Estrellas

“El mayor error del ser humano es intentar sacar de la cabeza aquello que no sale del corazón” – Mario Benedetti.

Hubo un tiempo en que sentí una especie de rencor hacia ti, incluso llegué a desear no habernos conocido. Sin embargo, en lo profundo de mi ser, sabía que eso no era cierto. La rabia y la frustración me embargaban, pero paradójicamente anhelaba verte sonreír, triunfar y compartir cada paso contigo. Quizás no supe demostrarlo adecuadamente. Gracias a ti, me percaté de la dependencia que sentí hacia tu presencia. Cada momento sin ti carecía de significado. Ese supuesto «rencor» nacía de mi resistencia al cambio y a la posibilidad de enfrentarme a la vida sin ti.

Hoy, mi gratitud es infinita. He aprendido a vivir experiencias en solitario y, aunque aún me adapto, sonrío a la vida. Me siento liberado de cargas y ya no me culpo ni culpo a otros. Comprendí que las circunstancias simplemente acontecen y que responsabilizar a los demás no conduce a ninguna solución. Aspiro a seguir construyendo mi propio ser, dotando a mis ojos de la habilidad de vislumbrar lo más hermoso en cada persona.

El sábado pasado viví una noche extraordinaria, la más bella hasta ahora. Me encontraba en un hotel remoto, lejos de las urbes, y la escasez de contaminación lumínica me brindó la oportunidad de contemplar un cielo estrellado sin igual. Nunca había sido testigo de tal esplendor celeste. La vista era sobrecogedora; la luna, cientos de estrellas y majestuosas montañas enmarcaban el paisaje. En esos instantes, sentí que todos los sacrificios habían valido la pena. Me desconecté del mundo, donde no existían estudios, trabajos, preocupaciones económicas ni necesidades materiales. No había amor ni desamor, solo la plenitud de la ausencia de todo. Mi mente quedó en blanco, mientras una radiante sonrisa se dibujaba en mi rostro. Este momento único y preciado me hizo comprender que esa sensación de dicha trascendental no está condicionada a un firmamento estrellado. Cuando te veo, experimento esa misma maravilla. Estar a tu lado es sinónimo de serenidad y plenitud. Me siento en paz.

Hoy puedo afirmar con certeza que mi felicidad no depende de nadie más que de mí mismo. Y aunque puedo disfrutar de muchas cosas en solitario, anhelo vivirlas también contigo. Eres mi noche llena de estrellas, un universo completo en un solo ser.

Permíteme disculparme por todas las veces que no te traté como merecías, por todas las cartas y dibujos que no te dediqué antes, por mis desesperaciones aun cuando seguías a mi lado. Reconozco la desconfianza y mi baja autoestima que, con el tiempo, solo nos alejaron. Siempre te aprecié, pero solo al perderte, entendí la magnitud de tu valor en mi vida. No pretendo forzar el amor, pues eso carece de romanticismo. Respeto el tiempo que necesitamos ambos para crecer y vivir nuestras propias experiencias. Aunque las disculpas ahora puedan parecer insuficientes, deseo de corazón que todo lo bueno que el futuro nos depare, también sea tuyo. Que cada experiencia sea un escalón hacia el crecimiento y la superación personal.

Hoy me siento pleno y en armonía. No son solo palabras vacías; realmente he experimentado una transformación interna. Mis ojos brillan mientras escribe estas líneas, no de tristeza, sino de orgullo hacia el ser que me he convertido. Y debo decirte que tú has sido fundamental en esta evolución. Eres, sin lugar a duda, la persona más especial en mi vida.

Así que, mi noche llena de estrellas, deseo que podamos seguir compartiendo la vida juntos, no porque sea una necesidad, sino porque es mi más anhelado deseo.

 “Dicen que una mente ocupada no extraña a nadie, y mírame aquí, con mil cosas por hacer, pero siempre elijo pensarte”.

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