Estado om – 13 Días y el sueño

Estado om – 13 Días y el sueño

Chaquen

13/08/2023

Me dormí y soñé que despertaba en la biblioteca, donde ella leía sobre la inocencia y la experiencia, en cómo esta dualidad convivía. Resumiendo la historia en un bello pasaje: «Mientras la inocencia se va durmiendo y empieza a soñar, la experiencia se va despertando, viviendo momentos, siempre buscándose, hasta que existe un momento en que los dos coinciden; en el sueño o despiertos, se miran a los ojos y se besan, porque saben que uno no puede estar sin el otro, al menos por un instante.»

Eso me hizo entender que tal vez, mientras ella comenzaba la vida, yo ya la había vivido. Y ese pensamiento llegó a mí porque existe una conexión de la energía universal que lo sabe todo, con nuestras energías que no saben nada. Sonó la alarma, fui a trabajar como siempre, pero ese día tenía algo diferente, como si el mundo hubiera cambiado; algo se había reseteado en la conciencia que todo lo escribe en este plano material. Ese día, al lado de mi puesto, había llegado alguien nuevo que iba a ayudarme, y era una mujer, la silueta de una niña que quería aprender y yo debía enseñarle.

Fueron días extraños los que siguieron, tardes interminables con ella hablando de todo un poco. Ya hasta había dejado de soñar, solo trataba de imaginar la vida a través de sus ojos; de cómo se empieza a conocer el mundo y las creencias que tenemos de niño se van fortaleciendo o se van derrumbando a medida que crecemos.

Yo tenía la experiencia de años vividos y ella, hasta ahora, estaba explorando muchas de esas cosas. Me sentía un poco raro, desvelando mis verdades a una apenas conocida y ella abría las suyas también. Nos dimos cuenta de que pasó una semana, pero parecieron años. La conexión era indudable, como si la pintora suprema se hubiera dibujado en este plano para que la conociera y comprendiera. Ella quería experimentar un instante conmigo porque ya me conocía pero queria sentirme.

Fueron 13 días juntos para darme cuenta de que ella no aprendió de mí, sino yo de ella. Un día dejó de llegar. Pregunté por ella, pero nadie sabía. Estuve desesperado buscándola y no la encontré. Parece que se había esfumado. Luego de unos días, me di cuenta de que en sus ojos pude ver la infinidad del universo,decubri un camino de primavera y dulzura hasta su alma. Sus palabras tejían la verdad y la dibujaban a su antojo. Fue un milagro haberla encontrado y no seria raro si no la volvía a ver.

Lloré como si fuera un niño. Al parecer, la experiencia tiene algo de inocente. Fue una manifestación de la divinidad. ¿Cuál era su mensaje? Ahora tenía que descifrarlo. Tal vez la encontraría de nuevo, pero antes, como las águilas, debía deshacerme de muchas certezas que pensaba. Porque ya mi pico no funcionaba para transmitir las ideas que creaban los escalones para llegar a ella. Y desplumar mi mente de ideas ya empolvadas por el tiempo que no me dejaban volar a su encuentro y volver a renacer para estar a su lado.

Mientras estaba en ese proceso tan doloroso que es quitarse parte de ti para volverte otro, en la agonía del sueño, entré a la biblioteca habia una musica de fondo. Hacía mucho que no soñaba así. Ahí estaba ella. Por fin me vio. Terminó un pasaje de un libro que tenía en sus manos que decía: «Grábame como un sello sobre tu corazón, llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el Amor como la Muerte.» Y se interrumpió para mirarme. Mis ojos se inundaron de nostalgia. Era más hermosa cuando se fijaba en mí. Me acerqué a ella y, sin mediar palabras, pude besarla. Quería ser parte de ella, fundirme de alguna manera con su esencia. Pero solo era un sueño. Terminó el beso y dijo: «Creo que no voy a verte más, No existen motivos.»

Desperté y pensé en lo triste que estaba. Fue difícil digerir tantas emociones que tenía. Me sentía tan débil, tan miserable por no haber podido compartir más tiempo. ¿Qué debía hacer para que ella se quedara? ¿O todavía estaba en mi vida? ¿Ya no podría volver a besarla? Solo pensaba en los 13 días y el sueño. Algo me decía que la volvería a ver ese era el motivo perfecto no tener motivos pense. Mientras tanto, sería insistir al destino para que se apiadara de mí, ya que guardo una fe incalculable de volver a verla dentro de mi corazón.

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