Me sostengo del pelo de un lobo que está abrumado de oírme hablar de las veces que la luna me ha mostrado sus dientes. Las dos caras de los espejos que persiguen mi sombra para danzar junto a mi, ellos están tan lúcidos y brillantes que parecen auténticos pero cuando encienden las velas su luz se ha ido, los ha dejado tan sedientos de euforia que sus ojos ya no pueden mentir. ¡El miedo me aprisiona los talones! estoy oculta en la cima de la colina a la que decidí huir para mantener mis rasgos. Estando allí me he preguntado ¿qué tan alto estará? uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco veces. He contado estas con las rocas que se derriten y caen por el acantilado, pero de repente ha sido un fracaso intencionado no poder volar y sostener mi espalda sobre el agua mansa de abajo. Sin embargo, esta cima no es el podio. 

Estando allí me hice amiga de dos pájaros que me intentan sabotear retorciéndome el cuello para hacerme ver lo felices que eran aquellos que se habían quedado allí buscando el tesoro oculto de las compañías aseguradoras que vendían sus almas sin estar muertos. ¡Que la vida va a los arriesgados! y en cuanta oportunidad tuviera para escapar estaria alli para divertirme. Aún así no puedo negar las veces que he sentido apretada la vulva y que mis zapatos han discutido sobre los opuestos de su lado sin llegar a un acuerdo. 

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