No quiero obsesionarme con alguien que no me ama, parece el eco de todas las veces que me enamoré y finalmente me dijeron cuanto odiaban mi presencia, «estar conmigo por pena», ver en los ojos de los otros la piedad y la vergüenza de mi locura. Pero yo no quise enloquecer, quise ser amada, aceptada por quien era, mirada en lo profundo del abismo y no ver más vacío en él, sino el valor de lo absoluto, la humanización de mi dolor.
Dijiste que si me amaras no me pegarías, entonces no imaginé eso, era verdad cada vez que sentí tu cuerpo siendo cruel con el mío, empujándome, hundiéndome el dedo en mi cabeza, agarrándome con fuerza para sacarme de dónde estoy llorando, golpeando justo al lado mío, viendo ese odio hacia mí. Yo lo sé, sé que no me amas, tú sabes que no lo haces. Es tan evidente el desprecio, cada insulto, cada abandono, el dolor de querer dejarme y solo sentir una profunda pena por lo patética que soy.
Todos hablan de mi evidente suicidio como un chiste o lo inevitable, para ti sería el alivio de quien no te deja ser.
No quiero ser como mi madre, no quiero odiar ser como ella, no me insultes diciendo lo mucho que me parezco a ella.
Odias mi cuerpo, odias quien soy, odias todo de mí y yo también lo hago, al menos eso seguimos teniendo en común. No importa si enfermo o lloro todos los días, solo quieres que desaparezca de tu vida para ser libre, quisiera dejarte ir sin sentir que me muero.
OPINIONES Y COMENTARIOS