Intento meditar, aceptar la incertidumbre y aniquilar el juez que estrangula cualquier proyecto vital. El “estar presente” se ha convertido en un oasis tras una larga travesía por el desierto de las dudas. En ocasiones, la vida parece un laberinto con apariencia de sueño; en otras ocasiones, una senda a un matadero. No existen puntos medios. Siempre pensé que los puntos medios debilitan como los triunfos. Intento desgajar una a una todas las posibilidades de su conexión con el plano de lo posible y ver sus redes de consecuencias con el resto. Nunca digerí el término esperanza. Siempre me pareció producto de una mercadotecnia pervertida que desfonda todo lo que toca; un rey midas del vacío. Sin embargo, la existencia no deja de ser proyección hacia el futuro. No sé hacia dónde; no sé si habrá alguna salvación; no sé cuál será el contenido. Parece ser que el único valor de vivir es su proyección y expansión más allá de sí mismo, de uno mismo.

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