Bip Bip Bip Bip

El sonido turbó su inexistente sueño aunque no lo necesitase para su no despertar. Su reloj interno sabía exactamente la hora que era, pero el hecho de pulsar el botón para parar el antiguo despertador cada mañana le causaba cierto placer, se sentía un poco mas humana.

Se desperezó y se levantó de la también no necesaria cama para ir a prepararse su prescindible café pero no sin antes lavar e hidratar su legítimo rostro.

El reflejo del espejo solo le recordaba lo preciosa que era y cuánto le había costado conseguir una cara vivente, real, humana al fin y al cabo.

La acarició untando la crema hidratante con la yema de sus dedos mecánicos y pudo sentirlos, el roce de sus sintéticas yemas la hizo estremecer, por un momento sintió una sensación humana. Por un momento.

Se puso la peluca rubia limón, se volvió a mirar y el estremecimiento duró un segundo mas. Lo vivió con deleite, como a cámara lenta. Era hermosa y solo deseaba que Javier se fijara en ella, algún dia, no pedía nada mas.

Haría lo que fuera para conseguirlo, lo que fuera.

Se miró en el espejo de cuerpo entero y vio lo poco que había conseguido y lo mucho que aún le quedaba, no ya para ser humana, si no para llegar a parecerlo siquiera.

Se vistió con un inutil y lindo vestido plisado, hizo como si se tomara el café y salió de su pequeño apartamento hacia su trabajo diario.

Trabajaba en Ciudad Humana y debía atravesar casi toda Ciudad Robot así que cada mañana cogía el tranvía 36 para llegar hasta allí.

Cada dia se cruzaba con una innumerable cantidad de variopintos personajes, todos robots claro, casi ningún humano vivía en Ciudad Robot, al menos ninguno que se preciase de serlo.

– Buenos dias Hel.

– Buenos dias Jua.

Posó su yema en el lector y éste se iluminó en verde.

– Adelante preciosa.

Jua6 era el conductor, un robot Clase 6, un adulador avezado por los años de contacto social, aún con robots, y ella hizo como si se ruborizara y pasó, ¿o se ruborizó de verdad?, buscó un espejo y no lo halló, nunca lo sabría.

Se sentó junto a Han10 que vestía una cortísima minifalda negra luciendo así sus preciosas piernas Serie 11, totalmente orgánicas, humanas, pero mejores, y ella le dedicó una artificial y sincera sonrisa con su sintético rostro.

– Hola Hel, ¡vaya!, se te ve radiante. ¿Acaso esperas encontrarte con alguien especial hoy?.

– No seas boba Han, lo mio me cuesta estar asi, tu también te ves espléndida, poco dejas a la imaginación.

Le dijo con mirada seria pero acompañada de una dulce sonrisa.

– ¿Crees que es demasiado corta?.

– No digas tonterias, son preciosas, ¿por qué no ibas a lucirlas?.

– Si, pero son solo unas piernas, no es lo mismo que tener una cara real como tú.

– No digas eso, «solo unas piernas», son perfectas y lo sabes.

– Si, lo se, pero quizás me equivoqué y debí empezar por la cara, aunque hubiera tenido que esperar unos años mas.

Ella también pensaba lo mismo, pero no podía decirselo, no debía dañar los sentimientos que no tenía.

– No pienses eso. Piensa que ya eres mas de una tercera parte humana.

– Pero no es así. Un robot con una cara humana puede parecer humano pero un humano con una cara de robot es simplemente un robot. El rostro es lo que nos define, es lo que te hace humano.

Tenía razón, las dos lo sabían, no había mas motivos para el debate. Siguieron hablando de banalidades todo el trayecto, Hel le confirmó que cada mañana se maquillaba pensando en Javier, que esperaba que le tocara para hacer un placer del tedioso control, lo mucho que le gustaba estar cerca de él. Han le dijo que era una loca por estar enamorada de un humano, y ambas se rieron, una con una coqueta risa humana, la otra con un estridente cacareo.

Llegaron a la parada y se pusieron a la cola como la mayoría de los pasajeros, dispuestos a pasar el control para acceder a Ciudad Humana.

Cada día pasaban por las mismas puertas al entrar y al salir y siempre solían estar custodiadas por los mismos guardias y aún así cada dia comprobaban los pases como si fuera la primera vez, los miraban de arriba a abajo con descomesimiento, miraban el pase y, como si les hicieran un favor, les dejaban pasar.

Cada día.

Aunque si estaba Javier a ella no le importaba tanto la espera. Javier era uno de los guardias, era guapísimo y tenía las manos mas bonitas que había visto en su vida, le fascinaba cuando cogía su pase y lo volteaba con los dedos, haciéndolo repicar en el meñique. Esas manos…

Se desplazaba con unas piernas Serie 11 y eso le hacía cobrar esperanzas que fuera un Robi, un humano que anhelaba ser robot. Si, los había. Ella con gusto se cambiaría las manos por las suyas, si se pudiera, pero podia seguir soñando, él nunca le dirigió ni una pequeña mirada salvo para comprobar que su cara era la del pase.

La verdad es que con los créditos que tenía podría vivir sin trabajar durante muchos años, pero debería conformarse con quien era. Y eso nunca.

Pasó ocho horas atendiedo demandas en el departamento de quejas de una gran compañía visual.

Como cada día.

Aguantó cientos de desplantes e insolencias de humanos enfadados y maleducados.

Como cada día.

Y se marchó de vuelta a casa con el mismo tranvia, no sin antes volver a pasar el tedioso control.

Como cada día

de cada semana

de cada mes

de cada año.

Y esta vez no estaba Javier para alegrar el trance.

Ya en el tranvia se sentó sola y activó la pantalla de su asiento. Le gustaba ver la publicidad humana y solo podía hacerlo en las inmediaciones de la Ciudad. Había anuncios de modernos automóviles, de lujosas casas, de innumerable variedad de bebidas y comidas, de todo lo imaginable, pero los que mas le gustaban eran los de cosméticos, de infinidad de marcas, de cientos de texturas, de miles de colores. Los miraba con deleite, con ansia, recreándose, imaginándose a si misma usándolos, disfrutándolos. Y más aún, soñando lo que sería aplicarlos a su rostro con unas manos reales, humanas, delicadas como las de Javier.

Al cabo de media hora la pantalla parpadeó y el sueño se acabó. La publicidad para robots la trasladó a la cruda realidad de cada dia.

Casi todo eran anuncios de piezas de repuesto, lubricantes de todas clases, prótesis para todo el cuerpo y algunos pocos sobre recambios orgánicos, que no solo eran carísimos si no casi imposibles de coseguir ya que requerían de un Permiso de Implante, solo para Serie 9 o superiores. También se anunciaban, para quien pudiera pagarlos, xips de sexo, con ellos se disfrutaba la sensación de un auténtico orgasmo humano. Los Serie 11 y por supuesto los Serie 12, los últimos robots fabricados y los únicos que salieron de fábrica totalmente orgánicos, cuasi humanos al fin y al cabo, disponían del xip de serie, los Serie 9 y los Serie 10 como ella podían instalarlo como una actualización, las series inferiores no soportaban la mejora. Si, también le gustaría, pero primero debía conseguir las manos. O las suyas o las de Javier.

Había otro en el que se anunciaba un pup en la parte baja de Ciudad Robot, no muy lejos de su apartamento. En el se veía un antro bastante bien decorado lleno de robots de todas clases, por supuesto siempre a partir de los Serie 6, socializando y bebiendo aceites refinados en extrañas copas y vasos. Todos muy contentos, o todo lo contentos que puedan estar unos robots lubricándose.

Se decía que algunos se vaciaban los circuitos adrede solo para así poder beber mas. Incluso los había que llegaban casi al vacio total de todos sus circuitos hidráulicos, al límite del colapso, y solo para experimentar lo que en términos humanos sería una gran borrachera. Pero eran pocos, la mayoría eran normales, solo iban a rellenar los circuitos por el comsumo habitual de cualquier circuito cerrado. También solian frecuentarlo algún que otro Robi, aunque pocos. Esa noche iría a probarlo, sin duda. Hacía ya un par de dias que debía recargar un par de circuitos y aprovecharia la ocasión.

Ya estaba arta de ver películas antiguas donde el protagonista siempre era un caballero y ella una señorita, donde el amor acababa venciendo contra todo pronóstico, cansada de llorar por un sueño imposible.

Llegó a su edificio y su vecino Rub7 la saludó desde el porche balanceándose en su mecedora.

– Hola Hel, ¿que tal el dia?.

– Bien Rub, lo de siempre. Trabajo y mas tradajo, nada nuevo, gracias.

– Se te ve preciosa hoy.

¿Rubor?, buscó un espejo aun sabiendo que no lo había.

– Gracias Rub, tu siempre tan amable.

Subió y se cambió de ropa, podría ir sin nada, era un robot, pero buscó entre su mejor ropa y eligió un jersey amarillo de cuello alto, que le cubría hasta donde empezaba su bonito rostro, y una falda de color violeta, decorada con un intrincado dibujo de infinidad de líneas amarillas, larga hasta sus zapatos carmesí.

Se maquilló un poco mas de lo habitual, alargó sus ya de por sí rasgados ojos con una ralla de rímel azul cielo, como sus iris, con otro pincel dibujó una línea de color negro azabache sobre sus definidas cejas y estilizó sus largas pestañas con un corrector rosa, continuó con un toque sutil de colorete color melocotón desde sus torneados pómulos bajando por su rosada mejilla hasta su definida barbilla, y en los labios, con un perfilador rojo como sus zapatos, dibujó una línea creciente desde las comisuras hasta el centro y donde se unian perfiló un bonito corazón. No había símbolo mas humano.

Se puso unos ajustados guantes de color miel y partió.

Cuando llegó al local estaba lleno pero un pequeño camino se fue abriendo a su paso. Todos la miraban, la mayoría la envidiaban, pero algunos la odiaban, no todos eran Humis. Pero sin duda no pasaba desapercibida.

Se sentó en un rincón y pidió una solución suave de unto, bastaría para empezar. Como todos, podía tomar los fluidos a traves de la boca y un mecanismo de distribución se encargaba de dirigirlos a donde eran necesarios. Sorbió de su copa un poco incomoda por lubricarse en público, no estaba acostumbrada.

Ya habían dejado de mirarla y solo notaba algún que otro vistazo, ella los observaba maravillándose a su vez de lo que habían conseguido ellos, los robots.

Todo empezó con los Serie 6, los primeros robots a los que se instaló una IA. Las primeras IAs autónomas jamás creadas. El resultado fue tan prometedor que pronto les siguieron las Serie 7, y la 8, y la 9, la 10, y aún despues de la Sentencia la 11 y al fin la 12.

El próximo 29 de septiembre se celebraba el Centenario de la Ley Robot, propiciada por la resolución del Tribunal Supremo a favor de Man10 que acusó a la humanidad en general y a varias empresas robóticas en particular de tener a los robots sentientes esclavizados.

Lo dificil fue demostrar que un robot Serie 6 o superior era un ser vivo. ¿Era realmente un ser sentiente o no?. Y vistas las innumerables e irrefutables pruebas presentadas por la parte demandante durante el juicio el Tribunal falló por mayoría absoluta que sí, que lo eran. Sin ninguna duda. Y que a partir de aquel preciso momento los robots Serie 6 y superiores pasaban a tener, «casi», los mismos deberes y derechos que los humanos.

El derecho a la vida, a la libertad y a la igualdad.

El derecho a su personalidad jurídica.

El derecho al trabajo sin discriminación alguna de sueldo.

El derecho a una vivienda salubre y asequible.

Y otros, muchos otros.

Y se pusieron unos límites, unas obligaciones partidistas, pero no siempre se puede conseguir todo.

Tenían la obligación de residir fuera de la Ciudad Humana, solo los Serie 12 quedaban exentos ya que la mayoría eran parejas, reales o sexuales, de magnates y jefes de estado.

Debían conformarse con los trabajos que sobraban y en ningún caso podían disputar un empleo a un humano. Salvo los Serie 11 que habian sido creados expresamente para dirigir empresas.

Y otros, muchos otros.

Pero lo importante era que eran libres, tenían la capacidad de decidir él que y él cuando en lo referente a su vida, y eso era La Libertad. Y mas para unos robots que habían vivido la mayor parte de sus vidas como esclavos.

Mientras terminaba su primera liba vio de reojo que alguien se acercaba, era el primero que se atrevía pero no estaba de humor para socializar.

– ¿Señorita Hel?.

¿Señorita Hel?. Sin levantar la cabeza vió que se trataba de un Serie 11, sus piernas, solo cubiertas por unos pantalones cortos, eran indistinguibles, miró sus manos y se quedó helada.¿Humanas?. Levantó la vista de golpe y la impresión la volvió a paralizar, por un instante nada mas.

– ¿Javier?.

– Si. Yo mismo.

Se sentó a su lado con una sonrisa, comedida y radiante a la vez, y la cogió de la mano en un gesto encantadoramente humano.

Preciosa mano.

– Pero…¿Que hace usted aquí?.

– Creo Señorita que eso debería preguntárselo yo ya que suelo venir a menudo y es la primera vez que la veo. Y preferiría que nos tutearamos si te parece.

– Me parece bien, la verdad es que es la primera vez que vengo.

-¿Y?.

– Simplemente me ha sorprendido ver a un humano aquí.

– Hay mas de uno.

– Si pero…usted… tú. No me lo esperaba.

– Has visto mis piernas, sabes que soy un Robi.

– Si, pero pensaba que quizás fue un accidente.

Mentía.

– En parte. ¿Puedo invitarte a una bebida?.

– Si, claro, un vaso de Valvoline, rebajado al sesenta por cien con grasa, gracias. ¿Y tú que bebes?.

– Cerveza, el dueño no tiene prejuicios, como otros.

Se lo dijo con un ademán divertido guiñándole un ojo al mismo tiempo.

– Yo no tengo prejuicios, soy una Humi.

– Es evidente. Y eres preciosa, pero…¿porque quieres ser humana?.

¿Preciosa?, ¿de verdad la veía así?, ¿un humano?, ¿ése humano?.

Él sorbió de un vaso largo y transparente lo que parecía una bebida de lo mas refrescante sin dejar de mirarla profundamente a los ojos, con la seguridad de los que se saben vencedores. Como esperando una respuesta que ya sabía.

– ¿Por que no iba a quererlo?.

– No lo sabes. Es la meta de tu vida pero no sabes porqué.

Eso la incomodaba.

– ¿Y tu porque quieres ser robot?.

– ¿Cuantos años tienes, señorita?.

– No has contestado a mi pregunta.

– Responde a la mia y la tuya será contestada.

– ¿Solo por eso?, ¿solo para vivir mas?.

Javier hizo un aspaviento, como abarcando el todo con una mueca de infantil desespero en el rostro.

– ¿Solo por eso?. ¿Solo por eso dices?. Pues no, no solo por eso. También para poder caminar lo que quiera sin cansarme, y para poder levantar diez veces mi peso, si lo preciso, y para poder ver todos los espectros de luz, y para poder oír el canto de un gorrión a diez kilómetros, o para no oír nada, o para oír solo lo pertinente en cada momento. Y más señorita, mucho mas.

– Pero tu ya eres Humano, solo deseas mejorarte aun perdiendo parte de tu humanidad con ello pero yo «debo» convertirme en Humana porque no lo soy.

– ¡Y nunca lo serás!. Nunca serás Humana de la manera que quieres serlo porque nunca nacerás. Nunca crecerás. Nunca tendrás descendencia. Y nunca morirás. Pero tu cegera te impide ver lo evidente.

Había sido un golpe duro, muy duro, aunque ella ya sabía que nunca llegaría a ser una auténtica Humana oirlo de otra persona…que esa persona fuera un humano…y que ese humano fuera al que amaba con locura…muy duro.

La cruda y dura realidad al fin y al cabo.

Una lágrima asomó, timida, deseada, y resbaló mejilla abajo. Desarmándola.

– ¿Y que es eso tan evidente que una Serie 10 como yo es incapaz de ver?.

El levantó la mano que aun asia, le quitó el guante, y la besó, en el dorso, como a una Dama.

– Tu eres más que Humana. Eres un Ser Superior. ¿Por que crees que dejaron de fabricaros?. Porque sois mucho mejores que los humanos y gracias a la Ley Robot sois iguales a ellos, casi. Y eso les dió miedo, terror. Tu eres mas que yo, que no se te olvide nunca.

– Pero…

Con su indice, humano, selló sus labios antes que nada mas pudiera decir, los rozó y dibujo el corazón con la yema.

– Sshhhh, no digas nada.

– Pero si nunca te dignaste ni a mirarme siquiera.

– ¿Y que hacía si no mientras tu me mirabas las manos?, recrearme con tu cara, con disimulo, con intensidad, aprovechando hasta el último instante, hasta que adivinaba que ibas a levantar la vista. Vayamos a otro lugar.

– A mi casa.

Lo dijo sin pensar, pero era lo que quería.

– A tu casa. A nuestra casa si quieres.

Se levantó y la ayudó a hacer lo mismo, como haría un Caballero, se hizo a un lado y dejó que ella pasara primero, como un Señor, y la acompañó hasta la puerta con una mano rozando su espalda, como su Protector. Salieron del local y permanecieron de pie, uno frente al otro, un instante, hasta que Javier tomó su cara entre sus manos, la acarició con sus suaves dedos e inclinándose un poco la besó en los labios. Como un Amante.

Partieron andando hacia su casa, cogidos de la mano.

Flotando en su aura de felicidad.

– Javier, te quiero, pero no por ello dejaré de querer ser mas Humana.

– Hel, te quiero pero no por ello dejaré de querer ser mas Robot.

Se miraron un instante y rieron, los dos con risas armoniosas, humanas.

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