Liberación anímica

Liberación anímica

Germayed

26/10/2023

                                                                                          Todo es hermoso y constante

                                                                                              Todo es música y razón.

                                                                 Y todo como el diamante antes que luz es carbón-

                                                                                                   José Martí

¡Oh alma libre!, has trascendido los avatares de la materia y toda su limitación para entender que el género sexual, las religiones y las creencias proyectan la sonrisa macabra del error a quienes están embebidos en los brazos de la carne. ¡No te mienten! Comprendes la necesidad de ir más allá de las cuatro paredes de la percepción del cuerpo, no eres dos brazos y dos piernas, eres la sustancia inteligente que alimenta de experiencia al gran espíritu a través de las vivencias en la física de la naturaleza. ¡Sabes quienes eres! Has renacido de entre el barro de la ignorancia, el dolor te ha transformado en luz, brillas para ti mismo, aunque el calor de ese fuego incendie tus días y las cenizas de las alegrías pasadas causen en ti la nostalgia de lo que no regresará, de aquello que quedó grabado en el gran libro de la vida.

¡No te aflijas alma mía!, deshacerte de la carne es la agonía del renacer renovado, ya sin las gafas de los instintos primeros ni sus consecuentes y abyectos encuadramientos dogmáticos. Eres la síntesis de la vida y por tal te conocen los espíritus elevados. Sabes las causas del mal y del bien, las cadenas de la tierra has roto y libre tu esencia comprendes las penurias del hombre sin el caris de la identidad humana. La identidad, alma mía, te condena a mirar con los ojos del entendimiento a los sucesos humanos, pues el entendimiento es una parcela del saber, de tu saber. Y con la medida de tu parcial conocimiento de las cosas del hombre, cometes el error de acomodar a tu ética las costumbres de los demás. Ese error, si cuenta te das alma mía, hace del hombre una criatura desdichada porque las emociones asaltan a la razón para dejarla sin su particular función de comprender, con sentido crítico a la realidad. Con, esto alma mía no pretendo enarbolar el estandarte de la razón ni mucho menos invitar a razonar a los hombres de fe, pues el hombre de fe ha comprendido que detrás de las apariencias yace la verdad de la existencia y con ingenuidad entrega su espíritu a los reinos de la función según la intención del que ora, pues, la fe verdadera mueve la energía subyacente acaecida en las profundidades de las cosas del mundo y sustrae el ente para dotarle de sentido a través de la conciencia mediante el conocimiento que de él se tenga. ¡Alma libre! De la razón a la fe has conocido las catervas del terror mundano, de esa incertidumbre cadavérica locamente tenebrosa capaz de perder en la miseria al más noble de los hombres, la inteligencia te enseñado a diseccionar al Logos para comprender la razón suficiente de las éticas de cada sujeto; la comprensión te ha enseñado a amar pues el amor abarca la totalidad de lo real para empujar al espíritu despierto hacia la oscuridad del no ser para ser de todas partes; esa oscuridad te contacta con la multiplicidad de identidades ocupadas en vidas previas, y comprendes de una vez por todas, que eres libre porque has traído a la luz de la conciencia a las bestias encerradas en tu inconsciente. Eres el inconsciente reconciliado consigo mismo, no habitas en los predios oscuros de la soledad de la nada, la luz de la existencia ha iluminado tu camino, ahora recuerdas cada etapa de tus vidas. ¿Acaso no te regocijas en semejante goce? No siente culpa de las acciones pasadas porque has comprendido la necesidad de estar en comunión contigo en tu mismidad, entonando el himno de la victoria sobre la muerte. ¡Haz triunfado alma mía! Llora por las vidas no terminadas, sin embargo, no acaba la existencia con la trascendencia hacia el más allá, al contrario, la vida asentada en la existencia se priva de expresión por instantes, pues la existencia no se agota porque es la esencia, es inmanencia pura, es la eternidad. El ser es dado por la conciencia sobre algo, y al posar la conciencia sobre la inmanencia del objeto y del sujeto, develamos la existencia como único axioma inmortal. ¡Alma de mi vida!, eres el ser del espíritu, al diluir las identidades que te limitan y te coaccionan sumergiéndote en el océano de las desdichas, asciendes a la majestad de lo infinito, en lo que no tiene límites, pero limitan sus seres en dialogo constante y no en las pugnas y guerras muy propias de la tierra.

La liberación ha tocado tu corazón, no eres hombre ni mujer, católico, musulmán ni protestante, con lágrimas en tus mejillas grita al cosmos que has iniciado el camino del Ángel, de la pureza. No tienes rostro, y observas, ni ojos y lloras; los reinos del Demiurgo no abarcan a tu presencia, pues, el Demiurgo comprende la misión cumplida de su existencia, y entrega al Logos a un alma límpida y con los más excelsos aromas del paraíso.

                                                                                                       

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