En el jardín de la naturaleza viva,
donde el sol derrama su luz cautiva,
brotan las plantas con gracia y color,
un canto silente de vida y ardor.
Raíces profundas en la tierra abrazan,
en busca de sustento, su fuerza no amansa,
conquistan el suelo con valiente pasión,
tejiendo en sus hilos la vida en canción.
Las hojas se abren como manos al viento,
pintando paisajes de verde contento,
capturan el agua, al sol se exponen,
un ballet callado que el tiempo eternizan.
Flores que brotan como sueños despiertos,
con aromas dulces que llenan los huertos,
colores que bailan en campos de ensueño,
mágico regalo de la madre del dueño.
En este edén de seres serenos y buenos,
las plantas nos hablan en códigos llenos,
del ciclo vital, del amor y cuidado,
un poema silvestre, por siempre amado.
Cuidemos con esmero este regalo divino,
las plantas, tesoros que dan al camino,
en cada rincón, en montañas y mares,
tejen la trama que une a los seres.
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