Un escondite

Un escondite

Fis Di

04/11/2023

Un día, miércoles quince para ser exactos, de este siglo de las tecnologías y todo bien actualizado, el año dos mil veinte, ese mismo que aterró al mundo entero y lo obligó a cumplir cuarentenas, tremendo año para ser verdad, tantas cosas pasaban, siendo apenas el inicio de la segunda mitad, por lo que se debía buscar una distracción, entonces ese día, el miércoles salí, con mi madre y mi hermano a montar un rato la bicicleta, pasamos por la casa de una tía, pero no entramos y seguimos nuestro camino, llegó un momento en el que decidí dirigirme con otra familia, quizá unos dos días, pero… Cuando llegué de inmediato me quería regresar, que será ese presentimiento, ¿raro no? bueno, marqué el número de mi madre y le dije que me recogiera el día siguiente a medio día, ¡quiere decir que ya era tarde entonces cuando pasó el incidente!, bien el asunto era que, en esa otra casa, no había una cama para mí, tuve que dormir en el piso, con una almohadita. Muy bien pensé si duermo rápido, así despertaré y lograré irme, pero nada pasó como yo lo pensaba, ¿por qué?, bueno porque esas personas no dejaban dormir a los demás, en la habitación en la que me encontraba, dormían en una cama, ellos si tenían cama… una pareja de novios, de los cuales se suponía que la chica era mi amiga, al menos eso dice, y por otro lado un niño, que también tenía cama y yo, en el piso, pero como costaba dormir ahí, parecía no existir el silencio en la casa, mi cabeza quería explotar y los grados de mi desesperación por salir de ahí avanzaban tan rápido, como los casos confirmados. Llegó un momento en el que decidí ver la hora, pues quería que amaneciera cuanto antes, pero lamentablemente, faltaban cuatro minutos para las once de la noche, frustrante ¿no?, para mí sí, porque no sabía qué hacer ni como para lograr dormir con tanta contaminación sónica, no solo en la habitación en la que estaba, sino en toda la casa. En un momento mi mente se cansó hasta de pensar y quedé profundamente dormida ¡Por fin!

La mañana siguiente había muchas personas, en los alrededores de la casa, parecía un destino turístico, me sorprendí… Cuando salí me percaté de un rio que estaba situado en la parte trasera de la casa, donde la multitud continuaba y aunque me pareció extraño reconocí muchos rostros en ese lugar. Pensé pasar el tiempo en el lugar, mientras era la hora de irme de esa casa. Al haber tantas personas no tenía tanto miedo del rio y su profundidad, así que cuidadosamente baje, hasta un lugar que al menos me llegara hasta la rodilla, ¡no quería ahogarme!…

Esa chica, que era “mi amiga” me tomo una pierna y yo sin darme cuenta, no lo sentí, algo pasaba conmigo… pero no sabía que era exactamente, de un pronto a otro, la chica me halaba de la pierna hacía la profundidad, afortunadamente no era demasiado rápida, sino, no hubiese logrado respirar, me mantuve tranquila, porque si forcejeaba para soltarme, me ahogaría pues el sitio era muy profundo, pero de un instante al otro, me soltó, me asusté e intenté tocar el fondo, la arena, pero no lo logré eso me asustó aún más, me moví con todas mis fuerzas hacia mi izquierda, rápidamente encontré una horilla, ahí me tranquilicé y vi a mi tía, aquella que vimos de pasada cuando daba una vuelta en bicicleta.

Después de un rato salí y fui a darme un baño para irme con mi madre, ¡qué bien! Estaba ahí la chica que casi me ahoga, no me importó que fuera mi amiga y mucho menos estar en su casa, para gritarle, de todo lo que dije recuerdo esta frase. “Sabías que no sé nadar y me jalaste al fondo, estás loca, bestia” pensándolo bien no sé porque dije bestia, ella no lo era, pero quizá por la cólera que recorría cada parte de mi cuerpo, lo asocie con una especie de poco análisis o pensamiento crítico.

Faltaba poco tiempo para irme con mi madre, las ansias me mataban, oye y eso que fui yo la que tomé la decisión de irme un día, pero aún sentía la necesidad de estar con ella por si algo pasaba…. Y pasó…

Esa necesidad de estar con mi madre por el presentimiento que tenía se juntaba con el gran amor que le tengo, bueno que nos tenemos, nunca se habrá visto ni se verá una hija con tanto apego a su progenitora, era la Reina de Mar, además así se llamaba la señora, pero se aman, más que nada ni nadie en el mundo. Yo ya la extrañaba muchísimo como de aquí hasta el infinito y si hay algo mas allá, ahí. Porque es el amor más grande y puro. ¡Increíble!

Cuando mi madre llegó por mí, me emocioné mucho y eso que tengo 18 años de verla, todos los días, en fin, llegó, pero ahí y justo con eso daría inicio el sufrimiento más grande para todos, digo todos, los que vivimos al menos en este pequeño pedazo de tierra, porque supongo que fuera de nuestras fronteras es igual, pero no alcancé a darme cuenta.

Sin darme cuenta, de pronto me encontraba en una casa que se suponía que era la mía, pero no se parecía en nada, era tan lujosa que parecía de en sueño, había tantos escalones para llegar a la habitación de estar. Cuando me encontré allí estaban sentadas en un sofá tres personas, con el poco tiempo que observé el panorama logré entender que uno de los tres hombres era como un líder musulmán, junto a él un hombre que traducía los mensajes que quería decirle este al tercer hombre, un dirigente ruso, el panorama me sorprendió tanto, porque esa no era mi casa y nunca antes había estado con esas personas. Cometí un error y fue, no irme inmediatamente de ese lugar, sino que me quede allí, por una extraña razón logre comprender lo que trataban de acordar, lo que me resulta más insólito es que no tengo conocimiento de ninguno de esos idiomas y entendí que explotarían una bomba, en un momento inesperado el musulmán grito muy fuerte, dando la señal de ataque, fue tan impactante, que de pronto reaparecí en el momento del ataque, en la casa de una tía. Pude sentí la explosión, tan cerca como estaba de otros familiares, tomé una fuerza incomparable y levante con mis débiles brazos un sofá individual y lo posicioné sobre mi cabeza, pero mis pies descubiertos se vieron afectados por unas quemantes llamas, que recorrieron todo el pie, como una destellante escarcha, era un ardor tan fuerte y más que real, pero ningún dolor eran tan fuerte, como no saber de mi madre, no podía verla, ni escucharla, mi desesperación llegó al nivel más alto existente en este mundo.

Quería correr a buscarla, pero afuera todo estaba muy mal, de un pronto a otro, logré ver a mi madre, con vida y en buen estado, todos fuimos muy valientes porque utilizábamos grandes muebles para cuidarnos la cabeza, solo podíamos escuchar todo el sufrimiento de las otras familias, fue indudablemente un momento aterrador, el peor de mi corta vida. De un pronto a otro, todo quedó en silencio, había mucho miedo y preocupación en el ambiente, cuando de pronto vimos y escuchamos un avión, volaba muy bajo, todos iríamos a escondernos nuevamente, pero esperamos muy atentamente. Y al final, cuando los periodistas se bajaron del avión, al cual teníamos miedo, porque sobrevolaba justamente donde estábamos, desperté.

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