No me dicen nada: La carne de tu voz no llega y por eso en mi desespero no me dicen nada.
Enmudecen con tu silencio.
Son las voces encumbradas y encarceladas en polvorientos libros que lanzan al anfiteatro del mundo sus palabras llenas de conocimiento conquistado a través del tiempo y de las civilizaciones destruidas. No me dicen nada.
«Son relevantes. Hay que estudiarlas» afirman los eruditos. Cual estrellas gigantescas engullendo planetas: así son esas voces. Su pretensión es universal, pero es vana cuando la carne de tu voz no me llega.
Intento escuchar el discurso que a coro hilvanan para silenciar tu silencio, para arrancarme el dolor de vivir tu ausencia, para saberme intocable.
Pero de nada sirve: Sus palabras: Una indescifrable mascarada de tinta que no alcanza mi intelecto. Y menos mi corazón, ahora, por ti ocupado.
¿Quién lo diría? El universo sin cobrar sentido dentro de mi a falta de la mota de polvo que tú eres.
Por eso, no me dicen nada, porque aunque yo insista en que sepulten tu voz con su sabiduría secular, tú, amada, corpúsculo pequeño que en torno a mi orbitas, al ser urgente sin estar conmigo te haces grito entre las voces de todos los otros; las voces que ahora no me dicen nada.
David Galán Parro
12 de agosto de 2023
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