Jamás entendí por qué te quise con locura y no cordura. Se me ablanda el corazón, como una dulce quimera que arde en las venas. Hagamos un inventario de los restos de este naufragio, tu voz una flor de hielo, mi alma un nido de aves blancas, nos guste o no, el amor nos vuelve jóvenes, que aman las piedras que quiebran horizontes en la última esquina. Ahora soy poeta de voz triste y traje negro que me luce como un funeral que jamás fue invitado, pues soy el actor principal, el poeta de pasos firmes que arrastraba en su piel el aroma a violetas que le dejo ella al tocarlo.
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