Viajes y causas feministas ( Hªs. alrededor de Laura).

Viajes y causas feministas ( Hªs. alrededor de Laura).

Ahora comemos galletas TostaRica unidas a la causa feminista mediante dibujos de los rostros de las mujeres más influyentes en el movimiento por la igualdad a través de los ojos de la artista y activista Yolanda Domínguez en tal escaparate para concienciar a la sociedad sobre la equidad de género y, qué mejor modo que jugando y desayunando; las galletas Cuétara han conseguido generar gran expectación sobre los tuiteros. Junto a tanto rostro reconocido, la idea se expande a otras caras de mujeres, quizás más anónimas, pero, siempre, ejemplo de superación y, entre ellas, nuestra joven Laura, que, evidentemente, crece. Tras sus tempranos estudios sobre Turismo y Arte, viajera de corazón, se convierte en travel blogger, su propia gestora de » Visado sin destino». Laura, terca y poderosamente empecinada, no deseó entregarse a una carrera profesional larga ni esperar a las órdenes del jefe de turno en un trabajo de burocracia e impersonalidad; ya sabía conducir a la perfección antes de sacarse el carné oficial pero tampoco quería un automóvil sofisticado sino, en todo caso, un buen todoterreno con exención de miedo alguno a otros medios de transporte, avión incluido. La pareja estable o, algo más tarde, un posible matrimonio con varón y maternidad, hoy por hoy, para ella significaba cierta cortapisa en cuanto a sus presentes y futuros deseos. Lo que realmente le hacía vibrar era el viajar, con imágenes, relatos, artículos y guías, única meta para la cual se apropiaba de dinero. Sentía la necesidad de compartir todo lo aprendido allende los mares inspirando a otros y a planificar una supuesta y paciente vuelta al mundo. Su amigo Lucas, una eminencia, le facilitó La Pulsera Viajera, de silicona, con más de 14 símbolos universales que resumen las necesidades básicas de cualquier viajero en relación a comunicarse en países de difícil idioma con solo indicar lo que buscan, sin obviar las guías básicas de traducción en situaciones concretas o, más o menos, frecuentes. La pulsera adquirió tal impacto que, con el permiso de su colega, se vio, a través de su venta online, absolutamente ligada a la industria del turismo y del comercio mediante internet; salir de su zona de confort para luchar por lo que soñaba, con su blog de viajes y su tienda en la red a la que se añaden otros muchos prácticos e interesantes artículos para un fructífero y constructivo viaje. Así que, Laura, recomienda encarecidamente a otros que se atrevan en pro de sus sueños, que las puertas, solas, empezarán a abrirse, que, siempre, es el comienzo de algo más. Laura llega, por tanto, al corazón de París, género literario en sí enttrando justo en el lugar donde Hemingway perdió, literalmente, sus papeles, sus manuscritos, en la Gare de Lyon, donde llegan los trenes de alta velocidad y refugio gastronómico de bohemios como Cocteau o Gaben; cruzar el Sena hacia Louvre o hacia las antiguedades de ocasión del Barrio Latino. En St- Germain se encuentra el café frecuentado por Sartre y Beauvoir u Oscar Wilde en Montparnasse. Gracias a Víctor Hugo, Marais se ha convertido en el Notre- Dame más vanvuardista en cuanto a cultura, arte y, como no, moda; ciudad de las luces donde el tiempo se convierte en alondra, leyendas, palacios, jardines, leyendas, Eiffel, la Concordia, abrazo de cigüeñas, eternidad atada a tu cintura; desde París, con Amor viajero.

Ligada espiritualmente a la Semana Santa, Laura se planta en la isla de Capri, al sur del golfo de Nápoles, de difícil acceso a no ser que se cuente con un magnífico yate. La isla recibe su nombre por las cabras que aún pueden verse en una geografía escarpada que combina mar y montaña; descanso de Octavio Augusto y de Tiberio, se ordenó construir La Casa de Júpiter, con calizas y cuevas Faraglioni rodeadas del sol luminoso y del azul impactante del mar Tirreno. Con motorino y, en Anacapri, se encuentra un suelo de azulejos con reflejos de animales y unicornios, conjunto sublime entre el barroco y el rococó, más Caravaggio, Doce & Gabanna, Mariah Carey y perfumería Carthusia; más Amor viajero.

Pasado San Valentín, Laura nos descubre sus lugares favoritos para vivir el romanticismo en España: las casas colgantes ante el precipicio en ambiente medieval de la joya de Cuenca; el paraíso sentimental, humanizado y de ensueño, de Ibiza; la Ronda señorial; Teruel y sus amantes; el destino cultural de los jasrdines del Generalife y de La Alhambra, en Granada; elegante, Sevilla; la blancura y las cúpulas azul claro del Santorini español, Altea, en la Costa Blanca de Alicante; San Sebastián, con su playa de La Concha y gastronomía integral; Ribadesella en Asturias o, la Isla Bonita de Santa Cruz de La Palma; más y más Amor viajero.

Seis de la mañana. Lina se calza las pantunflas que su marido, Lagun, le regaló en un arrebato de ingeniosa generosidad. Cesa de mirarse sus pronunciadas ojeras ante el espejo y se dirige al aseo sigilosamente para no despertar, ni a su esposo, ni a sus hijis, hoy todos en casa, Leticia, la mayor, Laura y, el más pequeño, Aritz. Lina prepara el desayuno de cada uno y, de repente, se acuerda que, ese día, también duerme su madre, la abuela de Laura, Laurabuela que da poco trabajo y, además, divierte. Aritz baja las escaleras a trompicones, mediodesayuna y sale raudo por la puerta con una mochila más grande que él todavía. Las risas de las niñas mitigan su migraña y, calculando el tiempo, podrá librarse del atasco camino al trabajo. Cuando Lina regresa, agotada, prepara la cena. Es el Día de la mujer trabajadora; ellos no tienen un día del hombre trabajador porque se da por sentado y, lo anormal, todavía, es lo suyo. Cuenta a Aritz que, aún, a las mujeres se les exige el doble en el trabajo y, además, ser buana madre y, a ser posible, esposa. Lina termina sus gestiones al portátil y programa la alarma del móvil como despertador para el siguiente día, día que ya no será el de la mujer trabajadora. Leti y Laura tendrán, con suerte, una lucha más alegre y liviana, plena de Amor incondicional.

Para Laura, viajar es dejar aparcada la casa por un tiempo, llegar a otras puertas añorando la calma pero dejándose llevar, volverse mundana, conocer la diferencia y volver a empezar extendiendo la mano, aprendiendo de la gente y de la soledad; dornir en otra cama y sentir, más que nunca, que el tiempo resulta, siempre, corto; más, más y más Amor viajero.

Gracias mil,

kf/SS. marzo, 2018.

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