis venas, era casi irreal. Mientras mis hermanos y mi tío Darius dormían plácidamente tras una velada de celebración, el peso del agotamiento me envolvía, tanto físico como psíquico, tras nuestro enfrentamiento y captura de Bolasco.

Rigel, observando mi estado, no tardó en intervenir con una propuesta que era música para mis oídos.

«Escucha, amigo, te mereces un descanso,» comenzó Rigel, su voz impregnada de una mezcla de preocupación y entusiasmo. «Tengo algo especial reservado para ti.»

Mirándolo con cansancio, intenté bromear a pesar de la fatiga. «Más te vale que así sea, amigo. Estoy al borde del colapso.»

Su sonrisa se ensanchó, y asintió con confianza. «Oh, lo es. Prepárate para experimentar lo mejor de mi spa y centro recreativo. Sabes que siempre puedes contar conmigo para esto.»

Asentí, la promesa de un descanso reparador empezando a disipar la niebla de fatiga. «En este momento, lo único que deseo es algo sustancioso para comer. Y rápido. Sabes cómo me pongo cuando el hambre aprieta.»

Rigel soltó una carcajada. «¡Oh, lo sé muy bien! Y no, definitivamente no quiero a un monstruo hambriento suelto en mi resort.» Acto seguido, pulsó un botón en su comunicador y empezó a dar órdenes rápidas y precisas a su asistente. «Por favor, asegúrate de que se le atienda con todos los honores. Y que la comida sea de primera, ¡rápido!»

Mientras él organizaba mi bienvenida, me deshice de mis ropas de viaje, cansadas y sucias por la aventura. Rigel, siempre atento, había previsto incluso este detalle. «Ya te he preparado algo de ropa. Nada ostentoso, claro. Conozco tu estilo,» dijo, guiándome hacia una sorpresa adicional que había olvidado mencionar.

«Y antes de que te pongas eso, he organizado algo para asegurar que te sientas completamente renovado.» Con un gesto, Rigel abrió la puerta hacia un baño lujosamente equipado, donde el vapor suave ya llenaba el aire, prometiendo calidez y relajación. «Un baño te esperaba, y no estarás solo. He pedido a unas doncellas especializadas en técnicas de relajación y limpieza profunda que te asistan.»

Al entrar, dos doncellas me recibieron con una reverencia cortés. Su presencia, lejos de ser intrusiva, emanaba profesionalismo y una calma tranquilizadora. Con eficiencia y respeto, me guiaron hacia una amplia bañera de piedra, cuyas aguas cálidas y burbujeantes invitaban a sumergirse sin reservas.

Mientras me ayudaban a lavar las marcas del viaje, sus manos expertas trabajaban con aceites aromáticos y sales minerales, masajeando la tensión acumulada y revitalizando cada músculo cansado. La combinación de calor, aromas, y el cuidado meticuloso de las doncellas obraba milagros, disolviendo el peso del cansancio y dejándome en un estado de relajación profunda.

«Gracias, realmente esto era justo lo que necesitaba,» les dije a las doncellas, agradecido por su habilidad para transformar mi agotamiento en bienestar. Ellas, con una sonrisa, simplemente continuaron su trabajo, asegurando que cada momento en el baño fuera una experiencia rejuvenecedora.

Al salir del baño, me sentí como una persona completamente nueva, libre del polvo y las tensiones de nuestra misión. La ropa limpia y fresca que Rigel había preparado me esperaba, y al vestirme, la sensación de renovación se completó. El cuidado y la consideración de Rigel, sumado a la eficacia y gentileza de las doncellas, habían obrado juntos para devolverme a un estado de equilibrio y paz.

«Rigel, esto ha sido increíble,» le dije, encontrándolo después de mi experiencia transformadora en el baño. «Realmente sabes cómo cuidar de tus amigos.»

Con una sonrisa de satisfacción, Rigel asintió.

«Solo la excelencia para mi mejor amigo. Ahora, vamos. Tu festín te espera, y después, te aguarda aún más descanso.»

Con un suspiro de alivio, acepté la ropa que me ofrecía: unos jeans y una polera que encajaban perfectamente con mi preferencia por lo cómodo y semi formal.

«Gracias, Rigel. Realmente, ¿qué haría sin ti?» dije, sintiéndome ya un poco más humano.

«Probablemente morir de hambre o vestirte como un ermitaño,» bromeó él, guiñándome un ojo. «Ahora, vamos. Tu festín te espera, y después, el descanso que tanto necesitas.»

Con una sonrisa de satisfacción, Rigel asintió. «Solo la excelencia para mi mejor amigo. Ahora, vamos. Tu festín te espera, y después, te aguarda aún más descanso.»

Así, entre el calor de la amistad y las promesas de nuevas aventuras, nos dirigimos hacia el comedor, donde un banquete digno de reyes ya estaba siendo servido. Cada bocado parecía borrar las huellas del cansancio y cada risa compartida tejía hilos más fuertes en el vínculo inquebrantable que nos unía.

Pero mientras la noche avanzaba y las estrellas titilaban en el firmamento, una sensación de anticipación se asentaba en mi corazón. La captura de Bolasco y el desmantelamiento de una fracción de la mafia sideriana era solo el principio. La galaxia estaba llena de misterios por resolver, peligros por enfrentar y justicia por impartir.

«¿Qué nos deparará el futuro, Rigel?» pregunté, contemplando el cielo nocturno a través de la amplia ventana del comedor.

Con una mirada que reflejaba tanto determinación como el destello de nuevas aventuras, Rigel respondió, «Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntos. Y te aseguro, será extraordinario.»

A medida que seguía a Rigel hacia un merecido descanso, la calidez de la amistad y el cuidado que me rodeaba me llenaban de una profunda gratitud. En un universo a menudo hostil y despiadado, momentos como estos eran un recordatorio de la luz que podíamos encontrar en la conexión y el apoyo mutuo.

Y así, mientras la luna ascendía, marcando el fin de un capítulo y el umbral de incontables historias por venir, sabía que cada desafío, cada victoria, nos acercaba más a nuestro destino.

Y ahora, querido lector, te extiendo la invitación a continuar junto a nosotros en esta jornada. La historia de Terry Whittaker, su familia, y sus amigos está lejos de concluir. Juntos, nos embarcaremos en una odisea a través de los confines más remotos del universo, desvelaremos misterios ancestrales y enfrentaremos amenazas que desafían nuestra existencia. Acompáñanos en el próximo capítulo de esta epopeya galáctica, donde el destino de Zenith y la seguridad del universo penden de un hilo.

La historia aún no ha terminado. La saga de los Whittaker y sus aliados se extiende hacia el horizonte, lleno de promesas, desafíos y, sobre todo, esperanza. Acompáñanos en esta continua lucha por la paz y la justicia en el vasto universo que Terry Whittaker ha jurado proteger.

Capítulo 4: Revelaciones en Zenith

Al despertar este lunes, inicio de una nueva semana, me encuentro en Zenith, el planeta tecnológico-híbrido que concebí. Ser el sumo sacerdote militar más destacado de mi generación, dotado de magia y poder psiónico, me permitió crearlo sin mayor esfuerzo. Sin embargo, el verdadero núcleo de mi poder no deriva de mis habilidades, sino de una gema incrustada en mi ser. La historia de cómo esta gema llegó a mí es tan fascinante como compleja, y aunque pueda parecer sencillo de explicar, su entendimiento es otra historia.

Permítanme llevarlos atrás en el tiempo, antes del nacimiento de mis hermanos Ethan y Rodrick, y recordarles que Ashtar es adoptado. Existía ya una gema conocida como Gema Ætheris, una poderosa fusión de elementos que la convirtió en una supergema con la capacidad de manipular el tiempo, el espacio, la mente, la realidad, el alma y, por supuesto, el inmenso poder que todo esto conlleva. Esta gema hacía de cualquier portador el ser más temido, poderoso y envidiado.

Mi padre tenía la responsabilidad de custodiar la Gema Ætheris, un secreto poco conocido es que la gema poseía pensamiento y personalidad propios. Se había formado hace millones de años, permaneciendo siempre en el mismo lugar: una cueva cerca de un volcán inactivo, cuya actividad cesó con la creación de la gema. Los científicos de nuestra época sugieren que su presencia alteró el entorno de maneras inimaginables. Cuando los humanos finalmente la descubrieron, su codicia despertó un esfuerzo interplanetario para protegerla, formando un equipo de guardias personales entre los que se encontraba mi padre.

La Gema Ætheris se sintió particularmente atraída por mi padre, no solo por su deber como guardián, sino por su alma. A diferencia de los demás, que traían juegos y distracciones para soportar la soledad de su vigilia, mi padre prefería la compañía de libros. La gema comenzó a interactuar con él durante estas lecturas, una comunicación única que rompió el aislamiento de ambos.

La soledad puede llevar a la locura, como les sucedió a varios guardias antes que él, pero mi padre encontró en Ætheris una compañera inesperada. Mantenía su mente enfocada en el presente, conversando con la gema, hasta que un día, Ætheris aprendió a hablar el idioma de los humanos y respondió. Pueden imaginar la sorpresa de mi padre al oír por primera vez la voz de la gema en su mente, una experiencia que lo dejó tambaleándose entre la incredulidad y el asombro.

—¿Quién está ahí? —preguntó, temeroso de estar perdiendo la razón.

La revelación de la Gema Ætheris marcó el inicio de una serie de diálogos que iluminarían su propósito primordial, un propósito destinado a transformar no solo la existencia de mi padre, sino el destino de todos los implicados en esta historia. El relato de cómo esta gema se integró a mi ser es un viaje apasionante, apenas al borde de ser narrado.

En un instante de confusión y asombro, mi padre desafiaba la realidad de su solitaria vigilia:

—¿Quién está ahí? —inquirió, su voz resonando en la vacuidad de la cueva, mientras se levantaba precipitadamente, su mano instintivamente buscando su arma para asegurarse de que el perímetro seguía seguro. Al no encontrar a nadie, una voz familiar, pero inesperada, rompió el silencio:

—Hola, estoy aquí —respondió Ætheris, con una serenidad que contrastaba con la tensión del momento.

Convencido de estar siendo víctima de una broma, mi padre expresó su frustración:

—Basta ya, la broma ha sido buena, pero es hora de terminarla —dijo, la irritación evidente en su voz.

Sin embargo, Ætheris, percibiendo la molestia de su guardián, decidió revelarse de una forma inédita, tomando la forma humana de mi padre. Una luz cegadora precedió este acto, y al recuperar la vista, mi padre se encontró frente a frente consigo mismo, dejándolo desconcertado:

—¿Qué diablos es esto? Esta broma ha ido demasiado lejos —exclamó, aún sin comprender la magnitud de lo que ocurría.

—¿No te agrada esta forma? Puedo cambiar si lo deseas. Solo imagina otra, y la crearé —ofreció Ætheris, mostrando su capacidad de manipular la realidad a su antojo.

—Espera, ¿cómo es esto posible? —preguntó mi padre, su curiosidad superando el inicial desconcierto. Su mirada buscó la gema, pero ya no ocupaba su lugar habitual en la cueva. La realización lo golpeó:

—¿Eres tú… Ætheris?

—Sí —confirmó la entidad, adoptando la voz y la forma de mi padre—. Tengo el poder de recrear cualquier imagen que concibas.

La asombrosa revelación dejó a mi padre maravillado, tocando la imagen que tenía delante para confirmar su realidad. Ætheris, por su parte, disfrutaba la genuina sorpresa de mi padre, quien, fascinado, comenzó a comprender la profundidad de su conexión.

—Entonces, podemos hablar de cualquier cosa. Me interesa saber más sobre tu mundo. Ha sido una eternidad de soledad desde mi creación, y la llegada de los humanos ha sido un cambio bienvenido, aunque no todos me han agradado como tú —confesó Ætheris, explicando su reluctancia previa a interactuar con otros guardianes debido a sus oscuras intenciones.

Este intercambio fue el comienzo de una relación única entre mi padre y Ætheris, una que desvelaría secretos del universo y alteraría el curso de nuestra historia. La conexión entre un ser de poder inimaginable y un simple guardián humano reveló la existencia de una misión más grande, una que eventualmente me involucraría de maneras que nunca imaginé.

En medio de su sorpresa, Francisco Javier reflexionó en voz alta, maravillado por la profundidad de la conversación con la Gema Ætheris:

  • —¿Y acaso soy diferente a los demás, que has decidido hablar conmigo? —se preguntó, su voz cargada de una mezcla de incredulidad y curiosidad.
  • —La razón por la que estoy aquí contigo es simple: aún no has descubierto todo lo que eres capaz de ser. Estás en el umbral de un camino que te llevará a descubrir el verdadero potencial dentro de ti, un potencial mucho más grande de lo que imaginas —respondió Ætheris con una serenidad que inspiraba confianza.
  • —¿De verdad lo crees? —preguntó Francisco Javier, su duda inicial empezando a ceder ante la convicción de Ætheris.
  • —Sí, y más que creerlo, lo he visto en tu futuro. Tienes un destino que supera con creces el de tus compañeros —aseguró Ætheris, revelando su capacidad de ver más allá del presente.
  • —¿Puedes ver el futuro? —la sorpresa en la voz de Francisco Javier era palpable.
  • —Mi capacidad no se limita solo a prever el futuro. Puedo alterar la realidad a mi antojo, leer las mentes, percibir el alma de los seres, manipular el tiempo y crear vida. Mi poder abarca más de lo que puedes imaginar —explicó Ætheris, delineando el alcance de su poder.
  • —¡Es fantástico! —exclamó Francisco Javier, su asombro y admiración evidentes, como si hubiera descubierto un nuevo mundo lleno de posibilidades.
  • —Ha llegado el momento de dejar esta cueva. Deseo explorar el universo, aprender y cumplir con la misión que me fue encomendada —proclamó Ætheris, su determinación resonando en el espacio confinado de la cueva.
  • —¿Y cuál es esa misión que debes cumplir en el universo? —inquirió Francisco Javier, su curiosidad despertada por la magnitud de la declaración de Ætheris.
  • —Mi propósito es proteger y custodiar el universo. Fui creada antes de la formación de planetas y estrellas con ese fin, dotada de energía psiónica, una fuerza que me permite influir en la realidad a través del poder mental y psíquico, otorgándome un poder sin igual —explicó Ætheris con una solemnidad que enfatizaba la importancia de su tarea.
  • La revelación dejó a Francisco Javier maravillado, perdido en pensamientos sobre los innumerables mundos y experiencias que Ætheris podría explorar. Sin embargo, una preocupación emergió:

—Pero salir de aquí podría ser problemático. Eres una gema de incalculable poder, y muchos no comprenderán tu capacidad de moverte libremente. Podrían pensar que has sido robada o, peor aún, que yo soy el ladrón —comentó, consciente de las implicaciones de semejante percepción.

La conversación entre Francisco Javier y Ætheris no solo revelaba la naturaleza excepcional de la gema, sino que también abría un horizonte de posibilidades y desafíos que ambos enfrentarían juntos, marcando el inicio de una aventura que trascendería los confines de su mundo conocido.

La conversación entre Francisco Javier y la Gema Ætheris tomó un giro inesperado cuando Ætheris sugirió una solución drástica para evitar que otros se apoderaran de su poder:

—Es cierto, los humanos desean mi poder y harían cualquier cosa para obtenerlo. Una opción sería hacer estallar la cueva para eliminar el problema de raíz.

Francisco Javier, alarmado ante la idea, no pudo evitar exclamar:

—¡Estallar la cueva!

—No te preocupes, no lo haría mientras estés dentro. Además, tengo planes para ti —dijo Ætheris, mirándolo con una intensidad que transmitía tanto serenidad como determinación.

Intrigado por lo que Ætheris podría tener planeado para alguien como él, Francisco Javier preguntó con humildad:

—¿Podrías compartir tus planes conmigo?

—No hay necesidad de humillarse. No temas, tengo en mente grandes cosas. Primero, debemos abandonar este lugar. Haré parecer que el planeta ha explotado, lo que te dejará «oficialmente» muerto y desaparecido. Luego, nos dirigiremos a un planeta lejano en la galaxia para comenzar una nueva vida juntos. Me dividiré en tres partes para disminuir la percepción de mi poder entre los humanos, creando tres cuerpos físicos. Serás mi padre, y te proporcionaré una familia, conocimientos infinitos sobre magia y estrategias militares, además de bienes materiales para asegurar un hogar estable donde podamos crecer y fortalecernos —explicó Ætheris con un tono que mezclaba la promesa de aventura con el peso de la responsabilidad.

Francisco Javier, considerando la magnitud de la propuesta, pidió:

—¿Podría traer a dos personas más conmigo?

—¿Quiénes son para ti estas personas? —inquirió Ætheris.

—Mi hermano y mi primo. Son fuertes, inteligentes, y nos serán de gran ayuda —respondió, esperanzado.

—Está bien, tráelos. Haré que la humanidad olvide nuestra existencia para evitar persecuciones —accedió Ætheris.

Con ese acuerdo, tres semanas después, el plan se llevó a cabo. El planeta «explotó» como Ætheris había planeado, borrando todo recuerdo de su existencia y la de los tres hombres. La gema se dividió en tres partes, dando lugar a tres niños, cada uno con una gema en su interior. La gema central, la más poderosa y que residía en mí, tenía la tarea de reunir a las demás. Nuestro padre recibió de Ætheris Cristaros, la moneda universalmente aceptada en el espacio exterior, para comenzar una nueva vida en un planeta distante, elegido por él. Estos Cristaros, con su capacidad de almacenar energía cuántica y su sistema de registro de transacciones, garantizarían nuestra estabilidad económica y seguridad en cualquier parte de la galaxia. Nos fue dada una madre y comenzamos a vivir como una familia feliz.

Cada uno de nosotros heredó aspectos de la personalidad de Ætheris. En mi caso, parecía haber heredado la parte más rebelde y oscura, lo que me convertía en la oveja negra de la familia, el «rebelde sin causa», según las palabras de mi padre. Mis travesuras y rebeldía a menudo lo desafiaban, pero bajo esa superficie, estábamos unidos por un propósito común y un destino extraordinario, tejiendo juntos el tapiz de nuestra nueva vida, ahora facilitada por los Cristaros, que nos permitirían interactuar y prosperar en el vasto universo. La posesión de estos Cristaros no solo aseguraba nuestra estabilidad económica, sino que también nos otorgaba una posición social alta dentro de la sociedad intergaláctica. Este estatus privilegiado nos abría puertas en múltiples esferas, desde círculos comerciales hasta académicos, permitiéndonos acceder a recursos, conocimientos y conexiones que de otro modo habrían sido inaccesibles. La influencia y el respeto que los Cristaros conferían eran evidentes en cada interacción, asegurando que nuestra familia no solo se adaptara, sino que también prosperara en nuestro nuevo entorno, estableciendo una base sólida para el cumplimiento de nuestra misión y el crecimiento personal y colectivo.

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