Una gota de agua de aspecto oblongo y de tamaño exagerado en comparación al promedio, fue lo primero que vio Aspert al abrir sus ojos repentinamente después de dormir por más de 9 horas. Sus oídos carecían de Neutralidad, nunca antes había sentido un tinnitus tan fuerte. Solo podía visualizar esa gota gigantesca deformándose y siendo remplazada por otras. Hacía frio, el roció de invierno era impresionante. El vidrio de su ventana estaba muy empañado, tanto que el deslizar de las gotas daban una experiencia casi artística. El tinnitus disminuía, fue así que por vez primera escuchó con tanta claridad y fluidez los latidos de su corazón. La intensidad de la percepción era horrorosa. Por un momento Aspert pensó que su pecho explotaría.
De repente su respiración se le dificultó. No podía mover casi su cuerpo, no comprendía que le sucedía. No podía razonar correctamente, tanto por su estado físico, como por el hecho de haber despertado hace un par de minutos. Su mano temblorosa trataba de coger la sabana que aun cubría su tensado cuerpo. Apenas hubo tocado su piel con la fina tela de bambú, se le reprodujo en su mente un gran charco de sangre. Oscura, tan oscura como el ambiente en donde se ubicaba.
Fue cuando recordó y comprendió todo aquello que le pasaba. Sufría un ataque de pánico. ¿La causa? Una pesadilla. Con la otra mano que tenía sin ocupar, la uso de soporte para arrastrarse hacia el lomo de la cama. Una vez allí, justo con el apoyo de la rodilla y de sus dos manos, pudo sentarse y echar su espalda a la pared. Fue allí que recobro memoria de todo.
<< Se ahogaba con su propia sangre. Tal cual víbora después de la decapitación, se revolcaba en aquel oscuro charco de Sangre. La asfixia era tan real como el color negro. La vista se le nublo, sus oídos perdieron su función. Un fuerte suspiro tranco su pecho, provocándole un horrible dolor. Había perdido el aliento. Su tensado cuerpo ahora yacía en el medio de aquella sangre, inmóvil y tan liviano como el viento. Fue entonces que, al transcurrir un par de minutos, el cuerpo que yacía sin vida, escuchó una voz muy inteligible, muy cerca de él, que vociferaba una y otra vez:>De pronto el cuerpo sin vida de Aspert se movía, muy lentamente eso sí, como para corroborar lo que pasaba. Había escuchado perfectamente la voz, pero no podía notar ninguna presencia a su lado. Estaba completamente solo. Cuando pudo comprender a la perfección de que las extremidades de su cuerpo estaban en perfectas condiciones (he incluso, se podría decir que la fortaleza de sus movimientos eran más rápidas), se dispuso a sentarse. Fue entonces cuando recordó. Estoy muerto- se dijo-, o al menos había muerto. Prosiguió vociferando algunas palabras, hasta que se preguntó: ¿Qué hago aquí, en el lomo de la muerte? Aun después de morir- Prosiguió-, me encuentro más vivo que nunca; si esto no es redención, no sé qué otra cosa lo sea. xtagstartz/p>
-Tan miserable eres, que hasta para morir eres hipócrita- Grito aquella voz que Aspert había oído hace unos minutos, interrumpiendo los pensamientos de este-. Levántate, que el camino es corto pero la resignación es Larga y dolorosa.
>>Tal cual el mandamiento de aquella voz, el cuerpo de Aspert obedeció por sí mismo lo que se le mandaba. Esté, sin palabras, movía sus ojos alterados para localizar en qué dirección venia la voz. No hizo falta, pues, al mirar al frente de él, pudo notar que venía un Anciano con una tónica gris. Mientras más se acercaba, provocaba en el cuerpo de Aspert un escalofrió tremendo. Casi que se desvanece cuando, de pronto, no pasó ni dos parpadeos, y el Anciano estaba a un paso de él. Con una mirada frívola, fluida y calmada, le tendió su brazo. Aspert quedo horrorizado por su mirar, que a pesar de que su mirada estuviera calmada, el contraste que hacía con su rostro casi deformado por la vejez, era horripilante. Su mano se movió al compás de la del viejo, y al tocar su piel, su horror se incrementó. Ni un niño después del parto tenía la piel tan suave y virginal como la de aquel espectro. Porque, efectivamente, aquel ser era todo menos un hombre.
-¿Acaso me llevas a tu mundo?-Preguntó Aspert con mucha dificultad, debido al tartamudeo que le causaba su pavor.
-Vas a donde van todos-Respondió aquel ser horripilante-. La verdadera Justicia es aquella que atañe a todos y a cuantos por igual Juzgamiento, independientemente de quien fue, es o haya sido el juzgado. Rico, pobre, poderoso, débil, astuto, inocente, intelectual, analfabeta, etc.; todos por igual les corresponde la mayor de todas las justicias: La muerte. Siendo esta, la juzgadora más imparcial que tiene el hombre.
De repente el miedo de Aspert de dispersó. Seguía temblando, pero esta vez por causa de una cólera abrumadora.
-¡Maldito seas ser escrupuloso! -gritó severamente Aspert. ¿Te presentas ahora que, a pesar de mi debilitada alma, he decidido actuar de acuerdo a lo que dicta la razón, sin más y sin menos, con esa arrogancia inmortal? ¡Me niego profundamente! Aún conservo mi espíritu y pretendo purificarlo.
-A lo que a mi concierne – Respondió el ser escrupuloso – Hypocrisis, tú no tienes alma. No puedes salvar de lo que no dispones. ¿Es que acaso aun no has mirado a tu alrededor? ¿Acaso no te diste cuenta que Mori Hypocrisis ha llegado a ti?
>>En ese preciso momento Aspert sintió un fuerte pinchazo en su pecho. Pudo, ahora sí, darse cuenta en donde estaba y de lo que le esperaba. Quedo en silencio casi un minuto. Miro detenidamente aquel ser escrupuloso, y preguntó:
-¿Qué significa estos millares de cuerpos sin vida?
-Estamos en el bosque de la transición- Respondió el ser escrupuloso, con voz calmada. Todos los cuerpos acá presente, fueron alguna vez cavidad de almas virtuosas. A la hora de morir, sus cuerpos quedan en este bosque, y su alma sube al cenit de aquella montaña. La puerta a la eternidad.
>>Aspert pudo visualizar la montaña, efectivamente, era la montaña más alta que cualquier imaginación humada pudiera pensar. También comprendió las palabras del ser escrupuloso. Supo ahora su posición, no sin antes reflejar sus muchísimas dudas sobre la existencia y la función de aquel ser.
-¿Eres la muerte, cierto –preguntó Aspert-?
-Te equivocas – respondió el ser escrupuloso. Soy el encargado de guiar el alma a su encuentro con la muerte. Solo es que en este caso, y por vez primera, tendré que entregarle a la muerte no un alma, sino un cuerpo.
-¿Por qué?-pregunto Aspert con ingenuidad, sabiendo perfectamente la causa de su condena.
– Sabes perfectamente porque perdiste tu alma-respondió con voz áspera el ser escrupuloso. Pero dada tu inquietud al escuchar las razones metafísicas, te responderé. Toda tu vida fue un conjunto de contradicciones morales. Como conocedor del mundo que eras, sabias las virtudes y los males del mundo; sin embargo, y gracias a la Hypocrisis, no tomaste partida en la lucha de la vida. Cometiste el peor de todo acto humano: La indiferencia a la vida. ¿Y por qué? Por entregarte al placer y al vicio, a la contradicción y a la vagancia, a las excusas insanas que estropean al espíritu. Despertabas cada mañana con abundante miseria, te refugiabas en el Logos, para soportar tu día, y una vez terminado este, te olvidabas de toda responsabilidad que ello implicaba. Poco a poco fuiste cediendo tu razón, a tal punto que no podías ser considerado un hombre, sino un cuerpo guiado por instintos, no muy diferente a un vil animal cualquiera. En ese preciso momento, perdiste tu alma, perdiste tu esencia. Ahora eres lo que logras ver de ti, es decir, nada. Serás uno más del monto que la muerte acogerá y no dará tregua, suplicaras por tu alma, pero nadie te ayudará. Veras tu vida una y otra vez cual película Nietzscheana, queriendo intervenir en ella, pero sin poder hacer nada. Ese será tu castigo por haber vivido correspondiendo a tus vicios, y por haberte olvidado de la Razón.
– ¿No hay nada que se pueda hacer? –Pregunto Aspert, con voz chillona.
>>El ser escrupuloso camino en círculos teniendo como punto de circunferencia a Aspert. De pronto, le pregunto:
-¿Mataste a tus vicios, a tus placeres, a tu Hypocrisis?
-Ahora comprendo lo que debí haber hecho –vocifero Aspert con resignación. Pero, para ser sincero, tuve miedo al asesinato… Antes de marchar, tengo una pregunta. Si solo vienes a buscar Almas ¿Entonces por qué viniste por mí, cuyo cuerpo está condenado?
>>Al principio el ser escrupuloso se limitó a mirarle, sin hacer gesto alguno. Le tendió su mano y el cuerpo de Aspert correspondió inmediato. Como si fuera un niño, el ser escrupuloso guiaba de la mano a Aspert por los caminos subterráneos de aquella montaña, pues al lugar donde yacería el cuerpo de Aspert no sería el cenit, sino su antítesis. De pronto, mientras caminaba, se dispuso a responder-al mismo tiempo que volteaba su rostro para ver la mirada de Aspert- la pregunta que este le había hecho hace unos minutos atrás. Aspert se llevó una gran sorpresa, pues, el rostro horripilante y de aspecto anciano del ser escrupuloso desapareció. Aspert pudo ver con gran asombro que su rostro era idéntico al de él, mientras respondía la pregunta con voz seria:
– Porque Yo soy tú …
Aspert aún seguía temblando, pero con menos intensidad. Se levante de su lecho y se dirigió a un espejo. Se miró profundamente, tanto que su reflejo pudo ver su interior. Supo que haría a partir de ahora, en realidad siempre lo puso, solo que no disponía de la voluntad. Se bañó, desayuno y posteriormente vistió. Antes de salir cogió un viejo Baúl, saco un Revólver de Chejov y lo guardo dentro de un maletín.
Seis meses después Aspert caminaba, resguardado por dos guardias en cada brazo, directo a la Orca. Por como fuera de esperarse, al acto asistió la sociedad entera. Aspert fue condenado a muerte hace un mes atrás por los delito más grave que hasta entonces se conoció en aquel pueblo, y ya era el momento en que Aspert pagara por lo que hizo. Aspert, el mismo día que supo lo que tenía que hacer, fue planificando y ejecutando sus planes con mucha paciencia. Le llevo cuatro meses. En resumen, Aspert asesino con el revolver de Chejov a 5 personas. Reunió sus cadáveres y los quemo. Todo esto sin hacer reparo alguno en que la sociedad le juzgara. Carecía de irrelevancia para él.
Una de sus víctimas era una prostituta que Aspert de vez en cuando gozaba de su fogosidad. El otro era un drogadicto que Aspert siempre intentaba ayudar, pero siempre volvía a recaer. También se encontraban dentro de sus víctimas a un pastor Protestante, este tenía una hipocresía elevada. Los otros dos eran un estafador y un vago de la calle, escogidos casi al azar por Aspert. A cada uno los mato en periodos de tiempos prolongados. Iba guardando sus cuerpos en su hogar. Hasta que obtuvo todos y los quemo. Se preguntara el lector sobre la hediondez de los cuerpos y el cómo no le descubrieron por eso. Déjeme decirles que estos tenían la peculiaridad de carecer de putrefacción. Si, algo simbólico al parecer.
Aspert tenía amarradas las dos manos con un fuerte nudo. Ante las miles de voces gritando sádicamente su ejecución, juntos con juzgamientos de categoría sobrenaturales, interrumpió el Sacerdote del pueblo. Como toda buena inquisición, el condenado a muerte, tiene el derecho irrevocable de escuchar una última oración. << Porque podrá el hombre perder su derecho a la vida, pero no el derecho a escuchar la palabra de Dios>> gritaba el Sacerdote.
El sacerdote tenía sumo poder en el pueblo, era el representante de todos aquellos feligreses que anunciaban la muerte de Aspert.
Después de la oración, y ya puesta la venda en los ojos de Aspert, El sacerdote, con voz tranquila –al mismo tiempo que su sonrisa describían la satisfacción de la potencial agonía- le pregunto si tenía algunas últimas palabras y si sentía arrepentimiento, que era el momento perfecto para pedirle a Dios su infinita misericordia.
Aspert tardo medio minuto en hablar, ya el padre se disponía a dar la señal de muerte, cuando esté pronuncio, con voz muy calmada y verosímil, lo siguiente:
<<No hay nada que me pueden hacer que yo no me lo haya hecho antes. Yo mismo me he juzgado y asesinado, pero también he resucitado. He contemplado como mi espíritu se fue contaminando con vicios y vaguedades y ¿Qué hice al respecto? Los asesine. A las paciones se les pelea con absolutismo o no se les pelea. Me pregunta el ser más contradictorio y malévolo que se dice ser Autoridad que si me arrepiento de algo. No me haga reír Sacerdote, usted y yo sabemos lo que realmente esto significa, déjese de protocolo y máteme – Pasaron 10 segundos, cuando volvió a replicar lo que si serían sus últimas palabras-. Pensando bien, Sacerdote, si me arrepiento de algo. Hoy hace exactamente un mes de mi condena; bueno, lamento profundamente en el alma que no haya sido hace un mes y un día; ya que si así fuera, yo ya estuviera muerte y no podría escuchar sus estúpidos discursos morales…>>
El sacerdote, después de escuchar todo aquello, e inmediatamente después que Aspert se dejara de hablar, hizo la seña de muerte. Para sorpresa y decepción de todos, el cuerpo de Aspert no emitió ningún estilo de Agonía. Más parecía una burla que otra cosa.
OPINIONES Y COMENTARIOS