Corazón latente, vida fugaz. El latido va al compas de mi andar y me estremece con tan solo oír esa voz. Es curioso cómo funciona esa conexión, exigente y tolerante, gustosa pero demandante. No hay forma de encontrar el punto medio, si darlo todo es el único requisito.
Truena el cielo, suena la tierra. Las miradas se conectan y la utopía se refleja. Es una lucha constante por abrir los labios y explorar la melodía de las palabras. Conectadas con pulso y corriente, dominadas por turbulencias obvias y frescas, la llamada es fija y la cercanía cuestionable. Lo dije, colgamos, arrepentidos, nos encontramos. Me habla la brisa y me abre paso. No quiero errar pero tampoco quebrarnos en interrogantes.
No hay mejor manera que la ansiedad, nos alerta y hace caminar. La vida se configura y pasamos de jeans a gala. Bailando en el balcón, se paralizan las ventanas del alma. Silencios cómodos en risas camufladas. La verdad siempre ha estado ahí y la tardanza en verla, en nuestras dudas y egoísmo. El día da un empujón y te invita a hacerlo, sin temor al error y con mucha bondad del amor.
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