Aveces me pregunto si esta pasión por la literatura me ha alejado de vivir plenamente en el mundo real. ¿Me he refugiado demasiado en las historias ficticias en lugar de enfrentarme a mi propia realidad? Debo aceptar que ya he dejado de sentir en mis pies la humedad de la tierra. He dejado de escuchar mi nombre y me atrevo a decir, que también he olvidado a mis personas. No es que las haya dejado de amar — claramente no — pero mi cabeza está en otro lugar, en otros universos. Mis pensamientos están plagados con ideas que siquiera yo sé si llegaré a cumplir. Para vivir una buena vida, me es necesario leer. Necesito vivir en mi burbuja, y más aún sabiendo la crueldad de la humanidad en el mundo que vivo. Floreciendo bajo mi piel la desconsideración y desinterés por el mundo fuera de mi biblioteca, he dejado de vivir mi vida.

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