Fragmento de Werther, Goethe. Página -48.
«Un Horizonte inmenso y crepuscular se extiende delante de nuestra alma; en él, el por qué de nuestras miradas se sumergen en nuestros sentimientos y, ¡Ay! ardemos en deseos de entregarle por completo nuestro ser soñando saborear en toda su plenitud las delicias de una sensación grande, sublime y única, pero cuando hemos corrido para llegar, cuando el allí se ha convertido en aquí, vemos que todo queda como antes, permanecemos en nuestra miseria, encerrados en el mismo círculo, y el alma suspira por la ventura que acaba de escapársele»
interpretación
Cuando se anhela alcanzar un lugar para disfrutar de las delicias que nos hemos imaginado con personas agradables y gentes maravillosas, ni siquiera la hermosa experiencia es capaz de agotar las pasiones que arden en el pecho del espíritu romántico. Y he allí donde el anhelo vuelve a activar esa búsqueda inconclusa, porque, por alguna extraña causa el porvenir para los románticos es perfecto, sin embargo, cuando ese porvenir que es el «allá» de la imaginación y se convierte en el «aquí» de la experiencia (estando el humano en el sitio de sus aspiraciones) le invade una suerte de amargura pues los momentos felices son sólo eso, momentos que quedan en el pasado a manera de recuerdos y que su sola remembranza es dolorosa cuando se haya el espíritu en los momentos tristes y trágicos de la vida; por lo tanto, para Goethe el hombre es un eterno buscador de imposibles, pues lo único que le hace feliz es estar al lado del amor donde quiera que éste se encuentre. Y pobre desdichado el espíritu que no conoce el amor, o por el contrario ha sido víctima de las verdades de la vida: separación, disgregación, destrucción, porque será siempre un móvil errante capaz de las más arriesgadas locuras para tener entre sus manos la certidumbre de una existencia libre de sufrimiento. ¿No creen que esto es una virtud de un hombre con alma de niño?
¿Por qué si el amor es abstracción, pensamos que es tan real como la carne del cuerpo? El amor es real a instantes viene y se va, se esfuma y reaparece, no obstante, en su búsqueda, el hombre, ha decaído en los barriales de la miseria; intenta vivirlo pero él escapa, por eso el hombre desconfía del amor y se acerca con cautela cuando cree encontrarlo. No sólo somos presas del deseo y la pasión, sino también de la tristeza.
Este fragmento de Werther nos acerca a este dilema: el amor escapa, no es posible tenerle siempre porque quizá pertenezca a los reinos del alma en donde el humano no tiene potestad ni señorío. Es la arrogancia del hombre la encargada de creer que el amor es una virtud de la carne.
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