Se cuenta entre los ancianos una leyenda en la que los dioses mandaron al heredero de Aztlan el cual daria a conocer la ubicacion de la ciudad perdida y enaltecería a los mismos con su poesia y sus escritos.
Se dice que fue en vísperas del día de muertos cuando se juntaron los dioses en la Gran ciudadela de teotihuacan y fue entonces cuando xochiquetzal, que apareció de entre las flores dejando un aroma entre Dalia y cempasúchil se abrió paso a un enorme fogata ubicada justo en el centro y lanzo al fuego una flor de cempasúchil dando paso a la mente.
Quetzalcóatl lanzo maíz al fuego siendo el encargado de darle cuerpo a esa mente.
Tonatiuh dejo caer un rayo de luz solar a aquella fogata pues al parecer el fuego amenazaba con apagarse.
Tlaloc ordeno a los tlaloques no mover ni una sola vasija pues no queria que el clima dificultara la noche.
De entre el humo apareció Tezcatlipoca pues queria presenciar la creación de ese mortal.
Y por ultimo Huitzilopochtli dejo su chimalli y saco con su mano izquierda un cuchillo de obsidiana realizo un corte en su mano y de ella dejo caer su sangre en la fogata.
Al caer la sangre a las brazas de aquel fuego comenzaron a juntarse formando un cuerpo y el fuego comprimirse hasta ser encerrado en el centro del corazón de aquel hombre que recién nacía.
Vio el amanecer y con los primeros rayos del día a Tonatiuh en forma de aguila ascender de nuevo al cielo y los demás dioses irse; Huitzilopochtli en colibrí se convirtió, Tezcatlipoca en jaguar al bosque se dirigió, xochiquetzal se fue volando en forma de mariposa, Quetzalcóatl desapareció por el horizonte en forma de serpiente y Tlaloc en forma de agua se dirigió al monte.
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