Pizarra negra de frente, tiza blanca en una mano,
con el borrador en la otra, escribo
A un lado, aparto por fin los colores de un pavo real,
henchido, seguro, ciego a la existencia de otros pájaros
Soy pega ahora,
cuestionado corazón de algodón entre rejas negras,
de alas alargadas como capa,
de andar, el de una comba entre flores,
Una urraca inconsistente,
de voz ondulante tejida de olas en movimiento continuo,
Desde una rama, mi canto a la realidad imperfecta,
a la razón de la noche herida, a su grito eterno, aniñado
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