Había una vez un niño muy mimado, consentido y sobreprotegido que se llamaba Brayan. Desde los dos años, como si se tratara de fantasías inocuas, se había acostumbrado a ver en el celular los a veces violentos dibujos animados que se alojan en el YouTube, pero aun así sus padres lo dejaban ver mañana, tarde y noche con tal de que no los moleste.

A los tres años, aún sin saber leer ni escribir, ya era un experto en manejar el celular y por medio de su micrófono podía acceder a lo que quería ver. “¡Capitán América!”. Llamaba gritando e inmediatamente el celular le mostraba varios capítulos del Capitán América. De modo que cuando se le antojaba podía ver hasta treinta videos de diferentes series.

Cuando le tocó ir al Jardín de la Infancia, para él fue una verdadera tortura, pues todas las mañanas de lunes a viernes no podría estar viendo a su voluntad horas y horas los dibujos animados que ofrecía el celular. Algunas veces hacía hasta lo imposible para no ir a clases a fin de quedarse en la cama mirando lo que se le antojaba y gritando sobre estimulado y eufórico cuando quería festejar lo que veía.

A los cuatro años ya era un vicioso completo, pues con tal de no molestar y muchas veces hasta fregar, había logrado que le asignaran un celular y con el se levantaba, tomaba desayuno, almorzaba y cenaba y si no lo dejaban salirse con su gusto, se negaba a tomar sus alimentos. Y no solo eso, sino que había dejado de tener amigos, jugar, correr, pasear como lo hacían los otros niños de su edad. Lo más grave de todo es que a esa corta edad acabó creyendo, como un tonto, que los dibujos animados existían de verdad y no solo eso, sino hasta llegó a pensar que lo que sucedía afuera no era tan real como alguna vez pensó.

Un día fueron a buscarlo a su dormitorio y no estaba. Solo encontraron el celular exhibiendo uno de los episodios de los dibujitos a los que se había enviciado y nada más. Lo buscaron por toda la casa y nada, desesperados salieron a la calle y nada, luego lo buscaron por las calles cercanas a su casa y nada. Se subieron a su automóvil y peinaron casi todas las calles de la ciudad y nada. Ya al anochecer se fueron a la comisaría a reportar la pérdida de su hijo y el jefe policial activó una “Alerta de Emergencia” y se dispuso su búsqueda. Prometiéndoles darles todos los pormenores del proceso de su ubicación, los despidieron.

Al día siguiente, después del último reporte de la policía sobre la búsqueda del Brayan que tampoco era positivo, su mamá recibió un mensaje por wasap de un teléfono desconocido que le decía: “?Quieres encontrar a tu hijo? Ingresa a este link”. Desesperada la mujer ingresó a esa dirección y adivinen que pasó. ¡Ahí estaba el Brayan, metido en el celular! Con quién la misma ropa y su cara de despistado de la realidad. La madre pensó que lo habían secuestrado y que con ese video los delincuentes estaban dando una fe de vida y que pronto les comunicarían las condiciones de su rescate.

Entonces sonó otra vez el tono de su wasap y cuando lo abrió vio que desde un mensaje de voz alguien le decía.

-¡Señora, nadie ha secuestrado a su hijo! Lo que pasó es que el niño se ha sumergido de lleno en la fantasía de los dibujos animados que ofrece el YouTube y con la ayuda de ustedes se ha enajenado de la realidad y ahora está con la dopamina al máximo metido en el ciberespacio. Si lo quiere rescatar le suplico que no apague el celular, ni que éste deje de funcionar, porque se acabó la carga de la batería o por falta de pago a su operadora, en cualquiera de ambos casos ya no volverá a verlo jamás o pueda que de algún modo vuelva a verlo, pero convertido en un dibujo animado o algo por el estilo. ¡Le advierto, no deje que se apague el celular! Más adelante le daré otras instrucciones.

Luego le dio la misma dirección en donde estaba el Brayan. Como lo encontró sumamente desesperado le preguntó. “¿Qué pasó hijito?” “¿De verdad estás en el ciberespacio?

-¡Mamá, mamacita linda! No sé si este es el ciberespacio o me estoy volviendo loco, pero aquí hay miles de señores dibujantes que son los que de su imaginación o de puras mentiras crean los dibujos animados y como estoy metido en este lio, con mi voz, mi cara y mí cuerpo quieren convertirme en el dibujo de un zorrino malvado y hacerme actuar en dos o tres capítulos de un anime muy violento y chiflado, que si tiene éxito puede durar algunas temporadas, y si no me van a tirar a la basura digital, pero, de cualquier forma, tarde o temprano, me van a desechar. ¡Por favor sácame de aquí, mamacita preciosa!

Inmediatamente la madre escribió un mensaje al teléfono de donde enviaban los wasaps y le preguntó cómo podía rescatar a su hijito, pues si de algún modo estaba allí, debía haber otro modo para que pueda salir. “¡Por favor, deme un consejo, una esperanza!”. Al momento recibió otro mensaje que decía.

-Entre a esta dirección que es una ruta que parte desde dónde usted vive hasta Choquequirao. Lo que ha pasado es que su hijo contando con el beneplácito de ustedes ha creído que lo real eran los dibujos animados que durante varias horas del día ávidamente consumía y no la realidad que por haber nacido, a diario y en grandes cantidades, nos ofrece nuestra madre tierra. Así que ahora ustedes tienen la enorme responsabilidad de volverlo al mundo real y enseñarle a vivirlo. -Le dijo.

-Y que debemos hacer para que vuelva a la realidad. -Le preguntó la desesperada madre.

-Ustedes no tienen que hacer nada, pues bastante de esa nada ya han hecho para que a Brayan le suceda esta desgracia; como eso de permitirle usar el celular asiduamente y muchas veces a escondidas, hasta convertirse en un adicto, y así ocupar el mayor tiempo de su ocio e inclusive cambiar su estado de ánimo y la rutina de un niño normal.

-Confieso que también soy adicta a las redes sociales que ofrece el celular. Pero por amor a Dios, ya no me regañe más y dígame de qué modo puedo rescatar a mi niño. -Suplicó la mujer.

-Para eso Brayan debe realizar diez tareas que tienen que ver con la mismísima realidad si él desea volver a vuestro lado, pero si se siente feliz allí donde está ahora, déjelo ser. Total la máxima aspiración de los padres es la felicidad de sus hijos. -Le recordó.

-¿Y cuáles son esas tareas?

-Primero debe ir a pie desde la ciudad hasta Choquequirao, para realizar las siguientes tareas: 1) Avistar 20 aves y preguntar por sus nombres. 2) Conocer el nombre de 30 lugares que existen en el camino que bien pueden ser cerros, nevados, colinas, parajes, fundos, estancias, Comunidades, chacras, pampas, pequeños bosques, punas, etc. 3) Luego en Cachora y Marampata conocer el nombre de 20 productos que cultivan los comuneros de ese lugar. 4) Averiguar el nombre de 20 animales de la fauna silvestre. 5) Conocer 10 animales domésticos que los lugareños crían para su alimentación. 6) Conocer 10 plantas silvestres que ofrecen sus frutos a los lugareños. 7) Ya en la orilla del río Apurímac deberá averiguar qué clase de peces viven en sus aguas. 8) En las playas del mismo río deberá acumular en un lugar hasta 50 piedras de diferentes tipos, colores y tamaños solo para saber la inmensa variedad de ellas. 9) Ya en Choquequirao deberá averiguar quiénes construyeron y vivieron en ese Santuario ancestral y qué clase de edificaciones levantaron en ese sitio y 10) Por la noche tendido de espaldas en el Usnu ceremonial de ese santuario ancestral deberá contar doscientas estrellas, para que sepa que el cosmos también existe.

-¿Pero podrá hacer todo eso? -Preguntó recelosa la madre.

-¡Puede! Pero ustedes con sus engreimientos y sus descuidos no le han permitido desarrollarse como debe hacerlo un ser humano normal y han dejado que se sumerja de lleno en la fantasía de los dibujos animados, hasta llegar al extremo de creer que esas tonterías existen como algo real y olvidarse de la función de sus cinco sentidos, su intuición y la realidad que se desenvuelve dentro de las cuatro dimensiones que nos rodean; es decir, largo, ancho, altura y tiempo-espacio. Y por eso ahora está muerto y sin amor para la vida normal, pero resucitado en “modo zombi”, o sea, ahí donde ahora está, es, pero para la realidad ya no es. Señora en esta vida y dentro de nuestro mundo real un hombre normal lo puede todo, incluso con el tiempo desde este mismo lugar ese hombre podrá viajar hasta las estrellas.

-¿Y cómo podrá realizar esas diez tareas? -Preguntó con mucha vergüenza la mujer, pues todo lo que le dijo era cierto.

-Después de esta charla le voy a dejar una dirección que en realidad es un video que empezará en la puerta de su casa y llegará hasta Choquequirao, en cuanto empiece aparecerá el niño dentro de él y será usted quién deberá decirle las tareas que debe hacer, pero en ningún momento, por más que usted conozca, le ayudará a desarrollarlas, pues dentro del video interactuará con los personajes que aparecerán en él, para que le informen acerca de lo que deba preguntarles y conocer lo que deba conocer, para cumplir sus tareas. Usted solo dedíquese a animarlo, es decir, a despertarlo. -Le aconsejó.

-¿Y si tiene hambre y desea comer algo para restaurar sus fuerzas o si llegada la noche dónde va a dormir para que pueda descansar? -Preguntó la mujer muy preocupada.

-¡Señora, no seamos fariseos! Acaso cuando Brayan andaba metido en el celular comía algo o cuando llegaba la noche deseaba descansar. Usted sabe que ya su niño está entrenado para no comer ni dormir.

-¿Cuánto tiempo durarán las tareas que debe realizar mí Brayan y como podré saber yo que está cumpliendo cada una de ellas? -Preguntó angustiada la mujer.

-Todo el tiempo que necesite. Pero si Brayan quiere de todo corazón volver a su lado y a la realidad que usted le debe ofrecer y mostrar, la respuesta puede ser, muy pronto. Cuando el niño cumpla satisfactoriamente una tarea aparecerá un like (dedito arriba) y el número de la tarea cumplida en toda la pantalla de su móvil.

No se imaginan cómo, ni yo tampoco, pero Brayan en mucho tiempo y con grande esfuerzo, lágrimas y sudor, tal como en su momento lo hicieron los míticos Gilgamesh y Hércules, cumplió todas las tareas y una mañana se apareció en su cama y no se despertó hasta el día siguiente. Entonces se levantó, se bañó por sí mismo, tomó todo su desayuno y con su mochila en la espalda se fue solito a la escuela. Cuando volvió alegre de ella, almorzó de buena gana y se puso a hacer sus tareas, porque quería aprender a leer de verdad, pues deseaba saber que más podían decir los libros acerca de la realidad.

A los dos días su padre le preguntó. -¿Recuerdas lo que te ha sucedido?

Le respondió que no, pero si recuerda que en sus sueños caminó a pie hasta Choquequirao y que en el camino aprendió muchas cosas y que seguramente hay mucho más de ellas en otros sitios y si éstas estaban fuera de su alcance probablemente debían estar escritas en los libros.

-¿Sabes lo que es esto? Le preguntó mostrándole su celular.

-Es tu celular o acaso no sabes que es tuyo. – Le respondió con indiferencia el niño.

-¿Y el tuyo? -Le preguntó lleno de curiosidad.

-Debe estar por ahí, pero no me interesa, total nadie me va a llamar y mejor que sea así, porque tengo mucho que hacer y aprender. Está lindo el día.

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