Al final de la escalera

Al final de la escalera

Aperite

03/08/2023

No quiero saberlo, no quiero descubrir la cara que me acecha en esa oscuridad que oculta algo tan
malévolo como insaciable. Me espanta descubrirlo. Mis cinco sentidos me
advierten que no debo moverme ni un ápice, que ella no va a darme la más mínima
oportunidad de defenderme. Sé que me estoy comportando como un esquizofrénico;
quiero pensar que al final de la escalera no habrá otra cosa que esa puerta que
comunica con la estancia en la que despierto a diario en medio de estos sueños
insufribles. Tengo miedo… Nació en mi interior sin yo proponérmelo, de
inmediato noté su presencia y sé que es nociva; desde entonces todo ha cambiado
para mí… Ella lo sabe, sé que lo sabe; me acecha sigilosamente esperando ese
momento en que me aturda con el pánico… 

Es muy inteligente, me lo ha demostrado, sabe que el sigilo es su mejor aliado y vigila
pacientemente todos mis movimientos. Acaso mi respiración agitada la confunda
casualmente porque en su intelecto no conciba que necesito insuflar en mis
pulmones el oxígeno necesario para que mi organismo no colapse. Pero me temo
que eso no es suficiente para despistarla; los latidos alocados de mi corazón
no hacen sino alimentar la presión que me produce su continua observación. La
oigo arrastrarse en mi interior. Es como una serpiente silenciosa que espera su
oportunidad para clavar sus colmillos donde más duele… Se oculta tras las
sombras y sé que mis dudas la hacen más fuerte, cada vez más fuerte y
cautelosa, la ayudan a tomar la consistencia que ella necesita; ése es su
alimento: el pánico, mi pánico… No quiere abandonarme… La maldigo; cien veces
la maldigo, grito y la tacho de cobarde porque no se hace ver para así poder
ahogarla con mis propias manos…

Pero nunca sale de esas sombras donde duerme, se despierta, viste y se alimenta…

Es arpía, la muy zorra. Escupe por su boca cascadas de reproches y pretende inocularme con sus
miedos, los que ella misma crea en las probetas de un laboratorio infernal
donde bullen sus mezclas de pecados veniales sublimados entre cientos de colores
falsamente irisados. Sé que me observa escrutando mis debilidades y se ríe a
carcajadas porque sabe que no puedo evitar su maldita presencia… No la veo,
pero oigo su silencio y me desquicia, sabe desesperarme porque su rostro es
intangible, evanescente, indestructible…

«Ella» hace mucho que me acompaña, que me acecha, que me debilita… Siempre espera al final de esa escalera de caracol donde no sabes qué habrá en la siguiente curva, ese final
donde sí sé que el último peldaño da acceso a la puerta tras la cual mi cerebro
quebrará otra vez en la dura realidad, en esa dura realidad que siempre
recuerda el dolor de mis pecados.

Y tengo miedo… mucho miedo de abrir de nuevo mi mente a la conciencia.

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