Apuntes para mi funeral (escritos ad portas de mis 30 años)

Apuntes para mi funeral (escritos ad portas de mis 30 años)

Anhedonia

13/01/2024

Apuntes para mi funeral

En un lugar solemne y elegante se reúne la audiencia de esta obra de teatro que hoy convoca a sus principales actores y actrices, secundarios y protagónicos, para montar esta función cúlmine. Se cierran las cortinas de esta vida y espero que, tal como transcurrió, sea un final dramático y escandaloso, pero al margen de todo esquema tradicional y cristiano.

¿El lugar? La iglesia anglicana de Valparaíso que está ubicada en el Cerro Concepción. Alto ahí: que por favor no se piense que por motivos relacionados al credo y al cristianismo. Simplemente para aprovechar su inusual infraestructura, el cerro -tremendamente significativo para la vida que ese día se estará despidiendo- y, sin lugar a dudas, por los enormes órganos e instrumentos musicales que alberga ese templo.

Tampoco es casualidad que este sea el lugar escogido. El aura de herejía que rodea al anglicanismo para los católicos promedios le agrega ese sazón que tanto me gusta: la polémica. Me gustaría saber qué pensarán mis tíos, abuela y mamá al enterarse que no podrán hacer la despedida final de la hija, nieta y sobrina primogénita (en quien, ingenuamente, depositaron las esperanzas de una descendencia decente, recatada, servicial y amable) en el Hogar de Cristo, el patio trasero de la casa de mi abuela (en realidad la casa de mi abuela es el patio trasero de esa inusual estructura, demasiado grande y bien cuidada para estar ubicada en medio de la marginalidad y densidad estaciocentralina).

Debo reconocer, de todas formas, que habría sido entretenido que pasearan mi cuerpo fallecido sobre la famosísima camioneta verde del Padre Hurtado por los barrios que me vieron crecer. Si, mamá, la camioneta verde. Ese mismo vehículo que dibujé para el colegio en cuarto básico y por el que te burlaste tantos años por lo “divertido” que me quedó, cuando nunca tuvo el afán de ser una entretención para ti.

¿Los invitados? Toda la gente que conocí en vida y que significaron algo en la misma. Dicho de manera más simple: quienes estén invitados lo sabrán de antemano, solo necesito que se hagan la siguiente pregunta: ¿compartimos risas y/o llantos honestos en vida? Si la respuesta es si, adelante, por favor. Si la respuesta es no, que sigan su camino.

Por favor, que no se asuma que porque hay gente con la que compartimos apellidos, son bienvenidos y bienvenidas en este espacio. La pregunta anterior aplica para todos/as. 

El cronograma será el siguiente:

La cita será a las 09.00 pm en el lugar. Siempre me gustó más el día que la noche, y el día de mi despedida no será distinto.

El código de vestimenta será de negro, por supuesto, mismo código que rigió mi vida. Recomiendo inspirarse en American Horror Story: Coven.

Las flores están permitidas, por supuesto, pero en ningún caso bajo el formato corona. Se agradecerá desde el plano donde me encuentre a quienes lleven hortensias -idealmente azules, en ningún caso rosadas-, lilium, clepias y obviamente, plantas en general, pero vivas y fuertes. En ningún caso despojadas de sus suelos fértiles exclusivamente para esta ocasión. Ya tendremos suficiente materia orgánica muerta para entonces, ¿de verdad quieren acumular más?. 

Quiero que mi ataúd esté completamente cubierto por enredaderas de toda la gama de verdes posible, y coloreado por hermosas hojas de buganvilia color salmón y amarillo ocre. Una vez que finalice el evento, agradeceré que se repartan todas las plantas y las cuiden con sumo cuidado, como si en ellas viviera una pequeña parte de mi esencia.

Como conozco a mi gente, el evento comenzará a las 10.00 pm, para quienes lleguen tarde. Hablo de evento y no de responso, porque quiero que sea un espacio de disfrute, entretenido. Sereno y elegante, pero no por ello aburrido y apagado.

Una vez que llegue la hora, agradeceré que sitúen mi ataúd en el centro del lugar sobre una pequeña tarima. En ese momento necesito que por favor una banda toque la melodía de “De la vida como película, tragedia, comedia y ficción”, de Canserbero, y que alguien la cante -o recite, porque en realidad no requiere grandes habilidades de canto-. El público escuchará en silencio, y si hay incontinencia de palabras, que se liberen siempre y cuando aporten distensión al ambiente.

En ese momento quisiera que todos saquen pitos de mariguana y los enciendan. Cuando termine la primera canción, necesito que reproduzcan “Es demasiado triste” de Los Prisioneros. Agradeceré a cada persona que decida tararearla o cantarla en voz alta. Esta será la señal para que todos saquen su bebestible favorito y lo compartan con quienes estén ahí presentes, para que brinden, disfruten y se distraigan. Quiero que todos conversen con todos, que sea una enorme orgía verbal, incluso si hay gente que no se conoce entre sí, esté peleada con otros asistentes o haya tenido un mal día, un mal año o una mala vida.

Luego, me gustaría que suenen en este orden las siguientes canciones: Born to Die de Lana del Rey, Calaveritas de Anita Tijoux, Perdón de Canserbero, Helena de My Chemical Romance, La Soledad y el Mar de Natalia Lafourcade, Tormenta de Alex Anwandter, A veces de Anita Tijoux, En mi Memoria de Francisca Valenzuela, Cest la Mort de Canserbero, Amantes Suicidas de Mon Laferte, Casa Latina de Odisea, Sol de Invierno de Javiera Mena, Error y Ensayo de Matiah Chinaski, Para qué sufrir de Natalia Lafourcade, Adiós de Gustavo Cerati y El Lugar Correcto de Natalia Lafourcade,

A la media noche quiero que todo pare y un listado de personas que por ahora me reservo entreguen sus últimas palabras de despedida.

Si no revelo este listado y dejo de manifiesto que es un grupo muy acotado de personas no es porque considere que en vida existen compañías de primer y segundo orden, sino que simplemente las escojo frente a otras porque tuvieron la fortuna y desgracia de conocerme más y mejor en todas las facetas. Vieron mis partes claras, pero también las más oscuras, y aún así se quedaron con el matiz que ello implica. Es un agradecimiento por haber permanecido siempre ahí.

Cuando terminen los discursos, quiero que repartan hongos alucinógenos, LSD y pastis entre quienes quieran consumirlos. En ese momento me gustaría que la atmósfera se convierta en un pequeño carrete, casi sectario, en el que haya abundancia de sustancias, temas de conversación comunes que funcionen como aglutinantes sociales, música bailable (incluso reggaeton viejito y tras de Pablo Chil-e), amabilidad hasta el último rincón y demostraciones de amor de todo tipo. La idea es que todo esto siga ocurriendo dentro de la Iglesia. Hónrenme con el pecado, por favor.

Para cerrar la noche (espero que esto no termine antes de las 7 am), me gustaría que toquen Perfect Day de Lou Reed y que lean el siguiente texto con su ritmo aletargado de fondo:

“Gracias, gracias, gracias. Hoy finalmente descanso, mi querida gente. Los quise, quiero y valoro por siempre, desde donde sea que se encuentre mi agotada alma, dichosa por haber experimentado el goce pleno en vida, así como también la rabia desbordada, el amor profundo, fértil y desinteresado. Si quieren recordarme, por favor, diríjanse a mi amada hija, Antonia, y cuéntenle las anécdotas que vivimos (si para entonces mi hija aún es menor de edad, omitan las partes ilegales, inescrupulosas o de lleno, inmorales), acompáñenla en sus procesos y entréguenle todo el amor y cuidados que me habrían entregado a mi. Recuérdenle que no todo en la vida es plata, que la rebeldía inunda su alma desde que se anidó en mi vientre y que la liberación, autonomía y revolución, en este mundo hostil, va de la mano con la sed insaciable de experiencias compartidas. Que no se agote nunca la curiosidad.

Recuerden que no hay verdades absolutas y que no somos esclavos de nuestras palabras, porque el cambio es inminente y la fortaleza está en asumirlos sin quebrantarse por la verguenza.

Abrazos infinitos. 

Siempre suya,

Javiera”.

Si pudieran enterrarme en la playa, lo agradecería también. Me encantaría que me cremen y lancen a la playa El Canelo o al lado de la Playa Las Cadenas de Algarrobo (atrás del skatepark), pero si no están los medios, me conformo con que depositen mis restos en algún lugar que tenga una hermosa vista al mar, idealmente de la quinta región. Mejor aún si es en mi litoral central querido, El Quisco o Algarrobo.

Gracias a quienes se dieron el tiempo de leer. Declaro esta como mi última voluntad, en caso de que sea necesario recurrir a ella en esta antesala de los 30 años. Aclaro que no tengo intenciones de atentar contra mi vida, por si alguien saca esa retorcida conclusión, pero me considero una persona extremadamente controladora y ansiosa. Apenas considere necesario la actualización de estas peticiones, lo haré saber a quienes siempre estuvieron ahí, porque se que no desistirán a acompañarme en el último adiós. 

*Aclaración: No quisiera en ningún caso que se considere a este apartado como un incentivo al suicidio o cualquiera de sus variantes con resultados irreversibles, todo lo contrario. Solo quise usar este espacio para dar a conocer mi percepción de la muerte como una liberación, ya que si no puedo vivir la vida como quisiera a causa del trabajo esclavizante, la mirada castigadora de la maternidad que tiene esta sociedad y el capitalismo irreversible, así como tampoco puedo decidir cómo y cuándo morir, al menos quiero quedarme con la conformidad de que en vida dejé avisado cómo me gustaría que se gestione mi muerte una vez que suceda. 

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