Mejor no preguntes por qué he cambiado, pregunta qué hiciste tú para hacerme cambiar, no deja de ser una frase hecha, pero es una gran frase. Yo sigo siendo la misma y lo seguiré siendo, de mi madre heredé su carácter, de mi padre el no hacer daño a los demás, aprendí también a respetar a todo el mundo. Y de esa pasta estoy hecha.
Dicen que el cincuenta por ciento de lo que somos lo configuran las cinco personas con las que solemos tener más afinidad, más contacto, por eso intento mejorar mi cincuenta por ciento haciendo a un lado todo aquello que no me aporta y a todos aquellos que no me importan.
Hablando con una gran amiga le preguntaba de qué color sería el contenedor donde tendríamos que meter a las personas tóxicas que se nos cruzan a lo largo de los años, ya unos cuantos. En ese contenedor creo que no habría sitio para tanta gente, los que son amigos sólo cuando te necesitan, los que te ignoran cuando los necesitas tú, los que recurren a la «sinceridad» cada vez que te faltan al respeto, los que te piden sinceridad y no aceptan que seas sincera, a la gente falsa, embustera, que te envenena en contra de personas a las que amas y las quieren destruir en la creencia de que te mantendrás con los brazos cruzados.
A todos ellos los metería en un contenedor del que desconozco el color, pero que a buen seguro tendría que ser grande, muy grande. Hacer limpieza de gente tóxica nunca está mal si eso mejora tu cincuenta por ciento.
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