Había fumado mucho, cuando me di cuenta el humo no me dejaba ver, el departamento es demasiado chico y la única ventana que posee se rompió hace tiempo y nunca más se volvió a abrir; igualmente no sería de mucha ayuda ya que la vista da al pulmón del edificio que es un agujero negro y profundo.

El inmueble es bastante antiguo y esta muy abandonado, hace siete meses que no pago la renta, siete meses o más… no recuerdo bien. Por mi parte llegue a un punto en el que me canse de mendigar por un empleo y me encerré en esta habitación.

Desde entonces lo único que hago es escribir y escribir, escribo compulsivamente para no volverme loco, vivo atrincherado entre cientos y miles de papeles tirados por aquí y por allá.

Ya no sé cuánto tiempo paso desde que estoy sentado frente a la Olivetti, a veces mientras escribo me pierdo pensando en los años que pasaron, que perdí y en el fracaso que resulto mi vida.

En mi enferma imaginación me veo enterrado hasta la cintura, y sé que a medida que pasa el tiempo me hundo más. La verdad es que ya estoy cansado de vivir y nada me excita más que la muerte.

No es la primera vez que siento ganas de morir, pero la verdad es que pienso esto y a la vez sonrió, porque sé que nada voy a hacer al respecto, si bien no le temo a la muerte, nunca paso ni pasara por mi mente el suicidio, soy demasiado cobarde como para hacerlo.

Escribo compulsivamente, enfermizamente, la locura es parte de mi herencia y mi alma se fundió con ella, voy a contarles algo, compenetrado en el papel, sumergido en las penumbras de la habitación, escribía no sé qué cuando un extraño sonido, que podría haber sido un golpe o un rugido, me sacó del silencio de muerte y la monotonía de mis pensamientos, no pude entender de donde surgió ese ruido pero me levante y fui a ver al pasillo.

En mi sentir tenía la sensación de que algo había cambiado o iba a cambiar para siempre.

Al asomarme al corredor trate de ver entre la tenue luz de las lámparas gastadas, pero no observe más que las borrosas formas de los cuerpos de mis vecinos, que también se asomaban, note que al menos dos grupos de personas hablaban entre si y pude distinguir haciendo foco con la vista que miraban hacia mi puerta, los vi con intención de acercarse y como no quería hablar con nadie me apure a entrar y cerrar la puerta.

Lo que siguió después, verdaderamente no me sorprendió, realmente no me sorprendió verme tendido. Me di cuenta que el estruendo que creí escuchar lo había producido yo, entonces me costaba y aun me cuesta entender como pudo haber sucedido, simplemente me vi ahí…con los brazos caídos hacia los lados, a un lado de la vieja silla, en el suelo, se encontraba el arma, un hilo de sangre espesa fluía desde el hueco en la frente.

Tardé en recordar que tenía un arma y también que me la había regalado mi abuelo, bueno…pasaron siete meses o más desde que retiraron el cuerpo y todo sigue igual, no sé si este edificio existe, si sigue existiendo o si alguna vez existió, no sé qué es real o que no, solo sé que estoy escribiendo.

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