I
Te quiero con desesperanza, porque es lo que me queda.
Me regalas noches reconfortantes. Paisajes que no tienen nada que ver con astros brillantes; hablo justamente de ti. Algo como que tu mano halle la mía en la oscuridad. Sentir tu respiración tan cerca. Embriagarme con la fragancia de tus cabellos. Como reconocerte con el tacto. Saltan y juegan mis contadas emociones. Supongo que no se refleja en mi mirada. Me aterroriza estas ansias. ¿Cuándo carajos fue tu cuerpo?, aunque anhelo tus estrías; siempre ha sido tu compañía, auténtica, jodidamente auténtica. Estoy haciendo del amor algo tan intangible.
Solo esto desaparece con la muerte, no de existencia, hablo de vida.
Te enamoras con paciencia, o no lo haces.
Hay detalles de ti que te superan; reconfortantes, románticos. Un beso en la frente cuando quiebres; caminar sin rumbo; marearnos de la risa; contemplarte con un leve tacto. Volver a morirnos abrazados.
Me guardo la sensación que dejas, irreversible. Encuentro tu fragancia en una noche complicada. Y la memoria, que espero no se haga de nostalgias, porque quiero seguir a tu lado, no me deja descansar. Creo en esas noches, en esas primeras miradas indecisas, en esa luna llena. Déjame creer. Quiero para siempre vivir allí.
Me ampara tus historias. Yo era un hombre aburrido que carecía de armonías. Y tú has resquebrajado tanto mi paz, que olvidé el orden de mi desorden. Volví a terminar aquí.
Agranda esta sensación. Te invito. Solo sé cuidadosa.
Eres más de lo que puedo expresar.
Tengo tu historia puesta en mi corazón. Tus gestos capturados. Tus sonrisas memorizadas. Tus llantos custodiados. Tus crueldades enterradas. Tu manera de querer casi olvidada. Me vuelvo a sentir vulnerable contigo.
Eres mi plenitud y mi congoja. Sentirse un remanso y un diluvio. Un genio y un idiota. Un protagonista y un inadaptado. Y cuántas noches me decidí arrancarte, pero me visitas más hermosa que de costumbre.
Me estremece el eco de tu risa en mi mente. Siento el bombo casi que se sale. Te quiero, con ganas reprimidas. Entendí que dañas, muy tarde. Rómpeme un poco más que no va a hacer la diferencia, y luego ten el descaro de consolarme.
II
Tengo algo en el corazón que está siendo reprimido. Siento impotencia, ganas de gritar; tristeza, ganas de acabar; confusión, ganas de escucharte.
No ocurre un todo. Me alimento de restos, basura. Me resigno. Ella me observa cuando lloro; y siente ternura, pena. Se desviste. Juega un rato, y se marcha dejando la puerta entreabierta.
Siento como si me apuntaras por detrás. Siento el metal en la nuca. No veo si ríes, ¿te excita? No veo si te apena, ¿también sientes impotencia? Ojalá dispares rápido.
¿Seré un mero placer que a veces le agrado? ¿Quién sabe? Las mujeres son un mundo distinto con sus propias reglas. Seremos visitantes entonces. Y no veremos luz, viviremos en la calle, no habrá alimento, hará frío. Restará uno solo. Para ese entonces, será muy tarde. Ella se hará visitante de quién sabe qué universo.
Una mirada desolada son el reflejo de las heridas del corazón.
Me dejas ver un atisbo de luz. Una ventana entreabierta, así de pequeña. No me martirices más. Sabes que no puedo entrar por ahí. Prefiero morir en tu silencio, que vivir con el estrépito que produce tu maldita sonrisa.
Un hombre que reprime sus impulsos. No cree en la dicha de sentirse vivo. Pocas veces sus miedos son falsos.
Quiero exiliarme. Reducirme a mí. Olvidarme de sentir; y cuando olvide que debo olvidarme, no esmerarme en pensar en ti.
Busco un sentir, uno que me haga vivir de nuevo.
Pero que no venga de alguien, ya no quiero. Tampoco quiero que venga de un objeto. Quiero que se coloque en mi corazón todas las noches. Por un ratito me basta. Quiero que me encuentre.
Quiero pensar en buenos momentos. Dejar de pensar en personas. Este conflicto de la mente tratando de adiestrar al corazón me está matando. Quisiera construir mi paz, un hogar cálido; y que los visitantes no la desordenen.
III
Será que me apresuré en enamorarme, y deshacerlo lo hago con bastante calma para no aceptar que no quiero hacerlo.
Será que a veces acierto lo que siento, y me miento cuando te trato con indiferencia, pero el pulso del corazón me delata cuando te aproximas.
Será que no sé comprender que casi nunca te acuerdas de mí, y cómo yo casi siempre quiero saber de ti.
Será que soñar contigo es mera casualidad, o mi mal agüero que advierte los días amargos que ya vienen.
Será por cada calle que recorro en la ciudad triste y nos vemos tomados de la mano que quiero volver.
Será por aquellas noches, y más aun la primera, donde descansaste en mi pecho y nos quedamos en silencio hasta que uno de los dos lo interrumpiera para clamar un “te quiero”.
Será por las veces donde quebraste en llanto, con una peculiar parsimonia, y hallaste en mí un refugio.
Será por las veces que un beso tuyo me devolvía la calma en un laberinto de emociones conflictivas.
Será por la vez que me tumbé en tu regazo y me acariciaste el cabello. Cuando nos quedábamos charlando hasta tarde. Cuando visitamos la playa y entramos juntos al mar. Cuando llegué a tu casa sin aviso. Cuando reíamos después de embriagarnos. Cuando vimos juntos metrajes que te gustaban. Cuando nos acompañaba la buena música que colocabas. Cuando fuimos felices por un ratito.
Será que no me importó que no sepas expresar tus emociones; me hubiese quedado a tu lado porque se trataba de ti.
OPINIONES Y COMENTARIOS