LOS INVISIBLES

Caras sucias

A menudo vemos seres humanos como si fueran despojos de la vida, de la sociedad del mundo. Buscan entre la basura algo que mitigue su incesante hambre. Van recogiendo lo que el resto de humanidad indolente e inconciente vierte dentro de bolsas. Lo que para nosotros es basura pra otro puede ser su único recurso aprovechable incluso por su estómago ya acostumbrado a la descomposición o por sus cuerpos menudos cubiertos de capas de suciedad y peculiar olor.

La gente los mira como seres que no sienten, los ven con asco, desprecio y con miedo. Pero tras esas capas de suciedad hay un ser de carne y hueso que tal vez no tuvo las mismas oportunidades, o a lo mejor si las tuvo y no las aprovecho, bajo esa mal oliente vestimenta hay humanidad, inteligencia y que muchas veces la esconden detrás de una supuesta locura. Pero ¿acaso no se necesita estar loco para poder soportar esta vida?, ¿no se necesita perder la cordura para comprender cómo es que la única especie que mata por placer a sus semejantes es el humano? Vivimos en el caos mundial, vivimos creyéndonos superiores dizque porque pensamos. ¿Acaso pensamos en el prójimo como igual? ¿Acaso normalizamos las guerras, las masacres de niños inocentes?

Vemos aquellos que van por las calles vestidos con harapos como cosas indeseables, seres quienes la vida, las circunstancias o el destino los fue llevando al basto y frío asfalto. No queremos reconocer en ese ser a un hermano pues todos venimos del mismo padre. Nos espantamos por su apariencia agresiva, por el olor que despide su hilachas que medio cubre su cuerpo. Vemos cómo van por las frías o soleadas calles en busca de un alimento ya desecho, en busca de un rincón para albergar su pobre y miserable humanidad, para resguardarse del clima inclemente.

No somos capaces de mirarlos con un poco de compasión, no somos capaces de acercarnos porque su apariencia intimidante nos ahuyenta. Entre aquella sociedad marginada, mirada desquiciada, manos negras por las capas y capas de suciedad, apariencia desdichada podríamos encontrar al médico, al abogado, al ingeniero, al filósofo, al pintor, al escritor, al padre, al hermano… al abuelo, pues no vinieron al mundo con un costal al hombro y mucho menos cubiertos de tizne negro. Llegaron al mundo como todos nosotros, salieron del vientre de una madre, la diferencia es las circunstancias de la vida. Vienen y provienen del seno de una familia carente de oportunidades, a lo mejor muchos de ellos provienen de familias prestantes, acomodadas y que al ver las adicciones prefirieron lanzar a las calles a ese hijo, a ese hermano condenando así a un ser humano a pertenecer a la comunidad mal llamada “desechables” como si los seres humanos fuéramos cosas utilizables por algún tiempo y luego desechados a la basura como bultos de carne inservibles.

Miramos aquellos seres que van por el mundo cargando su pesado destino,con los pies descalzos, llevando consigo toda su pobreza su miseria en bolsas plásticas, condenados a ser el lastre de la sociedad, pero muchos de ellos son más cuerdos y más instruidos que cualquier bien vestido y perfumado “ dr”. Seres conformes con su amarga existencia, que aprendieron a defenderse de quienes se creen con el derecho de señalar, juzgar y condenar, de quienes con escupitajos los menosprecían sólo por llevar el hambre y la miseria, la adicción encima acompañados por su único y fiel amigo peludito de cuatro patas, aquel que en momentos de cruel batalla por el mejor sitio para dormir sería capaz de dar su vida por defender al que comparte su trozo de pan. Aquel amigo que jamás los juzgará, aquel compañero de luchas. Es por eso que… “Entre más conozco a los humanos, más amo a los animales”.

No necesitamos brindar a todo desdichado una moneda con desprecio. Si tan sólo fuéramos capaces de enviarle una bendición, brindarle una sonrisa y mirarlo con compasión, si fuéramos capaces de reconocer en ese ser a un semejante y no al indigente.

Son personas a quienes la vida les quito hasta el derecho de ser vistos como humanos . Pero tal vez son más felices que cualquiera, ellos no están pendientes del avaro dueño del banco, ni por el cobro usurero de un alojamiento, mucho menos viven amargados por no estar con la ropa de moda, ni están pendientes del celular de última tecnología, no están pendientes de redes sociales insulsas y triviales , mucho menos están pendientes de la última selfie para compartirla a personas que no conocen, sólo sobreviven con lo que nosotros desechamos y no queremos en nuestra casas,de la basura que tiranos de forma inconciente , ellos ven el mundo como es, cruel y mezquino, hablan con la verdad y con la razón que muchos no comprendemos. En medio de las drogas, en medio de la inmundicia se esconde un maestro, un maestro de vida capaz de enseñar el riesgo al no escojer buenas amistades, es el maestro que nos muestra el riesgo de probar aquellas sustancias que apartarán sólo por un momento nuestros problemas, ellos, los cara sucias, los invisibles son los espejos en el que deberíamos mirarnos, veríamos el reflejo de lo que hay en nuestra alma.

Ellos sienten el frío, el calor, el hambre y, la sed como cualquiera. Sólo son víctimas del destino, sólo son seres sin amor, sin un abrazo, sin oportunidades. Sólo son recibidos por las frías noches, donde como cualquier ser se tiene que defender de aquel que es más miserable y desea tener la cobija sucia y hedionda que posee. Ellos sólo son el resultado de una sociedad podrida y resquebrajada, de una familia quebrantada sin oportunidades y carentes de abrazos, de palabras amables o de tiempo.

Esas manos sucias una vez acariciaron y fueron despreciados, esas bocas mal olientes una vez tuvieron como perlas finas sus dientes, entonaron alguna linda melodía y de niños declamaron un hermoso poema. Tal vez lo que nunca tuvieron fue amor, no encontraron en este mundo quien los guiara y quien los orientara por el camino correcto. Debajo de esos harapos mal olientes podríamos encontrar un genio, una joya que la mugre ha tapado ocultando así su brillo. Encontraríamos al hijo que por años una madre ha estado buscado, al hermano que un día salió de casa y no regreso.

Miremos con compasión a aquellos caras sucias que buscan entre la basura lo que nosotros arrojamos . No sabemos si en nuestra próxima vida tomaremos su lugar.

P.S.M

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