1. Tampoco Seré.

Recientemente, mientras ordenaba la ropa que persistía olvidada en una silla al costado de mi cama, descubrí que varias prendas no eran de mi propiedad, pero no por ello me eran ajenas. Camisetas demasiado anchas, buzos carentes de color y pantalones que no se asemejan a la mezclilla de mis jeans. 

Suplico que no me malinterpreten, porque la presencia de cada uno de esos ropajes entre mis pertenencias está lejos de ser el resultado de una desvergonzada substracción, al contrario, asumo que la aparición de éstas se debe al menosprecio de sus antiguos propietarios, quienes parecen carecer de interés en reclamar aquello que solía ser suyo. 

En cambio, a diferencia de ellos, resguardo cada vestidura y las utilizo como si se tratase de una segunda piel, me revisto con cada prenda como si pudiera habitar en ella y en cada uno de sus anteriores dueños, como si la sangre que corriera por cada vena, arteria y capilar fuera suya y no mía. 

Con ello descubro que no he aprendido nada, porque insisto en resguardarme bajo los mantos de los mismos que me han dañado. Porque pretendo sanar convirtiéndome en los mismos que me hirieron. Que me hieren. Porque busco ser todo cuanto ellos querían que fuera, y no fui. 

Tampoco seré. 

Atte. M. y R. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS