Obsesión silenciosa

La lluvia saca de mí

una obsesión silenciosa por las ventanas.

Un hombre pasa con un paraguas sin abrir.

Detrás viene otro apurado, con un paraguas abierto,

empapado.

Los paraguas son seres silencios,

que siempre dan la espalda.

Viven encerrados, ocultos, replegados en sí mismos.

¿Debo soportar la lluvia?,

¿debo amar la humedad?,

¿debo estar en la otra orilla para alcanzar la gracia del agua?
Llego a mi casa, cojo una toalla y seco mi frente,

voy hacia la ventana,

pasa el hombre con el paraguas cerrado,

la lluvia no lo moja y me digo, y a ti qué te importa que se moje.

La lluvia saca de mí una silenciosa obsesión

me hace estar pendiente de la ventana,

y sin saberlo, sin darme cuenta, he perdido, una a una

cada primavera.

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