un día que no recuerdo, a una hora que ni idea, era de noche eso sí, salía de mi casa aburrido y con odio a todo, como cualquier adolescente (17 años). Tomé el transporte público, y me dirigí hacia el “bosque” un lugar oscuro y tenebroso, al lado de san Antonio, uno de los miradores mas lindos de mi ciudad.

Cerca a la entrada había un hombre sentado, haciendo artesanías con latas de cerveza o gaseosa, tenía apariencia de que vivía en la calle, la ropa un poco sucia el cabello muy largo, pero él estaba limpio y hablaba muy bien me acerque un poco a él, a lo que me volteo a mirar y solo dijo “buenas”, yo le dije, “entonces, como vamos, QUE TAL VA LA CALLE”, esas palabras siento yo, no las había escuchado hace mucho, me volteo de vuelta con una mirada extrañada pero feliz, con una pequeña sonrisa que expresaba desdén y cansancio, me dijo, ahí vamos es muy dura, proseguí a sentarme a su lado para seguir hablando.

Empecé a tener una larga conversación con él, en un momento le pregunte como había llegado a la calle, me dijo que siempre había estado en ella, extrañado le pregunte que, si me podía explicar mejor a que se refería, a lo que, con un gran suspiro, me dijo, MI MADRE.

A mi padre jamás lo conocí, pero a mi madre de ella no me voy a olvidar nunca, mi madre, era parte de una organización que se dedicaba a vender drogas en el centro de la ciudad, en ese lugar crecí yo, rodeado de bazuco de indigentes de prostitutas, no fui al colegio, servía como campanero cuando era requerido, cuando no, me paseaba por las calles viendo que podía reciclar para sacar unas monedas, o pedía directamente a las personas moneditas.

Mi madre, además de vender también era consumidora lo que hacía que no fuera del todo racional, a veces me golpeaba muy fuerte, porque al estar drogada no media su fuerza, realmente le tenía mucho miedo. En un momento paro de hablar se quedó en silencio con una mirada perdida en el vacío como pensando mucho algo, y movía los labios como si no se hubiera decidido si hablar o callar, rompió el silencio con la frase, ¿alguna vez has visto a tu madre matar a alguien? Yo sorprendido y anonadado por dicha pregunta, me quede en blanco y antes de poder responder algo, me dijo, una vez estaba en la casa que utilizaban para vender el vicio, y entro mi madre, golpeando a un hombre hasta que lo metió a una habitación al frente de la que yo me encontraba, empezó a golpearlo más, creo que le debía un dinero o se había metido una droga que no pago, no lo recuerdo, el caso es que en un momento, dejo de golpearlo, y puso sus manos alrededor de su cuello, y empezó a apretar, apretaba fuerte, el hombre que estaba muy drogado, y sonso por los golpes que le había propinado unos momentos antes, se intento defender un poco, pero sucumbió ante la fuerza sobrenatural de esa mujer, a la que yo llamaba madre, murió, yo vi como sus ojos y su rostro se fueron poniendo rojos, hasta que dejo de resistirse, dejo de moverse, dejo de respirar.

Así fue como vi como mi madre mataba a alguien delante de mí, si antes le tenía miedo después de eso le tenía pánica, y no dejaba de pensar que en algún momento ese hombre podría ser yo.

Después de eso el tiempo paso mi madre se perdió en las drogas, y yo me perdí en las calles, nos separamos hace mucho, y no supe nada mas de ella, quien sabe si seguirá viva, ahora me rebusco el dinero para pagar mi pieza de esta manera, haciendo decoraciones con latas.

Realmente no le dije más que palabras que “ufff que fuerte” y palabras de ese tipo, por que me dejo sin palabras, le pregunte cuando costaban las latas decoradas, me dijo que lo tuviera, me saque los 1.800 pesos que tenía en monedas, eran para el pasaje para devolverme a mi casa, se los di, mientras me disculpaba por no tener más, me dijo que tranquilo, me pregunto mi nombre, y el de mi pareja, y mientras lo hacia me iba explicando lo que hacía, la figura era una palmera con dos delfines que se besaban, con mi nombre y el de mi novia.

Después de un poco mas de charla, me despedí de él, y tome mi camino a casa, llegue a la estación y tuve que colarme ya que me había gastado lo del pasaje, me fui todo el camino sin dejar de pensar en aquel hombre, al que ni siquiera le pregunte su nombre, pero cuya historia quedaría impregnada en mi memoria, quiero pensar que desde entonces llevo una parte de ese hombre conmigo, y quiero dejarla plasmada para que tú también la lleves, y así la historia de un hombre al que a nadie le importa, será inmortalizada mientras sea leída…

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