El orden genera rechazo. El amor ocurre en el desorden. El amor llega a desordenar. El amor llega en los destiempos. El amor ocurre en un beso o abrazo inesperado, en un «gracias» sorpresivo, en un saludo no ocurrido, en un adiós o en una mínima mueca realizada sin intención. 

Queremos tener el control de a quien amar y a quien no, pero en ocasiones no tenemos opción.

Nunca estamos demasiados preparados para amar. Si estamos preparados para amar, el otro no lo está. 

El amor está en la admiración, en la nobleza otorgada o guardada, en los detalles que exceden nuestro control, hasta en los detalles inconscientes y que hacemos sin pensar.

Las mejores experiencias están ocultas, cuando uno menos se prepara, cuando dejamos de querer tener el control de todo. Cuando dejamos de anticiparnos los momentos suceden y allí es cuando florece el amor.

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