En El Corazón No Se Manda

En El Corazón No Se Manda

Reb Liz

05/01/2024

Sinopsis

Axel, el nuevo director de una preparatoria, y Mía, una alumna marcada por la tragedia, se enfrentan a una atracción prohibida. Luchan por equilibrar el amor y la profesionalidad, mientras buscan una manera de estar juntos sin afectar su trabajo y educación. ¿Podrán encontrar la forma de superar los obstáculos y vivir su historia de amor sin consecuencias negativas?

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Capítulo 1: Comienzo de clases

París, Francia

Narra Mía

A las 6 de la mañana me desperté con pereza, tendí mi cama, me duché y me vestí con una pollera azul larga y una blusa blanca. Me maquillé muy poco, solo un poco de rímel, labial y base. Después de preparar mi mochila para la escuela, limpié mi habitación y bajé al primer piso de la casa.

Con lágrimas en los ojos, pensé en mis padres, quienes solían preparar el desayuno. Hace dos meses fallecieron en un accidente de tránsito, dejándome a cargo de mi tía Amanda, la media hermana de mi padre, una solterona amargada. No tengo otra opción que aguantarla, ya que no tengo otros familiares vivos y si no vivo con ella, se llevarán a mi hermanito de 7 años a un orfanato.

Mientras preparaba los waffles, mi tía se levantó de mal humor.

– ¿Ya está listo el desayuno? – preguntó mi tía con un tono prepotente, mientras se sentaba a la mesa.

– Sí, tía, ya está listo – respondí con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mi enfado.

– Espero que esta vez no te haya salido muy quemado – dijo con desdén, mientras tomaba una taza de café.

– No te preocupes, tía, ya aprendí la lección – respondí, tratando de mantener la calma.

Mi tía siempre encontraba algo de qué quejarse, aunque el desayuno estuviera perfecto. Desde que mis padres murieron, ella se había convertido en mi tutora legal y en la única familia que me quedaba. No tenía otra opción que aguantar sus comentarios hirientes y sus órdenes.

– Con tu permiso, voy a despertar a Manuel para prepararlo para la escuela – dije, tratando de cambiar de tema.

– Hazlo rápido, no quiero llegar tarde al trabajo – respondió mi tía con impaciencia.

Fui a la habitación de mi hermano y lo encontré durmiendo profundamente. Me acerqué a él con cuidado, tratando de no despertarlo bruscamente. Le di un beso en la frente y le susurré al oído:

– Despierta, Manu, es hora de ir a la escuela.

Abrió los ojos lentamente y me miró con somnolencia.

– Buenos días, Mía – dijo con voz adormilada.

– Buenos días, mi amor – respondí, acariciando su cabello.

Lo ayudé a vestirse y a desayunar, mientras él me contaba sus sueños de la noche anterior. A pesar de todo, mi hermano era mi razón de ser, la luz que me guiaba en medio de la oscuridad.

Después, tomé mi mochila y la de Manuel y lo llevé en el auto de mis padres a su escuela, que estaba retirada de la mía y me llevó unos 40 minutos llegar.

Cuando llegué a mi escuela, entré a clases y como siempre, el profesor estaba regañando a los chicos y ellos hacían caso omiso. Me senté en mi lugar junto a mi única amiga, Valentina, y traté de disimular mi tardanza, pero el profesor lo notó.

– ¿Llegando tarde, señorita Montgomery? – Dijo enojado.

– Sí, profesor, disculpe. Trataré de llegar a tiempo la próxima vez – Dije, bajando la mirada.

– Eso es lo que usted dice – Dijo enojado y continuó con la clase.

Valentina me susurró:

– No entiendo por qué no le dices que tienes que llevar a tu hermano a la escuela.

– ¿Para qué? Este profesor amargado no le va a importar – Respondí.

El profesor continuó con la clase hasta que entró un hombre no mayor de 32 años, muy guapo. No puedo pensar en esas cosas, pero es inevitable no escuchar como mis compañeras murmuran a mi alrededor «¡Qué guapo!» Parece que se derriten por él.

Narra Axel

Recorrí todas las aulas de la escuela hasta que finalmente llegué al último año y mi última presentación. Al entrar al aula, los murmullos comenzaron a sonar por todas partes mientras me presentaba.

– Buenos días, jóvenes, mi nombre es Axel Cromwell y seré su nuevo director – Dije con un tono amable.

Pero los murmullos continuaron, así que decidí intervenir.

– Me gusta el respeto cuando estoy hablando – Dije con un tono más serio.

Con esta simple frase, logré que el silencio volviera a reinar en el aula. Luego continué hablando.

– Como les decía, soy el nuevo director y, por supuesto, habrá cambios en las reglas y en la forma de trabajo – Dije con un tono amable.

Sin embargo, mientras hablaba, algo o alguien en el aula llamó mi atención. Nunca en mis 32 años de vida había sentido lo que sentí en ese momento. Observé a todo el alumnado y, después de unos 5 minutos, mi mirada cayó en una pequeña alumna con unos ojos increíblemente hermosos. Sentí una corriente eléctrica al verla. Se veía tan indefensa que me dieron ganas de protegerla.

Pero también sentí que la estaba mirando con demasiada intensidad, así que dejé de observarla y continué con la presentación.

Narra Mía

Mientras el director se presentaba, lo observé con detenimiento. Era realmente muy guapo y su presencia imponente llenaba el aula. Después de unos 6 minutos observándolo, nuestras miradas chocaron y sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo cuando sus ojos se posaron en los míos. En ese momento, me sentí segura y protegida.

De un momento a otro, el director apartó su mirada de mí. Pero algo en él me llamó la atención. No tengo palabras para describir lo que sentí, pero sé que su presencia me impactó de alguna manera y no pude dejar de pensar en él durante el resto del día.

Narra Axel

Después de pasar por cada salón, mi mente no dejaba de pensar en la alumna con la mirada intrigante. No sabía qué había pasado, pero su presencia me inspiraba emociones diferentes y sentía un dolor tan grande en sus ojos.

No podía sacarla de mi cabeza. Necesitaba saber su nombre, si tenía novio o si estaba bien. Por alguna razón, la idea de que una joven tan hermosa no tuviera novio me molestaba un poco, tal vez eran celos.

Mientras revisaba los expedientes de los alumnos que recibirían reconocimiento por su excelente promedio, un nombre en particular llamó mi atención: Mía Montgomery. No sé por qué, pero ese nombre me hacía sentir que ya la conocía.

Inmediatamente llamé a mi secretaria, Emilia, quien entró a mi oficina de inmediato.

– ¿Me llamó, señor director? – Dijo con respeto.

– Sí, Emilia. Por favor, quiero que me busques a una joven llamada Mía Montgomery y la traigas aquí de inmediato – Dije con un tono amable.

– Como usted diga, señor – Respondió Emilia antes de salir rápidamente de mi oficina.

Mientras esperaba a Mía, no podía dejar de pensar en esa alumna de ojos luminosos. Tenía una mirada que hipnotizaba y, por alguna razón, no podía sacarla de mi cabeza.

Narra Mía

Estaba en clase de Literatura, sumergida en mis pensamientos, cuando de repente escuché a Emilia, la secretaria del director, llamándome por mi nombre. Me sorprendió su tono serio y no entendía por qué el director me necesitaba en su oficina.

Mi amiga me dio un codazo y me recordó que me estaban hablando a mí. Asentí con la cabeza y me levanté de mi asiento. ¿Había hecho algo malo? No podía recordar haber violado alguna regla.

En el camino hacia la oficina del director, le pregunté a Emilia si sabía para qué me necesitaba. Ella me dijo que no lo sabía, así que tendría que averiguarlo por mi cuenta.

Mientras caminaba por los pasillos, mi mente no dejaba de preguntarse qué podría ser. ¿Había cometido algún error que no recordaba? ¿Se había enterado el director de algo que yo no sabía? La incertidumbre me estaba matando.

Narra Axel

En un momento, tocaron la puerta de mi oficina.

– Adelante – dije amablemente.

Emilia abrió la puerta y me anunció que la estudiante que requería estaba aquí.

– Perfecto, hágala pasar por favor –dije sonriendo.

Cuando entró, me quedé sin aliento. Ella era Mía Montgomery, la chica de los ojos luminosos que me había llamado la atención.

Me costó mantener la compostura. Quería conocerla mejor, pero no quería que pensara que la estaba acosando.

– Emmm… Si, perdón… Señorita Montgomery, solo era para decirle que pronto será la ceremonia para la entrega de los certificados de los mejores promedios – Dije sonriendo.

Mía parecía confundida, como si no entendiera por qué la había llamado. Pero su mirada de confusión era tan hermosa que sentí que estaba intentando descifrar mi mirada.

– Mm… claro ¿Eso sería todo? – Dijo sonriendo.

No, no era todo. Quería conocerla mejor, pero no quería que pensara que la estaba acosando.

– Bueno, Señorita, también quería hacerle entrega de los pases para el evento de la entrega de certificados, para que pueda asistir con su familia – Dije sonriendo.

De repente, vi lágrimas caer de sus hermosos ojos al mencionar la palabra «familia». Me di cuenta de que había tocado un tema doloroso y me arrepentí de haberlo hecho.

Narra Mía

Mientras el Director hablaba, no pude evitar sentir una punzada de dolor en mi corazón. Recordar a mi familia me hacía sentir vulnerable y triste.

Tenía que mencionar a mi familia, la que ya no existe, la que solo está conformada por mi hermano y yo, Gracias por recordarme Señor Director.

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Capítulo 2: Revelaciones y Primeros Lazos

Narra Mía

El secreto que había guardado por dos meses pesaba como una roca en mi corazón. Solo Valentina, mi mejor amiga, sabía la verdad. Pero ahora, frente al director, me veía obligada a revelarlo.

– Mis padres fallecieron hace dos meses en un accidente de tránsito – confesé, las lágrimas brotando de mis ojos.

Cada vez que decía esas palabras, un nudo se formaba en mi garganta, apretando mis emociones.

– Lo siento mucho, Señorita Montgomery – dijo el director con genuina pena en su voz.

– Solo mi mejor amiga sabía esto – admití, las lágrimas fluyendo libremente.

– ¿Tiene alguien que la acompañe ese día? – preguntó el director, ofreciéndome un pañuelo desechable.

– Solo Manuel – respondí, secando mis lágrimas.

Narra Axel

La noticia de la muerte de sus padres me dejó atónito. Podía ver la soledad en sus ojos, la desesperación de haber perdido a las personas más importantes de su vida. Pero cuando mencionó a Manuel, sus ojos se iluminaron de una manera que no pude evitar notar.

¿Quién era Manuel? ¿Qué papel jugaba en su vida?

– Disculpe, Señorita, no quiero molestarla, pero ¿podría decirme quién la acompañará? –pregunté, mirándola a los ojos.

– Mi hermanito de 7 años – respondió con una sonrisa llena de ternura.

No pude evitar sonreír al escuchar eso. Manuel era su hermano. Estaba a punto de continuar la conversación cuando alguien tocó a la puerta.

– Adelante – dije.

– Señor, lo necesitan para la junta de presentación – anunció Emilia.

Había olvidado completamente la reunión. Quería seguir hablando con Mía, pero sabía que tenía responsabilidades que atender.

– Ya es todo, Señorita. Puede retirarse – le dije, aunque una parte de mí deseaba que se quedara un poco más.

Narra Mía

Luego de mi visita a la oficina del director, volví a clase pero mi mente estaba en otro lugar. Pasé el resto del día en un estado de desconcentración, sumergida en mis propios pensamientos.

Cuando finalmente terminaron las clases, fui al estacionamiento para buscar mi auto, solo para descubrir que la rueda delantera estaba pinchada. Miré a mi alrededor, pero ya casi todos se habían ido.

Justo cuando estaba a punto de entrar en pánico, una voz familiar sonó detrás de mí.

– ¿Pasa algo, Señorita Montgomery? – preguntó el director.

– La rueda delantera está pinchada y tengo que ir a buscar a mi hermano a la escuela –respondí, sintiéndome derrotada.

– ¿Tiene rueda de repuesto? – preguntó.

– Sí, pero no sé cómo cambiarla – admití, bajando la mirada.

– No se preocupe, yo la ayudaré – dijo con amabilidad.

Narra Axel

Cuando Mía abrió el baúl, saqué la rueda de repuesto y me puse a trabajar. A pesar de que mi traje se manchó de grasa, no me importó. Todo lo que quería era ayudarla.

– Listo, Señorita – dije, mirándola a los ojos.

– Gracias – respondió, devolviéndome la mirada.

Estaba a punto de irme cuando Mía me tomó del brazo.

– ¿Cómo se va a ir? No veo otro auto aquí – preguntó, bajando la mirada.

– Mi auto está en el taller, hoy me toca caminar – respondí, sonriendo.

– Si quiere, puedo llevarlo – ofreció Mía, aun evitando mi mirada.

– No quiero molestarla – respondí, aun sonriendo.

– No me molesta… es lo menos que puedo hacer después de que me ayudó», dijo Mía, finalmente sonriendo.

No pude resistirme a su oferta. Quería pasar más tiempo con ella.

– Está bien – acepté, devolviéndole la sonrisa.

Narra Mía

El director, como todo un caballero, me abrió la puerta del conductor.

– Adelante, Señorita – dijo, haciendo un gesto hacia el asiento.

– Gracias – respondí, sonriendo.

Una vez que ambos estábamos en el auto, le pregunté:

– ¿A dónde lo llevo?

En respuesta, me pasó su tarjeta de presentación, que tenía su dirección escrita en ella.

– Aquí está la dirección de mi casa – dijo, sonriendo.

– ¿Le molesta si primero vamos a la escuela de mi hermano? – pregunté, sosteniendo la tarjeta en mis manos.

– No, para nada – respondió, mirándome a los ojos.

Así que nos pusimos en marcha. Durante el viaje, noté que él no dejaba de mirarme. Conversamos durante todo el camino hasta la escuela.

– ¿Y aparte de tu hermano, tienes otro familiar? – preguntó, con una chispa de curiosidad en sus ojos.

Narra Axel

Algo en su expresión cambió cuando hice la pregunta. Parecía incómoda, como si hubiera tocado un tema delicado sin darme cuenta.

– No tienes que responder si no quieres – dije rápidamente, sintiéndome apenado.

– Me quedé a cargo de mi tía – respondió Mía, su tono era cortante, como si quisiera cambiar de tema.

Narra Mía

A pesar de su posición como director, había algo en él que me inspiraba confianza.

– ¿Tienes una tía? ¿Vendrá a tu reconocimiento? – preguntó, claramente intrigado.

– No… Ella trabaja mucho – respondí, evitando su mirada.

Después de unos 40 minutos, llegamos a la escuela de Manuel.

– Aquí estamos… voy a buscar a mi hermano, ¿me esperas aquí? – le pregunté, sonriendo.

– Por supuesto – respondió, devolviéndome la sonrisa.

Cuando entré a la oficina de la directora, tuve que disculparme por llegar tarde.

– Buenas tardes, Señora Hernández. Tuve un percance con el auto – me disculpé.

– Está bien, Señorita Montgomery… después de todo, es la primera vez que llegas tarde – respondió, aunque su tono era serio.

– ¿Puedo llevarme a mi hermano? – pregunté, sintiéndome un poco apenada.

– Claro… Manuel, puedes retirarte – dijo, dirigiéndose a mi hermano.

– Pero si vuelves a llegar tarde, tendré que llamar a tu tutora – advirtió.

La idea de que llamara a mi tía, que siempre estaba de mal humor, me aterraba.

– No volverá a pasar – prometí, aunque estaba nerviosa.

– Vamos, Manuel – dije, tomando su mano y saliendo de la escuela.

Una vez que llegamos a mi auto, senté a Manuel en la parte de atrás y le abroché el cinturón de seguridad. Le di un beso en la mejilla y luego subí al asiento del conductor.

Narra Axel

Al ver cómo Mía cuidaba de su hermano, no pude evitar sentir una gran ternura hacia ella.

– Bueno, próxima parada: su hogar – dijo Mía, mirándome a los ojos.

– Sí – respondí, sonriendo.

Aunque quería decir algo más, las palabras simplemente no venían a mi mente.

Narra Mía

Arranqué el auto y nos fuimos. Mi hermano menor, Manuel, sollozaba de hambre.

– Tranquilo, cuando lleguemos a casa te daré algo – dije amablemente.

– Pero quiero un helado de chocolate – sollozó Manuel.

No soportaba verlo llorar, pero me había olvidado la billetera en casa.

– Cuando lleguemos a casa, buscaré mi billetera y te compraré un helado – dije bajando la mirada.

Justo entonces, pasamos por una heladería y Axel me pidió que frenara.

– Frena aquí, por favor – dijo sonriendo.

– ¿Por qué? – pregunté y paré el auto.

– Ahora vuelvo – dijo y bajó del auto.

Vi cómo entró en la heladería y regresó con un helado de chocolate.

– Aquí tienes, campeón – dijo sonriendo mientras le entregaba el helado a Manuel.

– Gracias – dijo Manuel sonriendo y agarrando el helado.

– No hacía falta que se molesté – dije bajando la mirada.

– No es molestia – dijo Axel levantando mi mirada.

Me quedé un momento sumergida en mis pensamientos, mirándolo a los ojos. Axel era un hombre atractivo, con cabello oscuro y ojos profundos. Pero sabía que no podía permitirme sentir nada, ya que era el nuevo director de la escuela y debía mantener una relación profesional con él.

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Capítulo 3: La atracción es más fuerte

Narra Mía

Por un momento, me perdí en la mirada de Axel y nuestros rostros empezaron a acercarse, pero mi hermanito interrumpió el momento con su inocente comentario.

– ¡Se van a besar! – gritó emocionado.

– Él es tu novio – agregó con la misma inocencia.

– No, no lo es. Menú, él no es mi novio – respondí nerviosa tratando de aclarar la situación.

– Parece que él te quiere – dijo mi hermano sin darse cuenta de la incomodidad que estaba sintiendo.

Narra Axel

Mientras tanto, me sentía atraído por Mía y no podía dejar de pensar en ella. La forma en que me miraba y la tensión en el aire me hacían pensar que tal vez ella también sentía algo por mí. Sin embargo, la inocencia del hermanito de Mía me hizo volver a la realidad.

– Parece que él te quiere – dijo el niño con inocencia.

Traté de aliviar la tensión y me presenté amablemente ante el niño.

– Hola, campeón, soy Axel – dije sonriendo.

Después de la presentación, el niño continuó con sus preguntas inocentes.

– Si no es tu novio, ¿quién es? – preguntó curioso.

Mía y yo nos miramos a los ojos mientras ella respondía con nerviosismo.

– Él es… el director de mi escuela – dijo Mía sintiendo que la atmósfera se tensaba.

A pesar de la incomodidad, traté de mantener la compostura y seguí sonriendo.

– Un placer conocerte, campeón – dije dirigiéndome al niño.

Narra Mía

Estaba tan conmovida por lo dulce que era mi hermanito que no podía dejar de mirarlo. Pero ahora me siento nerviosa, ya que estoy conduciendo al director de mi escuela.

– Vamos – dije, tratando de ocultar mi nerviosismo.

– ¿A dónde vamos? – preguntó Manuel.

– Vamos a llevar a Axel en su casa – dije, sintiéndome aún más nerviosa.

De repente, me di cuenta de que lo había llamado por su nombre en lugar de «señor director».

– Perdón… Señor Director – dije, bajando la mirada.

– No pasa nada… puedes llamarme Axel fuera de la escuela – dijo, levantando mi rostro y haciendo que nuestras miradas se encontraran.

Después de un viaje de 20 minutos, llegamos a su casa.

– ¿Es aquí? – pregunté.

– Sí, aquí es mi casa – dijo, besando mi mejilla.

– Gracias por traerme a mi casa – dijo, y se bajó del auto.

Yo también bajé detrás de él, sintiendo mi corazón latir fuertemente.

– Disculpe lo que dijo mi hermanito, él es muy inocente y no sabe lo que dice – dije, mirándolo a los ojos.

– No pasa nada – dijo, mientras posaba su mirada en la mía.

– ¿No quieres pasar? Podemos tomar un café – ofreció.

– No quisiera molestar – dije, bajando la mirada.

– No me molestas… es lo menos que puedo hacer después de que me trajiste a mi casa – dijo, levantando mi rostro.

– Usted me ayudó a mí – dije, sonriendo.

– Pasa, tengo chocolate para tu hermanito – dije, esperando una respuesta positiva.

Pensé en decir que no, pero cuando vi sus ojos, no pude resistirme.

– Sí – dije, y bajé a Manuel del auto.

– ¿A dónde vamos? – preguntó Manuel.

– Eh… Axel te servirá una taza de chocolate – dije.

– ¡Sí, vamos campeón! – dijo Axel con ternura.

– ¡Siiiii! – exclamó Manuel, alegre.

Tomé la mano de Manuel y Axel lo tomó de la otra. De vez en cuando lo levantábamos en el aire, lo que hacía que Manuel se riera mucho. Luego fuimos a su casa, donde Axel nos llevó a la cocina. Cargó a Menú y lo sentó en una silla, luego sacó una caja de leche chocolatada de la heladera y una caja de galletas de la alacena. Las puso en un plato y se lo dio a Manuel.

– Aquí tienes, campeón – dijo Axel, sonriendo.

– Gracias – dijo Menú, alegre.

Luego puso la cafetera para preparar el café y se fue a la sala.

– Ya vuelvo – dijo.

Besé a Menú en la cabeza y lo seguí.

– Ya vuelvo, Menú – dije y lo seguí.

Vi que se estaba por sacar el saco manchado de grasa y me acerqué con cautela.

– ¿Te ayudo? – dije tímidamente.

Él me miró mientras me acercaba cautelosamente. Luego, despacio y suave, comencé a desabotonar su saco mientras nuestras miradas se cruzaban. Cuando le desabroché el último botón, le ayudé a sacárselo.

– Listo. ¿Dónde puedo lavar esto? – dije sosteniendo el saco.

– No, no hace falta – dijo él, mirándome a los ojos.

– Es lo menos que puedo hacer después de ayudarme con mi auto… y por cómo trata a mi hermanito – dije sonriendo.

– Tengo un lavadero por acá – dijo, sonriendo.

Me guió hasta ahí y luego puso el saco en la lavadora.

– Ves, no fue nada… la lavadora lo limpiará – dijo, sonriendo.

Se veía tan hermoso cuando sonreía. Luego regresamos a la cocina y Manuel había terminado la chocolatada.

– Ya terminaste, campeón. ¿Quieres más? – dijo, sonriendo.

– ¡Siiii! – exclamó Manuel, alegre.

Axel le sirvió más a Manuel y luego preparó dos tazas de café. Corrió la silla para que me sentara como una dama y se sentó a mi lado. Comenzamos a conversar y le conté cosas de mi vida que no me atrevía a decirle a nadie, ni siquiera a mi mejor amiga. Luego pasamos a la sala y conversamos sobre cosas interesantes de arte, libros, fotografía y cultura. Teníamos tantas cosas en común que almorzamos juntos y hasta cenamos. Pero luego miré la hora y ya se hizo tarde; Manuel se había quedado dormido.

– Me tengo que ir – dije con tono melancólico.

– Qué pena – dijo Axel, con tono melancólico.

– Me gustó conversar contigo, Axel – dije, sonriendo.

– A mí también me gustó conversar contigo – dijo él, sonriendo.

No sé por qué, pero me provocaba decirlo por su nombre. Cargué a Manuel y Axel me ayudó a llevarlo hasta mi auto.

– Conduce con cuidado – dijo, mirándome a los ojos.

– Lo haré – dije, entregándole su tarjeta de presentación – Aquí tiene.

– No, consérvalo – dijo, sonriendo.

– No… del otro lado escribí mi número – dije, sonriendo.

Cuando agarró la tarjeta, nuestras manos se juntaron. Después sacó otra tarjeta y me la entregó.

– Toma, es para ti – dijo, sonriendo.

Cuando tomé la tarjeta, nuestras manos se volvieron a juntar. Sentía una corriente eléctrica por todo mi cuerpo cada vez que nuestras manos se juntaban. Luego le di un beso en la mejilla y subí a mi auto.

– Adiós, Axel – dije, mirándolo a los ojos.

– No digas adiós… Di hasta pronto – dijo, mirándome a los ojos.

– Nos vemos mañana – dije, sonriendo.

Me pasé todo el camino pensando en Axel hasta que llegué a mi casa. Metí mi auto en el garaje y saqué a mi hermanito. Al entrar a mi casa, mi tía estaba esperando.

– Perdón por llegar tarde – dije, inventando una excusa – fuimos a comer y a pasear y…

– No me importa lo que hagan – dijo, interrumpiéndome – con tal de que hayas alimentado a esta plaga, haz lo que quieras – dijo con prepotencia.

Me quedé en silencio, tratando de evitar las ganas de golpearla. Tenía que aguantarla, no me quedaba de otra.

– ¿Qué tanto me miras? Ve y acuesta a este pendejo – dijo, con prepotencia.

Me fui sin decir nada, subí las escaleras y llegué a la habitación de Manuel. Lo recosté en su cama y besé su frente.

– Buenas noches, hermanito – dije, sonriendo, y me fui.

Al llegar a mi habitación, salí un rato al balcón. Necesitaba pensar en todo lo que había pasado con el director. Necesitaba entender por qué me provocaba llamarlo Axel, por qué sentía una corriente eléctrica cada vez que me miraba, por qué sentía un cosquilleo cada vez que estaba cerca de él, por qué me daba tanta tristeza alejarme de él y por qué sentía la necesidad de volverlo a ver.

Entré a mi habitación, me puse mi pijama y me acosté. Me costó conciliar el sueño. El solo pensar en él hacía que mi corazón se acelerara.

Narra Axel

Estaba acostado, pensando en Mía. Jamás había sentido por alguien que mi corazón latiera con tanta intensidad. Sonreía cada vez que recordaba sus ojos.

No dejaba de preguntarme, ¿estaré haciendo lo correcto? Yo tengo 32 años y ella solo tiene 17.

¿Qué te está pasando, Axel? Me preguntaba una y otra vez. Era difícil aceptar que me había enamorado de alguien tan joven, pero no podía evitar sentir lo que sentía. Cada vez que estaba cerca de ella, mi corazón latía con fuerza y no podía evitar sonreír. Sabía que tenía que ser cuidadoso y no hacer nada que pudiera lastimarla, pero no podía evitar sentirme atraído por ella.

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Capítulo 4: No puedo dejar de pensar en ti

Narra Mía

Me levanté temprano, como de costumbre, tendí mi cama, limpié mi habitación y fui a bañarme y vestirme.

Luego fui a preparar el desayuno y más tarde desperté a mi hermanito para llevarlo a la escuela. Como siempre, fue difícil despertarlo, pero finalmente lo preparé, limpié su habitación y tendí su cama. Después desayunamos y fuimos al garaje a buscar mi auto, pero para mi mala suerte, no arrancaba. Sabía que iba a llegar tarde a la escuela de mi hermano y a la mía.

Mientras caminaba, un auto frenó junto a mí. Era Axel, el director.

– ¿Cómo está, señorita Montgomery? – dijo Axel sonriendo.

– Me sorprende verla caminando. ¿Qué pasó con su auto? – preguntó curioso.

– Bien, señor director. Mi auto no quiso arrancar hoy, y tengo algo de prisa porque tengo que llevar a mi hermanito a la escuela – dije bajando la mirada.

– Suba, yo la llevo – dijo abriéndome la puerta de su auto.

– No quisiera molestarlo – dije tímidamente.

– No es molestia – respondió Axel.

Senté a mi hermanito en el asiento de atrás y luego me senté en el asiento del copiloto. No podía dejar de pensar en Axel y en lo amable que había sido al ofrecerme un ride. Mi corazón latía con fuerza mientras me sentaba junto a él. ¿Sería posible que estuviera comenzando a sentir algo por él?

Durante el trayecto, comenzamos a conversar y me sorprendió lo extensa y divertida que se hizo la plática. Me entretenía mucho conversar con él, ni me di cuenta cuando llegamos a la escuela de mi hermanito. Bajé del auto con él, tomé su pequeña manito y lo llevé adentro hasta su salón. Luego volví al auto y Axel me llevó a mi escuela.

Cuando llegamos, le agradecí por traerme y entré a mi salón. Pero aún no entendía qué me estaba pasando. Cada vez que lo miraba a los ojos, sentía cómo mi pulso se aceleraba. Tuvimos clases de Matemática con el profesor Herrera, Literatura con el profesor Díaz, Física con el profesor Benson, Biología con el profesor Medina y, por último, Plástica con la profesora Ayala.

Sonó el timbre y todos salieron al receso, pero yo no. De todas formas, no tengo amigos, excepto el director. Con él me llevo mejor.

Decidí ir a la oficina del director porque él siempre se queda ahí durante los recesos. Toqué la puerta con cautela y sentía cómo me temblaban las manos.

– Adelante – se escuchó de adentro.

Abrí la puerta despacio.

– ¡Hola! – dije con timidez.

– Viniste – dijo entusiasmado. «Adelante, pasa».

– Gracias – dije acercándome a su escritorio.

– Bueno… ¿en qué te puedo servir? – dijo tratando de mantenerse serio.

– Mm, nada. La verdad es que tenía ganas de conversar con usted. No tengo muchos amigos. Creo que hice mal en venir – dije levantándome para irme.

– Espera – dijo deteniéndome –No te vayas. Yo también quería hablar contigo

Seguimos conversando, la plática se hizo más extensa y divertida. Él me contaba historias de cuando estaba en la secundaria y en la universidad. Las risas no paraban hasta que fueron interrumpidas por una voz fuerte y estruendosa.

Llegó la secretaria Emilia y el subdirector Caballero.

– ¡Qué es ese escándalo! ¿Usted qué hace aquí, señorita? – dijo señalándome.

Me quedé paralizada un momento, sin saber qué decir. ¿Qué se suponía que debía decir? Vine a conversar con el director porque me cae bien, porque mi corazón se acelera con solo verlo… sé que no lo iban a entender porque ni yo misma lo entiendo.

– Señor director – dijo Emilia confundida al verme ahí – disculpe, creo que olvidé decirle que el subdirector Caballero venía para acá

– Yo siempre vengo aquí… no tengo muchos amigos de mi edad y los recesos me aburren mucho – dije bajando la mirada.

– Ella es una alumna de último año, es amiga de los profesores, se lleva bien con ellos… – dijo Emilia tratando de defenderme.

– Sí… no creo que tenga nada de malo que esté aquí – dijo Axel.

– Sí tiene de malo, es una alumna y está mal visto que mantenga una amistad con el director – dijo el subdirector con un tono serio.

Me sentí incómoda y culpable a la vez. Vi cómo el subdirector comenzó a regañar a Axel y comenzaron a discutir.

– Esperen… no discutan, por favor, yo me iré – dije tomando mi mochila.

– En ningún momento dije que se vaya, señorita… solo le pregunté qué hacía aquí – dijo el subdirector con tono serio.

Dicho esto, se marchó de ahí. Sonó el timbre poco después y me dirigí a los vestidores de chicas para cambiarme. El turno de deporte consistía en jugar voleibol y fútbol. Yo no jugué, como siempre, y no porque sea mala en los deportes, sino porque nunca juego con mis compañeros. Me parecen muy brutos, infantiles y siempre terminan peleando entre ellos.

Me quedé sentada en una banca leyendo un libro, «El gran Gatsby». Mientras leía, mi mirada se desvió cerca del gimnasio, donde estaba el director observando a los estudiantes jugar.

Me quedé perpleja y no me di cuenta de que mi mirada no se despegaba de él. Después noté que su mirada se conectó con la mía, reaccioné y miré al suelo.

¡Qué vergüenza! ¿Por qué me quedé mirándolo? Lo peor es que se percató de que lo miré. ¿Qué pensará de mí?

Mire de reojo y aún me seguía mirando fijamente y sin disimulo. Nuestras miradas se volvieron a conectar, pero la atención bajó de tono cuando el subdirector Caballero llegó. No quise meterlo en problemas y volví a mirar el libro. Me quedé pensando en el director, la verdad es que es muy atractivo. Tiene una mirada que mata y una sonrisa que te pierde. Ay, Dios, ¿qué me está pasando? No podía evitar sonreír cuando lo veía.

Después llegó la hora de Historia con el profesor Suárez y Química con el profesor Hernández, pero el turno fue interrumpido por la llegada del director.

– Disculpe por interrumpir su clase, profesor», dijo Axel con tono serio. «Pero necesito llevarme a la alumna – dijo observándome.

– Sí, señor director – dijo el profesor Hernández.

Tomé mi mochila y lo seguí. En el camino, me iba preguntando: ¿para qué querrá verme? ¿Será para reclamarme algo? ¿Será que lo incomodé mirándolo afuera del gimnasio?

Qué nerviosa estoy, espero que no sea nada malo.

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Capítulo 5: Presidenta del Consejo Estudiantil

Narra Mía

Llegamos a la dirección y ahí estaba el subdirector. Mi nerviosismo llegó al máximo nivel.

– Siéntese, señorita. Me gustaría hablar con usted – dijo el subdirector.

Me senté y dije:

– Como desee, señor

– Puedo observar la buena relación que tiene con los profesores y con el director, y eso me complace – continuó el subdirector.

Yo tragué saliva y dije:

– Gracias

– Por eso estuvimos conversando con el director y pensamos que usted sería ideal para ser la presidenta del Consejo Estudiantil – dijo el subdirector.

– ¿Yo? – dije sorprendida.

– Sí, usted. Tiene las capacidades para serlo. Se lleva bien con los profesores y tiene excelentes calificaciones – explicó el subdirector.

– Pero yo no tengo amistad con ningún alumno. No creo que sea la indicada para eso – dije.

– Pero te llevas bien con los profesores, y eso es suficiente. Además, cuando empieces a representarlos, ellos van a comenzar a hablar contigo – dijo el subdirector.

– Está bien. Si usted cree que yo estoy preparada para ese puesto, haré mi mayor esfuerzo –dije.

– Perfecto. Empiezas con tus funciones ya – dijo el subdirector.

– ¿No hay que esperar a las elecciones estudiantiles? – pregunté.

– No, porque la otra chica ya se retiró. Eres oficialmente la presidenta del Consejo Estudiantil. Ven, te mostraré dónde trabajarás y te enseñaré tus funciones – dijo el subdirector.

Me mostró una oficina junto a la oficina del director y me enseñó todo lo necesario para empezar con mi cargo. No resultaba tan difícil en realidad. Tenía que representar a mis compañeros en las reuniones de profesores y decir lo que nos hace falta.

– Cualquier duda ya sabes dónde está la oficina del director – dijo el subdirector.

– Sí, gracias, subdirector Caballero – dije.

El resto de la tarde fue un poco atareada. Ordené y clasifiqué muchos papeles en el trabajo. Cuando llegó la hora de salida, Axel me llevó a la escuela de mi hermanito y después a casa. Preparé la cena, ayudé a mi hermanito con su tarea, lo bañé y lo acosté a dormir. Después, me bañé yo misma, realicé algunos deberes pendientes y me acosté a dormir.

Al día siguiente, me encontraba realizando unos papeles importantes sobre las actividades escolares. Era necesaria la autorización del director para llevarlas a cabo, así que fui a su oficina. Al tocar la puerta, sentí como me sudaban las manos y mi corazón se aceleraba al saber que Axel estaba del otro lado. Escuché su voz diciendo «Adelante» y estaba a punto de abrir la puerta cuando escuché la voz de Emilia. Me detuve y escuché su conversación con ella preguntándome cómo me estaba yendo en mi cargo como presidenta estudiantil. Respondí que todo estaba bien y ella me deseó suerte en mi cargo. Después de que se fue, finalmente entré a la oficina del director y le entregué los papeles necesarios para las actividades estudiantiles. Él sonrió al ver que eran varias actividades recreativas y luego de revisarlos con detenimiento, los firmó. Me felicitó por tomar mi cargo de presidenta estudiantil en serio y me dijo que era la indicada para el puesto. Me sentí sonrojada y le agradecí por su apoyo.

La felicidad que sentía al hablar con el director era evidente, y el día pasó rápidamente. Debido a que mi auto seguía en el mecánico, tomé un taxi para buscar a mi hermanito Manuel en la escuela y regresar a la oficina para completar algunas tareas pendientes. Cuando llegué a la escuela, noté que una profesora estaba hablando con el director y coqueteando con él. Sentí una extraña punzada en mi corazón al verlo.

Después de entregarle a mi hermanito una hoja para que dibujara y de trabajar por un tiempo, el director entró en mi oficina y me recordó que ya era tarde y que debería estar en casa. Luego, me ofreció llevarme a casa con mi hermano, a lo que inicialmente me negué, pero finalmente acepté su oferta.

Durante el trayecto en su auto, conversamos animadamente y me di cuenta de que disfrutaba mucho hablando con él. Al llegar a mi casa, le agradecí por llevarnos y nos despedimos. Después de cenar y acostar a mi hermanito, me tumbé en la cama y pensé en Axel hasta que me quedé dormida.

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Capítulo 6: Primer Beso

Narra Mía

Me desperté al sonido de la alarma de mi celular, sabiendo que me esperaba un día ocupado como presidenta del consejo estudiantil. Suspiré, tratando de despejar mi mente, y me levanté. Fui a la ducha, esperando que el agua caliente me ayudara a despertarme y empezar el día con el pie derecho.

Después de ducharme y lavarme los dientes, me sequé el cabello y lo dejé que tomara su forma natural. Fui a la habitación de mi hermano y lo desperté para prepararlo para la escuela.

Luego de desayunar, llevé a Manuel a la escuela y después fui a la mía. Cuando entré al salón, las clases ya habían comenzado. Me disculpé con el profesor por llegar tarde y entré al salón de la próxima clase. Tenía un tiempo libre, así que aproveché para adelantar algunos papeles.

Mientras estaba en el salón en silencio, escuché a mis compañeras murmurando y comentando sobre el director. Todas decían al unísono: «Es tan apuesto», «Qué atractivo», «Desearía que me castigaran para poder ir a su oficina», mientras que los chicos lo miraban con envidia y celos. Estaba claro que el director era más atractivo que todos, y no podía evitar sentirme molesta por cómo mis compañeras se babeaban por él.

A pesar de sus comentarios, decidí ignorarlos y seguir con mis deberes como presidenta.

Narra Axel

Hoy Mía no ha venido a mi oficina y me pregunto qué habrá pasado. Quería verla y pensé que ahora que era la presidenta del consejo estudiantil, tendríamos una excusa para hablar. Estaba pensando en ella cuando alguien tocó a la puerta de mi oficina.

– Adelante – dije.

– Permiso, señor director – dijo la voz detrás de la puerta.

Justo estaba pensando en Mía, pensé.

– ¿Qué se le ofrece, señorita? – dije, intentando sonar lo más serio posible.

Noté cómo se puso nerviosa, y la entiendo, yo también me pongo nervioso con su sola presencia. «Traje todos los papeles con los permisos de mis compañeros para la excursión que se hará la semana que viene al museo», dijo.

– ¿Ya están todos firmados por sus padres? – pregunté.

– Sí, señor director – respondió.

– Perfecto – dije. Estaba por retirarse, pero la detuve –Espera, Mía… ¿Estás ocupada? –pregunté.

– No, mis clases ya terminaron – respondió.

– Entonces podemos conversar ¿no? Pero no como director y alumna, sino como amigos – dije. Noté cómo se sonrojó.

– Sí – dijo, bajando la mirada – Yo también quería hablar… pero tengo que ir por mi hermanito a la escuela

– ¿Te gustaría venir a cenar a mi casa? – pregunté, anhelando que me dijera que sí.

– ¿En serio? – respondió sorprendida.

Narra Mía

Las palabras no me salían. Mi corazón se aceleraba con su sola presencia, y solo pude asentir con la cabeza.

– Sí – dije tímidamente.

– Perfecto… A las 8 pm te espero en mi casa. Ya sabes dónde vivo. Puedes traer a tu hermanito si quieres – dijo.

– Gracias – dije y salí.

Fui a buscar a mi hermanito a la escuela, pensando en por qué acepté cenar con él. Estaba nerviosa. Tenerlo cerca hacía que mi corazón estallara.

Llegué a casa y me bañé y me arreglé. Después, bañé a mi hermanito. Cuando iba a salir, mi tía me detuvo.

– ¿A dónde vas? – dijo con un tono prepotente.

– Voy a cenar con un amigo – respondí.

– ¿Y qué amigo es? – preguntó.

Estaba por contestar, pero me interrumpió.

– Ya… no importa. Así no tengo que alimentarte – dijo con el mismo tono prepotente – No vuelvas muy tarde, ¿entendido?

Solo asentí con la cabeza y me fui.

Narra Axel

No podía creer que había invitado a Mía a cenar a mi casa. Sentía algo extraño en mi pecho, era incómodo pero a la vez agradable. De solo saber que iba a venir, me sudaban las manos. Estaba preparando todo cuando minutos después llegó ella, estaba tan hermosa acompañada de su hermanito. Sabía que no lo iba a dejar solo.

– Hola – dijo tímidamente besando mi mejilla.

– Hola, ¡adelante! ¡Pasa!», dije entusiasmado – Hola, campeón – dije alborotándole el cabello a su hermanito.

Mientras cenábamos, conversamos y debo admitir que disfruté cada cosa que ella decía. Era tan madura y tan inocente a la vez. Pasamos horas hablando de libros, música, arte, cocina y de tantas cosas interesantes.

Después lavamos los platos juntos y cuando terminamos, pasamos a la sala para continuar con nuestra plática. Su hermanito se había quedado dormido. En un momento, ella miró su reloj y se levantó rápidamente.

– ¡Ya es tarde! – Dijo tomando su bolso – Tengo que irme

– Gracias por venir – dije.

– Gracias a ti por la invitación – respondió.

Narra Mía

Estaba por acercarme a darle un beso en la mejilla cuando tropecé con la alfombra. Cerré los ojos esperando el impacto contra el suelo, pero los abrí al sentir cómo Axel afirmaba mi cintura.

Nuestros ojos se conectaron y por primera vez solo había unos centímetros de distancia entre nosotros. Sus labios estaban tan cerca que podía sentir su respiración. Poco a poco, él se fue acercando a mí y cuando menos lo esperaba, estábamos besándonos. Cuando por fin reaccioné, no quise que se detuviera. El sentir su aliento hizo que todos mis sentimientos se alteraran y entonces me dejé llevar por su beso. Era un beso único, una locura, pero aun así, no quería que se detuviera.

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Capítulo 7: Ceremonia de Premiación

Narra Axel

Por primera vez, estaba besando a Mía y sus labios eran tan dulces que no quería despegarme de ella.

Narra Mía

Me sentía tan protegida en sus brazos que no quería que me soltara, pero entonces la realidad vino a mí y pensé:

– Él es el director de la preparatoria, esto está mal – Me separé de él.

– Lo siento… esto no debió pasar – dije mientras cargaba a mi hermanito y salía corriendo sin darle tiempo a hablar.

– Mía – gritó en tono de súplica – ¡espera!

Cuando llegué a mi auto, senté a mi hermanito en el asiento del copiloto y noté que él venía corriendo hacia mí.

– Lo siento, Mía – dijo el director con voz apenada – No debí besarte, es que…

– No te preocupes – interrumpí, tratando de ocultar mi sonrojo –Yo quería que lo hicieras

– Él me miró fijamente, como si tratara de leer mis pensamientos, mientras yo continuaba hablando.

– Estoy confundida – dije finalmente, bajando la mirada –Siento algo muy fuerte por usted

– Con delicadeza, el director tomó mi rostro entre sus manos y me levantó, haciendo que nuestras miradas se conectaran.

– Yo también siento algo muy fuerte por ti – dijo con dulzura – Y no me arrepiento de haberte besado

– Hubo un momento de silencio entre los dos, y luego hablé de nuevo.

– Usted es el director», dije con preocupación – No quiero que tenga problemas por mi culpa».

– No me importa tener problemas – respondió él con determinación –Te amo, y eso es todo lo que me importa

– Me quedé mirándolo a los ojos, y sentí cómo todo mi cuerpo se estremecía ante su mirada llena de amor. Sin pensarlo dos veces, me acerqué lentamente a él y lo besé. Él me tomó de la cintura y me acercó más a él, y yo puse mis brazos alrededor de su cuello. Sabía que estaba mal, pero lo que sentía por él era algo inmenso.

– Finalmente, sin muchas ganas de hacerlo, me separé de él.

– Me tengo que ir – dije abrazando al director.

– Si no hay más remedio – respondió él cabizbajo – ¡Te veo mañana!

– Nos vemos mañana – dije sonriendo mientras me separaba de él.

– Justo cuando estaba por subir a mi auto, Axel me jaló del brazo y me besó apasionadamente.

– Te amo, mi pequeña alumna – dijo con ternura.

Yo solo sonreí y lo besé de nuevo antes de subir a mi auto y partir. Durante el trayecto, me fue imposible borrar la sonrisa de mi cara.

Cuando llegué a mi casa, me aseguré de que no hubiera nadie y fui a la habitación de Manuel. Lo recosté en su cama con cuidado y me quedé un rato a su lado, acariciándole el cabello y susurrándole palabras de amor. Después fui a mi habitación y me tiré sobre la cama, dejando que todos mis pensamientos me consumieran hasta que me quedé dormida.

¡Por supuesto! Aquí te dejo algunas sugerencias para mejorar el texto:

Narra Axel

Al día siguiente, me desperté temprano a las 6 am, pensando en Mía. Su dulce voz resonaba en mi cabeza y todavía podía sentir el sabor de sus besos en mis labios. Terminé mis actividades matutinas, pero no podía dejar de pensar en ella. ¿Qué pasaría si viviera conmigo? Me encantaría que fuera mi esposa y madre de mis hijos, aunque sé que como director, no debería tener sentimientos así por una de mis empleadas.

Narra Mía

Me levanté temprano y me preparé para el día. Decidí salir a trotar y, sin querer, choqué con alguien.

– Perdón… – Dije al levantar la mirada y ver que era Axel.

– ¡Qué linda sorpresa! – Dijo Axel sonriendo. – Buenos días, Linda. – Y me besó.

– Buenos días – Dije sonrojada.

Comenzamos a trotar juntos y conversamos sobre nuestros intereses y pasatiempos. Después de un rato, nos despedimos y yo volví a mi casa para encontrarme con mi tía.

– ¿Dónde estabas? – Dijo mi tía con un tono prepotente.

– Fui a trotar, tía – Respondí tratando de mantener la calma.

– Tú sabes que tienes que ocuparte de tu hermano – Me recordó ella.

– Todavía hay tiempo – Traté de defenderme – El desayuno ya está listo.

Ella me miró con desaprobación, pero no dijo nada más.

– Con permiso… voy a preparar a mi hermano para la escuela – Dije eso y me fui.

Me costó, pero logré despertar a Manuel, lo preparé para la escuela, tendí su cama y bajamos a desayunar juntos. Después lo llevé a la escuela y minutos más tarde fui a la mía. Hoy era un día especial, me darían un reconocimiento por mis calificaciones. Solo lograba pensar en mis padres y en cómo me hubieran aplaudido y abrazado si estuvieran aquí.

Llegué a la escuela y todo estaba preparado para la entrega de premios. Miré los lugares reservados para los padres orgullosos de sus hijos que recibirían reconocimientos por sus calificaciones, y no pude evitar sentirme sola y triste al darme cuenta de que nadie estaría allí para aplaudirme a mí.

Me encontraba llorando inmóvil cuando sentí que Axel se acercaba a mí.

– ¿Qué te pasa, hermosa? – Dijo mirándome a los ojos.

– Nada – Dije tratando de secarme las lágrimas.

– ¿Por qué lloras? – Insistió él.

– Estos eventos me ponen nostálgica… extraño a mis padres – Dije cubriendo mi rostro con mis manos.

– Te entiendo – Dijo Axel abrazándome – No te sientas sola… sé que no es lo mismo, pero yo estaré aquí para aplaudirte.

Cuando dijo eso, me dieron unas inmensas ganas de besarlo, pero me detuve al ver a Emilia.

– Señor director – Dijo ella – Todo está listo para la entrega de premios.

– Gracias… prepare a los estudiantes – Dijo Axel con seriedad.

Me gustaba verlo en su faceta como director.

Minutos después, nos ubicamos todos en nuestros respectivos lugares para que comenzara la ceremonia de premiación. Axel comenzó a hablar y yo lo escuché con atención, agradecida por su apoyo y compañía en ese momento difícil para mí.

Axel, el director de la escuela, se acercó al micrófono y comenzó su discurso. «Queridos alumnos, cuando escuchamos la palabra ‘futuro’, nuestra cabeza empieza a dar vueltas. No es algo que queramos oír siempre. Todo lo contrario, la evitamos», dijo con tono reflexivo. «De niños vivimos con la típica pregunta de ‘¿qué quieres ser cuando grande?’ Y con el paso de los años nuestra respuesta fue cambiando. Nos inquietamos porque queremos darles una respuesta concreta a nuestros padres, o sea quien sea la persona que formó la pregunta».

Axel continuó hablando sobre la importancia de pensar en el futuro y de trabajar duro para alcanzar las metas que nos proponemos. «Y hoy ustedes les están dando la mejor respuesta al recibir este reconocimiento por las mejores calificaciones», agregó, señalando a los estudiantes que se encontraban en el auditorio.

– Quiero felicitarlos por sus esfuerzos de mantener un buen promedio y es un honor para mí hacer la entrega de este reconocimiento – concluyó Axel, recibiendo un fuerte aplauso de todos los presentes. Luego, comenzó a llamar a los estudiantes que recibieron el reconocimiento uno por uno.

Mientras tanto, yo me encontraba perdida en mis pensamientos, admirando a Axel por su apariencia y su elocuencia. Sin embargo, mi compañera me sacó de mi ensimismamiento con un codazo, recordándome que era mi turno para recibir el reconocimiento.

– ¡Mía Montgomery! – anunció Axel

– ¿Qué? ¿Qué pasa? – Pregunté confundida, sin entender lo que estaba sucediendo.

– ¡Te están llamando, es tu turno para recibir el reconocimiento! – Me dijo una compañera con una sonrisa en el rostro.

Me levanté rápidamente y caminé hacia el escenario, donde Axel me recibió con una sonrisa

Estaba muy nerviosa mientras Axel me entregaba mi diploma de reconocimiento. «Felicidades, señorita», dijo sonriendo. Agradecí con un «gracias» y luego noté que movía los labios, como si quisiera decir algo más. De repente, pronunció un «te amo» y no pude evitar sonrojarme.

Agradecí con un gesto y me uní a mis compañeros en el escenario, sintiéndome orgullosa de haber sido reconocida por mi esfuerzo y dedicación en mis estudios.

Después de la ceremonia, Axel se acercó a mí y me felicitó personalmente, diciéndome que estaba orgulloso de mi logro y que esperaba verme seguir creciendo académicamente. Yo le agradecí por su apoyo y me fui a buscar a mi hermano a la escuela casa, sintiéndome motivada y con ganas de seguir trabajando duro en mis estudios.

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Capítulo 8: Primera Cita

Narra Mía

La ceremonia había terminado y aunque había felicidad en el ambiente, yo me sentía triste al ver a los padres abrazando a sus hijos. Sin embargo, mi ánimo mejoró cuando Axel se acercó a mí.

– ¿Cómo estás? – me preguntó.

– Bien – respondí cortante.

– Sé que es un momento difícil para ti… pero aunque no estén físicamente, tus padres viven en tu corazón – dijo Axel tratando de reconfortarme.

No pude evitar sonreír.

– Gracias, no sé cómo lo haces, pero siempre logras sacarme una sonrisa – le dije.

Pasamos horas conversando y sin darme cuenta, pasó una semana. Estaba en casa jugando con mi hermano Manuel cuando recibí un mensaje de Axel. ¡Qué sorpresa!

“Mi querida alumna, me gustaría que saliéramos a una cita, solo nosotros, tú y yo disfrutando de una noche magnífica. ¡Te amo! Con cariño, tu querido director”

¿Querido director? Fue inevitable no sonreír. ¿Qué ocurrencias tendrá este hombre? ¿Qué tendrá que me atrae hacia él como si fuera un imán irresistible? No lo pensé dos veces y le contesté.

Narra Axel

Recibí una respuesta emocionada de mi alumna de ojos luminosos.

«Acepto ir a esa linda cita con usted, será hermoso, y no me importa que sea de noche. ¡Estoy emocionada! Me gusta tanto. Con cariño, su querida alumna.»

Esperé su respuesta ansioso, deseando que todo saliera bien para nuestra cita.

Esta chica lograba hacerme sonreír con solo pensar en ella. Estaba a punto de escribirle de nuevo cuando recibí otro mensaje.

«Tengo que encontrar a alguien que pueda cuidar a Manuel», decía el mensaje.

Narra Mía

Estaba preocupada por quién podría cuidar a mi hermano cuando recibí un mensaje de Axel.

«Tengo una idea de quién puede cuidar a tu hermanito», decía el mensaje.

«¿De verdad? ¿Quién?», pregunté ansiosa.

«Mi hermana, lo cuidará bien… tráelo a mi casa», respondió.

«¿Tu hermana? ¿Y ella sabe que tendremos una cita?», pregunté preocupada.

«No… pero le inventaré algo», dijo Axel con seguridad.

«Está bien, confío en ti», respondí.

«Eso es lo que quiero escuchar», dijo Axel con una sonrisa.

«Te veo esta noche… mi querido director», dije.

«Estoy ansioso, mi querida alumna», respondió.

Llegó la noche y yo estaba lista, pero también muy nerviosa. No podía evitar sentir mariposas en el estómago al pensar en mi cita con Axel. Esperaba que todo saliera bien y que mi hermano estuviera en buenas manos.

Me puse un vestido rosado pastel que llegaba hasta mis rodillas, con una cinta alrededor de mi cintura y unos tacones bajos. Dejé mi cabello largo y ondulado castaño suelto y usé sombras al tono de mis ojos grises.

Llegó la hora de irme y tomé una mochila para guardar algunos juguetes de Manuel. Estaba nerviosa porque hoy sería mi primera cita con Axel y solo esperaba que todo saliera bien.

«Tranquila, Mía, respira», me dije a mí misma mientras respiraba profundamente para calmar mis nervios. En ese momento, Axel me envió un mensaje diciendo que ya estaba listo para nuestra cita. Sentía que mi corazón latía con fuerza.

«Tía, me voy», dije tomando la pequeña mano de Manuel.

«¿A dónde vas?», preguntó mi tía.

«A cenar con un amigo», respondí.

«Haz lo que quieras, pero no vuelvas tarde», dijo ella.

«No lo haré», dije antes de salir.

No tardé mucho en llegar a la casa de Axel y él me estaba esperando en la puerta.

«Hola», dije entusiasmada.

«Hola… pensé que no vendrías», dijo dándome un beso en la mejilla. «Hola, campeón», dijo alborotando el cabello de Manuel.

Se apartó de la puerta y me hizo un gesto para que entrara.

– ¿Y tu hermana? – pregunté.

– Ya está viniendo – respondió.

Nos sentamos en el sofá y minutos después tocaron la puerta de la casa de Axel. Él se dirigió a abrir.

– Hola, hermanita, te estaba esperando – dijo Axel dándole un beso en la mejilla.

– Hola, hermanito. ¿Para qué me llamaste? – preguntó ella.

– Necesito que me hagas un favor – dijo Axel haciendo un gesto para que entrara.

Ella entró y yo me puse de pie inmediatamente, sonriendo.

– ¿Y ella quién es? – preguntó sorprendida.

Axel se acercó a mí.

– Jessica, ella es Mía, una amiga – dijo sonriendo – y él es Manuel, su hermanito – dijo cargando a Manuel.

– Mucho gusto – dije extendiendo mi mano.

– Un placer conocerte – respondió ella agarrando mi mano.

– Entonces… ¿para qué me llamaste? – preguntó de nuevo la hermana de Axel.

«Tengo un asunto que resolver con Mía y necesito que por favor…», dijo Axel.

«Cuide a Manuel», interrumpió ella.

«Me conoces bien, hermanita», dijo Axel sonriendo.

«Está bien, pero me debes una», dijo ella acercándose a Manuel con dulzura. «Hola».

«Hola», respondió Manuel.

«Manuel», dije poniéndome en cuclillas, «tengo que salir. Te vas a quedar un rato con Jessica».

«¿Vas a volver?», preguntó él con inocencia.

– Claro que voy a volver… y tú mientras tanto puedes mostrarles los juguetes que tienes en tu mochila – dije sonriendo.

– Está bien, te quiero – dijo Manuel con dulzura.

– Yo también te quiero, hermanito – respondí abrazándolo – Gracias – dije mirando a Jessica.

– No hay problema – dijo ella acercándose a Manuel – Diviértanse que nosotros también nos divertiremos… ¿No es cierto, campeón? – dijo haciéndole cosquillas y provocando que Manuel riera a carcajadas.

Salimos afuera y cuando llegamos a su auto, Axel me abrió la puerta del copiloto y él se sentó en el asiento del piloto. Una vez dentro del coche, me dijo:

– Te ves hermosa, amor – y me besó en la frente.

– Gracias, tú también te ves elegante como siempre – lo miré de arriba abajo.

– Te amo – dijo y me besó de nuevo.

Axel llevaba puesto un esmoquin negro con una corbata de moño, su hermoso cabello castaño peinado hacia atrás y sus ojos verdes resaltaban.

– ¿Nos vamos? – preguntó entusiasmado.

– Sí – dije sonriendo como una tonta.

Axel arrancó el coche y comenzó a conducir. Durante el trayecto, le pregunté:

– ¿Se puede saber a dónde iremos?

Axel frenó en el semáforo en rojo, me miró sonriendo y se acercó a mi oído para susurrar:

– ¡Es una sorpresa! – se apartó y me guiñó el ojo. Fue inevitable no sonrojarme.

Después de 20 minutos, llegamos a uno de los cinco mejores restaurantes del país.

– ¡Llegamos! – anunció Axel.

– ¡WOW! ¡No puedo creerlo! – dije sonrojada – Pero no deberíamos comer en un restaurante tan caro.

– No te preocupes, todo esto es para ti, así que no lo rechaces – sonrió.

Estuvimos platicando, riendo y contándonos anécdotas. ¿Quién diría que sucedería un amor tan hermoso y clandestino como el nuestro? Cada segundo que pasaba con él, me enamoraba más y más.

– Me gustaría llevarte a otro lugar – dijo Axel.

– ¿Otro lugar? – pregunté.

– Ven… – tomó mi mano y me llevó a una terraza en el último piso del mismo restaurante. La terraza estaba llena de rosas y en el cielo estrellado apareció un mensaje que decía «Quiero que seas mi novia» y otro que decía «Te amo».

Me quedé completamente muda, solo podía sonreír.

– ¿Qué dices? – preguntó Axel, tomando mi cara con sus manos y provocando que nuestras miradas se conectaran.

– Acepto ser tu novia – dije llorando de la emoción – Te amo.

Axel sonrió mientras secaba mis lágrimas con delicadeza.

– Esperé mucho tiempo para que un «te amo» saliera de tu boca. Yo también te amo – dijo y luego se acercó a mí para besarme.

– Te amo, mi querido director – dije sonriendo.

– Te amo, mi querida alumna – respondió Axel, besándome de nuevo.

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Capítulo 9: La exnovia

Narra Axel

Sin darme cuenta, una semana había pasado desde mi primera cita con Mía. Todo parecía perfecto; ella aceptó ser mi novia y a mí no me importaba la diferencia de edad. Parecía que a ella tampoco le importaba. Ya saben lo que dicen: en el corazón no se manda.

Estaba en mi oficina cuando alguien tocó la puerta.

– Adelante – dije sonriendo, creyendo que era Mía. Pero mi rostro cambió cuando vi que no era ella.

– Hola, Axel – dijo Julia.

– ¿Julia? ¿Qué haces aquí? – pregunté sorprendido.

– Trabajando. Me transfirieron a esta escuela… soy la nueva profesora de Matemáticas.

– Qué bien – dije sin entusiasmo.

– Sabes, desde que terminamos, me he sentido algo sola… – dijo Julia con un tono seductor.

– Axel, lo siento, fue un error que termináramos. Yo aún te amo – continuó diciendo.

– El pasado ya es pasado, Julia. El sentimiento no es mutuo. Yo sí te olvidé – respondí cortante.

– ¿En serio te olvidaste de mí? – preguntó Julia, mientras una lágrima caía por su mejilla. – He cambiado, lo juro. Solo quiero una segunda oportunidad.

– Julia… créeme que lo nuestro fue especial. Te quise mucho y me dolió mucho que me dejaras. Pero ya lo superé y ahora solo puedo quererte como amiga – dije, tratando de ser amable.

– ¿Amiga? – preguntó incrédula.

– Amiga nada más, y eso ya es mucho considerando que me fuiste infiel – respondí.

– Sé que te lastimé, pero… – intento explicar.

– Ya no hay rencor – la interrumpí – pero yo ya no te amo.

– Pero Axel, amor… – siguió diciendo Julia.

– No me digas así – la interrumpí de nuevo – ya no somos nada, por favor entiéndelo.

– Pero yo te amo – insistió Julia.

– El amor es entre dos personas que se gustan, y tú no me gustas – dije con firmeza.

Julia se me acercó y en un abrir y cerrar de ojos me besó. La aparté al instante y me di cuenta de que Mía había entrado en ese momento. Mía se fue corriendo.

– ¡Mía! – la llamé, tratando de explicarle la situación.

Narra Mía

Tenía muchas ganas de ver a mi querido director, así que me acerqué a su oficina. Noté que la puerta estaba entreabierta y pensé en golpear, pero luego decidí que sería mejor sorprenderlo. Sin embargo, cuando entré, me llevé una sorpresa desagradable: Axel estaba besando a una chica. Sentí como si mi corazón se hubiera partido en mil pedazos.

– ¿Señor director? – dije con lágrimas en los ojos.

– ¿Mía? – Axel parecía sorprendido.

– Siento interrumpir – dije antes de salir corriendo de la oficina.

– ¡Mía! ¡Espera! – escuché que me gritaba Axel, pero ya estaba demasiado lejos para volver atrás.

Narra Axel

– Amor, no te preocupes. Ella es solo tu estudiante, ¿verdad? – intentó justificarse Julia.

– Julia… no vuelvas a besarme y no vuelvas a llamarme así. Entiende que no somos nada – le dije con firmeza.

– Pero, Axel… – intentó seguir hablando.

– Pero nada – la interrumpí – y si sigues sin entender, voy a pedir que te saquen de esta escuela.

– Pero yo te amo – insistió Julia.

– Vete de mi oficina, Julia – le dije con seriedad.

– Y si no me voy, ¿qué? – preguntó desafiante.

– Está bien – dije mientras me dirigía al teléfono.

– ¿A quién llamas? – preguntó Julia.

– Al ministerio de Educación. Le pediré que te saquen de esta escuela – respondí.

– Está bien… ya me voy. No te molestaré más – dijo Julia mientras salía de la oficina y azotaba la puerta.

Después de que Julia se fue, pensé en Mía y en cómo ella podría haber malinterpretado lo que vio. Pero yo sabía que la amaba a ella y que no tenía nada que ver con lo que acababa de pasar con Julia.

Narra Mía

No puedo creer lo que acabo de ver… No puedo parar de llorar. ¿Cómo llegué hasta las gradas? No importa, lo importante es que siento un dolor muy grande en el pecho… ¿Por qué Axel me hizo esto? No, es imposible, creí que me amaba.

– ¿Mía? Te encontré – escuché la voz de Axel.

Levanté la mirada y ahí estaba él.

– ¿Qué quieres? – dije secando mis lágrimas.

– Explicarte lo que viste – dijo sentándose a mi lado.

– ¿Qué me vas a explicar? ¿Que te besaste con otra chica? ¿Quién es ella? – pregunté con tristeza.

– Ella es mi ex… – respondió Axel.

– ¿Tu ex? – interrumpí – ¿Qué hace aquí?

– El ministerio de Educación la mandó como la nueva profesora de Matemáticas – explicó Axel.

– ¿Aún sientes algo por ella? – pregunté con el corazón en la mano.

– No, ella me besó a mí… pero yo no siento nada, porque te amo a ti – dijo Axel con sinceridad.

– ¿Cómo puedo creerte? – dije bajando la mirada y cubriendo mi rostro con mis manos.

Axel quitó mis manos de mi rostro y acercó sus labios lentamente hacia los míos, besándome tiernamente.

– Mírame a los ojos – dijo y delicadamente tomó mi cara, haciendo que nuestras miradas conectaran.

– Te amo de verdad y por ella ya no siento nada – dijo Axel con convicción.

Sus ojos tenían algo que me hizo querer confiar en él. Quería creerle.

– ¿Me perdonas por lo que pasó? – preguntó Axel.

No pude evitarlo y me abalancé sobre él. Axel me cubrió con sus fuertes brazos y me besó. Con ese beso sentí todo el amor que sentía por mí, sentí su sinceridad. Ambos nos amábamos.

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Capítulo 10: El accidente

Narra Mía

Y sin darme cuenta, pasó una semana desde mi reconciliación con Axel. Nuestra relación iba mejor que nunca y no había un día en que no nos viéramos, tanto en la escuela como en su casa. Su hermana siempre se quedaba cuidando a mi hermano y Manuel ya le había tomado cariño. Aunque Axel solo me presentó como su amiga, creo que en el fondo, Jessica ya comenzaba a sospechar.

Un día, fuimos a un restaurante lujoso, el mismo donde tuvimos nuestra primera cita. Pasamos una noche mágica y al salir, nos estábamos besando apasionadamente cuando, de repente…

Siento que él se aparta de mí de golpe, grita y me empuja.

– ¡¡¡¡¡¡Cuidado!!!!!!

Axel me empujó y un carro pasó por encima de él. El sonido de la colisión me dejó aturdida y paralizada por un momento. Cuando finalmente reaccioné, corrí hacia él, gritando su nombre.

Mientras saco mi celular que cae de mis manos para llamar a la ambulancia, corro hacia Axel y lo intento levantar. Sin embargo, debido a sus heridas, no puedo hacerlo y me doy cuenta de que está envuelto en sangre.

– Amor, Amor ¡Responde! Abre los ojos por favor ¡No me dejes! Te amo ¡Por favor despierta! Mis lágrimas caen una tras otra, Axel estaba envuelto en sangre y la ambulancia tardaba mucho en llegar.

De repente veo que las puertas del auto que lo chocó se abren y veo que una chica sale del auto. ¡¡¡No puede ser!!!, es ella. Es la chica que lo besó, es su exnovia. No podía creer lo que estaba viendo, mi corazón se llenó de dolor y rabia al mismo tiempo.

– ¡Axel! ¡Axel! ¿Pero qué he hecho? ¡Reacciona por favor! – gritaba la chica, mientras yo la miraba con desconfianza.

Yo me quedo mirándola, no se me ocurre nada que decir, tenía olor a alcohol y se veía borracha, luego de un tiempo llego la ambulancia, subieron a Axel a la ambulancia y yo subí con él.

– Cariño, resiste – Dije acariciando su mejilla, mientras las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas.

Llegamos al hospital y llevaron a Axel al quirófano… Pasaron horas y horas, y yo, simplemente miraba el quirófano, en un estado de shock y tristeza profunda.

Finalmente, el doctor sale y en ese momento vi que también estaba llegando Julia, la exnovia de Axel.

– Doctor ¿Cómo está, Axel? ¿Se pondrá bien? – Dijimos las dos al unísono, con la esperanza de recibir buenas noticias.

Las lágrimas aún caían de mis ojos.

– ¿Son familiares del paciente? – Pregunto el doctor

– Yo soy su novia – Conteste primero que Julia, mientras yo me quedaba en silencio, sintiendo un nudo en mi garganta.

– Y yo su ex – Contesto Julia cortante, mientras me miraba con desprecio.

– Entiendo, el paciente ya no está en riesgo… – dijo el doctor, mientras yo cerraba los ojos y respiraba profundo, tratando de controlar mis emociones.

– Gracias a Dios – Interrumpí, tratando de mantener la calma.

– Pero sufrió algunas fracturas, al igual que un buen golpe en la columna.

– ¿Puedo verlo? – Dijimos las dos al unísono

– En este momento el paciente esta inconsciente, y solo una puede pasar a verlo – Dijo el doctor en tono serio – y creo que es conveniente que pase la novia – Dijo mirándome

– Gracias – Dije con un nudo en la garganta, mientras Julia me miraba con desprecio y se alejaba.

– Por aquí Señorita – Dijo y me llevó a la habitación de Axel.

Al llegar a la habitación, me acerqué a él y le acaricié el cabello mientras le daba un beso en los labios.

– Hola, amor – Le dije con una sonrisa.

– ¿Estoy en el cielo? – Escuché un pequeño murmullo de Axel – Porque creo que estoy viendo un ángel – Dijo sonriendo mientras me miraba.

No pude evitar sonreír.

– ¿Cómo puedes hacerme reír en un momento así?

– Me gusta verte reír – Dijo y después se quedó dormido otra vez.

– ¡Axel! ¡Axel! Doctor, ¿qué pasa? – Exclamé con desperación

– Descuida, es normal. Acaba de sufrir un golpe fuerte y todavía no está del todo estable. Además, hay un detalle que no le he dicho, Señorita – Dijo el doctor en tono serio.

– ¿Qué sucede, doctor? – Pregunté con preocupación.

– El paciente tendrá que usar una silla de ruedas por un tiempo – Respondió el doctor.

– ¿Silla de ruedas? – Dije con la voz quebrada.

– Sí, lo siento… con permiso – Dijo y se retiró.

En ese momento llegó aquella chica que causó el accidente de Axel, su ex.

¿Qué hace esta mujer aquí? ¿Cómo logró llegar hasta aquí si solo nos permitieron pasar a una? – Pensé.

– Lo siento – Dijo bajando la mirada.

– No debes disculparte conmigo, sino con él – Respondí mirando a Axel.

Pasaron dos días y Axel ya estaba estable. Llegué a su habitación y nuestros ojos chocaron como imanes. Me acerqué a él y delicadamente tomé su cara para besar sus labios.

– Mía – Habló en voz baja.

– Shhhhh – Dije poniendo mi dedo índice sobre sus labios – No digas nada, aquí estoy contigo.

– ¿Dónde estamos? – Preguntó Axel.

– En el hospital. ¿Recuerdas el accidente? – Respondí.

– Sí – Dijo mirando a los lados – ¿Julia? ¿Tú qué haces aquí?

– Vine a disculparme. ¡Realmente lo siento! Todo el costo del hospital no te preocupes, todo está a mi cuenta – Dijo Julia.

– ¿Así que fuiste tú?

– Sí, de verdad lo siento. No sé qué me pasó

– Amor, ¿nos dejas a solas un momento? – me pidió Axel mientras tomaba mis manos con cariño.

– Sí – dije antes de salir de la habitación, aunque podía escucharlos desde afuera.

Narra Axel

El accidente que casi lastima a Mía me llenó de rabia hacia Julia, sabiendo que ella lo había provocado.

– En serio lo lamento mucho – dijo Julia apenada.

– Julia, no quiero que te vuelvas a meter en mi vida. No quiero que vuelvas a cruzarte en mi camino, así que por favor, jamás vuelvas a aparecer frente a mí, ni mucho menos frente a Mía, ni en nada relacionado con mi vida – dije elevando la voz.

– ¿Mía? ¿No es el nombre de aquella estudiante? – preguntó Julia.

– Sí, no te voy a mentir, me enamoré de mi alumna – confesé.

– Julia iba a hablar, pero la interrumpí:

– La amo más de lo que alguna vez pude amarte a ti.

– Está bien, no volveré a cruzarme en tu vida y ya pedí mi traslado de la escuela», dijo Julia.

– Me parece perfecto – dije con firmeza – Ahora, si me disculpas, necesito estar a solas con Mía.

Julia asintió con la cabeza antes de salir de la habitación.

Narra Mía

Jamás había conocido esa parte de él o más bien, no sabía que él tenía un lado así.

Entiendo, gracias por la aclaración. Aquí te dejo una posible forma de mejorar el texto:

Julia abrió la puerta y pasó frente a mí sin siquiera mirarme.

– Hola, amor ¿Puedo pasar? – toqué la puerta que ya estaba abierta.

– Sí, cariño. Julia ya no nos volverá a molestar otra vez, así que quita esa cara de preocupada… – dijo Axel con una sonrisa.

– Es que te debo dar una noticia y no sé cómo la tomarás – dijo Mía, bajando la mirada.

– ¿Qué ocurre? – preguntó Axel con una mirada preocupada.

– No podrás caminar por un tiempo y tendrás que usar esa silla de ruedas que está en la esquina – señaló la silla.

– ¿De qué estás hablando, cariño? ¡No puedo dejar de caminar! – exclamó Axel, incrédulo.

– El impacto del golpe fue grave, lo siento – explicó Mía con tristeza en su voz.

– Lo siento, amor. Solo seré un estorbo para ti… – dijo Axel con voz quebrada.

Al escuchar esas palabras salir de sus labios, fue inevitable no besarlo.

– ¡No digas estupideces! ¡Yo te amo! Te amaré siempre, sin importar los obstáculos – le dije con firmeza.

Me acosté a su lado, abrazándolo.

– ¡Te amo tanto! No sé qué hice para merecer a alguien tan lindo como tú – me besó tiernamente.

Recosté mi cabeza en su pecho y comencé a besar su mandíbula.

– ¡Me gusta eso! – dijo Axel con los ojos cerrados, y me di cuenta de que disfrutaba que lo besara.

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Capítulo 11: Tim

Narra Mía

Ya han pasado dos meses desde el accidente y Axel ha recibido el alta médica. He pasado todas mis vacaciones a su lado, riendo y ayudándolo en todo lo que he podido.

– Amor, no puedo creer que estés cuidándome tanto – dijo Axel con una sonrisa.

– Siempre lo haré porque te amo – le respondí, tomando su mano.

Axel me atrajo hacia él y me senté en sus piernas, rodeando su cuello con mis brazos.

– Amor, debes irte. Mañana comienzas nuevamente las clases – susurró Axel, con sus labios rozando los míos.

– Lo sé, no quiero regresar si tú no regresas – dije haciendo pucheros.

– Lo sé, cariño. Para mí también es difícil que vuelvas a la escuela y no poder verte… pero tú debes seguir adelante – me animó Axel.

– Y lo haré, siempre y cuando esté a tu lado – le dije antes de besarle.

En estos dos meses, Axel ha progresado bien, aunque aún necesita la silla de ruedas. Los padres de Axel viven muy lejos y no saben del accidente que sufrió, ya que Axel no quiere que se preocupen. Me pregunto cómo serán. Axel nunca me ha hablado sobre su padre, solo me ha dicho que sus padres están divorciados y que su madre ha hecho mucho por él y por su hermana. Hablando de su hermana, ella es la única que sabe sobre nuestra relación y nos ha ayudado mucho cuidando a Manuel para que podamos estar juntos. En la escuela, todos saben sobre el accidente y extrañan mucho a Axel. Yo soy la única que puede verlo en su casa.

Hoy estoy a punto de comenzar el cuarto semestre. Aunque ir a la escuela y saber que Axel no está en su oficina, y que en su lugar está ese odioso vicedirector, no será lo mismo.

Narra Axel

No quería soltarla. Sus labios eran tan dulces, pero sabía que ella debía continuar con su vida. Me sentía mal por tenerla a mi lado cuidándome, sabiendo que ella podría estar con alguien de su edad, alguien que no estuviera en una silla de ruedas.

– Tienes que irte – dije sin dejar de besarla.

– Sí, me iré – dijo ella, aferrándose más a mi cuello.

Hablábamos entre besos.

– ¿Cómo está tu hermanito? – pregunté.

– Bien, le caes bien. Siempre pregunta por ti – respondió.

– A mí también me cae bien mi pequeño cuñado… ¿Y ahora dónde está?

– Con tu hermana… por cierto, ¿nunca me dijiste cómo tomó la noticia de lo nuestro?

– Al principio se quedó en shock, no podía creer que estaba saliendo con alguien tan joven… pero después lo entendió y ahora nos está ayudando.

Hubo un momento de silencio en el que solo nos besábamos sin decir nada.

– Me tengo que ir – dijo ella, besándome.

– Sí, tienes que irte – dije, besándola sin soltarla.

Hasta que mi hermana entró con Manuel.

– Siento interrumpir – dijo Jessica.

Ligeramente, Mía se separó de mis brazos.

– No, no interrumpes… ya me estaba yendo – dijo Mía, agarrando la mano de Manuel – Gracias por cuidarlo.

– No hay problema, nos divertimos mucho, ¿verdad campeón? – dijo Jessica, alborotándole el cabello a Manuel.

– Siiii – gritó Manuel emocionado.

– Manuel, despídete de Axel, que nos vamos a casa – dijo Mía.

Manuel se acercó a mí y lo abracé; me daba ternura la escena y lo cariñosa que era con su hermanito.

– Adiós campeón, fue un placer verte – dije. Manuel solo sonreía y después se soltó.

Mía lo tomó de la mano y después se acercó a mí.

– Buenas noches – dijo y me dio un pequeño beso – ¿Nos vemos mañana después de la escuela?

– Te esperaré – dije entusiasmado.

Después se dirigió hacia Jessica.

– Buenas noches, Jessica, una vez más gracias por todo – dijo Mía, estrechando su mano.

– Buenas noches, Mía, y una vez más no hay problema

Me quedé observando a Mía hasta que la puerta de mi casa se cerró y ya no pude verla.

– Nunca te había visto tan enamorado – dijo Jessica – Ni siquiera cuando estabas con Julia.

– Esto es diferente, Mía no es como Julia… ella es mágica – le respondí.

Más tarde, Jessica preparó la cena. Cuando terminamos, ella se despidió de mí y se fue. Yo me acosté a dormir.

Al día siguiente, me desperté a las 4:30 am. No podía dormir, estaba ansioso por volver a ver a Mía.

Narra Mía

Son las 4:30 am y no puedo dormir, solo puedo pensar en Axel. Nunca había sentido algo así con tanta intensidad.

Me costó conciliar el sueño, pero lo logré. Incluso dormida, pensaba en Axel, hasta que llegó la hora de despertar.

– ¡Lista! – Me arreglé, preparé a Manuel, desayunamos, lo llevé a la escuela y después me dirigí a la mía.

Cuando terminaron las horas de clases, salí corriendo a buscar a mi hermanito a la escuela. Lo llevé a casa, le cambié su uniforme, dejé su mochila, le di de comer y después me encontré con Jessica en el parque como siempre.

Cuando llegamos al parque, Manuel la vio de lejos y corrió hacia ella.

– ¡Jessica! – dijo con una sonrisa.

– ¡Hola, campeón! – dijo Jessica, abrazándolo.

Nos saludamos con Jessica, le di la mochila de Manuel con sus juguetes, abracé a mi hermano y después me fui corriendo para ver a Axel.

Cuando estaba a cuatro cuadras de llegar a la casa de Axel, escuché una voz familiar.

– ¡Mía! – El chico de los ojos marrones se me acercó.

– ¿Sí?

Era Tim, un compañero de la escuela.

– Mía, ¿puedo hablar contigo?

– ¿De qué?

– Bueno… Mira, hace tiempo que quiero decirte esto – hizo un breve silencio.

– ¿Decirme qué?

– Mía… me gustas, desde que te vi por primera vez.

– ¡Tim! Lo siento… – iba a hablar, pero él me besó, tomándome por sorpresa.

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Capítulo 12: Ya estoy enamorada

Narra Axel

Miré mi reloj y eran las 4:30 pm.

– ¡Listo!

Sonreí al ver el mini banquete que había preparado para mi adorable chica con todo lo que más le gusta. Me deslicé en mi silla de ruedas hacia el estante para sacar dos copas que podía alcanzar aun estando sentado. Ahora que lo pienso… Nunca había hecho algo así por alguien, ni siquiera por Julia… Estoy emocionado por ver su hermoso rostro sonrojado. Simplemente, la amo.

Narra Mía

Después de que Tim me besó, me separé bruscamente de él.

– ¿Tim?…

– ¡Me gustas! – dijo interrumpiéndome.

– Lo siento, Tim, pero ya estoy enamorada de alguien que me espera – le dije con sinceridad.

– Al menos lo intenté y te dije lo que siento – dijo cabizbajo.

– Lo siento mucho, Tim. No me gusta hacer sufrir a nadie.

– No te sientas mal… Gracias por ser honesta – dijo extendiendo su mano – ¿Amigos?

– Amigos, Tim… – Dije tomando su mano – Gracias por entender.

– No hay problema… Ahora ve por tu chico – me animó.

Lo abracé y me fui corriendo hacia la casa de Axel.

Narra Axel

Miré mi reloj de nuevo y eran las 5:30 pm.

– Ella no vendrá – pensé con tristeza. Seguramente se ha dado cuenta de que soy un estorbo, solo un hombre inválido de 32 años. Merece a alguien de su edad y no a mí. Ella es solo una pequeña estudiante de 17 años.

Narra Mía

Llegué corriendo a la casa de Axel y al no recibir respuesta, utilicé el duplicado de la llave que guardaba debajo del extintor para abrir la puerta. Axel estaba acostado en el sofá, junto a una botella de vino sin una sola gota, y su silla de ruedas estaba a su lado.

– ¿Quién está ahí? – preguntó adormilado con la voz temblorosa por los efectos del alcohol.

– Soy yo, Mía, tu novia – me acerqué al sofá.

– ¿Mía? Me duele la cabeza – dijo llevando su mano a su frente.

– Son los efectos del alcohol – dije acariciando su mejilla – ¿Cómo hiciste para pasarte al sofá?

– De la misma manera que hice esto – señaló con su dedo hacia la mesa donde había preparado tostadas con mermelada y dulce de leche, café con leche, y un florero en medio de la mesa con mis flores favoritas, Peonias Blancas. Las velas que estaban en la mesa estaban derretidas.

– ¿Hiciste todo esto para mí? – dije con la voz quebrada.

– Esta es la primera vez que hago algo por alguien y me dejan plantado. Pensé que llegarías temprano, creí que para ti yo era importante… Y en esta situación que estoy, ¡en esa maldita cosa!», señaló la silla de ruedas. «¡Me esforcé para preparar todo esto! – dijo elevando la voz.

– ¿Estás enojado? – dije bajando la mirada.

– No, no estoy enojado – dijo levantando mi cara levemente – Haces bien en alejarte de mí, yo soy un estorbo, mereces salir con chicos de tu edad

– No eres un estorbo, no lo vuelvas a decir. Y lo siento por no haber llegado antes. ¿Conoces a Tim? – dije bajando la mirada.

– ¿Tim? ¿De la escuela? – preguntó Axel asintiendo con la cabeza.

Me detuvo y me confesó lo que siente por mí… y no te mentiré, ¡él me besó! – hubo silencio en toda la habitación y después exclamé.

– ¿Él hizo qué?

– Él me besó, Axel. Te juro que le aclaré que…

Axel me interrumpió con un beso.

– Solo yo puedo besarte – dijo y me besó otra vez – ¡Listo! Ya estás limpia.

– ¿Eh? – sonreí – Axel, hueles mucho a alcohol.

– Lo siento – dijo y me sonrió – ¿Qué pasó con Tim?

– Le dije que ya estoy enamorada – dije y lo besé – ¡Estoy enamorada de ti!

Axel me acercó más a él y me besó.

– Te amo y jamás me cansaría de decirlo, y siempre te elegiría a ti una y otra vez – lo volví a besar.

Después ayudé a Axel a sentarse en la silla de ruedas y fuimos a degustar el pequeño banquete que había preparado para mí.

Narra Axel

Estábamos disfrutando de nuestra comida cuando noté que un poco de mermelada quedaba en su mejilla. Me acerqué a ella y le di un beso.

– Tienes un poco de mermelada aquí – dije mientras la besaba en la mejilla.

– Salió – dijo sonriendo.

– Falta un poco – dije y la besé de nuevo – ¡Ahora sí!

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Capítulo 13: ¿Mamá?

Narra Mía

Terminamos de comer y nos sentamos en el sofá a ver la televisión, abrazados y besándonos.

– Por cierto… – Axel me interrumpió con un beso.

– ¿Sí? – preguntó

– ¿Cómo van los tratamientos? Me gustaría seguir acompañándote, pero sería raro para Jessica. Ya bastante que cuida de mi hermanito – se rio.

– Jessica… Jessica… – volvió a reír – ¿Te conté que cuando éramos niños un cuchillo cayó en mi mano derecha? – rio.

– ¿En serio? ¿Y qué pasó? ¿No fue grave? – pregunté.

– Mi querida novia tan dulce – rio – No fue grave, y sobre los tratamientos, he avanzado – sonrió – Aunque tengo que ir todos los días, es aburrido sin ti.

– Sin duda alguna son los efectos del alcohol – dije riendo.

– No es gracioso – dijo haciendo pucheros – Yo quiero que mi linda novia esté conmigo siempre.

– Y siempre lo haré – dije y besé a Axel en la nariz.

– Te equivocaste – dijo y me besó en los labios.

– ¡Te amo! – dije sonriendo y lo volví a besar.

En ese momento escuchamos la puerta abrirse.

– Sor… – dijo sin terminar la frase, noté cómo se quedó en shock al vernos.

La observé bien y era una mujer alta, con cabello castaño y ojos verdes como los de Axel.

– ¿Qué hacen? ¿Quién es ella? ¿Qué te pasó? – hacía muchas preguntas.

Axel y yo nos separamos y yo rápidamente me puse de pie.

– ¿Mamá? ¿Qué haces aquí? – preguntó sorprendido.

– Vine a verte, hijo. Quería sorprenderte, hace mucho que no te veía. Y ella, ¿quién es? – dijo mirándome.

– Mamá, ella es Mía… mi novia – dijo tomando mi mano.

– Mía, ella es mi mamá.

– Mucho gusto, señora – dije extendiendo mi mano.

– Gusto en conocerte, querida – dijo tomando mi mano sin ganas – Y ¿qué te pasó? ¿Por qué estás en silla de ruedas? – preguntó mirando a Axel.

– Tuve un accidente… estoy en rehabilitación – respondió Axel.

– ¿Y por qué no me avisaste? – Dijo la madre de Axel con tono de reproche.

– «No quería preocuparte, mamá. Además, soy un adulto y puedo cuidarme solo», respondió tratando de tranquilizarla.

– Pero no estás solo, veo que tienes muy buena compañía – dijo mirándome – ¿Cuántos años tienes, querida? Te ves muy joven

– Tengo 17 años, señora… – respondí con un poco de incomodidad.

– ¿17? – exclamó sorprendida y miró a Axel.

– Veo que eres igual a tu padre – dijo la madre de Axel antes de despedirse y marcharse.

– Lo siento – dije bajando la mirada – No quería que esto pasara… iré a alcanzarla

– Axel me agarró de la mano cuando iba a salir.

– Déjala, yo después le explico… y también quiero explicarte por qué mi madre dijo eso – me dijo Axel.

– Axel comenzó a narrarme la historia del divorcio de sus padres.

– Mi padre era un psicólogo, era uno de los mejores, y él era tratado bien por todos…

– Una chica de 17 años muy linda, cabello rubio y ojos verdes, sus padres la mandaron con un psicólogo porque pensaban que tenía un desequilibrio mental porque siempre le gustaban los hombres mayores…

– Pero eso no es un desequilibrio mental – interrumpí – Para el amor no hay edad

– Lo sé, pero muchas personas no lo entienden… En fin, aunque ella solo se fijaba en los hombres que no tenían ningún compromiso, mi padre fue el único que realmente le gustó, pero tenía familia… – continuó Axel.

– Mi padre tenía 32, mi hermana tenía 5 y yo 13. Mis padres se juntaron cuando eran muy jóvenes, estaban enamorados. Mi padre se enamoró de esa chica y la chica de él – concluyó Axel su relato.

– Comenzaron a salir en citas hasta que mi madre los descubrió.

– Mi padre discutió con mi madre, le pidió perdón por haberla lastimado, pero no se arrepintió de salir con esa chica. Confesó que se enamoró de ella y le pidió el divorcio a mi madre. Hoy en día, mi padre está casado con esa chica.

– Mi madre nunca lo perdonó por haberla dejado por una menor, y su mayor miedo es que se vuelva a repetir la historia.

– Pero tú no tienes ningún compromiso, yo no separe ningún matrimonio ¿Cierto?

– Claro que no amor – Dijo y me beso – Pero mi madre odia que allá una gran diferencia de edad entre nosotros, desaprueba los amores con diferencia de edad

– Pero nuestro amor es puro y verdadero

– Lo es amor – Dijo y volvió a besarme – Pero ella no lo entenderá

Hubo un momento de silencio y después Axel continuo.

– Sabes nunca entendí a mi padre hasta que te conocí, y en ese momento pude entender que realmente para el amor no hay edad…

– En el corazón no se manda – Lo interrumpí

– Exacto, yo también sé lo que es perder la cabeza por una menor – Dijo y me beso

– Sabes si me hubieran contado la historia de esa chica antes yo tampoco lo hubiera entendido, pero ahora yo entiendo lo que se siente amar a un hombre mayor.

Nos besamos hasta que le llego un mensaje a Axel.

– Hermano, no sé qué pasó con mamá, pero está hecha una furia. Me dijo que eres una mala influencia para mí y me prohibió que te vea. ¿Qué pasó? – preguntó Jessica

– Se enteró de mi relación con Mía – respondió Axel.

– Con razón su mal humor. Puedo seguir cuidando a Manuel para que tengas tiempo a solas con tu novia. Mamá no sabe quién es Manuel, puedo decirle que estoy haciendo un trabajo de niñera y ayudarte con eso. Pero no podré acompañarte a los ejercicios de rehabilitación, no quiero que mamá se ponga peor de lo que ya está – ofreció Jessica

– Está bien, hermanita. Gracias por tu ayuda – agradeció Axel.

Te quiero, hermano, y aunque no entienda mucho, respeto tus sentimientos por esa chica –Escribió Jessica con cariño.

Axel se quedó en silencio, mirando su celular con una leve sonrisa.

– ¿Qué pasó? – pregunté

– Al parecer, iré solo a los ejercicios de rehabilitación y, por alguna razón, me alegra – respondió Axel.

– Eso quiere decir que… – pregunté

– Mi madre habló con Jessica y le prohibió verme. Le dijo que soy una mala influencia para ella. Estaba hecha una furia. Mi hermana no quiere que se ponga peor de lo que ya está y se mantendrá al margen – me explicó Axel, mostrándome los mensajes en su celular – Pero seguirá ayudándonos cuidando a Manuel

– Pero ella no te acompañará a los ejercicios de rehabilitación – observe

– No, no me acompañará – confirmó Axel con una sonrisa traviesa.

– Pero es tu hermana – señalé

– Sí, pero en la rehabilitación me trataba como si fuera su muñeca – bromeó Axel.

– Te peinaba y te maquillaba – dije riendo

– Quizás – responde levantando una ceja

– No, pero no me dejaba hacer nada por mí mismo

– Yo tampoco te dejaré hacer nada por ti mismo – bromeé

– Me deshago de una y viene otra – bromeó Axel de nuevo – ¡Sabes que te amo! – dijo por último y me beso

– Ya hemos estado en este sillón por varias horas – dije sonriendo.

– Parece que solo han pasado minutos – hizo pucheros.

– Mañana empezaremos con los tratamientos de rehabilitación, y será peor que con tu hermana – dije con tono serio.

– ¿Ah sí? No quiero – dijo haciendo pucheros.

– Pero debes hacerlo. Ya no soporto al vicedirector. Extraño a mi sexy director – dije besándolo y desabrochando dos botones de su camisa.

– ¿Así que sexy? – dijo con cara traviesa.

– Mejor te ayudo a llevarte a tu habitación y nos vemos hasta mañana, ¿de acuerdo? – cambié de tema al notar que la situación se puso tensa.

– Amor, no seas aburrida… – dijo sosteniéndome de la cintura.

– No soy aburrida… lo digo porque ya es tarde y aún sigues borracho – respondí.

– Si no hay más remedio – hizo pucheros.

Ayudé a Axel con la silla de ruedas para llevarlo a su habitación, lo ayudé a acostarse en la cama y después Axel me tomó de la mano.

– Quédate conmigo solo unos minutos – me pidió.

– De acuerdo… solo hasta que duermas – accedí y me recosté en su pecho mientras él me rodeaba con sus brazos. Ambos nos quedamos dormidos.

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Capítulo 14: Rehabilitación

Narra Mía

Al día siguiente me desperté y estaba rodeada de los brazos de Axel.

– ¡Me quedé dormida! – exclamé.

– Amor, ¿te dijeron que eres muy ruidosa? – dijo sonriendo – de todas maneras es sábado así que no importa – añadió rodeándome con sus brazos.

– ¡Claro que sí! ¡Me olvidé de Manuel! ¡Mi tía me matará! – dije preocupada.

– La llamé ayer, borracho pero precavido… – dijo Axel.

– ¿Qué tú qué? – pregunté.

– Te veías muy linda durmiendo y no quise despertarte… Te amo, mi pequeña alumna – dijo Axel.

– ¡No digas cosas lindas! Que me sonrojas. Y ¿Qué le dijiste a mi tía? – pregunté curiosa.

– Le pedí tu mano en matrimonio! – dijo Axel con tono serio.

– ¿Qué? – exclamé sorprendida.

– Mentira… le pedí a mi hermana que me hiciera este favor y ella la llamó. Le dijo que tú y ella eran compañeras de la escuela y que te quedaste en su casa haciendo un trabajo de la escuela y que Manuel se quedó con ustedes, y después le pedí que cuidara a Manuel toda la noche… Llámame egoísta si quieres, pero te quería solo para mí. Te amo, mi querida estudiante – explicó Axel.

– Y sigues diciéndome cosas lindas – le pegué con la almohada y tapé mi rostro con su pecho ocultando mi rostro sonrojado.

Axel levantó mi cara con delicadeza y me besó.

– Pero eso no te salva de los tratamientos de hoy – dije.

– Oh, creo que me desmayo – dijo Axel haciéndose el dormido.

– Eso no funciona conmigo. ¡Despierta! – insistí.

– Que molesta eres, amor – se tapó la cara con una almohada.

Preparé el desayuno y lo llevé a la cama para desayunar con Axel.

– Gracias amor, espero con ansias a que esto se convierta en costumbre – dijo sonriendo y me besó.

– También lo espero – dije sonriendo.

Terminamos de comer, limpié todo, arreglé mi cabello.

y ayudé a Axel a cambiarse.

– ¡Pero qué atrevida! – dijo haciéndose la víctima – Señorita Montgomery, ¿qué le hará a su director?

– Lo golpearé si sigue con esa actitud – respondí en broma.

– Uy, pero qué fría – rió sarcásticamente.

Ayudé a Axel a sentarse en la silla para ir al centro de rehabilitación.

– Siempre estaré a tu lado – le dije sonriendo.

– ¿Tanto estarás hasta para regañarme? – bromeó.

– Debería llamar a mi tía para decirle que estoy bien y llamaré a tu hermana para hablar un momento con Manuel – comenté.

– Aquí te espero – dijo Axel.

Llamé a mi tía y me contestó de mala gana como siempre. Sabía que no le importaba cómo estaba, pero igual tenía que ser educada y avisarle que estaba bien. Después llamé a Jessica y le agradecí mucho por haber cuidado a Manuel, y hablé un momento con él.

– ¡Listo! – dije y me volví con Axel – ¿Vamos?

– Vamos – respondió él, y lo acompañé a la clínica de rehabilitación para que pudiera recuperarse.

Narra Axel

Han pasado dos semanas y media desde el accidente, y gracias a los ejercicios de rehabilitación, ya puedo caminar con la ayuda de un bastón.

Mi dulce novia hace que mi día sea mejor cada día.

Narra Mía

He estado ayudando a mi dulce novio durante todo este tiempo.

– Buenos días, Valentina – saludé.

– Buenos días, Mía. En estas semanas te veo más cansada de lo normal – observó.

– Estoy bien – sonreí.

A pesar de la declaración de Tim, seguimos siendo buenos amigos, y ahora Valentina es su enamorada.

– ¡Chicas! ¿Supieron eso? – exclamó Tim acercándose a nosotras.

– ¿Qué? – preguntó Valentina.

– ¿Qué pasa? – pregunté.

– Están diciendo que el director Axel regresa la próxima semana – informó Tim.

– ¿Qué? ¿Por qué no me dijo nada? – me sorprendí.

– ¿Estás bien? – Preguntó Tim – Te veo algo molesta

– ¿Por qué tendría que decírtelo a ti? – respondió Valentina.

– Estoy bien. Entremos a clases que ya sonó el timbre – evadí sus preguntas.

– De acuerdo – dijeron los dos al unísono.

Estuve pensando todo el día: ¿por qué Axel no me dijo nada? Creí que iba a esperar hasta que se recuperara bien. No me molestaría tenerlo nuevamente cerca, aunque ya no lo tendría solo para mí. Lo que me molesta es que no me haya comentado nada.

Llegó la hora de salida.

– Mía, ¿quieres tomar un helado? Y después podemos ir al cine – propuso Valentina.

– Lo siento, Valentina. Ahora tengo algo que hacer. Vamos otro día, ¿está bien? – respondí.

– Está bien – aceptó ella. Me despedí con un beso en la mejilla.

Después fui a buscar a mi hermano a la escuela y, como de costumbre, lo llevé con Jessica al parque. La relación con ella iba cada vez mejor, y ya la consideraba mi amiga.

Ahora voy a reclamarle a mi director por qué no me dijo nada sobre su regreso.

Llegué a la casa de Axel.

– Hola, amor – me quiso besar, pero lo esquivé – ¿Qué pasa?

– ¿Por qué no me dijiste que ibas a regresar a la escuela? – dije con tono de reproche.

– ¿Qué? ¿No te alegra?

– Todavía no estás bien.

– Pero ya puedo caminar y extraño ir a la escuela – sonríe – Extraño a mis estudiantes.

– Sobre todo a las estudiantes ¿No? – dije cruzándome de brazos.

– ¿Qué? Amor ¿Estás celosa?

Axel me tomó de la cintura.

– Tú eres la única que amo – dijo. Yo rodeé mis brazos alrededor de su cuello y lo besé.

– Te amo y no quiero que nada malo te pase.

– Tranquila, amor… nada malo me pasará.

– Me alegro de que estés de vuelta, aunque extrañaré tenerte solo para mí – dije haciendo puchero.

– Soy tuyo amor… completamente tuyo – dijo y nos besamos.

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Capítulo 15: Celos

Narra Mía

Solo faltaban 5 días para que Axel volviera a la escuela, y aunque al principio me sentía un poco nerviosa, ahora me sentía bien.

– ¡Mía! ¡Mía! – Dijo Valentina, llegando corriendo hacia mí.

– ¿Qué pasa? – pregunté.

– ¿Ya escuchaste los nuevos rumores? – preguntó ella emocionada.

– ¿Qué? ¿Cuáles? – pregunté curiosa.

– ¿Te acuerdas de la profesora de matemáticas? ¿La profesora Julia? ¿La que se fue inexplicablemente? – recordó Valentina.

– Sí… ¿Qué pasa con ella? – pregunté intrigada.

– Resulta que parece que quiso volver y habló con el ministerio de educación, la volvieron a reincorporar en esta escuela, pero esta vez como directora – explicó Valentina.

– ¿Qué? ¿Despidieron al director? – pregunté sorprendida.

– No, parece que ahora tendremos dos directores, ella trabajará con él – dijo Valentina.

– ¿Qué? – dije alarmada – ¿Cómo que trabajarán juntos?

– Según entendí, compartirán la oficina también… al parecer ella convenció al ministerio de educación de que tener a dos directores es mejor que uno, no sé cómo lo logró, pero parece tener mucha influencia – explicó Valentina.

– ¡Qué fastidio! – Sentí un fuerte dolor en el pecho.

– ¿Estás bien? – preguntó Valentina preocupada.

– Sí, estoy bien ¿Por? – dije tratando de ocultar mis sentimientos.

– Se te ve molesta – dijo Valentina.

– Estoy bien ¿Si? – Dije elevando la voz – ¿Y a partir de cuándo compartirán la oficina?

– Pues a partir de 5 días, cuando el director vuelva – respondió Valentina.

Hice una expresión de desagrado, tratando de ocultar mis celos.

– ¿Segura de que estás bien? – preguntó Valentina preocupada.

– ¡Te dije que estoy bien! – respondí elevando un poco la voz.

– Si tú lo dices – dijo Valentina no muy convencida.

– Buenos días, chicas – saludó Tim sonriendo.

– Hola, buenos días, Tim – respondió Valentina sonriendo como tonta.

– Buenos días – saludé yo también.

– ¿Cómo están? – preguntó Tim mientras caminábamos por los pasillos.

– Yo estoy bien, pero alguien parece no estar bien – dijo Tim mirándome.

– Ya te dije que estoy bien – respondí evadiendo sus preguntas – Vamos a clase.

Las clases terminaron y fui corriendo al departamento de Axel.

– ¿Por qué no me lo dijiste? – le reproché.

– ¡Hola, amor, sí, yo también te amo! – bromeó Axel, pero luego notó que no estaba de humor – Oh, esto va en serio, ¿Qué cosa no te dije?

– ¡Que trabajarás con la nueva directora! – le dije con una sonrisa burlona – Con Julia, y compartirán la oficina también.

– ¿Yo qué? – preguntó Axel sorprendido.

– Espera… ¿Tú no lo sabías? – pregunté incrédula.

– ¡No! – respondió Axel.

– ¿De verdad? – pregunté sorprendida.

– Sí, tranquila, amor, veré cómo solucionar ese problema – me tranquilizó Axel – Entonces, para reanimarte, ¿quieres tostadas con dulce de leche?

– No sé para qué preguntas si ya sabes la respuesta – sonreí y él me besó.

Y sin darme cuenta, pasaron los días y me desperté sonriente.

– Hoy es el día – pensé emocionada – Me siento como una niña pequeña que va a ver a su personaje favorito.

Después de desayunar y llevar a mi hermanito a la escuela, fui a mi escuela.

– Hola, ¿cómo estás? – saludó Valentina con una sonrisa.

– Bien, gracias – respondí con una sonrisa propia.

– ¿Por qué estás tan feliz? ¿Te ganaste la lotería? – bromeó Valentina.

– No, hoy tenemos que ir al auditorio por la reincorporación del director – expliqué.

En ese momento, la voz de Emilia sonó por los parlantes de la escuela llamando a todos los estudiantes al auditorio.

– Vamos – dije a Valentina, y nos dirigimos al auditorio, sentándonos juntas en la primera fila.

Julia entró en el auditorio y anunció la reincorporación del director, y en ese momento Axel entró sin su bastón.

– ¿Por qué no trae su bastón? – pensé, preocupada.

Axel saludó a los estudiantes, y Julia se acercó a él para hablarle.

– Aléjate de él – pensé, sintiéndome incómoda.

Axel notó mi incomodidad y habló para distraer la atención.

– Me alegra estar de vuelta con todos ustedes – dijo Axel.

– ¡Sí! – exclamaron las chicas.

– Algo – dijeron algunos chicos.

Julia hizo un comentario sarcástico hacia mí, pero Axel agradeció sus palabras y le sonrió.

– No le sonrías – pensé, sintiéndome celosa.

Mientras estaba con Axel, vi a Julia acariciando su espalda y me sentí incómoda. De repente, Axel dejó caer un papel y yo lo recogí rápidamente sin que nadie lo notara.

– ¿Estás celosa? – preguntó Axel al ver mi reacción.

– No estoy celosa – pensé, pero desvié la mirada por un segundo. Cuando volví a mirar, noté que Julia seguía tocando a Axel.

Julia acariciando la espalda de Axel mientras hablaban, lo que me hizo sentir incómoda y celosa.

– ¿Quién se cree? – se me escapó en voz alta.

– ¿Disculpa? – preguntó Julia, confundida.

– Nada, no es nada – respondí, bajando la mirada.

– Creo que sí fue algo – insistió Julia.

Axel intervino para defenderme y se ofreció a hablar conmigo en privado. Salimos del auditorio y Axel me preguntó si estaba bien.

– No soporto que alguien más toque a mi novio – le dije, confesando mis celos.

– Tranquila, amor, yo tengo ojos solo para ti – me dijo Axel, abrazándome.

Axel me tranquilizó y me aseguró que solo tenía ojos para mí. Pero cuando mencioné que Julia abusaba, noté que Axel se molestó un poco. Aun así, se ofreció a hablar con ella.

– ¿Está bien si hablo con ella? – me preguntó.

– No dejes que se te acerque – le dije.

– Si, mi celosita – me dijo Axel, besándome en la frente y acariciándome la mejilla antes de volver al auditorio.

La junta en el auditorio finalmente terminó y estaba ansiosa por salir de allí, ya que no soportaba ver a Julia coqueteando con Axel. Después, durante el receso, los vi afuera de su oficina hablando. Me acerqué y noté cómo Julia se acercaba a Axel y comenzaba a acariciarle la mejilla, mientras él le quitaba la mano.

– ¿Por qué te resistes? – dijo Julia con voz seductora.

Julia se acercó más a él y lo besó. Una lágrima cayó por mis mejillas al ver la escena.

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Capítulo 16: Solo eres mío

Narra Mía

– ¿Y ahora qué? ¿Sentiste algo?

– ¡Basta, Julia! – La aparto con firmeza – Ya hay alguien muy especial en mi vida, así que mantén tu distancia ¿Entendido? La única razón por la que te tolero es porque el ministerio de educación me lo impuso, no sé cómo lo logras, pero siempre consigues complicarme la vida.

– Pero…

– Adiós, Julia – La interrumpió y se marchó.

No puedo creer que Axel haya hecho eso – Una lágrima más cae – Realmente me ama, pero ella lo besó y eso me duele, me duele que otros labios hayan tocado los de Axel, eso fue lo que él sintió cuando Tim me besó.

Fui al baño, me lavé la cara y después me dirigí a la oficina de Axel, toqué con precaución.

– Adelante – Escuché su voz.

– Permiso, señor director – Dije y me aseguré de que estuviera solo para después cerrar la puerta con llave.

– ¿Qué necesitas, señorita Montgomery?

Me acerqué a él con cautela y lo besé; él rodeó mi cintura con sus brazos y correspondió al beso.

– ¿A qué se debe eso? – Dijo sonriendo.

Y lo besé otra vez.

– A que eres mío… – Lo besé – solo mío ¿Entendido?

– Perfectamente claro – Dijo y me besó de nuevo.

– ¡Listo! Te limpié de los labios de esa – Dije sonriendo – Solo yo puedo besar tus labios.

– ¿Viste lo que pasó con Julia? – Preguntó.

– Sí.

– Mía, eso fue…

– ¿Un error? ¿Algo que sucedió de repente? – Interrumpí.

– Sí, ella me besó de la nada y yo la rechacé.

– Sí, lo sé – Le sonreí – Lo vi todo.

– Eres la única chica a la que quiero besar – Intenta besarme y lo esquivo.

– Lo siento, recuerda que aquí somos director y alumna – Dije con un tono juguetón.

– Qué fastidio – Ríe.

– Pero un beso rápido no creo que nadie lo note – Dije acercándome a Axel y dándole un beso rápido.

– No tuve tiempo de disfrutarlo – Hace pucheros y yo sonrío.

– ¡Te amo! Gracias por serme fiel y amarme – Comencé a llorar de emoción

– ¡Siempre será así! – Me limpia las lágrimas y me da un beso en la mejilla – Amor, quería preguntarte… – Se sonroja – ¿Te gustaría salir conmigo a un día de campo?

– ¿Un día de campo? – Sonrío – Me encantaría.

– ¿Entonces este sábado? – Sonríe.

– ¡Perfecto, este sábado! – Sonrío – Señor Director, ¿Alguna vez le han dicho que se ve muy adorable cuando se sonroja?

– No digas cosas tan lindas que me sonrojo aún más – Se cubre la cara con una carpeta.

– ¡Estoy ansiosa por que llegue ese día!

– Yo también lo espero con gran expectación.

Han transcurrido 5 días desde que Axel me propuso la cita… nuestra relación va mejor que nunca. Casi 6 meses han pasado desde que nos conocimos, nunca me arrepentiré de haberlo conocido, él transformó mi vida.

Desde aquel día que vi a Julia intentando arrebatar a mi novio, no ha vuelto a aparecer en la escuela y eso me complace, así que la semana transcurrió tranquila. Pero ahora, ¿Qué me pondré para mañana?

Decidí vestirme con un vestido blanco, botas marrones y un sombrero. Cuando llegó la hora, le informé a mi tía que estaría en casa de una amiga por cortesía, aunque sé que no le importa. Tomé la mano de Manuel y una mochila con juguetes y caminamos tres cuadras donde Axel me estaba esperando.

– Hola, amor – Dije y lo besé.

– Te ves muy linda – Dijo tomando mi mano y haciéndome girar – Hola campeón – Dijo alborotándole el cabello a Manuel.

– Gracias, tú también te ves muy bien.

Axel llevaba una camisa blanca, jeans azules, un saco del mismo color con zapatos marrones y gafas de sol.

– Gracias amor – Dijo abriendo la puerta del copiloto – Vámonos.

– Sí, vámonos – Dije subiendo al auto y acomodé a Manuel en mi regazo.

Axel se subió al asiento del conductor y nos dirigimos al parque donde nos esperaba Jessica.

Al llegar al parque, bajamos del auto.

– Gracias hermanita por cuidar de Manuel.

– No hay problema Axel – Dijo abrazando a Manuel – Hola amiguito ¿Hoy nos vamos a divertir?

– Siii – Dijo Manuel emocionado.

– Gracias, mil gracias por cuidar de mi hermanito.

– No hay problema, ya lo dije… diviértanse.

Nos despedimos y nos dirigimos al campo; al llegar, todo estaba preparado, cerca de allí había una hermosa cabaña.

– ¡Es precioso! – Axel me ayuda a bajar del auto como todo un caballero – Gracias.

– De nada amor – Me abraza – Lo mejor para mi dama – Me besa – Vamos, dejemos las cosas allí – Señala la cabaña.

– De acuerdo.

Axel carga todo y solo me deja llevar una pequeña canasta. Entramos a la cabaña y todo está hermoso.

– ¡Qué lindo! – Dije entusiasmada

– Todo está preparado para ti.

Me quedé sin palabras, simplemente lo besé.

Axel tomó mi mano y nos dirigimos fuera de la cabaña, frente al lago. Allí él extendió una manta en el suelo y desayunamos, todo era perfecto.

Después, Axel se acercó a mí y me tomó de la cintura. Yo rodeé su cuello con mis brazos y nos besamos. Delicadamente, él me recostó en el suelo sobre la manta de picnic y seguimos besándonos. Fue un momento mágico.

De repente, él preguntó: ¿quieres nadar? Unir mis labios con los suyos fue mi forma de decirle que sí. Cuando volví a mirar a Axel, él ya se estaba quitando la camisa. Era la primera vez que lo veía con el torso desnudo y se notaba que había estado yendo al gimnasio. Me quedé admirándolo por un tiempo hasta que reaccioné, para entonces Axel ya se había metido al agua.

– ¿Está muy fría?

– Ven a sentirlo – dijo, me jaló de la pierna y me echó al agua.

Comencé a mover mis brazos y piernas, lo que hizo reír a Axel y provocó que me sostuviera aún más cerca de él.

Nadamos un rato y luego Axel se adelantó para regresar a la cabaña en busca de una toalla. Me la trajo y me acompañó de vuelta a la cabaña.

– Vamos, entremos a la cabaña – Dijo mientras me abrazaba – parece que se va a nublar.

– Sí… entremos – Dije mientras unía mis labios con los suyos.

Nos sentamos en el sofá por un rato, él me rodeó con su brazo y comenzó a besar mi oreja, lo que me provocaba cosquillas. Luego buscó mi boca y la besó, sus brazos hicieron que quedáramos recostados en el sofá. Estaba besando mi cuello apasionadamente, con esos labios tan dulces.

Lo levanté del sillón, poniendo mi mano en su pecho aún besándolo lo fui empujando despacio hasta pegarlo a la pared,

– Nunca lo creí de ti – Rió encantado.

– Las más calladitas, somos las menos santas – Dije con una sonrisa juguetona.

Ninguno de los dos se separó, nuestro beso continuó y ahora era intenso. Él posó sus manos en mi cintura y me levantó, yo comencé a tocar su espalda por debajo de su saco.

– ¿Ya te dije lo hermosa que estás?…

– No hables – Interrumpí.

No quería que hablara, solo quería sentirlo. Nuestro beso era intenso y lo hice despojarse de su saco. Axel acariciaba mis piernas por debajo de mi vestido, mientras yo acariciaba su espalda por debajo de su camisa. Despacio, comenzó a bajar el cierre de mi vestido, pero se detuvo.

– Lo siento, me dejé llevar.

– No te preocupes – dije sonriendo.

Lo besé nuevamente mientras desabrochaba su camisa. Entonces, mis manos tocaron su pecho y él comenzó a besar mi cuello. Me sentía como si me estuviera derritiendo. Axel estaba a punto de quitarme mi vestido cuando se detuvo.

– ¿Estás segura de esto, mía? ¿Tú quieres que pase esto?

Me detuve por un momento. Él me estaba preguntando si quería estar de esa manera después de tanto esperar. Me preguntaba si quería entregarme a él. Y yo realmente lo quería, así que no le dije nada y regresé a besarlo. Después de eso, no hubo vuelta atrás.

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Capítulo 17: Primera Vez

Narra Mía

Axel me tomó de la cintura y me levantó. Yo apoyé mis piernas en su cadera mientras alborotaba su cabello. Me llevó cargando hasta una habitación, pero no tuve tiempo de fijarme en los detalles de la decoración. Solo supe que había una cama sobre la cual Axel me acostó delicadamente. Dejó caer su cuerpo suavemente sobre mí y me miró a los ojos.

– ¿Estás segura? – preguntó casi suplicando, esperando una respuesta positiva.

– Completamente – respondí sonriendo.

Pasó de besar mi boca a besar mi cuello y me causaba escalofríos. Besaba mi clavícula y yo continuaba jugando con su cabello. Él comenzó a bajar y yo no dejaba de suspirar. Después regresó y volví a besarlo.

Me giró suavemente y quedé encima de él. Me encontré con una mirada provocadora pero dulce. Puso su mano en mi espalda y me acercó hacia él. Nos fundimos en un beso tan profundo. Comencé a besar su cuello mientras escuchaba cómo él gemía. Empecé a darle pequeños besos en su pecho, sintiendo así su corazón latir. Esa melodía que aceleraba con cada beso que dejaba en su cuerpo. Todo mi cuerpo lo llenó de dulces caricias, exaltándome y haciéndome desear que este momento fuera eterno. Solo estábamos él y yo, incluso nuestra ropa ya quedaba de más en esta situación.

Él hizo un giro nuevamente y yo volví a estar debajo. Después se detuvo inclinándose levemente en la mesita que estaba junto a la cama y del cajón sacó un preservativo. Vi cómo lo usaba y presa del miedo, temblé. Él se dio cuenta y se detuvo, preguntándome si estaba segura.

– ¿Quieres que me detenga? – Preguntó suspirando.

– No – respondí con seguridad.

– ¿Segura? Mira que si empiezo no me detendré – Dijo suspirando.

– No quiero que te detengas – Afirmé suspirando.

Se colocó encima de mí y me miró a los ojos, como si me pidiera permiso. Yo le sonreí y finalmente él me poseyó. No dejé de suspirar y en ese momento sentí que realmente le pertenecía. Comenzó a moverse un poco más rápido, pero era muy delicado, como si no quisiera lastimarme, como si fuera a romperme.

Ambos olvidamos el tiempo y solo nos concentramos en ser uno solo.

– Axel, te amo, te amo y siempre lo haré – suspiré.

– Este día será nuestro – suspiró él.

Los vidrios se empañaron y esa noche ambos éramos uno solo.

Estuvimos así un buen tiempo hasta que ambos terminamos. Me recosté en el pecho de Axel.

– Debe de ser un total cliché esta posición, yo recostada en tu pecho desnudo, cubiertos por la sábana – dije mientras besaba su pecho y él acariciaba mi cabello. Sí, un completo cliché.

– Fue muy lindo, Mía – esa expresión bastó, Axel no tuvo que decir más.

Después comprendí que no solo había tenido sexo por primera vez, sino que Axel me había hecho el amor.

Desperté y recordé lo que había pasado la noche anterior. Noté que estaba en la cama de aquella cabaña y llevaba puesta la camisa de Axel. Él, quien me había hecho pasar una de las mejores noches de mi vida. Recordé eso y no pude evitar sonreír como una estúpida.

Giré un poco y ahí estaba a mi lado, en la misma cama. Aún estaba dormido y puedo asegurar que verlo dormir era una de las mejores cosas que podía ver. Me dio tanta ternura que comencé a besar su frente, su pecho y a darle pequeños besos en su boca. Él despertó sonriendo.

– Buenos días, hermosa. Qué encanto despertar así – dijo Axel.

– Buenos días, Axel. ¿Cómo dormiste? – pregunté.

– Excelente, gracias a ti, hermosa… No sabes lo hermosa que te ves después de despertar. Pagaría millones por ver esto todas mis mañanas – respondió él.

Esas palabras hicieron que me sonrojara. Definitivamente, me entregué al hombre que amo. No pude resistirme y le di otro beso.

– ¿Axel? – pregunté.

– Dime – respondió él.

– Esta cabaña, ¿es tuya o de quién es? – pregunté.

– Esta cabaña es mía, amor… o mejor dicho, nuestra. La compré para nosotros – respondió Axel.

Sus palabras me provocaron volver a besarlo.

– Estoy hambrienta – dije besándolo.

– Yo también tengo hambre. Vamos a la cocina, te cocinaré algo – propuso él.

– Primero quiero bañarme – dije levantándome de la cama.

Me fui al baño y mientras me bañaba, estaba lavando mi cabello y tenía jabón en los ojos, por lo cual no veía nada. De pronto, sentí unas manos que rodeaban mi cintura. Identifiqué las manos de Axel y dejé que me rodeara.

– ¿Nos bañamos juntos? – preguntó con un susurro que me hizo estremecer.

Hice un giro y él quedó contra la pared. Lo besé.

– Hazme tuya otra vez – susurré en su oído.

– Tus deseos son órdenes – respondió él, besándome.

Axel me tomó en sus brazos y me cargó mientras rodeaba mis piernas alrededor de sus caderas. Me apoyó contra la pared y comenzó a besar mi cuello, mientras yo jugaba con su cabello mojado por el agua de la ducha. Sus labios bajaron a mi pecho, mientras yo besaba su cuello. Nuestros gemidos se mezclaban y sentía cómo recorría todo mi cuerpo con sus besos. Luego volvió a mi boca y nos besamos apasionadamente. Axel me miró a los ojos y supe que me pedía permiso. Sonreí y él me hizo suya nuevamente, moviéndose con delicadeza como si fuera una muñeca de porcelana.

Estuvimos así un buen rato hasta que terminamos.

– Eso fue increíble, Axel – dije con una sonrisa.

– Fue maravilloso, mi amor – respondió él mientras me besaba.

Terminamos de bañarnos juntos y fuimos a la cocina. Preparamos el desayuno juntos durante 15 minutos, entre bromas y besos robados.

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Capítulo 18: Cuento de hadas

Narra Axel

Lo que sucedió anoche y esta mañana fue hermoso. Tener a la mujer que amo en mis brazos y hacerla mía me hace sentir tan feliz y bien. No tengo dudas de que ella será mi futura esposa, aunque tenga que esperar a que termine sus estudios primero.

Mientras desayunábamos, todo era perfecto. Nunca me sentí tan amado como cuando estoy con ella. Mía tiene algo que ninguna otra mujer tiene: es pura, dulce y sencilla. Lo mejor de todo es que sus sentimientos son sencillos, y eso es lo que siento cuando estoy con ella.

Después de desayunar, ella me propuso que fuéramos a caminar un rato antes de volver a la realidad, donde solo somos director y alumna.

Caminábamos tomados de la mano en silencio, hasta que ella rompió el silencio y me preguntó.

– ¿Axel? – preguntó ella.

– Dime, amor – respondí.

– ¿Te gustaría tener hijos algún día? – me preguntó.

– Me encantaría – respondí emocionado.

– ¿De verdad? – preguntó ella.

– Sería un sueño… especialmente si tú eres la madre de mis hijos – dije llevando su mano a mi boca para besarla – ¿Y a ti te gustaría ser mamá?

– Sí – dijo ella entusiasmada – y déjame decirte que realmente te veo como el padre de mis hijos.

– Mi amor – dije emocionado y luego la besé.

Luego, ella se separó ligeramente de mis brazos.

– ¿Una carrera hasta el lago? – dijo sonriendo.

– Bueno, pero el que llegue último ¡pierde! – respondí.

– No te dejaré ganar – sonrió – ¿Y cuál es el premio para el ganador?

– Si gano, me tendrás que dar todos los besos que quieras, y si pierdo, pues no me puedo quejar – dije sonriendo.

– Eres un tramposo – sonrió.

– Por ti haría cualquier cosa – la besé.

– Hecho – dijo ella tomando mi mano – ¡Vas a perder!

– Eso ya lo veremos… ¿Preparada? – pregunté.

– ¡Lista! – dijo ella sonriendo.

– ¡Ya! – dije y comenzamos a correr.

Pasamos horas riendo, besándonos y jugando como niños de 8 años. Comimos cerca de un restaurante que estaba cerca de ahí hasta que llegamos nuevamente a la cabaña.

– ¡Qué cansancio! – dijo ella y se acostó en la alfombra en frente de la chimenea.

– Sí, hoy fue uno de los mejores días de mi vida – dije acostándome a su lado.

– ¿Qué hora es? – preguntó ella acurrucándose en mis brazos.

Miré mi reloj.

– Son las 3 de la tarde.

– ¡Tardamos tanto! – dije provocando una sonrisa en Axel.

– Sí… pero valió la pena – respondió él.

– Esto parece un cuento de hadas, me encantaría que fuera así cada fin de semana – dije con una sonrisa.

– Desafortunadamente, no podemos hacerlo con tanta frecuencia o alguien podría sospechar – dije bajando la mirada.

– Lo sé… no quiero que tengas problemas por mi culpa – dijo ella apoyando su cabeza en mi pecho.

– Mía, ¿recuerdas que te dije que haría cualquier cosa por ti? – ella asintió con la cabeza – Pues por ti, renunciaría a mi puesto de director.

– No digas tonterías…

– No es ninguna tontería… hablo en serio. Si ya no soy tu director, no habría nada que nos separe.

– ¡No lo hagas! Tú amas ser director. Si harías cualquier cosa por mí… Espérame, espera a que termine mis estudios y así podremos estar juntos solo tú y yo. No me gustaría que el futuro padre de mis hijos renuncie al empleo que lo hace feliz.

– ¡Te amo! Simplemente elegí a la chica correcta, quien mejor que tú para ser la madre de mis hijos – dije y no pude resistir las ganas de besarla.

– Yo te amo más – dijo ella con ese brillo en los ojos que me enamora más – Me gustaría que esto durara para siempre, me gustaría tener muchos hijos contigo, verlos crecer a tu lado y cuando ellos crezcan poder tomar tu mano y envejecer contigo. Mi sueño es estar contigo hasta que los dos seamos viejitos y alguno de los dos se vaya primero, y cuando eso pase, extrañarnos hasta que nos volvamos a encontrar.

Esas palabras me encantaron, me hicieron sonreír como un estúpido. Nunca nadie me había hablado con tanto amor. Esta chica tenía la facilidad de enamorarme más cada minuto.

No se me ocurría qué decir, estaba emocionado con sus palabras. Lo único que pude hacer fue besarla.

Estábamos besándonos, todo se intensificaba hasta que ella se separó ligeramente de mis brazos.

– Deberíamos irnos… Manuel nos debe estar esperando y tu hermana ya debe estar molesta por la demora.

– Si no hay más remedio – dije haciendo pucheros.

Me levanté y la ayudé a levantarse a ella. Luego, cargué todo lo que trajimos en el auto. Obviamente, no iba a dejar que Mía cargara nada. Sus manos eran tan delicadas que no quería que hiciera fuerza.

– ¿Axel? ¿Vienes mucho a esta cabaña?

– No, la compré hace poco… para nosotros.

– ¿De verdad?

– Claro… si quieres podemos venir después de casados.

– Me encanta que digas esas cosas – dijo sonriendo.

– Vamos – dije abriendo la puerta del auto.

Subimos al auto y nos fuimos. Durante el trayecto, me fue imposible borrar la sonrisa de mi cara.

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Capítulo 19: Soy su Novia

Narra Mía

Después de un silencio, viajamos comunicándonos con nuestras miradas hasta llegar a casa de Axel.

– Hola, Jessica, ¿estás aquí? – preguntó Axel.

– ¿Manuel? ¿Dónde estás, hermanito? – Pregunté.

– Parece que no hay nadie – dijo Axel con una sonrisa pícara.

– Al parecer, tu hermana aún no ha llegado – añadí.

– Bueno, si pregunta, llegamos temprano – respondió Axel.

– Entonces, ¿estamos solos? – pregunté con una sonrisa coqueta.

– No me perdería ni un segundo de estar a solas contigo – respondió Axel con una sonrisa pícara, y yo le golpeé el brazo con una sonrisa juguetona.

– ¿Quieres agua, café o jugo? – pregunté.

– Te quiero a ti – respondió Axel con una sonrisa seductora.

– Eso está en espera – dije sonriendo.

– No le veo la gracia – dijo Axel.

– Te amo – dije besándolo, y un minuto después se escuchó la puerta abrirse.

– Al fin llegan – dijo Jessica.

– ¡Mía! – exclamó Manuel corriendo a mis brazos.

Axel y yo nos separamos.

– Hola, hermanito – dije abrazándolo -, ¿te divertiste con Jessica?

– Sí, ella es muy divertida, pero te extrañé mucho – respondió Manuel.

– Yo también te extrañé, hermanito – dije.

– Jessica, te estábamos esperando… llegaste tarde – dijo Axel.

– No mientas, Axel… vine a las 8 am y todavía no estaban. Esperé por más de una hora y decidí irme – respondió Jessica.

Axel y yo nos miramos a los ojos y solo sonreímos.

– Disculpa, Jessica, se nos hizo tarde – dijo Axel.

– Sí, ya lo noté… tengo que irme – se despidió de Axel y de mí, y después jugueteó un poco con Manuel y se fue.

– Bueno, creo que ya me tengo que ir…

– Espera – dijo Axel, interrumpiéndome – ya son las 12 – miró su reloj – ¿y si vamos a almorzar a un restaurante?

– ¿Y Manuel? – pregunté.

– Puede venir con nosotros… – respondió Axel.

Solo asentí y lo besé.

– ¿Vamos? – dijo cargando a Manuel en sus brazos.

– Sí, vamos – entrelazamos nuestras manos y nos fuimos.

Durante el camino, le pregunté:

– ¿A dónde vamos?

– Tengo un amigo que acaba de inaugurar su restaurante… te va a gustar – respondió Axel.

Yo solo pude sonreír.

– Llegamos – dijo Axel, bajando del auto y luego abriéndome la puerta como todo un caballero.

– Gracias.

Luego bajamos a Manuel y le tomamos su pequeña mano los dos y entramos al restaurante.

– Buenas tardes, Señor Cromwell, su mesa está por aquí por favor, síganme por aquí por favor – Dijo el camarero

Nos llevó a una mesa para tres, pasamos un momento mágico, después Manuel fue al área de niños a los juegos y nos quedamos solos todo era perfecto hasta que escuchamos una voz chillona que decía.

– Axel, Axel Cromwell ¿Eres tú?

Axel giró de golpe y yo me quede mirándola, era una mujer de caballo castaño, alta, se veía más o menos de la edad de Axel, pero lo que me llamo la atención fue sus ojos totalmente grises, ¿Quién es esta mujer?

– ¿Samanta? ¿Qué haces aquí? – Preguntó Axel sorprendido

Ahora ya sabía que se llamaba Samanta, pero ¿Quién era? ¿Y qué importancia tiene en su vida? ¿Habrá sido su novia? Es obvio que sí, está claro que Axel tuvo varias novias, Pero ¿Por qué me molesta tanto? Si su novia ahora soy yo.

– Estoy de viaje por trabajo ¿Y qué fue de tu vida?

– No me quejo, sigo trabajando en escuela, pero ahora soy el director

– Sabía que te iban a ascender, siempre fuiste muy buen maestro – Dijo Samanta sonriendo

Seguían hablando y yo ahí como una tonta, ¿Qué pasa? ¿Por qué aún no me presenta? ¿Y por qué ella le sonríe tanto? Estaba pensando, hasta que ella me vio.

-Hola, Lo siento no te vi – Dijo mirándome – Perdón Axel no sabía que estabas acompañado

Axel me miro y después hablo.

– Mía ella es Samanta mi exnovia…

– Querrás decir tu ex prometida – Dijo interrumpiéndolo – ¿Te olvidaste que estuvimos comprometidos?

– Ah, si – Axel se puso nervioso – Samanta, ella es Mía ella es…

– Su novia – Dije interrumpiéndolo – Soy su novia – Dije con antipatía

Axel me miro sorprendido y noté como Samanta me miro con detenimiento de arriba abajo.

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Capítulo 20: Ella es mi pasado

Narra Mía

Acabo de revelar que soy la novia de mi director, y no pude controlar mi enojo cuando su supuesta ex prometida apareció. Necesitaba que ella entendiera que él es mío y no suyo, completamente mío. Llámenme posesiva si quieren, pero Axel es irremediablemente mío.

– Así que ella es tu novia – dijo Samanta con incredulidad.

– Sí… ella es mi novia – dijo Axel tomando mi mano. Yo me aferré a él y recargué mi cabeza en su hombro.

– Felicitaciones, no sabía que tenías novia – dijo Samanta con un tono falso de alegría. – Gusto en conocerte, Mía – dijo extendiendo su mano.

– El gusto es mío – dije tomando su mano e intentando ocultar mi enfado.

No la conozco, pero algo en mí me dice que esta mujer tiene toda la intención de volver con él.

– Bueno… tengo que irme, supongo que tienen cosas que hacer – dijo despidiéndose de Axel primero.

No soporto cuando le da un beso en la mejilla a Axel.

– Adiós, Samanta. Fue un placer volver a verte – dijo Axel marcando distancia.

Ella se despidió de mí y se fue.

Cuando ella se alejó, Axel me observó desorientado.

– ¿Qué te pasó? ¿Te pusiste celosa? – preguntó.

– ¿Celosa? ¿Yo? Para nada – respondí.

– Vamos, te conozco… no tienes por qué sentir celos de ella. Ella es parte de mi pasado.

– ¿Sí? Pues no parece – solté enojada.

Axel estaba a punto de contestar, pero en ese momento llegó Manuel y nos interrumpió.

– Ya terminé de jugar, Mía.

– Perfecto, tenemos que irnos – dije poniéndole su suéter.

Axel estaba a punto de contestar, pero en ese momento llegó Manuel y nos interrumpió.

– Ya terminé de jugar, Mía – dijo Manuel.

– Perfecto, tenemos que irnos – dije poniéndole su suéter.

Axel pagó la cuenta y nos fuimos. El viaje de regreso a su casa fue silencioso, solo se escuchaba a Manuel hablando.

Cuando llegamos a su casa, Axel llevó a Manuel a la sala y lo dejó viendo caricaturas. Después, me tomó de la mano y me llevó a la cocina.

– ¿Qué pasa, amor? Estuviste seria todo el camino – preguntó Axel.

Yo solo lo miraba sin decir nada.

– Ya te dije que no tienes que sentir celos de Samanta – dijo Axel.

Sentí como se revolvieron mis tripas cuando volvió a mencionar su nombre.

– Ella es mi pasado… tú eres mi presente y quiero que seas mi futuro – dijo Axel.

Yo lo miré fijamente, sin decir nada. Podía notar que Axel comenzaba a ponerse ansioso por lo que diría, hasta que finalmente unas palabras salieron de mi boca:

– Te amo, Axel – dije y lo besé apasionadamente.

Axel correspondió al beso y me tomó de la espalda para darme un beso épico.

– Te amo, Mía – dijo Axel después del beso.

Dijo y después me tomó de la espalda para darme un beso épico.

Después de esa hermosa reconciliación, fuimos con Manuel para ver la televisión con él. Pasamos horas riéndonos hasta que llegó una notificación de Facebook. Mi amiga Valentina me etiquetó en una foto con la frase «Amiga, ¿por qué no me lo contaste?».

La foto era de cuando Tim me había besado. Ni cuenta me di de que Valentina había visto ese momento y por lo que puedo ver, solo vio el beso. No vio cuando lo rechacé. Para mi mala suerte, Axel estaba a mi lado y vio la publicación.

– ¿Qué demonios es esto? – gritó enfurecido Axel.

Lo que provocó que Manuel se asustara.

– Oye, cálmate – dije abrazando a Manuel.

Narra Axel

Voy a desfallecer. Siento una cosa horrible en mi pecho que va más allá de los celos. No puedo evitar que esa foto esté publicada, y no porque sea el hazmerreír, sino porque quiero que Mía sea Mía, como dice su nombre justamente, no solo en la intimidad sino también en lo público.

– ¿Me quieres explicar qué es esto? – dije enojado.

Noté que ella se reía.

– ¿Por qué te ríes? – Cuestioné con desesperación – Esto no es gracioso, ¿o sí?

– Cálmate, amor. Esa foto no es nada – dijo riendo – Valentina debió haber visto el beso sin ver cómo terminó el final.

– ¿Por qué ella sube esa foto sin tu permiso? – pregunté frunciendo el ceño.

– Somos amigas – dijo abrazando a Manuel – Pero no te preocupes, yo voy a aclarar todo con ella

Vi a Manuel asustado y me di cuenta de que tenía que calmarme. Respiré profundo y dije:

– Lo siento. Sé que soy una bestia – me disculpé – Pero es que te amo y no quiero que los demás te vean con otro

Ella me observó divertida.

– Por favor, dile a tu amiga que borre esa foto – supliqué – Me estoy volviendo loco de los celos

– Ya estás loco, amor – volvió a reírse – Recuerda, tú eres el mejor modelo… te amo solo a ti

– ¿De verdad? ¿Solo a mí? – pregunté feliz. Mi furia comenzó a bajar – Soy el hombre más feliz de merecer el amor de Mía, mi princesa.

Y nos fundimos en un beso tan profundo que nos volvimos uno.

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Capítulo 21: Revelaciones Inesperadas

Narra Mía

Después de la tormenta de celos, Axel y yo logramos encontrar un poco de paz. Manuel, ajeno a los conflictos de los adultos, seguía en la sala, jugando con sus juguetes. Axel, aunque se disculpó por su reacción, aún tenía una tensión palpable en su mirada. Decidí que era hora de hablar con Valentina y pedirle que borrara la foto.

Me encerré en la habitación de Axel, tomé mi teléfono y marqué el número de Valentina. Cuando contestó, su voz sonaba alegre, sin saber lo que estaba por venir.

– Hola, Valentina. Necesitamos hablar – comencé, intentando mantener la calma.

– ¿Qué sucede, Mía? – preguntó, su tono se volvió serio al detectar la gravedad en mi voz.

Le expliqué que la foto con Tim había causado un malentendido con un amigo y le rogué que la eliminara. Valentina, sorprendida, prometió hacerlo de inmediato.

– Lo siento mucho, Mía. No pensé que causaría tal revuelo. La borraré ahora mismo – dijo con sinceridad.

Después de colgar, sentí un alivio inmenso, pero la tensión aún flotaba en el aire. Salí de la habitación y encontré a Axel en la sala, su expresión aún mostraba cierta incomodidad.

– Ya solucioné lo de la foto – le informé, intentando aliviar la tensión.

Axel asintió, pero su rostro aún reflejaba preocupación. Decidí abordar el elefante en la habitación.

– Axel, sé que te afectó la foto, pero también necesitamos hablar de nosotros – expresé con sinceridad.

Él suspiró y me pidió que nos sentáramos. Comenzamos una conversación honesta sobre nuestras expectativas, miedos y el futuro de nuestra relación. Axel reveló sus inseguridades sobre la diferencia de edad y su posición como director. Le aseguré que estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío a su lado.

Nuestra charla nos unió aún más, y aunque las dudas persistían, decidimos seguir adelante, enfrentando juntos lo que viniera.

Narra Axel

Después de nuestra conversación, sentí un peso levantarse de mis hombros. Mía entendió mis preocupaciones y expresó su apoyo. Aunque las circunstancias eran complicadas, estábamos decididos a enfrentarlas juntos.

– Ya me tengo que ir – dijo Mía, su voz teñida de tristeza.

– No te vayas, quédate esta noche – le supliqué, poniendo cara de pucheros.

– ¿Estás loco? ¿Qué le diré a mi tía? – preguntó, preocupada.

– Pues que te quedaste en casa de una amiga – sugerí con una sonrisa. – Por favor, quédate conmigo

Mía pareció pensarlo un momento, pero finalmente asintió.

– Siempre me convences – dijo con una expresión falsa de enfado – Te odio por eso

Me besó y luego llamó a su tía para informarle.

Esa noche, después de que Manuel se durmió, Mía y yo nos acomodamos en el sofá para ver «50 sombras de Grey». A medida que avanzaba la película, debatíamos sobre las acciones de los personajes, riendo y compartiendo nuestras opiniones.

– ¿Crees que el amor puede ser tan complicado como en la película? – preguntó Mía, mirándome con curiosidad.

– Creo que el amor puede ser complicado, pero también puede ser simple y hermoso. Todo depende de cómo lo manejemos – respondí, mirándola a los ojos.

La conexión entre nosotros se fortaleció, y el amor que sentía por ella creció aún más.

El reloj marcaba la medianoche, pero ninguno de los dos quería que la noche terminara. Nos miramos con complicidad y, en un instante, nuestros labios se encontraron en un beso suave y tierno. Era como si selláramos un pacto silencioso para enfrentar cualquier desafío juntos.

Esa noche, después de terminar «50 sombras de Grey», decidimos ver «Titanic». Nos acomodamos en el sofá, abrazados, mientras la historia de amor de Jack y Rose se desarrollaba en la pantalla.

A medida que la película avanzaba, compartíamos nuestras opiniones y emociones sobre las escenas más icónicas. Discutimos sobre el sacrificio de Jack y la intensidad del amor que se retrataba en la película.

– ¿Crees que estarías dispuesta a hacer un sacrificio así por amor? – pregunté, mirando a Mía con curiosidad.

Mía reflexionó por un momento y luego respondió:

– Creo que el amor verdadero puede inspirar actos de valentía y sacrificio, pero también creo que es importante encontrar un equilibrio y no perder nuestra propia identidad en el proceso.

Nuestra conversación continuó hasta altas horas de la noche, pero finalmente decidimos ir a la habitación de Axel para desearnos buenas noches y dormir.

– Ha sido una noche maravillosa – susurré mientras nos acostábamos en la cama.

Mía sonrió y respondió:

– Sí, ha sido especial. Gracias por estar aquí conmigo.

Nos dimos un tierno beso de buenas noches y nos abrazamos, sintiendo la calidez y la seguridad del otro. Con la promesa de enfrentar juntos cualquier desafío que se nos presentara, nos dejamos llevar por el sueño, sabiendo que teníamos el amor y el apoyo del otro.

Esa noche, en nuestros sueños, continuamos construyendo un futuro lleno de amor y complicidad.

Esa noche, al quedarme solo en mi habitación, reflexioné sobre la complejidad de nuestra relación. A pesar de las adversidades, había algo especial entre Mía y yo que iba más allá de lo que podía explicar. Estaba decidido a proteger ese vínculo y a hacer todo lo posible por asegurar su felicidad.

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Capítulo 22: Un Baile de Máscaras y Secretos

Narra Mía

Después de pasar una noche maravillosa con mi querido director, desperté a las 6:15 a.m. y me sorprendió no encontrar a Axel a mi lado en la cama.

– ¿Axel? – exclamé mientras me levantaba, buscándolo con la mirada.

Justo en ese momento, él apareció viniendo de la cocina con una sonrisa en el rostro y una bandeja de desayuno en las manos.

– Hola amor, lamento haberme tardado. Quería sorprenderte con el desayuno en la cama – dijo, acercándose a mí.

– Desayuno en la cama, qué detalle más encantador – respondí sonriendo. – Creo que podría acostumbrarme a esto.

Axel me besó y me dijo unas palabras dulces que hicieron que mi corazón se llenara de amor.

Después de disfrutar de aquel delicioso desayuno, nos bañamos juntos, disfrutando de la compañía y la intimidad que compartíamos.

– Es tan maravilloso bañarme contigo – dije sonriendo mientras me abrazaba a él, sintiendo la calidez de su cuerpo junto al mío.

– Ojalá pudiéramos hacerlo todos los días – dijo Axel, abrazándome con ternura.

Después de la ducha, Axel se encargó de preparar el desayuno para Manuel, mi hermanito, mientras yo fui a despertarlo. Había quedado profundamente dormido y me costó un poco de esfuerzo lograr que se levantara.

– Ya despierta, hermanito. Tenemos que ir a la escuela – le dije con paciencia, acariciando su cabello.

– Ugh, ¿ya es hora de ir a la escuela? – dijo Manuel bostezando, mostrando su resistencia a abandonar la comodidad de la cama.

– Sí, hermanito. Vamos, no te tardes – le apremié, recordándole la importancia de no llegar tarde a clase.

Después de ayudar a Manuel a bañarse, vestirse y desayunar, nos despedimos de Axel, quien nos deseó un buen día y nos expresó su amor antes de subirse a su auto.

Luego, llevé a Manuel a la escuela y me dirigí a la mía, emocionada por lo que había escuchado en los pasillos: ¡habría un baile de máscaras este fin de semana! Inmediatamente busqué a Axel para contarle la noticia y expresarle mi deseo de ir juntos.

– Axel, ¡necesito hablar contigo! – le dije emocionada al encontrarlo en el pasillo, ansiosa por compartir la emocionante novedad.

– ¿Qué pasa, Mía? – preguntó Axel con curiosidad, captando mi entusiasmo.

– ¡Hay un baile de máscaras este fin de semana! ¿Te gustaría ir conmigo? – le pregunté con una sonrisa radiante, esperando su respuesta.

La emoción se reflejó en los ojos de Axel mientras asentía con entusiasmo.

– Por supuesto, Mía. Sería un honor ser tu acompañante en el baile – respondió con una voz llena de emoción y alegría.

Pero la sorpresa no terminó ahí. En ese momento, Axel se acercó a mí con una expresión seria en su rostro, como si fuera a reprenderme.

– Señorita Montgomery, necesito hablar con usted – dijo, manteniendo su seriedad.

Mis pensamientos se llenaron de preocupación, sin saber qué había hecho mal. Lo seguí a su oficina, nerviosa por lo que estaba por venir.

Una vez dentro de su oficina, Axel me entregó un sobre con una sonrisa en el rostro.

– Quería darte esto – dijo, invitándome a abrirlo y descubrir su contenido.

Lleno de emoción, abrí el sobre y encontré una elegante invitación para el baile de máscaras.

– ¿Me estás invitando a ir al baile contigo? – pregunté, con los ojos brillando de alegría y sorpresa.

Axel asintió con una sonrisa pícara en su rostro.

– Para nuestra suerte, será un baile de máscaras. Nadie sabrá quiénes somos, y podremos disfrutar de nuestra compañía en secreto – dijo, dejando escapar una risa traviesa.

La emoción me embargó mientras aceptaba su invitación con una sonrisa pícara, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

– Acepto ir al baile contigo, señor director – respondí, disfrutando de la complicidad que existía entre nosotros.

Axel me tomó de la cintura y me atrajo hacia él, susurrando palabras de amor.

– Shhhh, di eso más bajo. Alguien nos puede oír – le dije sonriendo, consciente de la necesidad de mantener nuestro romance en secreto.

– Entonces eso es todo, alumna. Puedes retirarte – me acarició el cabello con ternura, dejándome con una mezcla de emociones y anticipación.

No podía creer que iría al baile con mi chico, con Axel. Estaba llena de felicidad y ansiosa por que llegara el día del baile.

Mientras estaba sumergida en mis pensamientos, mi amiga Valentina se acercó a mí con una sonrisa en el rostro.

– Mía, ¿te enteraste de que habrá un baile de máscaras? – preguntó emocionada.

– Sí, ya me enteré – respondí sin poder borrar la sonrisa de mi cara, sabiendo que compartíamos la misma emoción.

Valentina me miró con curiosidad.

– Me imagino que vendrás con tu chico, ¿verdad? – preguntó, tratando de obtener más información.

Sentí un nerviosismo repentino, sin saber cómo responder. No quería ocultar la verdad, pero tampoco quería revelar el secreto de nuestra relación.

– ¿Mi chico? No tengo chico – respondí nerviosa, tratando de desviar la atención.

Valentina me miró con una sonrisa pícara en su rostro, como si supiera algo que yo intentaba ocultar.

– No me mientas, Mía. Sé que hay algo más. ¿Por qué te molestó tanto la foto que subí a Facebook? ¿Quién es ese «amigo» del que hablaste? – preguntó Valentina, sin dejar de sonreír.

Me sentí atrapada en un dilema. Por un lado, quería confiar en mi amiga y contarle la verdad, pero por otro lado, sabía que revelar nuestra relación con Axel podría traer consecuencias complicadas.

– Valentina, es complicado. Es solo un amigo, de verdad – intenté explicar, tratando de encontrar una salida que no revelara demasiado.

Valentina me miró fijamente, como si pudiera ver a través de mis palabras.

– Mía, te conozco desde hace mucho tiempo. Sé cuando estás ocultando algo. Pero no voy a presionarte. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, pase lo que pase. Si necesitas hablar, estoy dispuesta a escucharte – dijo Valentina con sinceridad, ofreciéndome su apoyo incondicional.

Sus palabras me reconfortaron y me hicieron darme cuenta de lo afortunada que era de tener una amiga como ella. Aunque no podía revelar todos los detalles en ese momento, sabía que podía confiar en Valentina cuando llegara el momento adecuado.

– Gracias, Valentina. Significa mucho para mí tener tu apoyo. Te prometo que te contaré todo en su momento, cuando sea el momento adecuado – le dije con gratitud, sintiendo un alivio en mi corazón al saber que tenía a alguien en quien confiar.

Valentina sonrió y asintió.

– Está bien, Mía. Confío en ti. Siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase. Ahora, hablemos del baile de máscaras. ¿Ya tienes en mente qué tipo de máscara usarás? – cambió de tema, tratando de alegrar el ambiente.

La conversación dio un giro y comenzamos a hablar emocionadamente sobre los detalles del baile. Valentina tenía muchas ideas y sugerencias, y juntas empezamos a planear nuestros atuendos y máscaras para la ocasión.

A medida que avanzaba la conversación, sentí un alivio al sumergirme en los preparativos del baile. Era un tema más ligero y divertido, y me ayudaba a distraerme de los secretos que guardaba.

Continuó con nuestra emocionante conversación sobre el baile de máscaras y la anticipación que sentíamos. Juntas, Valentina y yo comenzamos a imaginar cómo sería la noche, llena de misterio, romance y diversión.

Mientras tanto, en lo más profundo de mi corazón, sabía que el baile de máscaras sería el escenario perfecto para vivir un amor prohibido y mantener nuestros secretos a salvo. Pero también sabía que tarde o temprano, tendría que enfrentar las consecuencias de nuestras acciones.

Concluyó con una mezcla de emoción, incertidumbre y una amistad sólida que me daba fuerzas para seguir adelante. Ahora, solo quedaba esperar el día del baile y ver cómo se desenvolverían los acontecimientos.

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Capítulo 23: Revelaciones y Decisiones

Narra Mía

Hoy era la noche del baile de máscaras, un momento que había estado esperando con ansias. Pero también era una noche llena de secretos y mentiras.

Desde hacía semanas, Axel y yo prácticamente convivíamos juntos en su apartamento. Pero para ocultar nuestra relación de mi malvada tía Amanda, le decía que me quedaba en casa de una amiga.

Amanda siempre había sido una figura controladora en mi vida, Sabía que si descubría mi relación con Axel, haría todo lo posible para separarnos.

A pesar de las mentiras que tenía que decir, estaba decidida a vivir mi amor con Axel y a enfrentar las consecuencias. Pero esa noche, en el baile de máscaras, sentía una mezcla de emoción y temor.

Mientras me preparaba en el apartamento de Axel, miré mi reflejo en el espejo. Llevaba un vestido elegante y una máscara que ocultaba mi identidad. Pero dentro de mí, sabía que no podía ocultar mis sentimientos por más tiempo.

– ¿Estás lista, Mía? – preguntó Axel, apareciendo detrás de mí con un traje impecable y su propia máscara.

Miré a Axel a los ojos y asentí, tratando de mantener la valentía en mi voz.

– Sí, estoy lista. Pero recuerda, tenemos que tener cuidado esta noche. No podemos permitir que nadie descubra nuestra relación – le recordé, sintiendo el peso de nuestras mentiras.

Axel tomó mi mano y me miró con determinación.

– Lo sé, Mía. Pero esta noche, quiero que disfrutemos de nuestro amor en la intimidad de este baile. Bailaremos juntos, nos perderemos en el misterio de las máscaras y viviremos este momento mágico, al menos por una noche – dijo, con una mezcla de deseo y ternura en su voz.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Esta noche sería nuestro refugio, nuestro momento para ser libres y expresar nuestro amor sin restricciones.

Cuando llegamos al lugar del baile, quedé impresionada por la decoración y el ambiente romántico que se había creado. La música suave y las luces tenues daban al lugar una atmósfera mágica.

Busqué a Axel entre la multitud, y cuando nuestros ojos se encontraron, sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Se acercó a mí con una sonrisa en el rostro y me tomó de la mano.

– Estás radiante, Mía. No puedo creer que estemos aquí juntos, viviendo este momento mágico – dijo Axel, mirándome con adoración.

– Yo tampoco puedo creerlo, Axel. Este baile de máscaras es nuestro refugio, nuestro lugar para vivir nuestro amor sin restricciones. Pero debemos tener cuidado, nadie puede descubrir nuestra relación – le recordé, consciente de las consecuencias que podríamos enfrentar si nuestro romance se hiciera público.

Axel asintió y me acercó a su cuerpo, susurrando en mi oído.

– Te prometo que seré cauteloso, Mía. Pero esta noche, quiero que disfrutemos de nuestra conexión en la intimidad de este baile. Bailaremos juntos, nos perderemos en el misterio de las máscaras y viviremos un amor secreto, al menos por esta noche – dijo, con una mezcla de deseo y ternura en su voz.

A medida que la música comenzó a sonar y nos sumergimos en el baile, sentí cómo el mundo a nuestro alrededor desaparecía. Bailamos juntos, dejándonos llevar por la magia de la noche y la pasión que compartíamos.

El baile de máscaras se convirtió en nuestro refugio, un lugar donde podíamos ser nosotros mismos sin miedo al juicio o a las consecuencias. En medio de la multitud, nos sentíamos como los únicos dos seres que existían, compartiendo secretos y promesas en cada mirada y cada roce de nuestras manos.

Concluyó con nosotros sumergidos en la danza y en nuestro amor clandestino. Sabíamos que el futuro sería desafiante y lleno de obstáculos, pero en ese momento, solo queríamos disfrutar del presente y de la conexión especial que teníamos.

La música resonaba en el salón del baile de máscaras mientras Axel y yo nos sumergíamos en la danza. Cada paso, cada giro, era una expresión de nuestro amor prohibido.

Aunque estábamos rodeados de personas, nos sentíamos como si fuéramos los únicos dos seres en ese lugar. Pero en lo más profundo de mi corazón, sabía que nuestra relación era complicada y que enfrentábamos desafíos difíciles de superar.

En un momento de pausa en la música, Axel me tomó de la mano y me llevó a un rincón más apartado del salón. Allí, rodeados de sombras y misterio, nos detuvimos para tomar aliento.

– Mía, quiero que sepas que te amo más de lo que puedo expresar con palabras. Eres especial para mí, pero nuestra relación es complicada por la diferencia de edad y mi posición como director de la escuela – dijo Axel, mirándome con ternura y preocupación.

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras lo escuchaba. Sabía que tenía razón y que nuestra relación estaba llena de obstáculos.

– Axel, también te amo con todo mi corazón. Pero entiendo las dificultades que enfrentamos. La diferencia de edad y tu posición en la escuela hacen que nuestra relación sea complicada. Pero no puedo negar lo que siento por ti – le dije, con una mezcla de tristeza y determinación en mi voz.

Axel asintió, mostrando comprensión.

– Mía, eres una persona increíble y llena de potencial. No quiero ser un obstáculo en tu camino. Debemos ser realistas y considerar las consecuencias de nuestra relación. Pero también sé que no puedo ignorar lo que siento por ti. Estoy dispuesto a luchar por nuestro amor, pero debemos tomar decisiones difíciles – dijo, acariciando mi rostro con delicadeza.

Sus palabras me llenaron de confusión y dolor. Sabía que tenía razón, pero también sabía que no podía negar mis sentimientos por él.

En ese momento, una canción lenta comenzó a sonar y Axel me tomó en sus brazos. Bailamos en silencio, dejándonos llevar por la melodía y las emociones que nos embargaban.

Cada movimiento era un susurro de incertidumbre y cada mirada era un reflejo de nuestras dudas. Sabíamos que debíamos tomar decisiones difíciles y enfrentar las consecuencias de nuestras acciones.

El resto de la noche transcurrió en un torbellino de emociones y momentos compartidos. Bailamos, reímos y nos perdimos en la magia del baile de máscaras, pero también sentíamos la sombra de la realidad que nos acechaba.

Cuando finalmente llegó el momento de despedirnos, nos dimos un último abrazo lleno de promesas y tristeza. Sabíamos que el camino no sería fácil, pero estábamos dispuestos a enfrentarlo, sin importar las consecuencias.

La noche concluyó con una mezcla de emociones y decisiones importantes. Sabíamos que había desafíos por delante, pero estábamos dispuestos a luchar por nuestro amor y a enfrentar las consecuencias.

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Capítulo 24: Un Picnic Lejos de Todos

Narra Mía

Después de las revelaciones y decisiones difíciles que tuvimos que tomar, Axel, Manuel y yo decidimos tomar un día para escapar de todo y pasar un tiempo juntos en armonía. Queríamos disfrutar de un picnic en un lugar apartado, lejos de las miradas curiosas y los juicios.

Elegimos un hermoso parque rodeado de naturaleza, donde podríamos disfrutar de la tranquilidad y la compañía mutua. Axel y yo nos encargamos de preparar la comida, mientras que Manuel estaba emocionado por la idea de pasar tiempo con su hermana y su nuevo amigo.

Cuando llegamos al parque, encontramos un lugar perfecto bajo la sombra de un árbol. Extendimos una manta en el suelo y colocamos los alimentos que habíamos llevado: sándwiches, frutas frescas y jugos. Era una comida sencilla pero llena de cariño.

Mientras comíamos y reíamos juntos, Manuel se deleitaba con cada bocado y compartía sus historias llenas de inocencia. Era maravilloso ver cómo su risa y su alegría llenaban el ambiente, contagiándonos a todos.

Después de comer, Manuel nos propuso jugar a las escondidas. Axel y yo aceptamos emocionados, y Manuel era el encargado de contar mientras nosotros nos escondíamos. Su risa radiante y su emoción por encontrar a ambos nos llenaban de alegría.

Después de un rato, nos sentamos en la hierba para descansar y disfrutar del paisaje. Manuel, con su espíritu curioso, comenzó a hacer preguntas sobre nuestra relación y cómo nos conocimos. Axel y yo compartimos nuestra historia de una manera cuidadosa, adaptada a su inocencia y sin revelar detalles comprometedores.

– Axel, ¿cómo supiste que te gustaba Mía? – preguntó Manuel, mirando a Axel con ojos llenos de curiosidad.

Axel sonrió y miró a Manuel con ternura.

– Bueno, Manuel, cuando conocí a Mía, sentí que había encontrado a alguien muy especial. Me encantaba pasar tiempo con ella, hacerla reír y verla feliz. Me di cuenta de que tenía sentimientos especiales hacia ella, más allá de una simple amistad. Y aquí estamos, compartiendo momentos maravillosos juntos – respondió Axel, adaptando su respuesta a la inocencia de Manuel.

Manuel asintió, pareciendo satisfecho con la respuesta. Luego, nos miró a ambos con una sonrisa inocente.

– Me gusta verlos felices juntos. Ustedes hacen un buen equipo. ¡Y yo siempre seré su hermanito y su amigo! – exclamó Manuel, mostrando su apoyo incondicional.

Nos abrazamos en un gesto de agradecimiento y complicidad. Sabíamos que teníamos a Manuel a nuestro lado, dispuesto a apoyarnos y protegernos en esta aventura.

Narra Axel

Después de nuestro abrazo, Manuel se separó un poco de nosotros y se acercó a Mía con una mirada curiosa en su rostro.

– ¡Mía, Mía! Ahora es tu turno. ¿Cómo supiste que te gustaba Axel? – Exclamo Manuel

Mía sonríe y se agacha a la altura de Manuel para responder su pregunta.

– Bueno, Manuelito, cuando conocí a Axel, sentí una conexión especial con él. Me hacía sentir feliz y comprendida. Cada vez que estaba cerca de él, mi corazón latía más rápido y una sensación cálida me invadía. Me di cuenta de que Axel era alguien muy especial para mí y que quería estar a su lado. Fue como si mi corazón supiera antes que yo que estaba enamorada de él. – Dijo Mía con un brillo en los ojos

Manuel asiente con una expresión de entendimiento y curiosidad en su rostro.

– ¡Eso es muy bonito, Mía! Me alegra que se hayan encontrado y sean felices juntos. ¿Creen que podrán superar todos los obstáculos que se les presenten? – dice manuel sonriendo

Nos miramos con determinación antes de responder.

– Sí, Manuelito, sabemos que enfrentaremos muchos desafíos en el camino, pero estamos dispuestos a luchar por nuestro amor. Nos tenemos el uno al otro y contamos con el apoyo de personas cercanas. Con amor, paciencia y perseverancia, creemos que podemos superar cualquier obstáculo que se nos presente.

Manuel sonríe satisfecho con la respuesta y abraza a Mía y Axel, demostrando su apoyo incondicional.

– ¡Eso es genial! Siempre estaré aquí para ustedes, como su hermanito y amigo. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa – dijo con entusiasmo

Narra Mía

El resto del día transcurrió en risas, juegos y momentos de tranquilidad. Disfrutamos de la compañía mutua y nos olvidamos por un momento de las dificultades que enfrentábamos en el mundo exterior.

Al atardecer, mientras recogíamos nuestras cosas para regresar a casa, sentí una sensación de esperanza en mi corazón. Sabía que el camino no sería fácil, pero con el amor y el apoyo de Axel y Manuel, estábamos dispuestos a enfrentar cualquier desafío.

Nuestro encuentro concluyó con la promesa de seguir luchando por nuestro amor y disfrutar de los momentos de felicidad que compartíamos. Sabíamos que había un futuro incierto, pero también sabíamos que teníamos el amor y la fuerza para superar cualquier obstáculo.

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Capítulo 25: Un Cumpleaños Inolvidable

Narra Mia

¡No puedo creer que haya pasado un mes tan rápido! Hoy es el día de mi cumpleaños y me siento emocionada por lo que el día tiene preparado para mí.

Axel siempre ha sido tan atento y cariñoso, y sé que ha estado planeando algo especial para hoy. Me encanta cómo se preocupa por hacer de este día algo inolvidable para mí.

Narra Axel

Estábamos celebrando el cumpleaños de Mia y quería hacer algo especial para ella. Había planeado una tarde romántica llena de sorpresas y romance. Quería que fuera un día inolvidable para mi amor.

Narra Mia

Axel me había dicho que tenía una sorpresa preparada para mi cumpleaños, pero no tenía idea de lo que me esperaba. Estaba emocionada y ansiosa por descubrir qué tenía planeado.

Narra Axel

Decidimos dejar a Manuel, el hermanito de Mia, a cargo de Jessica, mi hermana. Sabía que estarían en buenas manos y podríamos disfrutar de nuestro tiempo juntos sin preocupaciones.

Narra Mia

Comenzamos la tarde con un paseo por el parque. Axel había preparado un picnic con todas mis comidas favoritas. ¡Incluso había traído mi pastel de chocolate favorito! Fue tan dulce de su parte.

– Feliz cumpleaños, mi amor. Quería que este día fuera especial para ti, lleno de sorpresas y momentos románticos – Dijo sonriendo

– ¡Gracias, Axel! No puedo creer lo atento que has sido. Estoy ansiosa por descubrir qué más has planeado – Dije emocionada

Narra Axel

Después del picnic, quería sorprender a Mia con algo especial. Había reservado un paseo en globo aerostático. Subimos juntos y disfrutamos de las vistas increíbles desde las alturas. Ver la sonrisa en el rostro de Mia mientras flotábamos en el aire fue mágico.

– Axel, esto es increíble. Nunca había volado en globo aerostático antes. Estoy tan feliz de poder compartir esta experiencia contigo – Dijo asombrada

Cuando aterrizamos, llevé a Mia a un elegante restaurante para cenar. Había reservado una mesa en un lugar íntimo y romántico. Estaba decorado con velas y pétalos de rosa, creando un ambiente perfecto para celebrar su cumpleaños.

– Axel, esto es simplemente hermoso. Me siento como una princesa en un cuento de hadas. Gracias por hacer que mi cumpleaños sea tan especial – Dijo suspirnado

Después de la cena, tenía una última sorpresa guardada. Llevé a Mia a un concierto sorpresa de su banda favorita. Ver su emoción y felicidad al descubrirlo fue increíble. Bailamos y cantamos juntos toda la noche, creando recuerdos que atesoraremos para siempre.

– ¡No puedo creerlo! ¡Es mi banda favorita en vivo! Axel, eres increíble. Gracias por hacer realidad uno de mis sueños – Dijo Mía gritando de la emoción

Narra Axel

Al final de la noche, regresamos a casa y encontramos a Manuel y Jessica riendo y divirtiéndose juntos. Manuel estaba emocionado de contarnos todas las aventuras que habían tenido. Fue reconfortante ver que todos estaban pasándola bien.

– ¡Gracias por cuidar de nosotros, Manuelito! Parece que te divertiste mucho con Jessica – Dijo Mía abrazando a Manuel

– ¡Sí, Mia! Jessica es genial. Jugamos videojuegos y nos reímos mucho. ¡Feliz cumpleaños! – Dijo Sonriendo

Ver la sonrisa en el rostro de Mia y hacerla feliz fue lo más importante para mí. Quería que este día fuera especial y estoy feliz de que lo haya sido.

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Capítulo 26: Sospechas

Narra Mía

Después de celebrar mi maravilloso cumpleaños número 18 con el amor de mi vida, tengo que volver a la escuela, donde solo soy una estudiante y él es el director. Llevé a Manuel a la escuela y cuando llegué a la mía, me encontré con Valentina, mi mejor amiga.

– Mía, ¿cómo pasaste tu cumpleaños? – dijo con entusiasmo.

– ¡Fue genial! – respondí con una radiante sonrisa.

– Se nota – dijo con una sonrisa pícara – ¿Estuviste con tu chico?

No contesté, solo sonreí.

– No hace falta que contestes… Tu sonrisa lo dice todo.

Mis sentimientos eran demasiado transparentes, no podía evitar borrar la sonrisa de mi rostro.

– Oye, ¿vamos al cine? No nos estamos viendo mucho – dijo con tono de reproche.

– Me encantaría.

– ¿Y tu chico? – preguntó curiosa.

– Le diré que tendré un día de chicas con mi mejor amiga.

Después nos despedimos y me aseguré de que no hubiera nadie cerca antes de entrar a la oficina del director.

Cuando llegué a la puerta de su oficina, escuché a Axel hablando con alguien. Reconocí la voz de Vanesa, la profesora de química. Sé que está mal, pero preferí quedarme a escuchar.

– Axel, siento mucho lo del otro día, no te volveré a molestar.

¿De qué están hablando? ¿Qué pasó el otro día? – pensé.

– No te preocupes, fue solo un malentendido – dijo Axel con tono serio.

– No, no lo fue – dijo Vanesa – Realmente quería besarte.

¿Lo besó? ¿Beso a mi novio? – pensé, sintiendo una mezcla de enfado y tristeza.

– Lamento si te confundí, pero yo no siento nada por ti… ya hay alguien especial en mi vida y estoy profundamente enamorado.

Mi corazón latía con fuerza al escuchar a Axel hablar así de mí.

– Entiendo, disculpa el inconveniente – dijo Vanesa apenada.

Me escondí cuando sentí que estaba por abrir la puerta; esperé a que se fuera y entré.

– Hola, amor – dijo Axel con entusiasmo al verme.

– Hola – respondí y me abalancé sobre él para besarle.

– ¿Qué haremos hoy por la tarde? – dijo separándose ligeramente de mí.

– Le prometí a Valentina que pasaría el día con ella – expliqué – Tendremos un día de chicas.

– Me parece bien, amor – dijo apenado – Aunque te extrañaré mucho, sé que debes pasar tiempo con tus amigas también.

Rodeé su cuello con mis brazos.

– Gracias por entender.

– Te amo tanto, cariño – dijo Axel rodeando mi cintura con sus brazos.

– Y yo te amo más, mi querido director.

Nuestros labios se acercaron, pero fuimos interrumpidos por una voz femenina del otro lado de la oficina.

Era Vanesa, la profesora de química. Una mujer de unos recientes 30 años, con cabello largo, castaño, cuidado y ondulado. Tiene unas pestañas largas y unos ojos avellana. Los chicos siempre babean por ella debido a sus grandes atributos.

Axel y yo nos separamos rápidamente y ella entró en ese momento.

– Bueno, señorita Montgomery, eso era todo – dijo Axel mostrándose serio – Puede retirarse.

– Sí, señor director – dije ocultando mis nervios – Gracias por el consejo.

Narra Axel

Mía salió de la oficina apresuradamente y me quedé a solas con Vanesa. ¡Qué pesada!

– ¿Qué se le ofrece, profesora? – dije tratando de sonar serio.

– ¡Nada! – dijo con un tono extraño, creo que sospecha algo – Solo olvidé mi bolso en tu escritorio.

Tomó el bolso y se fue.

Narra Mía

La profesora de química estuvo a punto de descubrirnos. Tengo que ser más prudente, ¡qué vergüenza! Bueno, ahora solo tengo que concentrarme en la clase.

Y así transcurrió la jornada de clases, hasta que llegó la hora de irme y me encontré con Axel en el estacionamiento.

– Estuvo cerca, ¿no? – dijo Axel sonriendo.

– Axel, tenemos que ser más prudentes, nos pueden descubrir – le dije seriamente.

– Ya lo sé – respondió con resignación – Es solo que te amo demasiado.

– Y yo también te amo – dije y le di un beso rápido.

– Fue muy rápido – comentó, divertido.

Sonreímos juntos.

– Extrañaré pasar tiempo contigo – dijo él.

– Yo también – respondí – Ahora necesito encontrar a alguien que cuide de Manuel.

– Yo puedo cuidarlo – dijo Axel con entusiasmo.

– ¿Harías eso por mí? – pregunté, sonriendo.

– Eso y mucho más – respondió.

– Gracias – dije y salté a sus brazos, olvidándome de que estábamos en la escuela.

– Tú pasarás un día de chicas con tu amiga… y yo pasaré un día especial con mi pequeño cuñado.

Sonreímos y, al darme cuenta de que ya no quedaban autos en el estacionamiento, nos fundimos en un beso apasionado.

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Capítulo 27: Un Día de Chicas

Narra Mía

El día por fin había llegado, era el momento de disfrutar de un día de chicas con mi mejor amiga, Valentina. Después de dejar a Manuel al cuidado de Axel, nos dirigimos emocionadas hacia el centro comercial.

– ¡Estoy tan emocionada por pasar este día contigo, Mía! – exclamó Valentina mientras caminábamos juntas.

– Yo también, Valentina. Necesitaba este tiempo para desconectar y divertirme contigo – respondí con una sonrisa.

Decidimos comenzar nuestro día con una sesión de compras. Recorrimos las tiendas, probándonos diferentes prendas y riendo sin parar. Valentina tenía un ojo para la moda y me ayudó a elegir algunos conjuntos realmente geniales.

– Mía, este vestido te queda espectacular. Definitivamente debes llevarlo – dijo Valentina mientras me veía en el espejo.

– Gracias, Valentina. Tu sentido de la moda siempre me sorprende. No sé qué haría sin ti – le respondí agradecida.

Después de nuestras compras, decidimos ir al cine a ver la última película de comedia que tanto habíamos estado esperando. Nos sentamos en la sala, compartiendo palomitas de maíz y riendo a carcajadas con las divertidas escenas.

– ¡No puedo creer lo graciosa que es esta película! – exclamé mientras me agarraba el estómago de tanto reír.

– ¡Definitivamente fue una excelente elección! Me alegra que estemos disfrutando tanto juntas – dijo Valentina, riendo a carcajadas.

Después de la película, buscamos un lugar acogedor para almorzar. Nos sentamos en un café y pedimos nuestros platos favoritos. Mientras disfrutábamos de la comida, compartimos nuestras alegrías, preocupaciones y sueños. Valentina siempre había sido mi confidente y sabía cómo animarme y darme buenos consejos.

– Mía, estoy tan emocionada por el nuevo proyecto en la escuela. Creo que esta vez será un gran éxito – compartió Valentina, emocionada.

– ¡Eso es maravilloso, Valentina! Si alguien puede lograrlo, eres tú. Estoy aquí para apoyarte en todo lo que necesites – le aseguré, animándola.

Después del almuerzo, decidimos hacer algo emocionante y lleno de adrenalina: ¡ir a un parque de diversiones! Nos subimos a las montañas rusas, gritando y riendo mientras disfrutábamos de la emoción de la velocidad y las alturas. Fue un día lleno de risas, complicidad y amistad.

– ¡Valentina, esto es increíble! ¡No puedo creer lo emocionante que es esta montaña rusa! – grité mientras sentía la adrenalina recorrer mi cuerpo.

– ¡Estoy tan feliz de estar aquí contigo, Mía! Este día de chicas es simplemente perfecto – exclamó Valentina, riendo emocionada.

Al final del día, nos despedimos con abrazos y promesas de repetir nuestra aventura pronto. Me sentía renovada y agradecida por tener a Valentina como amiga. Caminé hacia el estacionamiento con una sonrisa en mi rostro, lista para regresar a casa y compartir mis experiencias con Axel y Manuel.

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Capítulo 28: Un Día Especial con Manuel

Narra Axel

Mientras Mía disfrutaba de su día de chicas con Valentina, yo me preparaba para pasar un día especial con Manuel, mi pequeño cuñado de 7 años. Sabía que sería un día lleno de diversión y aventuras.

Comenzamos el día desayunando juntos en casa. Preparé su comida favorita y nos sentamos en la mesa, riendo y charlando mientras disfrutábamos de la comida.

– ¡Axel, este es el mejor desayuno de todos! – exclamó Manuel con entusiasmo.

– Me alegra que te guste, Manuel. Quiero que tengas mucha energía para nuestro día especial juntos – respondí con una sonrisa.

Después del desayuno, decidimos ir al parque. Manuel corría emocionado por los columpios y toboganes, mientras yo lo seguía de cerca, asegurándome de que estuviera seguro en todo momento.

– ¡Mira, Axel, puedo llegar hasta el cielo en este columpio! – gritó Manuel mientras se balanceaba.

– ¡Eres todo un aventurero, Manuel! Pero ten cuidado, no quiero que te lastimes – le advertí con una sonrisa.

Nos divertimos jugando al fútbol en el césped y explorando cada rincón del parque.

– Axel, ¿crees que algún día seré un futbolista famoso? – preguntó Manuel mientras pateaba el balón.

– Claro que sí, Manuel. Eres talentoso y dedicado. Si sigues practicando y siguiendo tus sueños, puedes lograr cualquier cosa – le aseguré con orgullo.

Después de un tiempo, nos dirigimos a una heladería cercana. Manuel estaba emocionado por elegir su sabor favorito y disfrutó cada cucharada con una sonrisa en su rostro.

– Axel, ¿cuál es tu sabor de helado favorito? – preguntó Manuel mientras saboreaba su helado de chocolate.

– Mi favorito es el de vainilla, pero también me gusta mucho el de fresa – respondí mientras probaba mi helado.

Charlamos sobre sus sueños y ambiciones mientras saboreábamos nuestros helados.

Decidimos terminar nuestro día especial con una visita al zoológico. Manuel estaba fascinado con los animales y no paraba de hacer preguntas sobre ellos.

– Axel, ¿sabías que los leones son los reyes de la selva? – preguntó Manuel emocionado.

– Sí, Manuel. Son animales majestuosos y poderosos. Cada uno tiene su propio papel en la naturaleza – le expliqué mientras observábamos a los leones desde una distancia segura.

Pasamos horas recorriendo cada exhibición, observando a los leones, jirafas, monos y muchos otros animales increíbles.

Al final del día, nos sentamos en un banco del parque y observamos el atardecer juntos. Manuel se recostó en mi hombro y suspiró de satisfacción.

– Axel, gracias por este día tan especial. Me divertí mucho contigo – dijo Manuel con gratitud.

– Yo también me divertí mucho, Manuel. Eres un niño increíble y estoy agradecido de tener momentos especiales contigo – le dije mientras le daba un abrazo.

Cuando llegó el momento de regresar a casa, nos despedimos con un abrazo cálido y promesas de repetir nuestros días especiales juntos.

– Axel, ¿podemos hacer esto de nuevo pronto? – preguntó Manuel con entusiasmo.

– Claro que sí, Manuel. Siempre tendremos días especiales juntos – le aseguré con una sonrisa.

Me sentí lleno de amor y gratitud por tener a Manuel en mi vida. Con una sonrisa en mi rostro, nos dirigimos hacia el auto, listos para reunirnos con Mía y compartir nuestras experiencias del día.

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Capítulo 29: Un encuentro lleno de emociones

Narra Mía

Después de pasar el día con Valentina, mi mejor amiga, me dirigí a casa de Axel. Lo cierto es que no quería irme a mi casa esa noche, quería quedarme a dormir con él. Así que llamé a mi amarga tía Amanda para decirle que dormiría en casa de una amiga. Sé que a ella no le importa dónde esté, pero por educación le aviso.

Narra Axel

Después de pasar todo el día con Manuel, volvimos a mi casa para esperar a Mía. Lo cierto es que esperaba que Mía se quedara a pasar la noche conmigo. La deseaba con todo mi corazón.

Narra Mía

Llegué a la casa de Axel y ahí estaba jugando con mi pequeño hermanito Manuel. Me dio tanta ternura esa escena, y en cuanto Manuel me vio, corrió a mis brazos.

– Mía – exclamó con entusiasmo.

– Hola hermanito, ¿te divertiste mucho con Axel?

– Sí – dijo alegre -, Axel es muy divertido.

Abracé a Manuel y luego Axel se acercó a mí.

– Hola amor – dijo besándome.

– Hola amor – dije, devolviéndole el beso.

– ¿Cenamos y me cuentas sobre tu día? – preguntó Axel.

– ¡Sí! – respondí sonriendo.

Después de cenar, Manuel se quedó dormido en el sofá. Axel y yo nos acurrucamos junto a él y decidimos ver una película juntos. El ambiente era cálido y acogedor mientras nos sumergíamos en la trama de la película.

– ¿Puedes creer lo que acaba de decir el personaje principal? ¡Es tan conmovedor! – exclamé emocionada.

Axel sonrió y me abrazó más fuerte.

– Sí, es increíble cómo una película puede despertar tantas emociones en nosotros. Me encanta compartir estos momentos contigo, Mía.

Riendo y disfrutando de la película, comentamos sobre las escenas más emocionantes y los diálogos memorables. Nos sumergimos en la historia y nos dejamos llevar por la magia del cine.

Después de que la película terminó, decidimos ver «Un príncipe en Navidad». Nos acomodamos en el sofá, abrazados, mientras nos dejábamos envolver por la magia y el romance de la película navideña.

– Esta película me hace soñar con la magia de la Navidad y con encontrar un amor verdadero en un lugar inesperado – susurré, con una sonrisa tierna.

Axel acarició mi cabello y me miró con ternura.

– A mí también me hace soñar, Mía. Eres mi amor verdadero y cada día contigo es especial.

Comentamos sobre las escenas románticas y los momentos divertidos de la película, compartiendo nuestros propios deseos y emociones mientras disfrutábamos de la compañía del otro.

Narra Axel

Después de un rato, miré mi reloj y, aunque no quería, decidí preguntarle a Mía:

– Mía, ¿tienes que ir a tu casa?

– No – respondió, tomándome por sorpresa -, le dije a mi tía que pasaría la noche con una amiga.

– ¿En serio? – pregunté, aún un poco escéptico.

– Sí, hoy solo quiero pasar la noche contigo.

Ambos sonreímos y nos fundimos en un beso lleno de emoción y amor.

Luego llevamos a Manuel a la habitación donde solía dormir siempre que Mía se quedaba en mi casa. Nos aseguramos de que estuviera cómodo y dormido antes de dirigirnos a mi habitación.

Narra Mía

Cuando entramos a la habitación de Axel, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que esta noche sería especial y estaba ansiosa por compartir momentos íntimos con él.

Nos acurrucamos en la cama, abrazados, disfrutando de la calidez de nuestro amor. Axel acarició suavemente mi cabello mientras nos mirábamos con amor y complicidad.

– Axel, estoy tan feliz de estar aquí contigo – susurré, sintiendo mi corazón latir más rápido.

– Y yo estoy feliz de tenerte aquí, Mía. Eres lo mejor que me ha pasado – respondió, con una sonrisa llena de ternura.

Nos perdimos en un beso apasionado, dejando que nuestras emociones se entrelazaran en cada caricia y cada suspiro. El tiempo parecía detenerse mientras nos entregábamos el uno al otro, compartiendo momentos de intimidad y conexión profunda.

La habitación se llenó de susurros de amor y risas suaves. Juntos, exploramos el amor y la pasión, creando recuerdos inolvidables en esa noche llena de emociones y complicidad.

Después de compartir momentos de intimidad y pasión, nos quedamos abrazados en la cama, sintiendo cómo nuestros cuerpos se relajaban y nuestros corazones latían en sintonía. El cansancio y la satisfacción nos invadieron, y poco a poco nos dejamos llevar por el sueño.

Narra Axel

Sentí cómo el cansancio se apoderaba de mí después de un momento tan intenso y lleno de amor. Me abracé aún más a Mía, sintiendo su suave respiración y su calidez junto a mí. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño reparador.

Ambos nos sumergimos en un sueño profundo y reparador, recuperando el aliento y descansando juntos en ese momento de plenitud y conexión. En nuestros sueños, seguíamos sintiendo el amor y la felicidad que nos envolvían, y sabíamos que al despertar, seguiríamos construyendo nuestra historia juntos.

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Capítulo 30: Sorpresa de cumpleaños y Amor Verdadero

Narra Mía

Me desperté rodeada de los cálidos brazos de Axel, como si fuera una dulce rutina que nunca quiero que termine. Me giré suavemente y ahí estaba él, todavía dormido, con una expresión tranquila en su rostro.

No pude resistir la tentación y comencé a besar suavemente su frente, su mejilla, su cuello, y finalmente sus labios, dejando pequeños besos llenos de amor. Fue entonces cuando despertó, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

– Me encanta despertar así – dijo con voz somnolienta.

– Hola amor, ¿cómo dormiste? – pregunté, acariciando suavemente su mejilla.

– Contigo a mi lado, siempre duermo bien – respondió con una sonrisa sincera.

– Tengo hambre – dije, mientras lo besaba juguetonamente.

– ¿Vamos a la cocina? – sugirió, con una mirada llena de complicidad.

– Primero quiero ducharme – respondí, mirándolo con una sonrisa traviesa.

Lo observé mientras se levantaba de la cama, y no pude evitar sentirme afortunada de tenerlo a mi lado.

– ¿Axel? – lo llamé, con un tono de curiosidad en mi voz.

– ¿Dime? – respondió, mirándome con ternura.

– ¿Quieres bañarte conmigo? – pregunté, jugueteando con un mechón de mi cabello.

– ¿Me estás provocando, señorita? – preguntó con una voz seductora, acercándose lentamente.

– ¿Tú qué piensas? – respondí coquetamente, acercándome aún más a él.

– Pienso que quieres jugar – dijo con una voz sensual, mientras sus manos acariciaban suavemente mi rostro.

Sin decir una palabra más, nos levantamos de la cama y nos dirigimos hacia el baño, con la promesa de un baño lleno de risas, caricias y amor.

Narra Axel

Estaba enjabonando suavemente la espalda de Mía, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis manos, cuando de repente ella se volteó rápidamente y me sorprendió con un beso apasionado. Mis brazos rodearon automáticamente su cintura, mientras ella rodeaba mi cuello con sus brazos, intensificando nuestro abrazo.

Nos besamos con una pasión desbordante, nuestros labios y lenguas danzando en perfecta armonía. El sabor dulce de sus labios se mezclaba con el aroma embriagador del jabón y el vapor de la ducha, creando una experiencia sensorial única.

Sentí cómo su cuerpo temblaba ligeramente de excitación, lo que aumentó mi deseo por ella. Decidí llevar nuestra conexión al siguiente nivel y la levanté en mis brazos, sintiendo cómo rodeaba mi cadera con sus piernas, aferrándose a mí con fuerza.

Presioné suavemente su espalda contra la pared de la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre nosotros, creando una atmósfera de intimidad y sensualidad. El sonido del agua chocando contra nuestros cuerpos se mezclaba con nuestros suspiros y gemidos, creando una sinfonía de placer.

Mientras ella besaba mi cuello con avidez, solté gemidos suaves de placer, sintiendo cómo su aliento cálido acariciaba mi piel. El calor del agua y el vapor envolvían nuestros cuerpos, creando una sensación de calma y excitación a la vez.

Mis labios descendieron lentamente por su cuello, saboreando cada centímetro de su suave piel, mientras ella dejaba escapar gemidos de deleite. Nuestros cuerpos se movían en perfecta sincronía, guiados por el deseo y la pasión que nos consumía.

– Eres tan increíblemente sexy – susurré en su oído, dejando que mis palabras se perdieran en el ruido de la ducha.

– Solo tú puedes hacerme sentir así – respondió ella con voz entrecortada, sus palabras llenas de deseo.

Continué mi descenso, deteniéndome en su pecho, donde mis besos se mezclaban con sus gemidos, creando una sinfonía de placer compartido. Cada caricia, cada roce, era una invitación a explorar y descubrir nuevas formas de disfrutarnos mutuamente.

En ese momento, el mundo exterior desapareció por completo, dejando solo espacio para nosotros dos y nuestro deseo mutuo. La ducha se convirtió en nuestro santuario, donde exploramos cada rincón de nuestros cuerpos con pasión y entrega, fusionándonos en un éxtasis compartido.

Narra Mía

Después de disfrutar de aquel delicioso baño juntos, nos vestimos y Axel se dirigió a la cocina para preparar el desayuno, mientras yo fui a despertar a Manuel.

– Manuel, despierta – le dije, moviéndolo suavemente.

– Aún no quiero levantarme – respondió él, cubriéndose con las sábanas.

– Vamos, hermanito, tenemos que ir a la escuela – insistí, con una sonrisa en mi rostro.

Me costó un poco, pero finalmente logré despertarlo. Lo llevé al baño, lo ayudé a bañarse y lo vestí con su uniforme escolar. Después, nos sentamos juntos para disfrutar de un desayuno reconfortante.

Una vez que terminamos de desayunar, Axel y yo nos despedimos con un beso tierno y apasionado. Él subió a su auto, listo para comenzar su día como director de la escuela donde yo también estudiaba. Mientras tanto, yo subí al auto con Manuel, preparada para llevarlo a su escuela.

El trayecto estuvo lleno de risas y conversaciones animadas entre Manuel y yo. Disfrutamos de la música que sonaba en la radio y compartimos nuestros planes para el día. Sentí una sensación de calma y felicidad al tener a mi hermanito a mi lado, y saber que Axel y yo estábamos construyendo una hermosa familia juntos.

Al llegar a la escuela de Manuel, nos despedimos con un abrazo y un beso en la mejilla. Observé cómo se adentraba en el bullicio de sus compañeros, deseándole un buen día de aprendizaje y diversión. Luego, me dirigí hacia mi propio salón de clases, lista para sumergirme en el mundo del conocimiento y el crecimiento personal.

Después de una larga jornada de clases, me encontré en el receso con mi mejor amiga Valentina.

– ¡Mía! – exclamó emocionada.

– Hola, Valentina. ¿Qué pasa? – sonreí al verla.

– Fue increíble la noche de chicas que tuvimos – dijo, con una sonrisa radiante.

Estábamos hablando animadamente cuando de repente escuché murmullos a nuestro alrededor, seguidos de más murmullos.

– ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanto revuelo? – pregunté, curiosa.

– Según dicen, el cumpleaños del director Axel es el miércoles, y todas las chicas están emocionadas por regalarle algo especial – explicó Valentina.

– ¿Su cumpleaños? – dije sorprendida, sin saber que se acercaba una fecha tan importante.

– ¿Acaso tú también eres una de las admiradoras del director Axel? – preguntó Valentina, sorprendida por mi reacción.

– No, solo me sorprendió la noticia – respondí, forzando una sonrisa. – No sabía que su cumpleaños estaba cerca.

Continuamos hablando un momento más, compartiendo nuestras impresiones sobre el director Axel y las historias que habíamos escuchado sobre él. Después de despedirnos, decidí ir a buscar a Axel, ya que me parecía extraño que no me hubiera mencionado nada sobre su cumpleaños.

Caminé por los pasillos de la escuela, buscando a Axel entre la multitud de estudiantes. Sentía una mezcla de curiosidad y anticipación por sorprenderlo en su día especial. Quería encontrar la manera perfecta de felicitarlo y hacerle saber que estaba pensando en él.

Después de caminar por los pasillos de la escuela, vi a Axel al final del pasillo. Me aseguré de que nadie me viera y me acerqué sigilosamente hacia él.

Axel estaba de espaldas, completamente concentrado en la lectura.

– ¿Por qué no me lo dijiste? – dije con un tono de reproche, tratando de ocultar mi emoción.

Axel levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron.

– Hola, amor. Me alegra verte también – respondió con sarcasmo, esbozando una sonrisa traviesa.

– ¡Dime! – dije, haciendo pucheros y cruzando los brazos.

– ¿Qué cosa no te dije? – preguntó, fingiendo inocencia.

– Sobre tu cumpleaños – dije con un tono de reproche, dejando escapar un suspiro.

Axel se acercó a mí y me abrazó con ternura.

– No quería que te preocuparas por buscar un regalo para mí… – dijo, acariciando mi cabello. – Y no quiero que mi dulce novia pase tiempo buscando regalos. Solo quiero estar contigo, ese será mi mejor regalo, el regalo más perfecto.

Sonreí, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de amor por él.

– Pero es tu cumpleaños – insistí, abrazándolo con fuerza.

– Lo sé, cariño, pero para mí, el mejor regalo es tenerte a mi lado – dijo con sinceridad, su sonrisa iluminando su rostro. – Bueno, amor, tengo que irme. Tengo trabajo que hacer. Nos vemos en la salida.

Me besó suavemente en la frente y se alejó, dejándome con una mezcla de emoción y ansias por verlo nuevamente.

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Capítulo 31: Una sorpresa especial para Axel

Narra Mía

Estaba sumergida en mis pensamientos, pensando en qué regalarle a Axel, cuando Samanta, una de mis compañeras, se acerca a mí en este lunes soleado.

– ¡Mia! – exclama Samanta, emocionada.

– ¿Dime, Samanta? – pregunto, curiosa por saber qué le trae tanta alegría.

– ¡Sabes qué, Mia? El miércoles es el cumpleaños del director Axel! – dice Samanta, con una sonrisa radiante.

– ¡Oh, vaya! Gracias por recordármelo, Samanta. No puedo creer que se me haya olvidado – respondo, sintiéndome un poco avergonzada.

– Bueno, estamos planeando hacerle un pequeño festejo al Director y, como eres la presidenta del consejo estudiantil, nos preguntábamos si querías colaborar con algo – comenta Samanta, esperando mi respuesta.

– ¡Claro que sí! Será un honor ayudar. ¿En qué puedo contribuir? – pregunto, entusiasmada por la oportunidad de mostrar mi aprecio hacia Axel.

– Sería genial si pudieras traer un regalo o algún detalle especial para él. Algo que demuestre cuánto lo valoramos como director – sugiere Samanta, con una mirada llena de expectativa.

– ¡Por supuesto! Me aseguraré de encontrar algo especial para él. No puedo esperar para ver la cara de sorpresa de Axel – respondo, con determinación.

Ahora tengo dos días para encontrar el regalo perfecto y hacer que el cumpleaños de Axel sea inolvidable.

Cuando terminó la jornada de clases, fui a buscar a Manuel a su escuela. Lo recibí con una sonrisa y lo llevé a casa. Una vez en casa, lo bañé, le cambié el uniforme escolar y preparé su merienda favorita.

Nos divertimos mucho jugando juntos, riendo y creando recuerdos especiales. Después de jugar, cenamos juntos y lo llevé a su habitación para que pudiera descansar.

Al día siguiente, realicé mis actividades en casa. Me bañé, me arreglé y luego desperté a Manuel para desayunar juntos. Disfrutamos de un desayuno tranquilo y alegre antes de comenzar el día.

Después de desayunar, lo llevé a la escuela y me dirigí a la mía. Cuando terminó la jornada escolar, fui a buscar a Manuel y lo dejé con Axel, quien se ofreció a cuidarlo mientras yo iba al centro comercial.

En el centro comercial, estuve buscando camisas, pantalones y zapatos. Me di cuenta de que no tenía ni idea de la talla de Axel, lo cual me hizo sentir un poco tonta. Sin embargo, recordé que hay algo que no requiere conocer la talla: las corbatas. Decidí entrar a la sección de corbatas y elegí una que me pareció perfecta para Axel.

Mientras sostenía la corbata en mis manos, pensé en lo emocionado que estaría Axel al recibir este regalo. Me sentí feliz de poder sorprenderlo y mostrarle cuánto lo aprecio.

– ¡Axel va a amar esta corbata! – me dije a mí misma con una sonrisa.

Después de hacer mi compra, regresé a la Casa de Axel para recoger a Manuel. Cuando llegué, encontré a mi hermano Manuel riendo y disfrutando de su tiempo con Axel. Era maravilloso verlos interactuar y sentir la alegría que emanaba de ellos.

– ¡Hola, chicos! – dije con una sonrisa al entrar.

– ¡Mía! ¡Mira lo que Axel me enseñó a hacer en el juego de video! – exclamó Manuel emocionado.

– Wow, eso es genial, Manuel. Parece que se están divirtiendo mucho juntos – respondí, admirando la conexión que habían formado.

Después de unos minutos de conversación y risas, llegó el momento de despedirnos. Me acerqué a Axel y le agradecí por cuidar de Manuel.

– Axel, muchas gracias por pasar tiempo con Manuel y cuidarlo. Significa mucho para mí que se lleven tan bien – le dije sinceramente.

– No hay de qué, Mía. Manuel es un chico increíble y me encanta pasar tiempo con él. Estoy feliz de poder ayudar – respondió Axel con una sonrisa cálida.

Después de despedirme de Axel, Manuel y yo nos dirigimos a casa. En el camino, Manuel no podía contener su emoción por el cumpleaños de Axel que se acercaba.

– Mía, ¿crees que a Axel le gustará el regalo que le compraste? – preguntó Manuel, con ansias de sorprender a Axel.

– Estoy segura de que le encantará, Manuel. Hemos elegido algo especial para él. Verás su rostro lleno de alegría cuando lo reciba – le respondí, transmitiéndole confianza.

Llegamos a casa con la emoción en nuestros corazones, listos para celebrar el cumpleaños de Axel y hacer que sea un día inolvidable para él.

Acaricié suavemente la cabeza de Manuel mientras lo arrullaba en su cama y luego regresé a mi propio cuarto.

– Listo, ya tengo todo preparado. Solo falta esperar hasta mañana – me dije a mí misma, llena de emoción, antes de acostarme y cerrar los ojos.

Al día siguiente, en la escuela, Samanta se acercó a mí con curiosidad.

– ¿Le compraste un regalo al director? – preguntó, intrigada.

– Sí – respondí con una sonrisa en mi rostro.

– ¿Y qué le compraste? – preguntó Samanta, ansiosa por saber.

– Una linda corbata – dije, sin poder ocultar mi entusiasmo.

– ¡Oh, genial! Se te ven los ojos brillantes, estás muy emocionada – comentó Samanta, notando mi expresión radiante.

– Estoy bien, solo espero que le guste – respondí, con una sonrisa llena de expectativa.

El festejo se llevaría a cabo en el auditorio de la escuela. Samanta se aseguró de que todos tuviéramos nuestros regalos listos.

– ¿Todos tienen sus regalos? – preguntó, obteniendo una respuesta unánime de afirmación.

– Perfecto, gracias a todos por su colaboración – agradeció Samanta, emocionada por la sorpresa que estábamos preparando.

En ese momento, Axel entró al auditorio y todos gritamos al unísono: ¡Sorpresa!

– No se hubieran molestado – dijo Axel, con una sonrisa de sorpresa y gratitud en su rostro.

Me acerqué a Axel con cautela, tratando de parecer seria.

– Señor Director, ¿puedo hablar un momento con usted? – pregunté, intentando mantener la compostura.

– Por supuesto, señorita – respondió Axel, curioso por saber qué tenía que decirle.

Salimos afuera del auditorio, buscando un poco de privacidad.

– ¿Qué pasa? – preguntó Axel, mostrando interés.

– Acepte esto, por favor – dije, entregándole una caja de regalo.

– Mía, no tenías que regalarme nada – expresó Axel, con una mezcla de sorpresa y gratitud.

– Ábrelo – le pedí, con una sonrisa llena de emoción.

Axel abrió el regalo y sus ojos se iluminaron al ver la corbata.

– Es muy linda – me miró con ternura.

– Me gustó mucho y pensé que te quedaría muy bien – dije, sonriendo con orgullo.

La corbata era de un hermoso color bordo.

– Gracias, amor – me besó en la mejilla. – Me encantó.

– Me alegra que te haya gustado – respondí con una sonrisa radiante.

– Sin duda, esta será mi corbata favorita – afirmó Axel, con una sonrisa de complicidad.

– Señor Director, será mejor que regresemos al auditorio. Tenemos que partir el pastel – le dije, con una sonrisa pícara.

– Bueno, vamos a entrar – respondió Axel, emocionado por continuar la celebración.

Regresamos al auditorio, donde todos se divertían contando anécdotas graciosas, disfrutando de la comida, riendo y compartiendo momentos especiales.

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Capítulo 32: Desafíos del Amor y Dolorosas Decisiones

Narra Axel

Después de un divertido momento, el timbre suena indicando la salida.

– Bueno chicos, ¡gracias por todo! – Digo con entusiasmo.

– No hay de qué, señor director – Responden todos al unísono, con sonrisas en sus rostros.

Una chica se acerca a mí y me entrega un obsequio. Observo la mirada de Mía y noto un rastro de celos en sus ojos.

Narra Mía

Esa chica prácticamente se arrojó a sus brazos. ¡Qué celos siento!

– Gracias, hasta luego – Dice Axel mientras la chica se va.

Cuando todos se han ido, nos quedamos solos tú y yo.

– Oh, Mía, no me digas que estás celosa – Me dice acercándose.

– No lo estoy – Respondo enojada y volteo la mirada.

Él toma mi rostro con sus manos delicadamente, obligándome a mirarlo a los ojos.

– No tienes por qué estar celosa – Dice con ternura.

– ¿Acaso no tengo derecho a estarlo? Esa chica se abalanzó sobre ti.

– Te amo a ti y solo a ti – Dice y me da un beso en la mejilla.

– Eso espero – Respondo fingiendo seriedad – Tengo que ir a buscar a Manuel.

– Vamos, yo te llevo – Dice sonriendo.

– Tengo mi auto, ya te dije que puedo ir sola – Respondo seria.

– Y yo te dije que me tienes a mí – Me mira con dulzura – No te preocupes por tu auto, después vendré a buscarlo.

Sonrío.

– Te amo – Digo.

Observo con preocupación cómo Axel se enfrenta a la profesora Vanesa, intentando ocultar sus nervios. La tensión en el aire es palpable mientras espero a que la profesora hable.

– Estoy segura de que escuché decir «te amo» de parte de esta chica – Dice la profesora, mirándome fijamente.

Mi corazón se acelera y trato de mantener la compostura, sabiendo que cualquier malentendido podría arruinar nuestra relación.

– No, profesora, fue un malentendido. Seguro que escuchó mal – Trato de justificar, sintiendo cómo mi voz tiembla ligeramente.

La profesora Vanesa me mira con escepticismo, esperando una explicación más detallada.

– ¿Y qué fue lo que realmente dijo? – Pregunta curiosa.

– Lo que realmente dije fue «de algo». Estaba mencionando que quería hablar de algo relacionado con mi trabajo como presidenta estudiantil – Respondo, nerviosa.

La profesora Vanesa se queda pensativa, analizando mis palabras. El silencio se prolonga por unos segundos, que parecen eternos.

– Mmm… – Dice finalmente, rompiendo el silencio.

– Bueno, me voy – Digo, sintiendo la necesidad de escapar de aquel incómodo escenario – Tengo que ir a buscar a mi hermano a la escuela.

Sin esperar más, salgo corriendo de allí, sintiendo el alivio de dejar atrás esa situación embarazosa.

Respiro profundamente mientras camino hacia la salida, tratando de calmar mi corazón acelerado.

Narra Axel

Veo cómo Mía sale corriendo y solo alcanzo a decir.

– ¡No olvides tus tareas!

Pero antes de que pueda reaccionar, la profesora Vanesa se acerca y me confronta.

– ¿Crees que me van a engañar? – Dice Vanesa, con una mirada desafiante – Hace tiempo que sospecho de ustedes, así que esta vez los grabé.

Saca su celular y me muestra una grabación donde Mía y yo estamos hablando.

– Puedo explicarlo – Digo, tratando de encontrar una salida a esta situación.

– Señor director, debería pensar en renunciar a su puesto. Sabe que puedo presentar cargos en su contra – Dice Vanesa, con un tono amenazante.

– No pienso renunciar a mi cargo – Respondo, desafiante.

La tensión en el aire es palpable mientras nos enfrentamos en un duelo de miradas cargadas de emociones encontradas.

– Debería dejar a esa niñita y salir conmigo – Dice Vanesa, con una expresión despectiva.

Siento una mezcla de ira y confusión al escuchar sus palabras. No puedo evitar preguntarme cómo llegamos a esta situación y cómo lidiar con las consecuencias que podría tener en mi vida profesional.

Narra Mía

Después de llevar a Manuel a casa y ayudarlo con sus tareas diarias, me encuentro perdida en mis pensamientos mientras él merienda. La situación con la profesora Vanesa sigue rondando mi mente y espero que no sospeche nada sobre nuestra relación con Axel.

De repente, el sonido de mi celular interrumpe mis pensamientos. Es un mensaje de Axel.

«Tengo que hablar contigo en el parque cerca de mi departamento».

Termino de atender a Manuel y lo dejo al cuidado de mi amiga Valentina antes de dirigirme al parque para encontrarme con Axel.

– Mía, qué bueno que llegaste – Dice Axel con un tono serio.

– ¿Por qué me citaste aquí? – Pregunto, sintiendo un nudo en el estómago.

– No sé cómo decirte esto – Tartamudea, mostrando signos de angustia.

– ¿Qué pasa? – Pregunto, preocupada por su expresión.

– Creo que lo nuestro tiene que terminar – Dice con la voz entrecortada.

– ¿Qué? ¿Por qué? – Pregunto, sintiendo que las lágrimas amenazan con caer – Pero nos amamos.

– No, Mía, ya no te amo – Dice, cortándome el corazón con sus palabras.

– No entiendo nada – Las lágrimas empiezan a recorrer mis mejillas.

– Nuestra relación ha llegado a su fin. Adiós, Mía – Dice y se va.

Quedo paralizada, sin poder asimilar lo que acabo de escuchar. Mi mente se llena de preguntas y el dolor en mi pecho se hace insoportable. ¿Cómo es posible que haya dejado de amarme? ¿Qué ha pasado para que Axel tome esta decisión tan repentina?

Narra Axel

Entro en mi casa y me dejo caer en el sillón, abrumado por la tristeza y el remordimiento. Las lágrimas que había aguantado en el parque comienzan a fluir sin control.

Aunque me duela profundamente, sé que la decisión que tomé fue por una buena razón. No puedo permitir que Mía tenga problemas en la escuela por mi culpa. La conversación con la profesora Vanesa sigue resonando en mi cabeza.

– Debería terminar con esa niñita – Dijo Vanesa con un tono agresivo.

– No lo haré, ¡amo a Mía! Y no me importa si me despiden de la escuela o si termino en prisión – Respondí con determinación.

– Pero nunca dije que esta grabación solo te perjudicaría a ti, señor director – Dijo ella en tono amenazante.

– ¿De qué estás hablando? – Pregunté, confundido.

– También puede perjudicar a Mía. Será expulsada del colegio y con esta mancha en su expediente, será difícil que la acepten en otro lugar… no podrá terminar su año escolar – Explicó.

La ira y la preocupación se apoderan de mí mientras escucho sus palabras.

– No te atrevas a hacerle daño – Digo con voz firme.

– Haz lo correcto – Dice ella antes de marcharse.

Me quedo sumido en la tristeza y la confusión. Aunque amo a Mía con todo mi corazón, sé que tomar esta difícil decisión es lo mejor para ella. Pero el dolor y el vacío que siento en este momento son inmensos.

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Capítulo 33: El Dolor de la Ruptura

Narra Mía

Ya han pasado 3 días desde que Axel terminó conmigo.

No fui a clases ni el jueves ni el viernes. Estos dos días me he concentrado en mi hermano, lo llevo a la escuela y luego me quedo en el parque. Intento evitar encontrarme con Axel, pero el dolor de nuestra ruptura no me abandona.

Mi amiga Valentina ya está preocupada por mí.

Me pregunto cómo lo veré el lunes. ¿Cómo director o como mi ex? Este dolor es insoportable, las lágrimas no han dejado de caer. Me pregunto una y otra vez por qué hizo esto.

Era domingo por la tarde y estaba en el parque con mi hermano. Manuel estaba jugando en los columpios, y aunque intentaba mantenerme cerca, mi mente estaba en otro lugar.

– Mía, ¿estás bien? – dice Valentina preocupada.

– Sí, amiga, estoy bien – digo intentando reprimir mis lágrimas, pero mi voz se quiebra.

– ¿Por qué no has ido a la escuela el jueves y el viernes? – pregunta preocupada.

– Solo estaba cansada – digo, pero en realidad, mi agotamiento es emocional. Cada día que pasa, siento cómo mi corazón se rompe un poco más.

– Últimamente no has estado comiendo bien, amiga – dice preocupada -, y te ves algo pálida.

– Solo es la escuela, me siento más pesada – sonrío forzada -. Sabes que estamos en tiempo de exámenes.

Valentina me mira con atención, como si supiera que hay algo más detrás de mis palabras.

– Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? – dice con tono amable.

– Sí, gracias – sonrío, pero mis ojos se llenan de lágrimas nuevamente.

– Así me gusta que sonrías – me abraza -, pero sé que algo te está afectando profundamente. Cuéntame qué te pasa, ¿se trata de tu novio?

Mis lágrimas comienzan a caer sin control, ya no puedo ocultar mi dolor.

– Mi novio me dejó – digo con la voz entrecortada, mientras siento cómo mi pecho se contrae de angustia.

– Oh, amiga, lo siento tanto – dice Valentina con compasión, abrazándome con fuerza y dejándome llorar en su hombro.

Le cuento todo lo que ha pasado, sin omitir ningún detalle. Me siento aliviada de poder sacar todo de mi pecho y de tener a alguien que me escucha sin juzgarme.

Valentina me sostiene con ternura mientras lloro, sin decir una palabra. Su apoyo silencioso me reconforta más de lo que puedo expresar con palabras.

– ¿Qué piensas? – pregunto entre sollozos, buscando una respuesta o una solución que alivie mi corazón destrozado.

– Yo no te juzgo, amiga – dice Valentina con voz suave, acariciando mi cabello -. Ahora entiendo por qué mantuviste tu relación en secreto. El amor no entiende de edades ni de circunstancias.

– No pude evitarlo – digo mirándola a los ojos, sintiendo cómo el dolor se mezcla con la esperanza de que algún día pueda superar esto -. Me enamoré de él.

– Lo entiendo – dice Valentina tomando mi mano con cariño -. A veces, el corazón nos lleva por caminos complicados. Lamento que hayan terminado, pero estoy aquí para apoyarte en todo momento.

Nos quedamos en silencio, observando a Manuel jugar en los columpios, mientras siento que, aunque el dolor no desaparezca de inmediato, tener a Valentina a mi lado me da la fuerza para comenzar a sanar.

Narra Axel

Estaba en mi departamento, sumergido en mis pensamientos. Me preocupa lo que ha pasado con Mía. Ha faltado a la escuela dos días seguidos… Esto me duele profundamente. No me importa perder mi empleo o incluso ir a la cárcel por unos años, pero lo que me duele aún más es saber que Mía está sufriendo. No puedo permitir que nadie la lastime, aunque la persona que la está lastimando soy yo. Mi amor, espero que puedas perdonarme por todo lo que te he hecho pasar.

Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas mientras me enfrento a la realidad de mis acciones. Me siento culpable y arrepentido por haber lastimado a la persona que más amo en este mundo. Cada palabra hiriente que salió de la boca de Vanesa, la profesora de química, resuena en mi mente. No puedo soportar la idea de que Mía esté sufriendo por mi culpa.

Me doy cuenta de que he cometido un grave error al terminar con ella. Mi amor por Mía es más fuerte de lo que puedo expresar con palabras. Me duele en lo más profundo de mi ser saber que la he lastimado y que hemos llegado a este punto. Deseo con todo mi corazón poder reparar el daño que he causado y recuperar su amor y confianza.

Me levanto del sofá y miro a mi alrededor, sintiendo el peso de la soledad en mi departamento vacío. Me prometo a mí mismo que haré todo lo posible para enmendar mis errores y demostrarle a Mía cuánto la amo. No puedo permitir que nuestra historia termine de esta manera.

Con determinación en mi corazón, decido que buscaré a Mía y le pediré perdón. Estoy dispuesto a luchar por nuestro amor y hacer todo lo necesario para que ella se sienta amada y protegida. Sé que no será fácil, pero estoy dispuesto a enfrentar cualquier obstáculo con tal de recuperar su amor y hacerla feliz de nuevo.

Narra Mía

Era lunes por la mañana y acababa de llevar a Manuel a su escuela antes de dirigirme a la mía. Aunque intentaba mantenerme fuerte, mi tristeza era palpable.

– Vamos, amiga, no estés triste – dice Valentina con preocupación.

– Estoy bien – digo con la voz entrecortada, tratando de ocultar mis emociones.

– Estás muy pálida – dice Valentina, su preocupación reflejada en su rostro.

– No me pasa nada, no te preocupes – respondo, aunque sé que mi semblante delata mi dolor interno.

En ese momento, Axel pasa cerca de nosotros.

– Señorita Greys, olvidó su examen – dice Axel, dirigiéndose a Valentina – Lo quiero para mañana, firmado por sus padres, en mi oficina.

– Sí, señor director – responde Valentina con respeto.

Lo observo detenidamente, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.

– No puede ser – digo en voz baja.

– ¿Qué pasa? – pregunta Axel, notando mi mirada fija en él.

– Esa corbata… es algo extraño, ¿no crees? – digo, tratando de mantener la calma.

La corbata que lleva puesta es la que le regalé, y aunque trata de mantenerse alejado, siento que intenta decirme algo, pero algo se lo impide.

– Nada, ¿debe de ser un obsequio de alguien especial para que usted la utilice? – digo, tratando de ocultar mi dolor y confusión.

Jalo a Valentina del brazo y nos dirigimos al baño, necesitando un momento a solas para procesar lo que acabo de presenciar.

– ¿Qué pasa? – pregunta Valentina, notando mi agitación.

– Nada, solo necesitaba ir al baño – sonrío forzadamente, intentando ocultar mis lágrimas.

– Está bien, te espero afuera – dice Valentina, pero antes de salir, me abraza con fuerza. Sé que ella entiende lo que realmente me está pasando.

¿Por qué tenía que usar la corbata que le regalé? ¿Acaso se está burlando de mí? Creí que no iba a llorar al volver a la escuela, pero el dolor se intensifica más y más. Trato de limpiar mis lágrimas, pero no puedo evitar que sigan brotando.

En lo más profundo de mi ser, siento una mezcla de tristeza, confusión y decepción. El amor que sentía por Axel sigue presente, pero ahora se mezcla con el dolor de su rechazo y la sensación de que todo lo que compartimos fue en vano.

Como pude, me limpié las lágrimas y con Valentina nos dirigimos a nuestras clases. Pasaron las horas y la jornada escolar llegó a su fin. Pero para mi mala suerte, el director convocó a todo el alumnado en el auditorio para hacer un anuncio. ¡Qué fastidio!

– ¡Tranquila, Mía! Él solo es el director y tú eres su alumna – me dije a mí misma, tratando de calmarme.

Narra Axel

– Buenos días, estudiantes – digo con seriedad, intentando ocultar la tormenta de emociones que me embarga.

Mía, te amo. Me puse la corbata que me regalaste porque te amo y me siento seguro usándola.

Narra Mía

Me siento algo mareada, estos mareos están empezando a irritarme. Intento mantenerme en pie y prestar atención a las palabras del director.

– Bueno, estudiantes, como saben, se acerca el día de la graduación – comienza a hablar Axel, su voz resonando en el auditorio.

– Señorita Montgomery, ¿se siente bien? – pregunta Axel, notando mi estado.

– Me siento algo mareada – respondo débilmente, sintiendo cómo mi cabeza da vueltas.

– Vaya a la enfermería – dice con preocupación en su voz.

– No es nece… – intento decir, pero en ese momento siento un fuerte malestar y una oleada de náuseas. Sin pensarlo, corro hacia el baño, necesitando un lugar donde pueda lidiar con lo que está sucediendo en mi cuerpo. ¿Qué está pasando conmigo?

– Mía, espera – dice Axel, siguiéndome de cerca mientras corro hacia el baño.

Narra Axel

La veo correr hacia el baño, preocupado por su estado. Mi corazón se acelera y siento una mezcla de angustia y amor por ella. No puedo evitar seguir sus pasos, necesito asegurarme de que esté bien.

Narra Mía

Llego al baño y me arrodillo frente al inodoro, sintiendo cómo mi estómago se retuerce. Las lágrimas vuelven a brotar mientras mi cuerpo se sacude con los espasmos de las náuseas.

– Mía, ¿qué está pasando? – dice Axel, arrodillándose a mi lado y colocando una mano reconfortante en mi espalda.

– No lo sé, Axel – digo entre sollozos, sintiendo una mezcla de confusión y miedo. – Me siento tan perdida y mi cuerpo… no puedo controlarlo.

Axel me abraza con ternura, tratando de calmarme.

– Estoy aquí, Mía. No importa lo que esté pasando, estoy aquí contigo y te apoyaré en todo momento.

Me aferro a él, sintiendo cómo su presencia me reconforta. Aunque no tengo respuestas para lo que está sucediendo, sé que tengo a alguien a mi lado que me ama y está dispuesto a estar allí en los momentos más difíciles.

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Capítulo 34: Pruebas y Compromisos

Narra Mía

Me encontraba en el baño de la escuela, Axel me abrazaba, pero luego la realidad me golpeó.

Recordé que él terminó conmigo.

– ¿Estás segura de que estás bien? – Pregunta Axel preocupado.

– A ti, ¿qué te importa? – Dije enojada y lo empujé.

Axel se tambaleó un poco por el empujón, pero luego me tomó de la mano y me abrazó con fuerza.

– Me importa porque te quiero – Dijo con voz temblorosa.

– Si realmente te importara, no me hubieras lastimado de esta manera – Dije sollozando.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas mientras me dejaba llevar por la tristeza y la confusión.

– Lo siento, Mía – Axel acarició mi cabello con ternura – Nunca quise lastimarte.

– Yo aún te amo – Dije sollozando – y fue difícil para mí que el hombre que amo me dejara sin explicaciones.

Axel se apartó un poco para poder mirarme a los ojos, sus propios ojos llenos de lágrimas.

– De verdad lo siento, mi niña – Dijo con voz quebrada – No sabes cuánto me arrepiento de haberlo hecho de esa manera.

Las lágrimas de Axel caían sobre mis hombros, mezclándose con las mías. Sentí su dolor y su arrepentimiento sincero.

– Yo solamente quería protegerte – Dijo con voz entrecortada.

– ¿Protegerme? – Pregunté confundida, tratando de entender sus palabras.

Axel suspiró y tomó mi rostro entre sus manos, mirándome con intensidad.

– Me advirtieron que mantuviera distancia contigo, amor. Me dijeron que si no lo hacía, te haría daño y no podría vivir con eso, sabiendo que por mi culpa pagarías las consecuencias de mis acciones…

Mis ojos se abrieron de par en par, tratando de procesar sus palabras.

– No son tus acciones – Interrumpí – Yo elegí salir con el director de la escuela… tú no me obligaste.

Axel soltó un suspiro pesado y me abrazó con fuerza, como si quisiera protegerme de todo el dolor que estaba sintiendo.

– Mía, a mí no me importa que me despidan de mi trabajo o terminar en la cárcel – Dijo sollozando – Pero no podría soportar que arruinen tu vida y que esto quede en tu expediente escolar… podrían expulsarte e impedirte ingresar a otro colegio.

Mis lágrimas se mezclaron con las suyas mientras lo escuchaba, sintiendo su amor y su desesperación.

– Axel… – Mis ojos comenzaron a cerrarse y a sentirme débil.

– Mía, ¿estás bien? – Preguntó preocupado, sosteniéndome con suavidad.

Cuando abrí los ojos de nuevo, me encontraba en la enfermería.

– ¿Dónde estoy? – Dije confundida.

– En la enfermería, amiga – Dijo Valentina, mi mejor amiga, acercándose a mí – Te desmayaste. ¿Cómo te sientes?

– Me duele la cabeza – Dije, tratando de recordar lo que había sucedido.

En ese momento entró Axel, con una expresión preocupada en su rostro.

– Valentina, ¿puedes salir un momento? – Pidió Axel, dirigiéndose a mi amiga – Necesito hablar con Mía un momento.

Valentina asintió y se levantó de la silla, dejándonos a solas.

– ¿Qué pasa? – Pregunté, mirando a Axel con curiosidad.

– ¿Segura de que estás bien? – Preguntó, acercándose a mí.

– Realmente no – Dije con la voz muy débil, sintiendo cómo la debilidad me invadía.

– Mía… – Axel titubeó, buscando las palabras adecuadas – Tu periodo… ¿Te ha llegado?

– ¿Qué? – Pregunté confundida, sin entender a qué se refería.

Mi mente se aclaró un poco y recordé el calendario que estaba cerca de la camilla.

– ¿Qué pasa? – Preguntó Axel, preocupado por mi reacción.

– No me había dado cuenta de que tengo varios días de retraso – Dije, mi voz temblando – ¿Por qué te quedas en silencio? – Lo miré a los ojos, esperando una respuesta.

Axel suspiró y me sostuvo la mano con ternura.

– Mía… creo que deberías hacerte una prueba de embarazo – Dijo con voz suave.

– ¿Una prueba de embarazo? – Pregunté, sintiendo cómo el corazón se me aceleraba.

El solo asintió con la cabeza, y en ese momento, mi mente se llenó de preguntas y miedos. ¿Embarazo? ¿Cómo podríamos enfrentarlo?

– Quédate en la enfermería hasta la salida – Dijo Axel, con una mezcla de preocupación y ternura en su voz.

– ¿De verdad crees que puedo estar embarazada? – Pregunté, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de mí.

– Es probable – Dijo Axel, tartamudeando un poco – No puedo negar esa posibilidad.

– Descansa – Dijo, dándome un beso suave en la frente antes de salir de la enfermería.

Embarazada. La palabra resonaba en mi mente mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar. No recordaba haber usado protección en las veces que estuvimos juntos. La incertidumbre y el miedo comenzaron a apoderarse de mí.

La jornada de clases había terminado y Axel me pidió que le firmara un permiso para ir a buscar a mi hermano Manuel a la escuela. Después, mi amiga Valentina vino a verme a la enfermería.

– Valentina, me quedaré un rato más en la escuela – Dije, tratando de ocultar mi preocupación – Aún no me siento bien.

– Me quedaré contigo – Dijo Valentina, sentándose en la silla junto a la camilla.

– No es necesario que te preocupes – Dije, intentando sonar tranquila – Estaré bien. Además, me dijiste que tenías que asistir al evento de tu hermana en la universidad.

– No me hagas esto, amiga – Dijo Valentina, con una expresión de preocupación en su rostro – No puedo dejarte sola en este momento.

– Ve, no te preocupes – Dije, intentando transmitirle calma – Estaré bien, de verdad. Gracias por preocuparte.

Valentina suspiró, me abrazó y luego salió de la enfermería. Me quedé allí, sumida en mis pensamientos y emociones. El miedo, la incertidumbre y la confusión se mezclaban dentro de mí, mientras esperaba a que el tiempo pasara y pudiera enfrentar lo que fuera que estuviera por venir.

En ese momento, Axel entró a la enfermería con una mezcla de nerviosismo y preocupación en su rostro.

– Hola – Dijo, intentando sonar calmado – ¿Cómo te sientes?

– Bien – Respondí, tratando de ocultar mi ansiedad – ¿Y Manuel?

– Está en mi auto, esperando – Dijo Axel – ¿Nos vamos?

– ¿A dónde vamos? – Pregunté, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza.

– Tenemos que ir a comprar la prueba de embarazo y luego a mi casa – Dijo Axel, nervioso.

– ¿Y mi auto? – Pregunté, preocupada por dejarlo en la escuela.

– Después vendré a buscar tu auto – Dijo Axel, tratando de tranquilizarme.

Salimos de la escuela y nos dirigimos a la farmacia para comprar la prueba de embarazo. Luego, nos dirigimos a la casa de Axel.

Dejamos a Manuel merendando en la cocina y nos adentramos en la habitación de Axel. El ambiente estaba cargado de tensión y expectativa.

Una vez que me hice la prueba, solo quedaba esperar. Los minutos se hicieron eternos y mis nervios aumentaban con cada segundo que pasaba. Axel notó mi estado de ánimo y se acercó a mí, sosteniendo mis manos con ternura.

– No importa lo que diga esa prueba – Dijo Axel, con voz suave pero decidida – Siempre estaré contigo, siempre te protegeré pase lo que pase, sin importar lo que diga aquella persona que quiere separarnos.

Sus palabras me reconfortaron y me llenaron de esperanza en medio de la incertidumbre.

– Gracias – Dije, mirándolo a los ojos, sintiendo la conexión profunda entre nosotros.

Axel acercó sus labios a los míos y me besó con suavidad, transmitiéndome su amor y apoyo incondicional.

Finalmente, llegó el momento de ver el resultado. Con manos temblorosas, miramos juntos el resultado de la prueba y luego nos encontramos con la mirada, compartiendo un instante de complicidad y emoción.

El silencio llenó la habitación mientras nuestras emociones se entrelazaban en un abrazo invisible. El futuro era incierto, pero juntos enfrentaríamos cualquier desafío que se presentara.

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Capítulo 35: El Camino por Recorrer

Narra Mía

El silencio se hizo eco en la habitación mientras Axel y yo sosteníamos el resultado de la prueba de embarazo en nuestras manos. Los latidos de mi corazón resonaban en mis oídos y una mezcla de emociones se agolpaba en mi pecho. Finalmente, nos miramos a los ojos, compartiendo un instante de complicidad y temor.

– Es positivo – susurré, dejando escapar un suspiro lleno de asombro y nerviosismo.

Axel soltó un suspiro profundo y tomó mi mano con ternura. Sus ojos reflejaban una mezcla de alegría y preocupación.

– Mía, sé que esto es abrumador y que tenemos un largo camino por recorrer, pero quiero que sepas que no estás sola en esto – dijo Axel, su voz llena de determinación.

Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos mientras sentía una oleada de emociones encontradas. Por un lado, estaba aterrada por las responsabilidades y los cambios que vendrían con el embarazo. Por otro lado, sentía un amor inmenso por el pequeño ser que crecía dentro de mí.

– Axel, esto es… es mucho para procesar – balbuceé, sintiendo cómo mi voz se quebraba.

Axel me abrazó con fuerza, acercando su rostro al mío. Sus ojos brillaban con determinación y un amor incondicional.

– Lo sé, Mía. Pero juntos podemos enfrentarlo. Estoy aquí para ti en cada paso del camino. No importa lo que suceda, siempre estaremos juntos – dijo Axel, su voz llena de convicción.

Mis lágrimas se mezclaron con una sonrisa temblorosa mientras asentía lentamente. En medio de la incertidumbre, encontraba consuelo en las palabras y el apoyo de Axel.

– Gracias, Axel. Gracias por estar aquí, por amarme y por querer enfrentar esto a mi lado – dije, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de gratitud.

Axel acarició mi mejilla con ternura y me besó suavemente en los labios. En ese momento, sentí la fuerza de nuestro amor y la promesa de un futuro juntos, sin importar los desafíos que se avecinaban.

A medida que dejábamos que la realidad de nuestro embarazo se hundiera, sabíamos que había muchas decisiones que tomar y un camino lleno de obstáculos por delante. Pero estábamos dispuestos a enfrentarlos juntos, con amor y determinación.

El futuro era incierto, pero con el amor y el apoyo mutuo, sabía que podíamos superar cualquier adversidad. Aunque el camino fuera difícil, estábamos listos para abrazar esta nueva etapa de nuestras vidas y darle la bienvenida a nuestro pequeño milagro.

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Capítulo 36: Un Nuevo Comienzo

Narra Axel

Permanecíamos abrazados en silencio, pero sentía la necesidad de aclarar algo.

– Tus síntomas no eran solo por el embarazo, ¿verdad? – pregunté, mirando fijamente a los ojos de Mía.

Mía me devolvió la mirada y suspiró.

– No he comido ni dormido bien desde que terminamos – confesó, su voz llena de tristeza.

Sentí un nudo en mi garganta mientras escuchaba sus palabras. Me había dolido mucho saber que la había lastimado de esa manera.

– Amor, debes dormir bien y alimentarte adecuadamente, ahora más que nunca – dije, acariciando suavemente su mejilla.

– Lo sé, pero realmente me dolió que me dejaras así – dijo, con una mezcla de tristeza y reproche en su voz.

La abracé con más fuerza, sintiendo cómo se aferraba a mí.

– Te amo – le susurré, acariciando su cabello – Perdóname por haber te lastimado de esa manera. Lo lamento mucho.

Mía me miró a los ojos, y pude ver el amor y la comprensión en su mirada.

– Descuida, solo pensabas en mi bienestar – dijo, intentando consolarme.

Sonreí, agradecido por su comprensión y amor incondicional.

– ¿Quieres que te lleve a tu casa? ¿O prefieres quedarte un rato con el futuro padre de tus hijos? – pregunté, tratando de alegrar el momento.

Mía me miró con una sonrisa pícara en su rostro.

– Mmm, prefiero irme – dijo, juguetonamente.

Hice un puchero, fingiendo estar herido.

– ¿Por qué eres así? – dije, haciendo un gesto de tristeza.

Mía se acercó y me besó suavemente.

– Es mentira – dijo, sonriendo – Claro que quiero quedarme. Estoy nuevamente con el hombre que amo, será difícil regresar a casa.

Mi corazón se llenó de alegría y alivio al escuchar sus palabras. No podía imaginar mi vida sin ella.

– Entonces, Mía Montgomery, ¿me harías el honor de ser nuevamente mi novia? – pregunté, con una sonrisa en mi rostro.

Mía sonrió ampliamente y asintió.

– Me encantaría – dijo, con un brillo de felicidad en sus ojos – Señor director, lo amo.

No pude contener mi alegría y la abracé con fuerza.

– ¿Y también podrías perdonar las estupideces que hizo este hombre? – pregunté, buscando su perdón.

Mía acarició mi mejilla y me miró con amor.

– Claro que te perdono – dijo, con una dulce sonrisa.

Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad mientras la abrazaba con más fuerza.

– Nunca dejaría de amarte – susurré, sintiendo cómo el amor nos envolvía.

– Ni yo – dijo, con ternura y convicción en su voz.

Una idea cruzó mi mente y una sonrisa traviesa se formó en mi rostro.

– Ya sé cómo compensarte – dije, con una mirada juguetona.

– ¿Cómo? – preguntó Mía, con curiosidad y una sonrisa traviesa.

– Con una cita – respondí, con emoción en mi voz.

Mía rió y asintió.

– Me encantaría – dijo, con entusiasmo – Estoy lista para comenzar de nuevo, juntos.

Sonreí, emocionado por el nuevo comienzo que estábamos a punto de vivir.

– Yo también, Mía. Juntos enfrentaremos cualquier desafío que se presente. Este es solo el comienzo de nuestra historia – dije, con determinación en mi voz.

Tomé su mano y la besé suavemente, sabiendo que estábamos listos para enfrentar cualquier obstáculo y construir un futuro lleno de amor y felicidad.

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Capítulo 37: El Amor Supera las Adversidades

Narra Axel

– Parece que sabes muy bien cómo compensarme – dijo Mía, con una sonrisa juguetona – Aunque creo que tenías algo más en mente.

La miré con curiosidad, preguntándome qué estaba tramando.

– ¿Qué pasa por esa cabecita loca tuya? – pregunté, riendo.

Mía me miró a los ojos con amor y de repente me plantó un beso en los labios.

– Entonces, tendremos una cita – dijo, sonriendo.

Sonreí ampliamente, emocionado por la idea de pasar más tiempo juntos.

– Sí, pero la mala noticia es que tendremos que esperar hasta el domingo, porque hoy es lunes – dije, fingiendo decepción.

Mía rió y negó con la cabeza.

– No me importa esperar – dijo, con ternura en su voz – Te amo.

Bajamos juntos a la cocina para encontrarnos con Manuel, quien ya había terminado su merienda. Pasamos el resto de la tarde jugando, viendo películas y disfrutando de una cena en familia.

Antes de dormir, decidí hacerle una pregunta importante a Mía.

– Mía, ¿te gustaría vivir conmigo? – pregunté, nervioso pero emocionado.

Mía me miró con amor en sus ojos y sonrió.

– Me encantaría – dijo, con una alegría evidente en su voz.

Sonreí ampliamente, sintiendo cómo la felicidad se apoderaba de mí.

– Podemos comenzar con la mudanza cuando quieras – sugerí.

– ¿Podemos empezar mañana? – preguntó Mía, emocionada – Ya no quiero esperar más.

Me sorprendió su entusiasmo, pero luego recordé que solo quedaba una semana de clases y luego vendría la graduación.

– Pero, ¿y la escuela? – pregunté, preocupado – Todavía estás estudiando y yo soy el director.

Mía me miró con determinación en sus ojos.

– No importa – dijo, con convicción – Solo queda una semana y luego viene la graduación. Después de eso, no habrá motivos para escondernos.

Sonreí, admirando su valentía y determinación.

Narra Mía

Al día siguiente, en la escuela, me encontré con Valentina, mi mejor amiga.

– Mía, te veo mucho mejor – dijo Valentina, preocupada – ¿Estás bien?

Sonreí y asentí.

– Estoy bien, muchas gracias por preocuparte – respondí, sintiéndome agradecida por su amistad.

Valentina me miró con curiosidad.

– Mmm, ¿volviste con él? – preguntó, con una sonrisa pícara.

Justo en ese momento, escuché a alguien llamándome.

– Alumna Montgomery, ¿puede pasar a dirección, por favor? – era la profesora Vanessa, la profesora de química.

Fruncí el ceño, preguntándome qué podría ser tan importante.

– ¿Qué pasa? – pregunté, sintiendo un tono de seriedad en su voz.

– Por favor, vaya. Es una orden – dijo, con voz firme.

Suspiré y asentí.

– De acuerdo, nos vemos después, Valentina – dije, despidiéndome de mi amiga.

Entré en la dirección y me pregunté qué podría estar sucediendo. Mi mente se llenó de inquietud mientras esperaba descubrir el motivo de esta llamada inesperada.

– Así los quería ver – dijo Vanesa, señalando a Axel, quien estaba sentado en los sillones.

Me di cuenta de que el vicedirector estaba ocupando el escritorio de Axel.

– ¿Qué pasa? – pregunté, sentándome en el sillón junto a Axel.

– ¿Acaso no le dije, señor director? – dijo Vanesa, con tono de reproche.

– ¿Qué cosa? – pregunté confundida.

Axel la miró con indiferencia, esperando una explicación.

– Le advertí que terminara su relación con esta chica – dijo Vanesa, señalándome.

– La amo demasiado como para hacerlo – afirmó Axel con determinación.

El vicedirector intervino, interrumpiendo la conversación.

– Señor Director – dijo el vicedirector – Mantener un romance con una estudiante está prohibido.

– Yo también lo amo – intervine, defendiendo nuestra relación.

Vanesa parecía satisfecha con nuestras respuestas.

– Excelente, ahora los dos juntos pagarán las consecuencias – dijo Vanesa, con una mirada desafiante.

– ¿Qué piensa hacer? – pregunté, mientras Axel y yo nos levantábamos del sillón.

– El vicedirector y yo hemos hablado con el Ministerio de Educación – explicó Vanesa – Y van a enviar a alguien para investigar. No sé qué pasará con ustedes.

– ¡Vanesa! – exclamó una figura desde la puerta de la oficina.

Miré hacia la entrada y vi a un hombre canoso de ojos azules entrar.

– ¿Papá? – dijo Vanesa, sorprendida.

– Hola, soy el Señor Gómez, el antiguo director de esta escuela – se presentó – Pero antes de eso, también fui profesor, al igual que usted, señor Cromwell.

– ¿Qué haces aquí, papá? – preguntó Vanesa, confundida.

– Me enteré de lo que está pasando con el director actual y una estudiante – dijo el señor Gómez – Y me di cuenta de que ustedes dos están enamorados y se merecen vivir felices.

Axel me abrazó, mostrando su apoyo y amor.

– Sí – dijo Axel, con convicción – Nos amamos.

Vanesa parecía desconcertada por la intervención de su padre.

– ¿Qué dices, papá? – preguntó, buscando respuestas.

El señor Gómez miró a su hija con tristeza en sus ojos.

– ¿Alguna vez te conté cómo conocí a tu madre, Vanesa? – dijo, con voz suave.

– ¿En un bar? – preguntó Vanesa, confundida.

– No – respondió su padre – La conocí como mi querida estudiante.

La sorpresa se reflejó en el rostro de Vanesa.

– ¿Qué? – exclamó, en estado de shock.

– Por eso nunca conociste a tu madre – dijo el señor Gómez – Tus abuelos, sus padres, nos obligaron a separarnos. Ellos me entregaron a la niña que estábamos esperando y se llevaron a tu madre… Yo sé lo que se siente perder al amor de tu vida.

Vanesa estaba atónita, procesando la revelación de su padre.

– Pero… – balbuceó Vanesa, sin saber qué decir.

El señor Gómez continuó hablando, revelando su plan.

– Por eso esta mañana hablé con el Ministerio de Educación e intercedí por el señor Cromwell, diciendo que todo fue un malentendido – dijo.

Axel interrumpió emocionado.

– ¿Entonces ya puedo besar a mi novia? – preguntó, con una sonrisa traviesa.

El señor Gómez lo miró con seriedad.

– No aquí, señor Cromwell – dijo – Pero traten de seguir siendo discretos con su relación.

El señor Gómez se despidió y salió de la oficina, dejándonos a Axel y a mí solos.

– Amor, ganamos – dije, mirando a Axel con alegría.

– Sí, mi niña – dijo Axel, besándome.

Vanesa rompió el silencio con su amargura.

– Salgan de aquí, me enferman – dijo Vanesa, con desdén.

Axel la miró con una sonrisa burlona.

– Qué amargada – comentó – Esta es mi oficina, así que salgan ustedes.

La profesora Vanesa y el vicedirector salieron de la oficina, dejándonos a Axel y a mí solos.

– Ahora sí, juntos nuevamente – dijo Axel, besándome en la frente mientras acariciaba mi vientre.

Sentí una mezcla de alivio y felicidad al saber que podríamos seguir adelante con nuestra relación sin obstáculos. Nuestro amor había superado las adversidades y estábamos listos para enfrentar el futuro juntos, con la certeza de que nada podría separarnos.

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Capítulo 38: La Graduación de Mía

Narra Mía

Una semana había pasado desde que el señor Gómez intervino y nos dio su bendición para estar juntos. Durante esos días, Axel y yo mantuvimos nuestra relación en secreto, pero la emoción y la felicidad que sentíamos eran innegables. Además, habíamos dado un paso importante en nuestra relación y comenzamos a convivir en el departamento que Axel tenía cerca de la escuela.

La mañana de mi graduación, me desperté temprano, llena de nervios y emoción. Me vestí con mi vestido de graduación y me miré en el espejo, sintiéndome orgullosa de todo lo que había logrado. Luego, fui a la cocina, donde encontré a Axel preparando el desayuno.

– Buenos días, hermosa – dijo Axel, dándome un beso en la mejilla.

– Buenos días, amor – respondí, sonriendo – ¿Cómo te sientes?

Axel me miró con una mezcla de emoción y orgullo.

– Estoy tan orgulloso de ti, Mía – dijo, con una sonrisa – Hoy es tu gran día.

Sonreí, agradecida por su apoyo incondicional.

– Gracias por estar siempre a mi lado, Axel – dije, emocionada por lo que vendría.

Desayunamos juntos, compartiendo risas y palabras de aliento. Luego nos dirigimos a la escuela, donde me encontré con mis amigos y compañeros de clase. La atmósfera estaba llena de emoción y anticipación.

La ceremonia de graduación fue un momento especial y emocionante. Caminé con orgullo hacia el escenario, recibiendo mi diploma con una sonrisa radiante. Axel, como director de la escuela, pronunció un discurso inspirador que llenó a todos de esperanza y motivación.

Después de la ceremonia, nos reunimos con nuestros seres queridos para celebrar. Mi hermano Manuel, de 7 años, estaba allí, emocionado por verme graduarme. Nos abrazamos y él me felicitó con entusiasmo.

– ¡Felicidades, hermana mayor! ¡Estoy tan orgulloso de ti! – dijo Manuel, con una sonrisa radiante.

Le di un beso en la mejilla y le agradecí por su dulce apoyo.

– Gracias, Manuelito. Tú también eres parte de mi éxito – respondí, sintiéndome agradecida por tenerlo en mi vida.

Axel se unió a nosotros y nos abrazamos como una pequeña familia. Era un momento lleno de alegría y gratitud por todo lo que habíamos superado juntos.

En un momento de tranquilidad, Axel y yo nos alejamos del bullicio y nos sentamos en un banco del jardín de la escuela. Miramos hacia el horizonte, perdidos en nuestros pensamientos.

– Ha sido un camino lleno de desafíos, pero aquí estamos, celebrando tu graduación – dijo Axel, con una sonrisa amorosa.

Asentí, emocionada por todo lo que habíamos superado.

– Gracias por estar a mi lado en cada paso del camino, Axel. No puedo esperar para ver qué nos depara el futuro – dije, mirándolo con amor y gratitud.

Axel me tomó de la mano y me dio un beso suave en los labios.

– El futuro está lleno de posibilidades, Mía. Y estoy emocionado de explorarlas contigo – dijo, con determinación.

En ese momento, recordé a mis padres, quienes habían fallecido en un trágico accidente. Perder a mi familia fue devastador, pero, he encontrado consuelo y amor en la nueva familia que he formado con Axel, mi hermano Manuel y el bebé que estamos esperando.

– Aunque perdí a mi familia, estoy agradecida por haber encontrado una nueva familia contigo, Axel, y por el amor que compartimos. Estoy emocionada por el futuro que tenemos por delante, y sé que juntos podemos superar cualquier desafío – dije, con lágrimas de felicidad en mis ojos.

Axel me abrazó con fuerza, compartiendo mi emoción y prometiéndome que siempre estaría ahí para mí.

– Siempre estaremos juntos, Mía. Eres mi familia, y juntos podemos enfrentar cualquier cosa que la vida nos presente – dijo, con voz suave y llena de amor.

Nos quedamos allí, abrazados, disfrutando del momento y soñando con todas las aventuras que nos esperaban en el futuro. La graduación marcaba el final de una etapa, pero también el comienzo de una nueva y emocionante vida juntos.

Y así, con el sol brillando sobre nosotros y nuestros corazones llenos de esperanza, nos despedimos de nuestra querida escuela y nos adentramos en un nuevo comienzo, listos para enfrentar cualquier desafío que la vida nos presentara.

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Capítulo 39: Un Nuevo Capítulo – Amor, Compromiso y Celebración

Narra Mía

Después de la graduación, la vida parecía estar llena de posibilidades y alegría. Axel y yo nos habíamos convertido en una pareja fuerte y comprometida, y estábamos ansiosos por lo que el futuro nos deparaba. Pero no podíamos imaginar lo que vendría en el próximo capítulo de nuestras vidas.

Un día, mientras estábamos disfrutando de una romántica cena en nuestro restaurante favorito, Axel tomó mi mano y me miró a los ojos con una expresión seria pero llena de amor.

– Mía, estas últimas semanas han sido las más increíbles de mi vida. Tu amor y apoyo han sido mi mayor fortaleza. Y hoy, en este momento perfecto, quiero hacerte una pregunta muy importante – dijo Axel, con voz temblorosa.

Mi corazón comenzó a latir rápidamente, sintiendo la emoción y la anticipación en el aire.

– ¿Mía, te casarías conmigo? – preguntó Axel, sacando un hermoso anillo de compromiso.

Las lágrimas de felicidad llenaron mis ojos mientras asentía con entusiasmo.

– ¡Sí, Axel! ¡Sí, quiero pasar el resto de mi vida contigo! – respondí, con la voz llena de emoción.

Nos abrazamos con fuerza, sabiendo que estábamos comenzando un nuevo capítulo en nuestra historia de amor. El compromiso nos llenó de alegría y la certeza de que estábamos destinados a estar juntos.

Pocos días después, llegó el cumpleaños número 8 de Manuel, mi dulce hermano. Queríamos hacer de ese día una celebración inolvidable. Organizamos una fiesta sorpresa en el parque, invitando a nuestros amigos y familiares más cercanos.

Cuando llegó el momento de cantarle el feliz cumpleaños a Manuel, sus ojos se iluminaron de alegría al ver la hermosa tarta y los regalos que le esperaban. Todos cantamos con entusiasmo mientras él soplaba las velas, llenando el aire con risas y felicidad.

Después de la celebración, Axel y yo nos acercamos a Manuel y le entregamos un regalo especial. Era un álbum de fotos lleno de recuerdos de nuestra familia y momentos especiales que habíamos compartido juntos.

– Feliz cumpleaños, Manuelito. Queremos que siempre recuerdes cuánto te amamos y cuánto valoramos tener a un hermano tan maravilloso como tú – dije, abrazándolo con cariño.

Manuel sonrió ampliamente y nos abrazó con fuerza.

– Los amo mucho a los dos. ¡Gracias por hacer de mi cumpleaños el mejor día de todos! – exclamó, con los ojos llenos de gratitud.

Ese día, mientras miraba a Axel y a Manuel, me di cuenta de lo afortunada que era de tener a estas dos personas increíbles en mi vida. Juntos, formábamos una familia llena de amor, apoyo y felicidad.

A medida que avanzábamos en nuestro compromiso y en la planificación de nuestra boda, sabíamos que enfrentaríamos desafíos y obstáculos en el camino. Pero con el amor y la fortaleza que compartíamos, estábamos seguros de que superaríamos cualquier adversidad juntos.

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Capítulo 40: El Amor Prohibido – Unión, Nacimiento y Sacrificio

Narra Mía

El día de nuestra boda había llegado. A pesar de estar embarazada, mi corazón estaba lleno de emoción y felicidad mientras caminaba hacia el altar, luciendo radiante en mi hermoso vestido blanco. Axel, con una mirada llena de amor y admiración, esperaba en el altar para unir nuestras vidas en matrimonio.

La ceremonia fue íntima y llena de significado. Nuestros seres queridos nos rodeaban, compartiendo su amor y apoyo en este día tan especial. El sol brillaba en el cielo, como si estuviera celebrando nuestra unión.

Mientras intercambiábamos nuestros votos, mis emociones se desbordaban. Prometí amar y apoyar a Axel en cada paso de nuestro viaje juntos, y él prometió ser mi roca, mi protector y mi compañero de por vida. En ese momento, supe que estábamos destinados a estar juntos, a pesar de las circunstancias que nos rodeaban.

Después de la ceremonia, celebramos con una recepción llena de alegría y amor. Bailamos, reímos y compartimos momentos inolvidables con nuestros seres queridos. La felicidad llenaba el aire mientras brindábamos por nuestro amor y por el futuro que nos esperaba.

A medida que pasaban los meses, mi embarazo avanzaba y nuestra emoción crecía. Axel y yo estábamos ansiosos por conocer a nuestro primer hijo, nuestro pequeño milagro. Decidí seguir estudiando medicina, con el apoyo incondicional de Axel, quien seguía siendo el director de la escuela.

El día del nacimiento finalmente llegó. Con Axel a mi lado, sostuve su mano con fuerza mientras traía al mundo a nuestro hijo, Alain Cromwell Montgomery. Las lágrimas de alegría y emoción llenaron nuestros ojos mientras escuchábamos su primer llanto. En ese momento, nuestro amor se hizo tangible, manifestado en la forma más pura y hermosa.

Abrazamos a nuestro hijo con ternura, sintiendo una conexión inquebrantable con él. Nuestro amor y dedicación como padres se hicieron evidentes desde el primer momento. Sabíamos que daríamos todo por él, sacrificando nuestros propios deseos para asegurar su felicidad y bienestar.

A medida que Alain crecía, Manuel, mi dulce hermanito de 8 años, se convirtió en un hermano mayor cariñoso y protector. Juntos, formamos una familia unida, llena de amor y apoyo incondicional.

Sin embargo, a medida que nuestro amor florecía, nos dimos cuenta de que enfrentábamos desafíos y críticas por nuestra diferencia de edad y la situación en la que nos encontrábamos. Nuestro amor fue considerado prohibido por aquellos que no podían entenderlo. Pero en nuestros corazones, sabíamos que habíamos encontrado algo especial y único.

A pesar de las adversidades, nuestro amor se fortaleció. Nos apoyamos mutuamente en cada paso del camino, encontrando fuerza en nuestra unión y en el amor que compartíamos. Aprendimos que el amor verdadero no conoce barreras ni límites. Enfrentamos sacrificios y desafíos, pero siempre con la certeza de que nuestro amor era verdadero y eterno.

Y así, con nuestras manos entrelazadas y nuestros corazones llenos de amor, nos adentramos en el futuro, listos para enfrentar cualquier adversidad y vivir cada día con la certeza de que nuestro amor era indestructible. Aunque nuestro amor fue considerado prohibido por algunos, sabíamos que en nuestros corazones, no se puede mandar.

F I N

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Agradecimientos & Preguntas

Queridos lectores 💜

Hoy quiero compartir con ustedes mi segunda novela, «En el corazón no se manda». Fue todo un desafío escribirla, pero encontré la fuerza para superar los obstáculos. Cada página escrita fue una victoria personal y estoy muy agradecida por su apoyo y paciencia durante todo este proceso.

Me encantaría conocer su opinión sobre la historia, así que los invito a responder estas preguntas:

1. ¿Cuál fue su personaje favorito en la novela?

2. ¿Hubo algún personaje que no les gustó o que odiaron?

3. ¿Cuál fue su capítulo favorito de la historia?

4. ¿Hubo algún capítulo que no les gustó o que odiaron?

5. ¿De qué personaje les hubiera gustado que se hablara más?

6. ¿Hubo algo en la historia que no les gustó?

7. ¿Tienen algún consejo o comentario que les gustaría compartir?

Agradezco de antemano sus respuestas y comentarios. Estoy emocionada por escuchar su opinión y espero que disfruten de «En el corazón no se manda» tanto como yo disfruté escribiéndola.

Un abrazo lleno de luz para todos ustedes.

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