JUSTICIA ILEGÍTIMA
En el sistema criminal de justicia de la ciudad de Mar del Plata, algunos representantes de la ley tienen una mentalidad especialmente perversa.
Todo individuo es considerado culpable, aunque se pueda demostrar lo contrario.
Esta es mi historia.
ALGUNOS NOMBRES HAN SIDO OMITIDOS O
ABREVIADOS PARA SALVAGUARDAR MI SEGURIDAD.
I
Cuatro de Julio, una fecha con reminiscencias de Libertad, por aquello del Día de la Independencia en los Estados Unidos, irónicamente para mí se convirtió en todo lo contrario.
En el pasado, el sistema de justicia no me representaba más que un ente existente que no me afectaba ni dejaba de hacerlo. Personalmente nunca requerí de sus servicios, si bien sabía de su existencia en caso de precisarlos, por cualquier acontecimiento que se pudiera suscitar en el transcurrir de la vida: un trámite, un litigio legal, una denuncia cualquiera fuera su causa, por citar algunos ejemplos. Simplemente, me era indiferente.
Siempre supe, por la educación que me brindaron mis padres primero y a través de la formación del sistema escolar después, que todo ciudadano tiene derecho a acudir a la justicia cuando se considera afectado de alguna manera.
Nunca imaginé, que sería ese mismo sistema el que vulneraría todos los derechos de mi padre provocando su muerte en consecuencia; el que encarcelaría a mi madre sin siquiera una orden judicial; el que literalmente me dejaría sin trabajo y sin sustento de la noche a la mañana; el que me amordazaría de tal manera, que no pudiera defender a mis padres, ni defenderme.
Como el lector bien puede imaginar, mi percepción de la justicia hoy ha cambiado radicalmente.
Mi percepción de la justicia como tal, hoy es nula.
II
Al momento de escribir estas palabras, el sistema judicial me representa un ente amenazante en el que no puedo confiar y del que tengo que protegerme para que no me alcance, no porque yo falte a la ley, al contrario, sino porque he comprobado que es una gigantesca maquinaria que destruye todo lo que toca a su paso, incluso la vida.
Cuando los magistrados que supuestamente representan la imparcialidad, son quienes actúan como guionistas, policías, fiscales, médicos, jueces y verdugos a la vez, amparándose en la imagen de Cristo crucificado a sus espaldas como respaldo moral a sus veredictos, o tal vez como mensaje de escarmiento al libre pensamiento, la inmoralidad y la corrupción han calado hondo en el sistema judicial.
Cuando los magistrados que supuestamente representan la imparcialidad, no hacen más que seguir el guión del fiscal y sus arbitrarias acusaciones, impidiendo hablar a los testigos que no le resultan convenientes y sesgando el derecho a la defensa de los imputados, podemos considerar que todas nuestras garantías como ciudadanos de un país que dice llamarse democrático, corren verdadero peligro.
No quiero generalizar haciendo pagar a justos por pecadores, porque considero que siempre hay excepciones, pero lamentablemente mi experiencia me ha llevado a conocer casos puntuales de funcionarios de esta ciudad, que olvidando que son simplemente empleados públicos al servicio del ciudadano, se erigen en guardianes de una ley, una justicia y una moral, que ellos mismos no aplican ni practican, y solo llenan obscenamente sus bolsillos a costa de la miseria y la vida de los demás. El accionar de dichos funcionarios, me ha dado a entender que todo ciudadano de a pie, corre peligro de caer en la telaraña judicial sin posibilidad de escapar de ella, a menos que haya dinero, bienes e intereses políticos de por medio.
III
«Bienvenido al sistema judicial penal,
donde la verdad no es lo importante».
Siete Segundos
Las denuncias no se investigan ni se evalúan seriamente y sólo se les presta atención, cuando se las considera potencialmente importantes como para formar un expediente. El fiscal arma una causa basándose en dichos y no en pruebas tangibles, haciendo gala de su escritura creativa. Imaginando teorías e hipótesis, como si de un ejercicio de inventar historias a base de imágenes secuenciales se tratara, ejerce un poder malsano sobre otros seres humanos repartiendo acusaciones arbitrariamente, adaptando todas las declaraciones y pruebas que recolecta(o si no las hay las inventa) para que encuadren en la causa que impulsará su carrera. Todo ello bajo el pretexto de proteger a las víctimas, pero sin el más mínimo interés en hacerlo.
En complicidad con los jueces con los que trabajan codo a codo, cocinan una jugosa causa que les quede a la medida de sus ambiciones y se embarcan en una fanática cruzada, que les permita utilizar todas las herramientas que la ley les facilita manipulándola a su antojo, para llenar sus expectativas y sus bolsillos. A partir de este punto, todos los representantes del sistema judicial, cada uno con su ego a cuestas, se engarzan en una lucha feroz de competencias y poderes en torno al acusado, en la cual este último no es importante y el descubrimiento de la verdad, menos.
Y es que para el propio sistema judicial, el concepto de justicia o búsqueda de la verdad, no existe. En teoría se basan sólo en lo que se puede probar. Si aún eso no les conviene, lo manipulan de manera que se adecúe a sus intereses.
Concretamente, el sistema judicial que me ha tocado conocer, es una burla, una red brutal de corrupción hipocresías y mentiras, entretejida por todos los personajes que lo componen, que se benefician o perjudican entre sí según su necesidad y circunstancias. No es más que un lucrativo negocio donde todos ganan, menos el acusado.
Es inconcebible, ver cómo por temor a la opinión pública o por una ambición personal, se abusa de un sistema que en vez de emplear su tiempo y sus recursos en víctimas reales con problemas reales, es voluntariamente distraído con engaños, falsos testimonios y morbosas habladurías que son propios de una sala de espera de peluquería, o de un programa sensacionalista de televisión y no de la sala de un tribunal.
Pero la justicia es como es, un sistema creado por seres humanos, por lo tanto, imperfecto, pasible de errores manipulación y corrupción. No es mi intención iniciar una cruzada contra un sistema que si bien es imperfecto, pienso se puede mejorar y depurar, sino exponer a la vista pública los daños irreparables que dicho sistema provoca, cuando es utilizado por gente sin escrúpulos, con capacidad ilimitada para la manipulación y la mentira.
IV
En el momento en que una persona cae en la red judicial, desde el primer funcionario que toma la causa, pasando por el periodista que publica la noticia y por cada organismo que deba involucrarse en el proceso, hasta llegar a los jueces que sentencian, se atribuyen el derecho de vulnerar toda garantía que proteja al individuo, arrastrando por el lodo la presunción de inocencia, confirmando que todo ciudadano es culpable hasta que se demuestre lo contrario y muchas veces, toda esperanza de hacerlo se desvanece.
La imagen sigue siendo la misma que aquella que hoy conocemos por las películas, donde se congregaban en la plaza pública para ver colgar, torturar, decapitar o quemar al acusado, vitoreando a los cuatro vientos el nombre de la justicia, pero guardando dentro de sí, la hipócrita cobardía de no encontrarse en los zapatos del imputado.
Cambiaron las modas y los escenarios, pero la intención sigue siendo la misma y el temor también.
Una vez que el fiscal formula su acusación, no importa si basado en pruebas o no, ya no hay vuelta atrás. El único punto de vista que habrá a partir de ese momento será el suyo, en nombre de la defensa de la víctima. Desde ese momento, comienza el sesgo del discernimiento y el libre análisis. policías, peritos de parte, abogados de defensa técnica, jueces, periodistas y luego la sociedad en general, entrarán en el ciego túnel que tanto conocen en el sistema legal, para señalar, etiquetar y linchar a todo nivel al acusado, que puede o no ser inocente, pero ya no habrá manera de saberlo. El mentado túnel se irá cerrando cada vez más en torno a los personajes que participan en la causa, y entre todos, cada uno con un pequeño o gran soplido según corresponda a su investidura, avivará el fuego que queme hasta las cenizas, al ser humano que está siendo juzgado.
En un intento mal llevado, de corregir errores de otros tiempos, las víctimas han pasado de no tener voz ni voto, a ser totalmente incuestionables, lo que pone en peligro a cualquier ciudadano y al propio sistema de justicia en sí, ya que pierde su supuesta seriedad y respeto y se convierte en una mera cacería de brujas. A la vez, el doble discurso de los representantes del sistema judicial, deja de manifiesto que toda víctima lo es, mientras se ajuste al relato llevado por la fiscalía. Aún sin serlo, el sistema me etiquetó como víctima, pero como no me presté al juego de la mentira desde el comienzo de la causa que denuncio aquí, me vieron y trataron con sospecha, y utilizaron todo tipo de manipulación psicológica, para doblegar mi voluntad a sus intereses. No lo lograron.
V
En muchos casos, las causas se arman a base de relatos que en su mayoría carecen de pruebas fácticas y desde el inicio, se les asigna una carátula condenatoria, que literalmente marcará al imputado hasta el fin de sus días. De acuerdo a la gravedad que dicho título encierra, a la cantidad de supuestas víctimas y a declaraciones de veracidad no comprobada, se cita jurisprudencia de aquí y de allá, se interpretan actos, frases y palabras (que para usted y para mí son cotidianos) según manuales de psicología criminal y se le da un giro lo suficientemente horroroso, para que concuerde con la carátula inicial. Durante todo este proceso, se llenan hojas y más hojas de palabras que se repiten una y otra vez, donde los escribientes no tienen idea de quiénes son los personajes citados, pero crean y afirman un guión que dan por cierto, plagado de errores ortográficos y gramaticales, que de tan confuso se vuelve contradictorio.
De esta manera, se llenará la mayor cantidad posible de fojas, dando forma a un voluminoso expediente que contenga la mayor cantidad de cuerpos, que luego ningún juez leerá, pero sí emitirá una sentencia según lo que su secretario, de acuerdo a la imaginación del fiscal, adornará y relatará.
Basándose en el volumen de dicho expediente y en el resultado de un perverso cómputo matemático de fórmulas y códigos legales, el juez, cual científico de la ley, concluirá: a mayor cantidad de fojas, más severa la sentencia.
Luego se apelará en Casación cualquiera sea la decisión, repitiendo nuevamente todo lo escrito para seguir aumentando el volumen del expediente (que vaya uno a saber cuánto árbol se sacrificó para tanto papel inútil) y nuevamente, los jueces no lo leerán, pues pedirán “breves notas” a las partes, que los ayuden a comprender tanto derroche verborrágico.
Una vez más, los jueces basarán su sentencia en la gravedad de la carátula, la cantidad de supuestas víctimas y palabras escritas. Evaluarán cómo pasaron la noche, cómo amanecieron, si el juez de la causa goza de su simpatía personal o política y emitirán una sentencia que no perjudique sus carreras y que les haga quedar bien con la opinión pública. Con algo de suerte, puede que su decisión les sirva a las víctimas o al condenado, pero eso es irrelevante.
En medio de todo este proceso, el imputado será arrojado al sistema penitenciario para su contención y «rehabilitación». En lo que respecta a los imputados en la causa que denuncio, encarcelaron de manera preventiva a gente adulta mayor, con problemas de salud, de los cuales el menor tenía más de sesenta años. Gente que jamás violó la ley, que trabajó toda su vida basándose en la honestidad como lema de todas sus actividades y que se encontraba trabajando activamente al momento de su detención. Gente que ha llevado una conducta de vida intachable, como bien han podido constatar todos los funcionarios de los penales donde llevan presos sin condena firme, hace más de cinco años. Gente culta e intelectualmente preparada, con estudios, que han trabajado incansablemente, que han llevado adelante negocios exitosos y de la noche a la mañana, se vieron despojados sin motivo de sus vidas. Los juzgaron y condenaron públicamente sin que aquellos que los juzgaban, siquiera los conocieran y los arrojaron literalmente en la cárcel, para que no se fugaran ni entorpecieran “la investigación”, ni amedrentaran a las “víctimas”, cuando lo cierto es que quienes fueron amedrentados por estas supuestas “víctimas” por más de 25 años, fueron los imputados y sus familias.
Todos ellos fueron víctimas de falsas acusaciones e imputados por cargos ridículos, como por ejemplo el “acopio de armas” que le endilgaron a un hombre que las aborrece y que no sabría distinguir un gatillo de un percutor. Cuya pasión son los números y la filosofía. Un hombre que fue juzgado porque decían que pertenecía a un “grupo de yoga”, pero irónicamente, en la cárcel, los directivos le dieron un puesto en Educación para que los ayudara a preparar a los alumnos e impartiera clases de Hatha Yoga a los internos, cosa que realizó por ser instructor y contar con el aval y la autoridad que le da la escuela de mi papá.
Los cuatro fueron encerrados con la población general de un penal de máxima seguridad, donde sin desmerecer ni juzgar a quienes allí están alojados, los expusieron a todos los peligros que eso conlleva.
El amigo de toda la vida de mi papá, quien hoy sigue preso, nunca fue atendido por ninguno de los departamentos del penal, salvo por algún que otro médico cuando él pedía las audiencias, pero nunca lo llamaron a una junta de evaluación, ni judicial, ni de criminología para conocer su historia. En cinco años, no le dieron una simple atención odontológica a pesar de todas las audiencias que solicitó. Y lo peor, llevan postergándole una cirugía desde hace más de un año, sin haberle dado la debida atención médica, lo que lo lleva a vivir en un cuidado permanente para no complicar su situación.
Una vez presos, el sistema ciego, apático y sordo, activa todos los engranajes que someten al procesado para que reconozca su culpabilidad, aunque sea inocente. En el caso de mis seres queridos esto no prosperó.
Dicen que las cárceles están dirigidas a reformar y reeducar al preso. Pero la realidad es que las cárceles, al menos las que vi, son centros lucrativos de negociados en torno al interno, centros de detención castigo y muerte, disfrazados de democracia. Durante el tiempo de su estadía en prisión, en lo que se refiere a mis familiares, debieron soportar la condena de la sociedad (aunque su condena judicial no está firme) cuyos individuos juzgan al semejante porque es más fácil que juzgarse a sí mismos. Debieron arreglárselas como pudieran, por sus propios medios y en este caso, contaron siempre con el apoyo de su familia. Debieron subsistir como sea ante la falta de médicos, de ambulancias, caminando sobre algodones para que nada les pasara a modo de medicina preventiva y aplicar sus propios conocimientos, para sobrellevar la salud lo mejor posible y rogar que no los llevaran al hospital de la prisión, porque eso significaba el abandono y la muerte. Sufrieron la falta de atención en todo sentido, de mantenimiento de las instalaciones, la falta de calefacción en invierno o refrigeración en verano, o la temperatura del agua caliente sin regular, así la piel se les cayera a pedazos. Durante un tiempo, los que podían trabajar fueron mantenidos en negro, con tal de no pagarles lo que correspondía a sus horas laborales. No podían recibir ayuda económica, por lo menos al comienzo, simplemente porque el juez de instrucción se ocupó de que sus familiares no pudieran trabajar para enviarles dinero. Obligadamente debían depender de los negociados de la cantina de la prisión, donde les cobraban el doble o más de lo que realmente cuesta un producto en cualquier supermercado. A pesar de ya haber pasado hace muchos años por la etapa escolar, debieron volver a estudiar como si de niños se tratara, siendo “recompensados” de la misma manera infantil, por ejemplo, nombrando abanderada a mi mamá. Este entretenimiento, ya que en ese ambiente no hay otra cosa útil que hacer, de paso les servirá para conseguir estímulos que reduzcan su condena, o les dé ciertos beneficios a la hora de una domiciliaria o una condicional, si acaso el juez se los quiera otorgar, de acuerdo al pie con que se levante.
El preso vivirá en el mundo de las decisiones ilógicas y absurdas, impuestas por el pensamiento general de aquellos que lo custodian, quienes lo tratarán como un “paquete”, lo condenarán consciente o inconscientemente y le aplicarán los «castigos» que ellos consideran que merece porque, «si está allí, algo habrá hecho». Será sometido al sojuzgamiento y condena del servicio social y recibirá visitas de Procuración Penitenciaria, cuyos funcionarios llenarán libros de teorías, gráficos y estadísticas para presentar en el Congreso, pero en la realidad no solucionarán nada. Al día de hoy, los distintos departamentos del penal, se han dado cuenta que tanto mi mamá como sus compañeros de causa, son personas que tenían una preparación intelectual y laboral previa a su encierro, lo cual escribieron en sus informes de evaluación porque de alguna manera, les llamó la atención.
Al término del tiempo cumplido, o al momento del cómputo para una salida transitoria, si el preso no enloquece antes o muere en prisión por abandono de persona, será evaluado por juntas de médicos que no lo atienden, que no se ocupan ni conocen su situación de salud, o si lo hacen, no pueden llevar a cabo su trabajo como quisieran por falta de insumos; educadores que no enseñan o envidian el coeficiente intelectual del interno, o en el mejor de los casos, no cuentan con las herramientas adecuadas para instruir; psicólogos que no saben siquiera lo que pasa por sus propias mentes salvo el salario que ganan por ocupar su asiento; asistentes sociales que juzgan al interno de acuerdo a la carátula de la causa, mas no por la evaluación del ser humano en sí, harán todo lo posible por dificultarle las cosas y hasta llegarán a aislarlo de su familia, así eso le signifique la muerte.
Entre todos ellos decidirán si después de haber sometido y convertido al interno, lo han reformado exitosamente para ser reinsertado en la sociedad o no y llenándose de orgullo, endilgarán los conocimientos y preparación previa de los imputados, a su sistema de “rehabilitación”. Entonces pasarán informes no vinculantes al tribunal y vanagloriándose de sus “logros” dirán: «el sistema funciona».
VI
No busco con este escrito un beneficio económico o los trillados “quince minutos de fama”, si así fuese acudiría a los medios de comunicación masivos, que justamente por ser masivos, no son imparciales ni confiables. No son más que un arma de doble filo, dispuesta a ser utilizada por el más poderoso, para obnubilar a quienes de ellos se alimentan. Como dije anteriormente, simplemente escribo estas palabras con el objeto de poner al descubierto la verdad detrás de cada mentira en esta causa y que, hasta la fecha, se me ha negado la oportunidad de contar. Tampoco busco quedar bien en público, ni la aceptación de la sociedad. Me criaron en la conciencia de que la mentira está mal. Desde ese punto de vista, permitirla es inmoral y me convertiría en cómplice. Además, escribo por aquello que dijera Edmund Burke: «Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los hombres de bien no hagan nada.”
A lo largo de los años que a mi familia y a mí nos ha tocado vivir esta circunstancia, he aprendido que dentro de un marco procesal la verdad no tiene cabida. Así quedó demostrado en el momento y el lugar que pensé correspondía invocarla, el TOF de Mar del Plata. Fue el presidente de la sala quien, tergiversando la ley a su conveniencia, obligó a callar a uno de los testigos de la defensa que se presentó a declarar y junto con el fiscal, acusaron de falso testimonio y socarronería, a la mayoría de quienes hablaron a favor de mis padres y seres queridos. La realidad, es que fue el fiscal quien humilló, destrató y se burló de los testimonios y la impecable conducta de cada una de las personas, que con toda la gravedad que un caso penal conlleva, se presentaron voluntariamente para poder desmentir tanta falacia. No fue posible.
Y es que un juicio no se trata de la búsqueda de la verdad. Consiste en seguir una corriente de pensamiento, en la que el imputado no tiene otra posibilidad más que la culpabilidad y ninguna de las partes puede salirse de dicho caudal, porque corre el riesgo de naufragar.
VII
Pero a pesar de todo lo narrado en estas páginas, no son los «funcionarios de la ley» los que pusieron a mis padres tras los muros en el “cumplimiento de su deber”. No son ellos los verdaderos artífices del peor fraude criminal del que tengo conocimiento en la ciudad de Mar del Plata, si bien han sido quienes en una vorágine infernal de fantasiosos alegatos, con fines económicos y de usurpación de bienes, formaron una causa sin una sola prueba que la avalara.
Muchos son los personajes que participaron en esta historia. Todos y cada uno son responsables de su trágico desenlace, puesto que, en mayor o menor medida, todos tuvieron un papel en esta lamentable y criminal tragicomedia, en esta miserable feria de vanidades.
No guardo odio, rencor, ni sentimientos adversos hacia ninguno, ya que son esos sentimientos los que envenenan el alma y dañan el cuerpo. Escribo porque considero necesario e importante, exponer a la luz pública el fraude que se comete en nombre de la “justicia” en casos como el que hoy doy a conocer.
Por ello, con la sola intención de poner las cosas en su justo lugar, hoy tomo prestadas las palabras de Emil Solá cuando tituló:
YO ACUSO
Al juez de instrucción, que arremetió sin una sola prueba y ordenó un allanamiento, basado en habladurías de jaurías hambrientas de odio sin sentido.
Un juez, que mientras mantenía vigente el secreto de sumario, comentaba el caso en charlas banales fuera de los juzgados con civiles que nada tenían que ver con la causa, mientras que a la defensa le prohibía el acceso al expediente.
Un juez que pergeñó la detención de mi madre sin un acta, sólo a través de una orden emitida por su secretario telefónicamente, sustentado en débiles pretextos, porque carecía de pruebas contra ella.
Un juez que no tuvo miramientos en arrancar de su hogar a mi padre, quien tenía su movilidad reducida y se encontraba postrado en cama o en su silla de ruedas, para detenerlo por supuestos crímenes que nunca cometió. Y así, convirtiéndose en verdugo, lo condenó a muerte desde el momento en que lo encarceló al haberle negado una y otra vez, todas sus garantías y derechos humanos.
Un juez que utiliza a sus lacayos de seguridad, para detener a jubilados que están pasando la madurez de sus años en tranquilidad y en familia, en vez de enfrentar a ladrones y asesinos de los que tanto se queja la sociedad, por cobardía y porque significaría mucho esfuerzo y aumento de salarios.
Un juez que se aseguró de dejarme sin trabajo y sin sustento, no sólo para impedirme pagar una defensa digna para mis padres, sino para convertirme en una víctima vulnerable dependiente del Estado que encajara en el perfil de la causa en cuestión.
No le resultó.
Al fiscal federal que de defensor de víctimas no tiene nada, pero sí mucho de guionista y libretista.
Un fiscal que inventó sectas donde no las hay, más allá de la que él conoce por formar parte.
Un fiscal que convirtió viajes y reuniones familiares, en aquelarres de grupos coercitivos y transformó cooperativas en sectas diabólicas.
Un fiscal que inventó viajes en aviones privados cuando existen los pasajes en vuelos comerciales que lo desmienten.
Un fiscal, que de alguna manera manipuló documentación de migraciones, para atribuirle viajes a mi padre al exterior del país en el año 2017, cuando su pasaporte comprueba a las claras, que su último viaje de ingreso al país, lo realizó en el año 2010 y nunca más volvió a salir.
Un fiscal, quien dijo “congelar” cuentas bancarias en el año 2018, cuando la realidad es que la única cuenta de ahorros estaba cerrada por falta de fondos hacía diez años por lo menos, ya que mi papá todo lo había invertido en su familia y seres queridos.
Un fiscal y otros como él, que acusan según su miopía y reflejan su propia corrupción e inmoralidad en el blanco de sus acusaciones.
Al juez del tribunal, que se erigió a sí mismo en médico y erró en su proceder o tal vez lo hizo a posta, provocando la muerte de mi padre, y luego dictó una sentencia de grandilocuentes palabras huecas, para justificar sus injustas y arbitrarias acciones.
Un juez prejuicioso, quien haciendo uso de sus cualidades machistas y racistas, menospreciaba, amenazaba y levantaba la voz a las testigos femeninas, porque éstas no decían lo que quería oír, o se iban del argumento que quería encuadrar en su perversa acusación.
Un juez, que violando garantías constitucionales básicas, le negó a mi madre su derecho a la palabra durante el juicio oral, con el pretexto de que ella «no podía defenderse».
Un juez, – porque quien a fin de cuentas, el único que tomaba las decisiones era el presidente de la sala, y sus pares no hacían más que dormir o sacudirse la resaca durante las audiencias y afirmar como quien le sigue la corriente a un loco-, que condenó “ejemplarmente” a los acusados, aun cuando carecía de pruebas en su contra.
Al asistente del fiscal que llevó el juicio, quien enfermo de ambición y codicia, se le hacía agua la boca en entrevistas de televisión en la puerta del inmueble a usurpar. Quien sumando años de sentencia por cargos ficticios, pedía “condenas ejemplares” contra presas fáciles, como lo son una mamá de 72 años que dedicó su vida a su familia, un hombre de casi 77 años que lo único que hizo fue trabajar decentemente toda su vida y contra otro adulto mayor más, -quien en ese momento era recepcionista en el establecimiento en el que trabajaba-, porque no le da la talla para enfrentarse a criminales de verdad.
A supuestas licenciadas en higiene mental que de higiene no tienen nada y sólo embarran los testimonios a su conveniencia, regodeándose en el dolor de los demás, para satisfacer su onanismo mental y llenar sus miserables vidas. Quienes bajo el pretexto de contener a las víctimas, les ofrecen subsidios extorsivos si se declaran como tales.
A psicólogas mediocres de dudosa reputación, falta de carácter y profesionalidad, quienes basándose en estadísticas de manual, encontraron sospechosa toda clase de relación que yo pudiera mantener con mis
padres y seres queridos, bajo una mirada velada por sus propios prejuicios y resentimientos.
A testigos de la fiscalía que nadie conocía o que hacía más de cincuenta años que no tenían contacto con mi familia, quienes basándose en un guión, se presentaron en el tribunal para conseguir publicidad para sus negocios, o la jugosa tajada que los autores de la denuncia les prometieron.
A licenciadas sociales del penal, que hicieron todo lo posible para favorecer el abandono de persona al que fue sometido mi padre, lo cual desencadenó en su muerte.
A médicos y enfermeros de penales y hospitales públicos, quienes por omisión o comisión, olvidando su juramento hipocrático, si acaso saben o recuerdan qué es, violan sus propios principios prejuzgando a los internos convalecientes y librándolos a su suerte, los abandonan hasta morir.
A los funcionarios del penal y sus jefes, quienes les niegan la atención médica a los internos y falsean datos ante los tribunales, con el único fin de cuidar sus traseros.
Quienes, entre otros, impiden la entrada de ventiladores para los internos así se mueran literalmente de calor, excusándose en la falta de presupuesto y la deficiencia de las instalaciones eléctricas del penal, pero al mismo tiempo, instalan equipos de aire acondicionado en sus oficinas, para refrigerar su apática comodidad.
A algún policía de poca monta, quien erigiéndose en médico y superhéroe, además de decir durante el juicio que mi padre fingía su enfermedad, relató historias imposibles de visión omnidireccional, para ascender en su frustrada carrera y durante el allanamiento, admitía desvergonzadamente que eran ellos quienes fabricaban las pruebas para encarcelar a un individuo.
A miserables pseudo periodistas que impulsan sus ascensos pisoteando la vida y la muerte de la gente. Quienes expusieron al escarnio público a mi familia y seres queridos, como si una causa judicial les diera carta blanca para difamar y calumniar. Cobardes, que ocultos detrás de sus dispositivos de publicación y ensuciando la libertad de expresión, utilizaron el nombre de mi padre luego de su fallecimiento, para achacarle supuestas declaraciones que nunca emitió, sobre gente que nunca conoció, con la intención de competir y comparar sus mediocres artículos mal escritos, con casos importantes de la capital y así llenar sus tabloides amarillistas de baja estofa.
A documentalistas y cineastas de cuarta, que buscan llenar sus bolsillos con “dramáticas historias” de ridículas heroínas de ficción y lágrimas de cocodrilo.
A representantes de la iglesia católica, quienes olvidando la caridad y compasión cristiana que tanto pregonan, se volvieron ciegos sordos y mudos ante las súplicas de ayuda, pero acudieron ávidos de dinero cuando los convocaron en vulgares circos mediáticos.
A un abogado de cerebro alcoholizado, que se llenaba la boca tomando café de arriba y hablando de los ideales del cooperativismo, pero en los momentos clave siempre estaba ausente. Un abogado que salió corriendo a ocultarse tras recibir amenazas del juez de instrucción y por su propia cobardía. Un abogado que, abusando de la buena fe de una señora jubilada, miembro fundador de una cooperativa, quien le prestó su departamento sin cobrarle alquiler a cambio de su asesoría legal a la cooperativa en cuestión, irrespetando el contrato amistoso, ocupó el departamento más allá de la fecha de su finalización, no pagó un solo servicio, intentó usurparle el departamento como un ocupa y luego la atacó y amenazó utilizando sus argucias de leguleyo, cuando la señora le inició un juicio por desalojo.
A supuestos “amigos” que se autoproclamaban “hermanitos del alma”, o quienes decían que gracias a mi papá podían vivir dignamente; quienes compartieron nuestra mesa y nuestras historias familiares, quienes habiendo sido valorados por única vez en sus vidas como seres humanos ante todo y profesionales después, por cobardía, comodidad y para no perder la aceptación de la sociedad, prefirieron creer la mentira y negar la amistad que mi papá incondicionalmente les brindó. Ninguno de ellos puede decir que alguna vez mi papá les pidió algo a cambio.
Y por último, pero no por ello menos importante, a los verdaderos culpables: los querellantes, quienes sin haber sido peritados ni una vez, para constatar alguna de las falsas acusaciones que salieron de sus bocas, prefirieron olvidar la vida plena y feliz que llevaron en familia y conscientemente se dejaron llenar la cabeza por la envidia, el odio y el resentimiento. A todos y cada uno, responsabilizo por la muerte de mi padre, la detención y exposición al manoseo y al escarnio público de mi madre y mis seres queridos. Mintieron a conciencia en cada una de sus denuncias, ante la promesa de un resarcimiento económico y la esperanza de «un buen negocio». Vendieron el alma, vendieron a quienes les dieron todo en la vida desde la vida misma; vendieron a quienes les dedicaron su tiempo y cada moneda ahorrada con su trabajo, para que a ellos jamás les faltara nada, sin malcriarlos, sino enseñándoles a ser hombres y mujeres libres. Jamás mis padres permitieron que pasaran hambre, frío calor o necesidades y sin embargo, en un acto de ruin vileza, expusieron a mis padres a todas las situaciones y peligros que ellos jamás tuvieron que sufrir, bajo el ridículo pretexto de haber sido obligados a nacer y llevar una vida que no eligieron. Quienes habiendo vivido como reyes, se rebajaron al grado de parásitas alimañas y asesorados por viciosos leguleyos de mala fama, en un arrebato de ira, no dudaron en autoproclamarse “víctimas” para dar rienda suelta a toda su perversidad, guiada por la codicia, la envidia, los celos no digeridos, el rencor y el resentimiento del capricho no satisfecho. Quienes habiendo tenido todo lo que un padre puede dar y más, al darse de narices con la realidad de la vida, luego de haber proclamado altaneramente ser independientes y capaces de llevarse el mundo por delante, viéndose obligados a trabajar por primera vez en sus vidas para su propia manutención y subsistencia, prefirieron arremeter contra quienes todo les dieron, para hacerse con limosnas millonarias a base de fantasmales escombros sangrientos.
Allá cada quien con su propia conciencia, con su cielo y su infierno a cuestas.
VIII
Había comenzado a relatar cronológicamente los hechos ocurridos durante el allanamiento, pero no quiero extenderme y distraer al lector con la narración de un acto rutinario que se comete diariamente, lleno de fallas, distracciones y contaminación de una escena de un supuesto crimen. No es eso lo importante. Tampoco voy a entrar en los detalles de mi vida personal o la de mi familia, porque no es mi intención alimentar el morbo colectivo.
Lo único que importa decir es que aquel día del año 2018, la Policía Federal, por orden de un juez de instrucción de un juzgado que hace aguas literalmente, allanó brutalmente el establecimiento en el que trabajaba y vivía con mi familia. Se llevó preso a mi padre, un hombre postrado, con su movilidad reducida por una enfermedad genética y autoinmune; se llevaron presa a mi madre sin acta de detención e inventaron que se había resistido a la autoridad. Se llevaron al amigo de mi papá, por el simple hecho de estar en el lugar del allanamiento y al recepcionista, también amigo de la familia, por supuesta resistencia a la autoridad.
Aquel pequeño juez, una suerte de emperadorcillo con aires de señor feudal en un castillo mediocre con olor a humedad, en una ciudad que destila miseria y se devora a sí misma por la corrupción, pondría fecha al comienzo del fin de la vida de un ser desconocido prácticamente para todos, pero fuera de serie para aquellos que lo conocimos bien.
Sería otro juez, un poco menos pequeño por tener un castillo más importante (cuando no se le cae el ascensor o guarda los expedientes de sus casos en el baño de uso público) quien pondría el sello que marcaría el fin de la vida de ese ser.
IX
El 28 de enero de 2021, mi papá falleció en prisión, sin llegar a juicio, como consecuencia del abandono de persona al que fue sometido por los jueces que llevaban la causa y por la desidia burocrática de los organismos estatales. Cuando pedí asistirlo para darle de comer, funcionarios del HPC del sistema penitenciario me lo negaron, al igual que los médicos del hospital Eurnekian, cuando los custodios de mi papá durante su internación, les pidieron que me permitieran darle de comer porque él no podía hacerlo solo.
Mi padre fue falsamente acusado y luego asesinado y así lo denuncio aquí, por la negligencia calculada y la solapada condena a muerte a la que fue sentenciado.
Una vez más, hago responsables de su muerte, a quienes alguna vez fueron parte de mi familia biológica en primer lugar, ya que después de haber vivido como reyes durante más de cuarenta años, prefirieron mentir para obtener unos miserables pesos que sabían que de otra manera no obtendrían, porque mi papá, fiel a sus principios, no poseía bienes ni dinero; quienes fraudulentamente se disfrazaron de víctimas para cobrar un subsidio que no merecen, quitándole una fuente de recursos y dinero a otros seres humanos, que sí han pasado por situaciones dolorosas en sus vidas. Quienes habiendo jurado en distintos momentos del proceso, que cada uno fue por su cuenta a realizar la denuncia sin un previo acuerdo entre ellos, mintieron alevosamente ya que tengo pruebas gráficas que dan cuenta de su relación a través de las redes sociales, desde por lo menos el año 2005. Y también me llegó información de que gran parte de quienes realizaron la denuncia, se reunieron seis meses antes del allanamiento para acordar el guión de la acusación.
Cometieron fraude al Estado con la complicidad consciente del Estado, a través de algunos de sus funcionarios judiciales.
En segundo lugar, responsabilizo a los representantes del sistema judicial en esta causa, que por animosidad en la mayoría de los casos, por cobardía y comodidad en otros, optaron por creer las mentiras sin el más mínimo análisis, a sabiendas de que tanto relato no pasaría un peritaje y basaron su condena en dimes y diretes, sin una sola prueba que los respaldara. Tal fue el nivel de invención y maldad del que hicieron uso y abuso, que incluso los abogados de la defensa se vieron obligados a ir con la corriente, y dar crédito durante el juicio, a las falsas acusaciones para no salirse de lo que judicialmente dan en llamar la “visión de túnel”, en la que hacen encuadrar las causas para satisfacer el “buen curso de la ley y la justicia”.
Pensaba desglosar una por una todas las mentiras delirantes que se han dicho en esta causa. Me basaba para ello en la sentencia que fue publicada en un portal judicial en internet y por lo tanto es de dominio público. Pero he llegado a la conclusión, de que hacerlo sería rebajarme a entrar en discusiones propias del chusmerío barato, que alimenta la morbosidad del imaginario colectivo. Sería gastar mi tiempo y energía en desenmarañar una sarta de palabrería delirante, salida de la imaginación de personajes que no merecen la atención, ni la pérdida de tiempo del lector y sólo daría lugar a más palabras huecas y sin sentido, que alimentarían la discusión, algo tan buscado por los medios de comunicación.
Cada quien es libre de creer lo que su conciencia le permita.
Lo único importante, lejos de las interpretaciones de supuestos profesionales que vomitan y regurgitan opiniones basadas en dichos y no en hechos, es que yo sé lo que viví y lo que no. Sólo diré que mi vida y la de mis seres queridos, nada tienen que ver con las mentiras que formaron esta aberración que dieron en llamar “causa”. Si doy a conocer mi descargo por esta vía, es porque como dije anteriormente, no se me permitió hacerlo en el escenario correspondiente, porque la verdad fue negada en la sala del tribunal.
Si bien la privacidad que dicen debe mantener este tipo de debates, es para preservar la identidad de las víctimas y evitar su posible revictimización, lo cierto es que en este caso, no hubo tal debate, no existió la tan mentada imparcialidad de los jueces, las víctimas no eran tales (lo digo con conocimiento de causa). La privacidad es simplemente un blindaje utilizado por el tribunal, para que la verdad no salga a la luz y sólo se publique en los medios que trabajan para ellos la versión del fiscal, que es totalmente apoyada por el tribunal y que dista mucho de ser cierta.
La mentira es mentira donde se la diga, llevarla a las salas de un tribunal, decirla en los medios de comunicación, o que sea repetida por varios individuos, no la hace menos falsa.
X
En la causa de marras se dijeron muchas cosas, a cuál más disparatada. Según los medios se dijo que hubo torturas, violaciones, inanición, hacinamiento, niños alimentados con sacarina, con pomada de zapatos, criados en jaulas de perros, carentes de afecto, con prohibición de jugar con otros niños, sin estudios, encerrados y sin contacto con el mundo; sumisión, lavado de cerebro, gente colgada de balcones en un hotel, encerrada en sótanos de casas que no tenían sótanos…
Lo lamentable, es que el sistema judicial les dio cabida y sus funcionarios no tuvieron (o no quisieron tener) el más mínimo poder de análisis, para darse cuenta de que lo que escuchaban de quienes se presentaban como víctimas, no se correspondía con la fisonomía o el coeficiente mental e intelectual de quienes narraban dichas historias. Se guiaron por la premisa de que “si varios dicen lo mismo es que debe ser cierto” y de que “nadie es capaz de inventar tantos detalles”. Olvidan que Hollywood está lleno de guionistas de frondosa imaginación, que nos transmiten sus historias como ciertas y sin embargo, pertenecen al mundo de la ficción.
Basta leer estudios científicos reconocidos, que dan cuenta de las secuelas que se producen en un ser humano que pasa por situaciones violentas como las descriptas más arriba, para concluir rápidamente que los personajes que se presentaron como víctimas y querellantes en esta causa, no se ajustaban a dicho perfil. Fue por ello que los jueces de las distintas instancias, negaron que se realizaran los peritajes psicofísicos requeridos por la defensa, pues jamás encontrarían en ellos evidencias de cicatrices, quemaduras, torturas o inanición, entre otros. El nivel de violencia salvaje que describieron en sus relatos sobre los supuestos victimarios, no coincidía con el estado físico y mental de las supuestas víctimas. Los resultados de la única pericia que hicieron y recién después de ordenar el allanamiento y la detención, fueron condicionados por un mandato del juez de instrucción, quien sugería orientarlos hacia una determinada conclusión.
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En un país, plagado de establecimientos que hacen un negocio lucrativo de una ciencia milenaria como es el Yoga, confundiéndolo con religión y gimnasia de moda, juzgaron a mi padre, quien habiendo fundado el primer y más importante instituto de Yoga en Argentina y América Latina hace más de cincuenta años, con plena autoridad y conocimiento del tema, jamás lo impartió como mera gimnasia, ni como religión porque no lo es.
En un país donde abundan las sectas religiosas, que sojuzgan a seres humanos vulnerables bajo el temor y las falsas promesas de sus supuestas creencias, juzgaron a mi padre, que si bien creía en Dios, no profesaba religión alguna y por lo tanto no la inculcaba en los demás.
En un país hipócrita, donde prefieren tirar la comida en lugar de dársela a quienes verdaderamente la necesitan, donde los poderosos de turno se ocupan de mantener en la miseria a gran parte de la población, con tal de contar con sus votos y muchos niños no comen más que un plato de comida al día, juzgaron a mis padres, que procuraron siempre que sus hijos tuvieran en la mesa al menos tres platos de comida diaria. Mi alimentación y la de aquellos que hoy con sus barrigas prominentes, proclaman que sufrieron de inanición sin tener la menor idea de lo que es, fue a base de desayuno, colación a media mañana, almuerzo, merienda y cena.
XI
A través de los años que llevamos soportando esta causa, he realizado mi propia investigación ya que no puedo esperar nada de los organismos que deberían hacerlo. Mis indagaciones me han llevado a concluir que Mar del Plata, no es más que un pueblo con aspiraciones de ciudad pero con mentalidad de aldea. Es una pequeña caldera del diablo. Todos se conocen y todos están relacionados de alguna manera, desde los jueces en el tribunal, abogados, médicos, forenses, psicólogos, músicos, religiosos y pare usted de contar.
En la causa que denuncio en estas páginas, han saltado a la vista relaciones y situaciones sumamente irregulares por decir lo menos:
un juez de instrucción que compartía información reservada por secreto de sumario, con un arquitecto que trabajó durante un año en el inmueble que nos usurparon; abogados sospechados de mala praxis que estafaron a mi papá en los años 80, denunciando hechos surgidos de su nube de cocaína; hijos de este abogado que fungen de abogados de oficio en el propio tribunal oral, a quienes mi papá les regaló bolsas llenas de juguetes cuando eran chicos y jugaban conmigo, cuando venían de visita a nuestra casa. Políticos que ni siquiera viven en Mar del Plata, que no dudaron en salir a la palestra pública para llenarse la boca y la fama, con la supuesta investigación de la causa. Amistades en Facebook que relacionan a gente que conoció a mi familia (y por lo tanto sabe que todo lo dicho es falso), con funcionarios que participan en la causa y con otros personajes oportunistas de la ciudad. Un fiscal cuya esposa trabajaba en la cámara de apelaciones, donde coincidentemente, las apelaciones de la defensa rebotaron más de una vez; sus hijos son amigos del juez que emitió la sentencia y su familia. Un juez de Casación que pertenece a la misma organización que los jueces y fiscales que llevaron la causa, cuya pareja es hermana de algún político, que rechazó una de nuestras propuestas de utilizar el establecimiento en el que trabajábamos, con fines de servicio a la comunidad.
Demasiadas coincidencias.
Casi todos estos personajes, están acomodados en cargos importantes dentro de la “familia judicial marplatense” y forman parte de la misma organización partidista. Hablando de sectas…
Incluso uno de los jueces que participó en el juicio, fue el mismo que años atrás sobreseyó por prescripción a un individuo (hijo de quien fuera la ex presidente de una cooperativa desde el año 2005 al 2015) por 11 acusaciones de estafa y 4 de robo de identidad cuando estaba viviendo por su cuenta. Este personaje se autoproclamó víctima y querellante y junto con el ex marido de mi mamá, es uno de los principales promotores que pergeñaron la causa que hoy nos ocupa. Durante el juicio admitió que tuvo en su casa, amordazada y atada a una cama, a una de mis hermanas quien hoy está desaparecida. Aún con este testimonio no se emitió ninguna orden de investigación en este sentido y le endilgaron este cargo a mis padres.
XII
Hoy, un año después de haber comenzado a escribir, seguimos en la misma situación respecto a la causa, esperando todavía una resolución de Casación acerca de la apelación interpuesta por el abogado de la defensa, a quien le piden explicaciones y breves notas aclaratorias, a pesar de su claridad, contundencia y brevedad.
En cuanto al establecimiento decomisado, para poder continuar con la parodia y justificar los aberrantes crímenes como son el secuestro extorsivo, usurpación de bienes y asesinato, cometidos por la “justicia” en contra de mi familia, el Estado se lo dio en comodato a una organización que depende de la iglesia católica y utiliza gente supuestamente indigente para ocuparlo. Para ello montan una escena de santificación y exorcismo sobre una fachada que no es más que cartón pintado, porque habiendo trabajado allí, sé muy bien el estado en que se encuentra el inmueble y que no se arregla pintando nada más. Hacen peligrar a estos supuestos moradores, pero todo lo solucionan santificando el lugar por un cura conocido en la ciudad, quien en lugar de pensar en el bienestar de la gente que indignamente utiliza para usurpar el bien, se satisface en pensar tener una piscina donde remojar sus pies en la ciudad a la que se mudará y come manjares del mar, imposibles prácticamente de comprar para el ciudadano común, rodeado de políticos y jueces de esta ciudad.
Llama poderosamente la atención, que mientras hoy se rasgan las vestiduras, «purificando» un inmueble que dicen que ocupaba una “secta” que era un “supuesto” instituto de Yoga, a finales de los años 60 la iglesia no consideró santificar o exorcizar, los terrenos que ese mismo instituto le donó en la ciudad de Paraná.
En cuanto a los supuestos refugiados, no pongo en duda que alguno realmente esté en situación de calle, pero lamentablemente en este pequeño pueblo, todos se conocen y sé de la existencia entre ellos, de un personaje que conocía muy bien el establecimiento y a quienes allí trabajábamos. Incluso una vez, lo invitamos a comer con ocasión de una cena de año nuevo en la que servimos lechón al horno con ensalada rusa. El señor en cuestión ofendido por la invitación, la rechazó, insultando a quien lo invitó y a su nacionalidad llamándolo «venezolano de mierda». Para continuar con el desplante, dijo no necesitar nada, que él era trapito porque quería y que se iba a casa con su familia a cenar, que al rato lo pasarían a buscar. Y así fue.
Mientras escribo estas líneas, los buitres, con perdón de estos nobles animales, han mostrado la cara y sus negras intenciones. Para justificar lo injustificable, la parodia del exorcismo y santificación de un sepulcro blanqueado, recorre los medios digitales de la ciudad como un reguero de pólvora, convirtiendo una ceremonia insignificante en un grotesco circo mediático para incautos de mentes estrechas e ignorantes.
La gracia se convirtió en una morisqueta y los querellantes, que confiaban en haber hecho el negocio del siglo, se quedarán sin el pan y sin la torta.
XIII
EL ORIGEN
La historia que da origen a esta causa, comienza en 1986, cuando la Organización Civil sin fines de lucro, Instituto de Estudios Yoguísticos Yukteswar, inscripta en el Registro Nacional de Cultos C. I. 494, intenta comprar un edificio en la ciudad de Mar del Plata, con el fin de aportar a la comunidad, servicios no lucrativos vinculados a las actividades propias de la filosofía Yoga, donde se impartirían cursos, conferencias, retiros y clases de Hatha Yoga gratuitamente, orientados al bienestar de la comunidad en general. La sede del instituto había funcionado durante varios años en Capital Federal, hasta que cerró sus puertas a mediados de los años 70. Quien fuera el apoderado y abogado de los dueños del inmueble en cuestión, con la anuencia de R.D.B, abogado en ese momento de la asociación civil, le propuso al Instituto la venta del edificio. Ambos abogados ocultaron información vital para el Instituto Yukteswar: el inmueble estaba hipotecado por el Banco de La Provincia de Buenos Aires. Como consecuencia de esta estafa y ante el incumplimiento de los pagos hipotecarios por desconocimiento de tal situación, el único bien del Instituto, una casa en Francisco Álvarez, Partido de Moreno (Buenos Aires), fue embargado. Paralelamente, a partir de ese momento todo el personal que trabajaba en el inmueble, quienes habían formado parte de la institución civil, comenzaron a sufrir las presiones de un inminente desalojo. Con ayuda de prestigiosos abogados de vocación (como el Dr. Marcos Jaichenco Atelmann o el Dr. José David Botteri, hoy fallecidos) mas no de renombre, comenzó la lucha por la adquisición del inmueble, siempre con la intención de comprar.
Según se desprende de un recurso interpuesto por el Dr. Botteri ante la cámara de apelaciones de la ciudad, en el año 2001, la única razón por la que el Banco no desalojó el inmueble y permitió la permanencia del Instituto fue: “ A mi juicio no cabe otra que la de tenedor de buena fe”, y porque “…entre la institución crediticia y el Instituto existían relaciones, y porque el Banco Provincia advirtió que la actividad de mi mandante, era la propia de las asociaciones civiles”.
El Instituto se disolvió como entidad, como consecuencia de la estafa pergeñada por el abogado R. D. B. y los abogados de los ex propietarios del inmueble, mas sus integrantes siguieron trabajando en el edificio, con el único fin de un resarcimiento laboral, derecho que todo ciudadano debería tener en la República Argentina. A través de los años, los trabajadores fueron adoptando marcos legales que les permitieran continuar su labor en el edificio y no ser desalojados, pero todas sus propuestas de compra, fueron rechazadas por los distintos Directorios del Banco Provincia.
A comienzos del año 2000 aproximadamente, uno de los gerentes del Fondo de Comercio que mantenía trabajando el establecimiento y ex integrante del Instituto, se fue por motivos personales que le impedían continuar con su labor, pero le dejó la gerencia del negocio a los trabajadores para que lo administraran y no quedaran en la calle. Esta acción, dio inicio al proyecto de formar una entidad jurídica que les permitiera comprar el inmueble, porque como individuos no podían hacerlo y corrían riesgo una vez más de ser desalojados, esta vez con mayor prontitud, por el Banco. Surge entonces la idea de una entidad comercial, que se adaptaba perfectamente a la ideología de sus futuros integrantes y que les permitía un desarrollo económico, al tiempo que aportaban un beneficio social, educativo y cultural a la comunidad en general.
A partir de ese momento, comienza la lucha por mantenerse a flote cumpliendo con todos los requisitos legales y sociales de dicha entidad y continuar con el objetivo original de sus integrantes: la adquisición del inmueble con fines de aportar un beneficio a la comunidad.
A pesar de todos los contratiempos y obstáculos, siguieron adelante siempre bajo la amenaza de desalojo por parte del Banco, intentando atender a sus clientes de la mejor manera posible, a pesar de las deficiencias y falencias que sufría el edificio por su antigüedad y falta de recursos apropiados, pero compensando con la calidez y buen trato que siempre caracterizó a la entidad.
En el año 2015, ante la imposibilidad por motivos de edad y de salud, de quien fuera Presidente por diez años de dicha sociedad, decide renunciar a la administración mas no a la entidad en sí, proponiendo a quien consideraba la persona idónea para llevar adelante todos los emprendimientos de la empresa: la señora Silvia Capossiello, por su capacidad administrativa, su gerencia y su buen tino para la economía.
Durante su gestión, se renovó y agilizó la manera de llevar a cabo las actividades administrativas, económicas y la prestación de los servicios, pero su objetivo principal siempre siguió siendo el mismo: el beneficio del desarrollo cultural, educativo y social para la comunidad.
En 2016, el Juez Hernán Félix Krzyszycha del Juzgado Civil y Comercial N.º 8, les solicitó una propuesta de compra, la cual fue entregada en los términos que expuso el Juez, junto con toda la documentación pertinente el día 3 de Noviembre de ese mismo año. El 6 de Enero de 2017, el directorio en pleno, el auditor y el asesor judicial, asistieron convocados por el director de Asuntos Judiciales del Banco de La Provincia de Buenos Aires y los abogados del Departamento Judicial de Mar del Plata, por haber considerado que la tasación y propuesta de compra era seria y factible de negociación.
El 16 de Marzo de 2017, el Directorio del Banco Provincia resolvió tomar conocimiento de la oferta, la cual aprobó.
El 27 de Julio de 2017, finalmente se concretó el proceso de escrituración mediante la firma del contrato y el pago de la primera cuota. Tras años de infructuosos intentos, se había logrado por fin la compra del inmueble.
El 4 de julio de 2018 (aunque realmente las fechas fueron cambiadas por el juzgado) la entidad se encontraba nuevamente bajo amenaza de desalojo, ya no por parte del Banco de la Provincia de Buenos Aires, sino por el Juzgado Federal 3 de Mar del Plata. Hizo falta una falsa denuncia, efectuada por algunos de los hijos de la señora Capossiello y de la ex presidente de la sociedad, por trata de personas, explotación laboral y sexual, para intentar una vez más despojar al personal del inmueble, de su única fuente de ingresos.
El 3 de Julio de 2018, fue ordenado un allanamiento en el edificio y como consecuencia fueron detenidos: la señora Silvia Capossiello, su pareja durante 50 años, Eduardo Agustín De Dios Nicosia, quien tenía 72 años, era instructor de Yoga retirado, Profesor de Filosofía Oriental y Fundador del Instituto de Estudios Yoguísticos Yukteswar (hoy inactivo); director del Taller de Música Ad Honorem del establecimiento, quien además, padecía problemas de salud crónicos de naturaleza autoinmune y por lo tanto, se encontraba postrado o en silla de ruedas por su movilidad reducida. También fue detenido el Sr. Sinecio Coronado Acurero, amigo de los dos por más de 50 años, quien ayudaba ad honorem en tareas de mantenimiento; el Sr. Luis Fanesi, amigo de la familia, quien atendía en recepción al momento del allanamiento y el hijo de la señora Capossiello, hoy sobreseído. Los procedimientos llevados a cabo por la Policía Federal, fueron ordenados sobre la marcha por el juzgado N.º 3 y en la mayoría de los casos, no se especificaron las causas por las cuales la gente fue privada de su libertad. El caso más claro de esta improvisación, fue el de la señora Capossiello, quien desesperada y angustiada, suplicaba entre lágrimas que no se llevaran a su pareja, quien no estaba en condiciones de ser movilizado y menos para una detención, por sus problemas de salud, que de lo contrario moriría. La causa de su detención, armada en el momento por el juzgado 3 a través del Secretario Pablo Ignacio Dalera, quien impartía órdenes por teléfono a la PFA, fue que “se llevaran a la señora porque hablaba demasiado e insultaba y gritaba a los agentes”. Nada más lejos de la realidad. En primer lugar, porque no está en la naturaleza de la señora utilizar la violencia verbal y mucho menos la física, como bien pueden atestiguar todos los directores y funcionarios del penal donde se encuentra alojada hace más de cinco años. En segundo lugar, porque hay testigos de aquel momento, que cuentan que quien gritaba violentamente a la policía, no era ella sino su hijo. Testimonios confirmados además, por las declaraciones de los policías durante el juicio.
No fue la PFA quien destrató y humilló, tanto a los imputados como a las personas que se encontraban en el lugar. La humillación llegó de manos del juzgado 3, de la fiscalía 2 y de los medios de comunicación.
La causa fue caratulada como “trata de personas” y utilizaron la historia del ya inexistente Instituto, como pretexto para etiquetar a la gente de “integrantes de una secta”.
A los amigos y familiares de los detenidos, se los involucró injustamente como víctimas, aunque se trataba de gente adulta en perfecto uso de sus capacidades, alegando que eran “víctimas de lavado de cerebro” por mantener una relación afectiva con los imputados, ignorando su capacidad de discernimiento, de pensamiento y sobre todo de voluntad y libertad de elección.
Fueron citados a declarar, algunos en Cámara Gesell y sus testimonios a favor de los detenidos, fueron tergiversados, manipulados u omitidos y utilizados en contra de los imputados. Las licenciadas que supuestamente dan contención, los amenazaron solapadamente, advirtiendo que si no se declaraban víctimas, serían victimarios.
El derecho a la presunción de inocencia fue totalmente vulnerado, condenándolos desde el primer día, pese a que las investigaciones previas, llevadas a cabo por la PFA, no arrojaban resultados compatibles con la trata de personas.
Los imputados nunca contaron con el beneficio de la duda. Simplemente, fueron detenidos basándose en dichos y no en pruebas que permitieran inferir que era necesario un allanamiento y detención. Con mucho más, como evidencias comprobadas y pruebas tangibles, dejan a los delincuentes de verdad libres o sólo los hacen pasar por la famosa “puerta giratoria” del sistema judicial.
El derecho a la defensa fue completamente limitado, al no permitir que sus abogados defensores actuaran libremente y sólo se escuchó una sola campana. Esta situación sigue igual al día de hoy, más de cinco años después.
Los nombres de los imputados fueron vendidos a la prensa durante el secreto de sumario, exponiéndolos al escarnio público y al linchamiento mediático. Se los acusó de ser la fachada de una secta religiosa tenebrosa, cuando algunos siquiera practican una religión.
La entidad mantenía convenios de mutua colaboración con organismos públicos y privados y mantenía relación comercial con directivos, personal operativo, afiliados e invitados a la realización de eventos, cursos culturales y de investigación.
Por las instalaciones del edificio, pasaron cantidad de personajes de público conocimiento, entre los cuales se encuentran el Señor Gobernador de la provincia Axel Kicillof, las Madres de Plaza de Mayo de Mar del Plata, la Sra. Hebe de Bonafini, la Sra. Teresa Parodi, Darío Volonté, Lito Nebbia, Antonio Tarragó Ros, la Sra. Gina María Hidalgo, el Premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel, entre otros.
La entidad comercial se encuentra hoy inactiva, prácticamente en la quiebra y al borde de la extinción debido a la clausura del establecimiento. Todos los pedidos de levantamiento de dicha medida de fuerza, fueron ignorados. Se vulneró el derecho al trabajo, provocando en consecuencia el incumplimiento de los compromisos de pago al banco.
Nuevamente, todo el personal se encontraba totalmente vulnerable económica y laboralmente, con el agregado de una amenaza de embargo y el peligro de ser desalojados. De la noche a la mañana los dejaron sin trabajo, sin dinero, endeudados y sin posibilidad de pagar por ejemplo sus monotributos, para asegurar su salud y su futuro. Los jubilados, integrantes de mayor antigüedad en la entidad, quienes también vivían en el inmueble, fueron privados de percibir la ganancia monetaria adicional de la que gozaban, por participar voluntariamente en labores acordes a su edad, haciéndoles sentir bienestar físico mental y emocional.
El Juez Santiago Inchausti ordenó realizar una auditoría para constatar si la empresa debía ser intervenida. Los resultados no fueron de su satisfacción, por lo tanto, si bien no la pudo intervenir, archivó el informe del organismo auditor y no fue incorporado como prueba durante el juicio.
La situación del Covid19, encontró a la sociedad en una situación económica sumamente precaria, por la clausura impuesta y la prohibición de trabajar.
Los efectos personales y todos los bienes muebles de la entidad, fueron puestos a la venta por sus propietarios, hasta que nuevamente el Juez Inchausti, lo prohibió en septiembre de 2019 mediante una medida cautelar.
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El 25 de diciembre de 2020, familiares de los detenidos enviaron un e-mail, a través de su página web personal al Presidente de la Nación. He aquí algunos extractos de dicha misiva.
No recibieron más que silencio absoluto como respuesta.
“Hoy, acudimos a usted como último recurso, porque ya no hay a quién acudir, para pedir por los cuatro seres humanos que se encuentran privados de su libertad injustamente, desde hace dos años y 6 meses, en situación de prisión preventiva sin haber jamás cometido los delitos de los que se los acusa. En julio de este año, el TOF 1 de Mar del Plata les ha negado una vez más la prisión domiciliaria y la excarcelación (derechos que ya les había negado el juez Inchausti argumentando una posible “fuga”) debido a la carátula que le han puesto a la causa, comparándolos prácticamente con los casos de lesa humanidad. Los cuatro están hoy atrapados en la maquinaria ciega, sorda, muda y trituradora de vidas humanas en que se ha convertido la justicia.
Eduardo Agustín de Dios Nicosia, quien hoy 25 de Diciembre está cumpliendo los 74 años de edad, se encuentra internado en este momento en el HPC del Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza, arrumbado en una cama porque casi no se puede incorporar, prácticamente incomunicado por ser persona de riesgo, sin siquiera poder llamar por teléfono, sin la cuidadosa atención de un ser querido y con su salud totalmente deteriorada, producto de una crisis de anemia aguda, debido al injusto trato que la justicia le ha dado, al no permitir que reciba los cuidados necesarios que una persona en su condición de salud y su edad, debe recibir.
Eduardo Agustín de Dios Nicosia, cuyo nombre monástico es Swami Vivekayuktananda Saraswati (otorgado por Shri Swami Chidananda Saraswati, Presidente de la Divine Life Society en Rishikesh, India) tuvo el primer instituto de yoga y el más importante de Argentina y América Latina, entre los años 60 y 70. Abrió sucursales en Venezuela, Brasil y Uruguay y en varias provincias de la República Argentina, con el único fin de la difusión de la filosofía yoga, para el bienestar y equilibrio de la salud física mental y emocional del ser humano. En los años 80, se retiró a vivir con su familia y amigos, porque ya su físico comenzó a mostrar señales de problemas de salud, que le impedían seguir con el arduo trajín que le absorbía todas sus horas y energía. A lo largo de sus años, miles de personas han pasado por su vida, alumnos de yoga, conocidos, amigos, familiares. Todos los que lo conocieron y conocemos, sabemos de su generosidad, de su calidad humana, y de la ayuda que brindó para el bienestar físico y mental del ser humano y en todos los aspectos, a través del Instituto, sin buscar jamás fama, fortuna ni reconocimiento público. Su buen nombre y prestigio como ser humano, no como líder religioso o pastor, porque NO lo es, ha sido pasado por el lodo de los medios de comunicación, exponiéndolo como un delincuente a los ojos de la opinión pública, por el hecho de haber sido instructor de yoga, profesor de filosofía oriental y fundador del instituto de yoga, que cesó sus actividades hace ya 30 años aproximadamente. La realidad es que Eduardo Nicosia, hoy no tiene un peso partido por la mitad, no tiene siquiera dónde vivir. Jamás se quedó con nada que no fuera suyo, porque eso va contra sus principios y su filosofía de vida, la cual practica, pero no impone a nadie. Es simplemente un hombre que vive de acuerdo a sus principios que se basan en el Respeto a todo lo creado.
La violación, la desigualdad entre hombres y mujeres; el robo, la mentira, el sojuzgamiento del hombre por el hombre; la esclavitud, el beneficiarse a costa del sufrimiento de los demás, entre otros, son temas que van contra todas sus creencias y por ello, jamás los llevaría a cabo. Sin embargo, por eso y mucho más, lo acusan oportunistas, que por motivos de índole familiar y personal, porque nunca transó en negociados, estafas y propuestas de fama a costa de su posición como fundador de una organización civil, porque antes que eso prefirió cerrarla, hoy le quieren sacar hasta el último centavo que no tiene, porque todo lo que tuvo en los años que trabajó y además todos sus ahorros, los dedicó en vida a su familia y amigos.
Hoy, su dignidad, su libertad de pensamiento como individuo, su libertad de culto, sus garantías y derechos constitucionales como ser humano y ciudadano de un país, que dice ser democrático libre y garante del derecho del ser humano, han sido violentados.
El TOF 1 de Mar del Plata le sigue negando el beneficio de por lo menos la domiciliaria, pretendiendo que llegue a un juicio que ni siquiera sabemos si llegará. Siguen argumentando el “riesgo de fuga y el entorpecimiento de la investigación o del riesgo procesal», cuando el Juez de instrucción, Santiago Inchausti, finalizó dicha etapa entre Septiembre y Octubre de 2019. La Cámara de Casación Penal, también se negó a reconocer su condición de persona de riesgo frente al Covid19 y reafirmó la prisión preventiva por un año más, es decir, por lo menos hasta Julio de 2021, cuando se cumplirían 3 años de prisión preventiva. Ante esta situación de salud delicada y por su edad, su abogado volvió a solicitar la domiciliaria el lunes 7 de diciembre de 2020. Para el viernes 11, el TOF 1 de Mar del Plata aún no había visto la petición y ese mismo día el abogado elevó un pronto despacho. El 22 de diciembre, el TOF pidió un informe urgente pormenorizado de su salud y aún estamos a la espera; por las fiestas, por los feriados, por la burocracia.
Mientras, la salud y la vida pasan.
Hoy le pido que no deje morir a un hombre inocente en prisión.
Gracias.”
El 15 de enero de 2021, el Juez Roberto Atilio Falcone, finalmente le negó la domiciliaria y el pedido subsidiario de ser internado en una institución de tercer nivel, argumentando que: “no había elementos de juicio suficientes para presumir que la atención médica era insuficiente”.
Además, se observa en sus conclusiones a fin de negarle la domiciliaria, una errónea interpretación, haciendo gala de su supina ignorancia por no ser galeno (o quizás ex professo) de la lectura que corresponde al alta médica a la que Roberto Falcone se refiere cuando dice que: “Incluso de los distintos y periódicos informes médicos que fueron produciéndose, se desprende la buena evolución de su salud, lo que le permitió ser considerado apto para el alta médica (ver comunicación emitida por el Complejo Penitenciario Federal Número 1…)”.
El “alta médica” a la que el juez hacía referencia, era la emitida por el Hospital Interzonal Eurnekian para ser trasladado nuevamente al HPC del penal, para que continuara allí internado mientras se le hacía el seguimiento de su salud que no repuntaba. Además no podía comer ni mantenerse sentado. No había expectativas de que volviera a la Unidad 1, ya que no se encontraba en condiciones y el personal médico del HPC lo sabía y estaba preocupado por su salud, como pudo constatar el abogado. Los informes médicos a los que hace referencia Roberto Falcone, distaban mucho de ser favorables y compatibles con una “buena evolución”. Así lo confirma el curso que tomaron los acontecimientos.
Cabe destacar, que el juez Roberto Atilio Falcone, nunca le otorgó el pedido de evaluación por parte de la Junta Médica Forense, como anteriormente tampoco lo hizo el Juez Santiago Inchausti.
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El 28 de enero de 2021, Eduardo Agustín De Dios Nicosia, falleció en prisión como consecuencia del abandono de persona del que hizo uso y abuso el sistema judicial, bajo el mandato de la querella.
En febrero de 2023, se efectuó una denuncia ante Procuración Nacional de Penitenciarías, debido a que dicho organismo desde que el Señor Nicosia falleció, hasta finales del 2022 por lo menos, ha pedido informes al TOF de Mar del Plata, específicamente al juez Roberto Falcone, acerca de las circunstancias de su detención y fallecimiento en prisión.
A la fecha, nunca contestó.
XIV
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Si acaso el lector, aún guarda dudas acerca de lo narrado hasta este punto, existen fotos y videos familiares que un testigo de la defensa pidió presentar en el tribunal a modo de evidencia, pero el juez que sentenció, rotundamente lo impidió.
Estas fotos, desmienten muchas de las atroces mentiras que llevaron al encarcelamiento y posterior fallecimiento de mi papá. Por esas mentiras, mi mamá sigue presa hoy, obligada a pagar una condena de 25 años como si fuese un represor de la dictadura, mientras que quienes la pusieron allí, se subsidian del estado con los fondos destinados a las víctimas reales. Por esas mismas mentiras, aún bajo la presunción de inocencia como también es el caso de mi mamá, los amigos de mi familia, que también son mi familia siguen presos hoy, porque el tribunal está esperando que mueran en prisión, por no haber aceptado un juicio abreviado que hubiese puesto un fin cómodo a esta parodia y ahorrado tiempo y dinero a la “justicia”, pero sobre todo, hubiese facilitado la inmediata usurpación de los pocos bienes que poseíamos. Fueron innumerables las presiones de todo tipo a las que los tres fueron sometidos, para que cedieran a firmar un juicio abreviado, que tal vez los liberara pronto de la cárcel, pero hubiera condenado sus conciencias de por vida.
No se puede aceptar la mentira. Un juicio abreviado era la farsa ideal para que las querellas y sus abogadas, se llevaran sin demora los millones que pedían y el sistema judicial marplatense, se quedase con bienes que no le pertenecen.
Pero un juicio abreviado significaba aceptar lo inaceptable y enterrar la verdad sin posibilidades de ver la luz y eso no se puede permitir bajo ningún concepto.
Se ha cometido un crimen basado en mentiras y calumnias. Algunos funcionarios judiciales, decidieron convertirse en cómplices y ejecutores y como resultado de su animosidad y ánimo vengativo, mantienen a mis seres queridos en prisión con pocas probabilidades de salir.
Mi padre fue asesinado por la mano ejecutora del Estado bajo la autoría intelectual de las supuestas víctimas. Desde febrero de 2021, pocos días después del fallecimiento de papá, la Procuración de Prisiones está pidiendo informes al TOF de Mar del Plata, específicamente al juez que llevaba la causa, acerca de las circunstancias que condujeron a su muerte. Hasta el día de hoy, casi dos años después, el juez no se dio por enterado y se da el tupé de no responder.
Ustedes se preguntarán tal vez, por qué no dí a conocer antes toda esta evidencia. Sencillamente, fue por las amenazas solapadas de quienes llevaban la causa por parte del Estado y para no “entorpecer el buen curso de la justicia”, según me aconsejaron los abogados.
Ya no hay nada que pueda entorpecer y torcer más las cosas de lo que están. El daño está hecho y no hay vuelta atrás. Ya no hay ninguna acción legal que me devuelva a mi padre o limpie el nombre de mi madre y seres queridos.
A esta altura, sólo me queda recurrir a esta denuncia pública.
XV
LA VERDAD EN IMÁGENES
Las fotos a continuación, pertenecen a quien me autorizó a utilizarlas, o fueron compartidas públicamente por sus propietarios en las redes sociales. Desmienten las aberrantes mentiras que fueron publicadas en los medios de comunicación, basadas en las declaraciones de las supuestas “víctimas” y que según la sentencia, serán «reparadas por daños morales» con $30.000.000 o $10.000.000 según el caso, de acuerdo a la cantidad de “sufrimiento” manifestado. Además serían actualizados según el índice inflacionario al momento de dictar sentencia firme, si es que alguna vez llegara a suceder. Sólo faltó que su abogada solicitara que se tome en cuenta el valor del dólar blue al momento de cobrar.
Vale decir que ninguna de estas querellas, lo era contra alguna de las tres personas que hoy permanecen presas y sobre las cuales pesa aún la presunción de inocencia. Pero como en todo este proceso infame, los fiscales y jueces se ocuparon de adaptar las circunstancias del caso, de acuerdo a sus necesidades. Su necesidad pasa por que no les caiga una demanda gigantesca por daños y perjuicios por decir lo menos y sobre todo, cobrarse los gastos que ocasiona el proceso de una causa penal, además de sus infaltables y obscenos honorarios. Por lo tanto, era necesario seguir profundizando en las mentiras publicadas en los medios y seguir difamando a las personas que ya han fallecido como consecuencia de este crimen judicial, para justificar el decomiso de bienes muebles e inmuebles, aunque en muchos casos no pertenecieran a los imputados. Había que inventar propiedades en New York cuando ninguno de los imputados vivía en los Estados Unidos; dar fechas imprecisas de hechos no ocurridos, para que no se pueda aplicar la prescripción de los cargos; relatar supuestos hechos ocurridos en lugares geográficos no específicos, para que no se pueda determinar si aplica la prescripción por jurisdicción y sobre todo, decir que todos los bienes decomisados pertenecían a una “secta” para usurpar propiedad privada a sus verdaderos dueños.
El juez basó su sentencia en las palabras de estos personajes y no se les realizó un solo peritaje psicofísico serio que avalara tales dichos, a pesar de que la defensa lo requirió. Todo lo basaron en un diagnóstico psicológico de manual que las “profesionales” hicieron encuadrar en un perfil a base de estadísticas, mas no de hechos comprobados.
Basta comparar las imágenes que comparto a continuación, con las de la niña conocida como “Genie” en los años 70, cuyas fotos y videos pueden encontrarse en Google o Youtube, quien SÍ, vivió prácticamente desde su nacimiento, circunstancias de cautiverio, inanición y violencia, evidenciado todo ello por su desnutrición y atrofia psicofísica.
Para contrastar con las fotos a continuación, tomo como ejemplo un extracto de una publicación de Julio de 2018, en una página judicial de dominio público, donde se dice que en el lugar del allanamiento, cinco de las “víctimas” ratificaban y detallaban que “permanecían cautivos a través de la imposición de temor, violencia, encierro, exhibición de armas o golpizas”. Cabe destacar que de esas cinco supuestas víctimas, al menos tres no vivían en el lugar ni lo conocían.
Utilice el lector su discernimiento y saque sus propias conclusiones. Si acaso la ropa, los rostros rozagantes y sonrientes, la salud que irradian los personajes en las fotos. su cuidado aspecto, el idioma gestual, se comparan con las supuestas historias de inanición, violación, alimentación con pomada de zapatos, cautiverio a lo largo de sus vidas, carencia de afecto, aislamiento del mundo, crianza en jaulas de perros, desfiguraciones por golpizas, torturas, entre otras muchas calumnias, de las cuales se hicieron eco, una gran cantidad de medios del país, a través de mercenarios de la desinformación.
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XVI
Para resumir y concluir, hago públicos fragmentos de una carta, que se le envió al abogado del Sr. Nicosia, con autorización de su autor, para explicar lo inexplicable de esta historia:
Hola (…..)
Te escribo finalmente porque después de darle vueltas a esta bolsa de gatos que no tiene pies ni cabeza, tratar de explicar algo es sólo rebajarse a discutir con personajes infantiles, por decir lo mínimo, en su mismo nivel. Por eso he llegado a la conclusión, que hoy se lo juzga a Eduardo simplemente por ser como es. No hay una defensa explicable ante los ojos de una justicia ciega y nefasta, alimentada por una psicología barata que todo lo tergiversa, y menos ante el odio que ha cegado no sólo los ojos, sino los corazones de quienes alguna vez vivieron con él.
El Instituto de Estudios Yoguísticos Yukteswar existió, fue fundado en 1968 y se cerró definitivamente en los años 80. Tenía como finalidad difundir la filosofía Yoga y el conocimiento de sí mismo, esto figura en sus estatutos. Eduardo se dedicaba a eso, tenía el título de Swami (que significa aquel que busca alcanzar la maestría en el conocimiento de sí mismo) y daba conferencias en todo el país. La gente que se acercó con dicha inquietud de autoconocimiento, lo hizo por propia voluntad y no fue buscada por Eduardo. Su idea fue poder formar en Occidente un instituto con las cualidades de los institutos serios (como lo fue la Divine Life Society de Swami Sivananda) que existen en Oriente, ya que es la forma que más se acerca a su filosofía de vida y su vocación.
Cabe preguntarse: ¿acaso esto es ilegal? ¿Por qué entonces no lo es la iglesia católica por nombrar una? ¿Cuál es el crimen de creer en tu propia filosofía? ¿Cuál es el crimen de compartir la idea de que Dios está dentro de uno y no afuera?
El Instituto estaba debidamente inscripto en Cultos, y todas sus actividades eran autorizadas y permisadas por la P F A y por Coordinación Federal. (..…)
Aunque era una organización civil, el instituto existía como existe cualquier otro tipo de organización religiosa (aunque no lo era y no profesaba ningún tipo de religión, ya que cada integrante tenía sus propias creencias, y además no había otro rubro donde poder registrarlo)(…). La gran diferencia, es que Eduardo nunca pidió diezmo, ni se quedó con el dinero ni las propiedades de nadie y no tenían que renunciar a sus bienes, religión, familia ni cónyuge (……) para ingresar al Instituto.
Como se ve, al día de hoy no tiene un domicilio dónde vivir y por ello, le inventan bienes donde no los hay. ¿Cómo se explica si no, que no tengamos dinero de “tesoros ocultos” para pagar su defensa o pagar una fianza?
Su forma de vida la cual no impuso a nadie, sino que todos vivieron de él, ya que era quien trabajaba para mantener a todos los que se quedaban a vivir en el Instituto, hasta que su físico no dio más, no incluía riqueza, ni bienes personales, sólo lo justo para vivir bien y tranquilos. El Instituto no era un secreto para nadie, era públicamente conocido y por él pasaron miles de personas, que buscaban algo más que lo que la iglesia tradicional les podía ofrecer. Eduardo nunca predicó más que la paz interna y el autoconocimiento del ser que cada uno lleva dentro. La esencia de su forma de pensar, es que cada quien es capaz de conocerse a sí mismo derribando las propias barreras internas que esclavizan al ser humano. Eduardo no predicaba con que “nadie llega a dios si no es por mí”, sino que cada uno puede indagar dentro de sí mismo y enfrentar sus propios miedos y trabas, y de esa forma, eliminar los obstáculos que anulan su propia Libertad. Esto nunca fue un secreto para nadie, sino que era público y notorio y dada la época que se vivía en el mundo en los años 60, esta idea de poder Ser, encontró eco en mucha gente que buscaba ese algo más.
Eduardo nunca se autoproclamó “gurú” (que dicho sea de paso sólo significa maestro en sánskrito y es un término utilizado mundialmente) ese apodo se lo pusieron los primeros que lo buscaron a él. Siempre ha dicho que no es maestro de nadie, que sólo cree en el Respeto y en la Amistad. Todo sojuzgamiento del ser humano va contra sus principios. Nunca ocultó su filosofía, ni su forma de vida. Toda esa idea de que Eduardo llevaba una vida prohibida estaba sólo en la visión de ciertos personajes que lo juzgaban, pero que estaban bien cómodos viviendo de arriba, como R. Y. Jamás tuvieron que trabajar de verdad. Todos esos «niños bien» que venían de familias adineradas y que escapaban de sus padres por la rebeldía del ser humano primero, y de la época después, creían que ingresaban al Instituto para llevar la vida «cómoda del monje» y se encontraron con que para Ser, hay que trabajar tanto física, como mentalmente.
Jamás tuvieron que levantar peso en el puerto, manejaban cómodamente lujosos autos de moda que Eduardo compraba con la plata que todos hacían, incluido él. Se codeaban con artistas del momento como Tita Merello o Jorge Porcel entre otros, gracias a que lo único que hacían era manejar un auto, haciendo de choferes vestidos de trajes de primera. Eduardo jamás permitió que nadie de sus amigos, porque siempre los consideró como tales, trabajaran de manera esclava. Cobraban caro y eran ellos quienes manejaban la plata. Eran ellos quienes no querían saber nada con sus familias y sin embargo, era Eduardo el que se llevaba bien con los padres de todos. Eduardo podía hablar con pobres y ricos, con famosos y gente común, con policías, chorros y prostitutas, simplemente porque nunca juzgó a ninguno y no tenía nada que ocultar. Era amigo de curas católicos con los cuales compartía su filosofía, llegando ellos a comprender que su religión coincidía en muchos aspectos con la filosofía oriental. Todos los que ingresaban por propia voluntad al Instituto conocían su forma de vida y su trabajo, que no consistía en torturas ni orgías. Médicos, psiquiatras, pediatras, parteros, abogados, familiares y amigos sabían de su forma de vida, de su trabajo (…..)
Eduardo nunca se puso por encima ni por debajo de nadie. Siempre la gente lo buscó para contarle sus problemas personales y sin embargo, él jamás repitió a nadie aquellas charlas privadas que mantenía durante hasta 16 horas por día. Jamás se aprovechó de persona alguna, todos sabían que al hablar con él, se sentían mejor por el sólo hecho de ser escuchados, comprendidos y no juzgados.
Hoy nos vemos metidos en un berenjenal de pasiones encontradas, lo odian tanto como lo amaron, todos, ex amigos e hijos quisieron tener su atención para sí mismos (……). ¿Si Eduardo es un ser especial? Que no te quepa la menor duda, pero no es un dios, no es un maestro, ni pastor, ni líder de masas. (…….) es un Simple Hombre Común. Es un Hombre Feliz y eso no se lo quita nadie. Nunca se vanaglorió de nada, nunca hizo nada por beneficio personal, todo lo que tuvo físicamente lo dio. Hoy no tiene nada y estando donde está sigue siendo Feliz.
(………………….)
“Una vez me preguntaste por qué tanto odio de parte de quienes lo acusan. Sí, es porque les cortó el chorro en todo sentido, el que les permitía vivir la vida cómoda y plena que llevaban, (…). Algunos eligieron caminos turbios (….), algunos se envolvieron en sus propios autoengaños (…..), otros se cegaron con sus propias envidias y resentimiento como R. Y. (…..) y otros se dejaron llevar por comodidad, por quedar bien o por debilidad mental. Otros ni saben dónde están parados”. (……….).
Pero el mayor resentimiento que guardan es porque sí, les cortó el chorro más importante, al dejarse envolver por sus propias mentiras y actos incorrectos: el de su amistad. porque Eduardo no transa con la mentira. Esta es la verdad, no hay otra cosa detrás.»
Aclaración: las supuestas 33 víctimas que tanto mencionaron en los medios, no existían. Entre los pocos que se reunieron para armar la causa, utilizaron los nombres de aquellos que convivían con él, como su familia, o de los amigos que trabajaban en la entidad comercial, para poder darle cierta magnitud al caso. Incluso utilizaron los nombres de amigos fallecidos por enfermedad que eran muy amigos de Eduardo, o de gente que no formaba parte de su vida desde hacía más de 40 años. Hoy todo quedó reducido a cuatro porque son los que deben sostener su condición de “víctimas” para poder cobrar la “indemnización”. Y de los que participaron como denunciantes, pero quedaron fuera del cómputo, algunos hoy están apelando para recibir el dinero que creen merecer por sus esfuerzos como promotores de la denuncia.
EPÍLOGO
Eduardo Agustín De Dios Nicosia, nada poseía. No por tener testaferros, según argumentó otro emperadorcillo de otro castillo más pequeño pero más oloroso, sino porque su bien más preciado no eran el oro ni el poder, ni el dinero, ni bienes, ni posesiones, ni liderazgos.
Su bien más preciado eran el Respeto, la Amistad, la Libertad y la Felicidad del Ser Humano.
Nada tiene que ver con él, el monstruo déspota, desalmado, tirano, débil y estúpido que dieron a conocer los medios de comunicación en base a las descripciones de aquellos que lo denunciaron, quienes lo hicieron porque se sintieron apartados de su vida, y así lo demuestra el que hoy, una vez fallecido, hasta quieren llevar su apellido.
Y aunque no es necesario que dé explicaciones, haré un breve resumen de su calidad como ser humano, porque no se justifica tanta falta de respeto hacia una persona que nunca irrespetó a nadie. Y si bien le tendría sin cuidado lo que se dijera acerca suyo, no me haré cómplice de la estupidez general masiva, que juzga sin conocer a la persona a la que escupe, porque así lo indica un sistema llevado por inmorales de cuello blanco.
Era un hombre de carácter firme, amable y comprensivo y regía su vida por sus sólidos principios, basados en la Libertad del ser humano, sin entrometerse ni irrespetar las decisiones y forma de vida de los demás. Tenía firmes convicciones pero nunca entraba en discusiones, porque las consideraba como una herramienta de la ignorancia. Su vida la dedicó al bienestar del ser humano y no deseaba nada para sí mismo. Nunca persiguió la fama o la fortuna, por ello, ante las inmorales propuestas lucrativas de algunos que lo conocían, prefirió cerrar el Instituto, que él mismo había fundado para el bienestar de los demás, antes que dejar que cayera en la corrupción en que generalmente cae toda institución, por la codicia de aquellos que las conducen.
Siempre se manifestó en contra de las sectas y grupos religiosos, que sojuzgan al ser humano bajo un yugo de ignorancia, temor y superstición.
Consideraba que el mayor título al que se podía aspirar, era el de ser llamado Amigo.
Disfrutaba de realizar un obsequio, sin egoísmo, sin especular, por el sólo hecho de la felicidad que se reflejaba en el rostro del homenajeado.
Respetaba a la mujer a un nivel que aún hoy no logran hacerlo, por más derechos que se proclamen a nivel mundial. Estaba en contra de las limitaciones y desigualdad que históricamente se le ha impuesto al género femenino y por ello, siempre le dio a la mujer un lugar preponderante, ya que pensaba que ningún ser humano está por debajo ni por encima de otro.
No guardaba odio ni rencor, porque decía que hacerlo, vuelve amargo y ciego al ser humano. Por lo tanto tenía un excelente sentido del humor, el cual conservó hasta el fin de sus días.
Aplicaba el discernimiento para llevar a cabo todas sus acciones.
Utilizaba la ecuanimidad y la comprensión y nunca juzgó a nadie, por ello todas aquellas personas de todos los estratos sociales, que con él hablaron o compartieron un momento de sus vidas (y no fueron pocas) se sentían comprendidas y buscaban su consejo. Nunca se consideró maestro ni consejero de nadie, simplemente sabía escuchar, algo tan necesario y tan escaso entre la gente.
Poseía una empatía natural que le permitía comprender el mundo del juego de un niño, por ejemplo, o aún siendo joven, tener la seriedad de un hombre mayor y por ello, muchas de las amistades o conocidos de su adolescencia y juventud, eran mucho mayores que él. Sabía ser divertido con los jóvenes y se conmovía profundamente ante el dolor de aquellos a quienes veía sufrir.
Los ahorros del trabajo en sus años de actividad, los utilizó todos en sus familiares y seres queridos estando en vida.
Para él, no existía una verdad única y absoluta porque consideraba que cada quien tenía la suya. Creía en sí mismo y en aquellos que le brindaban su Amistad.
Disfrutaba de todos los aspectos de la Vida: familia, amistades, la mirada de sus perros, la naturaleza con sus cambios, los momentos gratos porque decía que de ellos aprendía y los adversos, porque consideraba que de ellos aprendía mucho más.
Su lema de vida era el Respeto como la base de todas las virtudes que enaltecen al ser humano.
Amigo de la Vida. Un Hombre con Mayúsculas que creía en la Amistad.
Eduardo Agustín De Dios Nicosia, mi padre, mi Amigo y mentor, era sólo un Hombre Simple.
Un Hombre Feliz.
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