Se me cayo una palabra desde un ojo.

A vos te sorprendió y la levantaste.

-Mirá, te está pasando lo mismo.

-Ah, si. Es normal.

No era normal. Era la segunda vez, pero vos estuviste presente las dos veces.

-La podemos poner en agua a ver si brota.

Debian ser las dos de la mañana de un martes. Yo en ese tiempo vivía en una casa con amigos. Teníamos tres cuartos, uno para cada uno. Esa noche los tres estaban llenos y decidimos tomar cerveza en el patio. El patio era de baldosas con muchas plantas y un tronco hueco recogido de la calle donde entrabamos los dos sentados en indio mirándonos de frente. Puse a Chavela en el teléfono, me encantaba escuchar música a esas horas.

-Yo también te amo ¿Sabés?

No te conteste, sentí que podía aparentar grandeza. Estiré la espalda y un “hola” broto de un dedo. Me leíste la mano y eran solo palabras de amor.

“Sos hermosa”                                                         “¿Y si nos acercamos?

                                     “Quedate a dormir”                                                       “Abrazame”

“Te             extraño              ”                                                  “Besa                                        me”

          “Me                      ha          ces c  o       s      qui                               l las”

Tu lengua siempre me hizo cosquillas cuando me besas los dedos. Siento tu lengua en cada yema.

La lengua es un músculo raro. La tuya es larga y rasposa. Me gusta cuando la sacás porque es larga y termina en punta la lengua tuya y no mía. Eso             

                                hay rincón de mi cuerpo que no hayas lamido, y yo te dejé siempre.

me excita. No

-Estoy contenta de que me hayas invitado. Blup.

-Y ahora va a llover. Es muy lindo cuando llueve.

Llovió a fuerza de mi deseo.

Te empecé a escribir una pierna. Las gotas golpeando el tronco parecían hablar de nosotros. Nuestros tambores de pasado.

Tum Tum Tum Tic tic Tum

Salí del tronco y me desnudé en la lluvia, me acompañaste.                                         Bailamos desnudos.

Estoy seguro de que mis ojos escupían palabras que no se veían entre tanta agua, pero vos sabías que yo goteaba. Era una gran gotera de letras a

                                            comodadas entre aguas que te avisaban de mi, te contaban cosas que no cuento.

Me agarraste sin aviso, como jugando. 

                                         El agua me inflo el cuerpo y parecía una

                                                                                                           oruga.

Me agarraste y te penetraste la boca, jugando, sin sexo. 

                           Me contaste una parte grande de tu historia entre las bocanadas de mi cuerpo. Supe esa noche que venias del sur SUR, que te gustaba el chocolate con sal SAL, y que no entonabas ninguna canción AUCH.

Nos recostamos en el piso y rodamos. Te abrace dormidos y me diste tu pie que durmió junto al mío.

A la mañana te fuiste y te despedí como siempre.

Cuando volví al patio era una jungla en flor. Cada pétalo guardaba una frase, larga y en punta como tu lengua.

Recogí algunas flores y las puse en una botella con agua donde hubo salsa de tomate.

Contento lo lleve a mi cuarto que ya estaba vacío y deje en la cornisa de la ventana que mira la calle.

De mis ojos caen palabras cada vez que bebo de aquel florero.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS